Introducción.
El Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S. ha recorrido un largo y glorioso camino, que va desde los primeros pequeños círculos y grupos marxistas, formados en Rusia en la década del 80 del siglo pasado, hasta el gran Partido bolchevique, que hoy dirige el primer Estado socialista de obreros y campesinos del mundo.
El Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S. se desarrolló sobre la base del movimiento obrero de la Rusia de antes de la revolución, partiendo de aquellos círculos y grupos marxistas que se pusieron en contacto con el movimiento obrero y le infundieron una conciencia socialista. El P.C.(b) de la U.R.S.S. se ha guiado siempre y se sigue guiando por la doctrina revolucionaria del marxismo— leninismo. Bajo las nuevas condiciones de la época del imperialismo, de la época de las guerras imperialistas y de las revoluciones proletarias, sus jefes desarrollaron e impulsaron la doctrina de Marx y Engels, elevándola a una nueva fase.
El P.C.(b) de la U.R.S.S. se ha hecho grande y fuerte en una lucha de principios contra los partidos pequeñoburgueses dentro del movimiento obrero: contra los social-revolucionarios (y, antes de aparecer éstos, contra sus predecesores. los populistas), los mencheviques, los anarquistas, los nacionalistas burgueses de todos los colores, y, dentro del mismo Partido, contra las tendencias mencheviques y oportunistas: contra los trotskistas, los bujarinistas, los partidarios de desviaciones nacionalistas y demás grupos antileninistas.
El P.C.(b) de la U.R.S.S. se robusteció y se templó en la lucha revolucionaria contra todos los enemigos de la clase obrera, contra todos los enemigos de los trabajadores: contra los terratenientes, los capitalistas, los kulaks, los saboteadores y los espías, contra todos los mercenarios del cerco capitalista.
La historia del P.C.(b) de la U.R.S.S. es la historia de tres revoluciones: la revolución democrático— burguesa de 1905, la revolución democrático— burguesa de febrero de 1917 y la revolución socialista de octubre de 1917.
La historia del P.C.(b) de la U.R.S.S. es la historia del derrocamiento del zarismo, del derrocamiento del Poder de los terratenientes y capitalistas, la historia del aplastamiento de la intervención armada extranjera durante la guerra civil, la historia de la edificación del Estado Soviético y de la sociedad socialista en la U.R.S.S.
El estudio de la historia del P.C.(b) de la U.R.S.S. nos enriquece con la experiencia de la lucha de los obreros y campesinos del País Soviético por el socialismo.
El estudio de la historia del P.C.(b) de la U.R.S.S., el estudio de la historia de las luchas libradas por el Partido contra todos los enemigos del marxismo— leninismo, contra todos los enerillos de los trabajadores, ayuda a dominar el bolchevismo y aguza la vigilancia política.
El estudio de la historia heroica del P.C.(b) de la U.R.S.S. pertrecha a quien lo realiza con el conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo social y la lucha política, con el conocimiento de las fuerzas motrices de la revolución.
El estudio de la historia del P.C.(b) de la U.R.S.S. fortalece la seguridad en el triunfo definitivo de la gran causa del Partido de Lenin y Stalin, en el triunfo del comunismo en el mundo entero.
En este libro se expone brevemente la historia del Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S.
Capítulo I. La lucha por la creación del Partido Obrero Socialdemócrata en Rusia. (1883 —1901).
1. Abolición del régimen de servidumbre de la gleba y desarrollo del capitalismo industrial en Rusia.
Aparición del moderno proletariado industrial. Primeros pasos del movimiento obrero.
La Rusia zarista emprendió el camino del desarrollo capitalista después que otros países. Hasta la década del 60 del siglo pasado, existían en Rusia muy pocas fábricas y empresas industriales. Predominaba la economía feudal de los terratenientes nobles basada en la servidumbre de la gleba. Este régimen de servidumbre no dejaba que la industria se desarrollase como era debido. El trabajo forzado de los siervos daba un bajo rendimiento de producción en la agricultura. Toda la marcha del desarrollo económico empujaba a la abolición de este régimen. El gobierno zarista, quebrantado por la derrota sufrida en la guerra de Crimea y asustado de las "revueltas" campesinas contra los terratenientes, víóse obligado a abolir en 1861 el régimen de servidumbre.
Mas no por ello dejaron los terratenientes de seguir oprimiendo a los campesinos. Los terratenientes despojaron a los campesinos, arrebatándoles, al concederles su "liberación", una parte considerable de las tierras que venían disfrutando y que los campesinos comenzaron a designar con el nombre de "recortes". Además, les obligaron a pagar a los terratenientes un rescate por su "liberación", por un valor total de cerca de 2.000 millones de rublos.
Después de la abolición del régimen de servidumbre, los campesinos veíanse obligados a tomar en arriendo las tierras de los terratenientes en las condiciones más inicuas. No pocas veces, además de pagar una renta en dinero al terrateniente, el campesino quedaba obligado a trabajar de balde y con sus propios aperos y ganado de labor determinada cantidad de tierras de aquél. A esto lo llamaban "pago de trabajo", "prestación personal". Pero lo más frecuente era que el campesino quedase obligado a pagar la renta al terrateniente en especie, entregándole la mitad de la cosecha. Esto se denominaba "aparcería".
Como se ve, la situación seguía siendo casi la misma que antes, bajo el régimen de servidumbre, con la única diferencia de que ahora el campesino era personalmente libre y no se le podía vender ni comprar como si fuese un objeto.
Los terratenientes apelaban a diversos métodos de rapiña (la renta, las multas, etc.) para exprimir hasta la última gota de jugo a las atrasadas explotaciones campesinas. La gran masa de los campesinos veíase en la imposibilidad de mejorar sus explotaciones, porque se lo impedía la opresión de los terratenientes. De aquí el extremo atraso de la agricultura en la Rusia de antes de la revolución, atraso que se traducía frecuentemente en malas cosechas y en rachas de hambre.
Los residuos del régimen de servidumbre, las enormes contribuciones pagadas al Estado y los rescates agobiadores que había que abonar por la tierra a los terratenientes, que no pocas veces excedían de los ingresos arrojados por las explotaciones campesinas, conducían a la ruina y al empobrecimiento de las masas campesinas y obligaban a los campesinos a marcharse de la aldea a ganar un jornal. Se iban a las fábricas y a las empresas industriales, suministrando a los fabricantes mano de obra barata.
Sobre las espaldas de los obreros y de los campesinos se alzaba todo un ejército de jefes de policía, guardias rurales, gendarmes y polizontes, encargados de defender al zar, a los capitalistas y a los terratenientes contra los trabajadores, contra los explotados. Hasta el año 1903, estuvieron en vigor las penas corporales. No obstante haberse abolido la servidumbre, el campesino era apaleado por el más pequeño desliz o por falta de pago de las contribuciones. Los gendarmes y los cosacos maltrataban a los obreros, sobre todo, durante las huelgas, cuando éstos abandonaban el trabajo por no poder soportar las vejaciones de los patronos. En la Rusia zarista, los obreros y campesinos carecían hasta de los derechos políticos más elementales. La autocracia zarista era el peor enemigo del pueblo.
La Rusia zarista era una cárcel de pueblos. Las numerosas nacionalidades no rusas de la Rusia zarista hallábanse completamente privadas de derechos, eran sometidas sin cesar a todo género de ultrajes y humillaciones. El gobierno zarista, había enseñado a la población rusa a ver en los pueblos indígenas de los territorios nacionales razas inferiores, a las que se daba el calificativo oficial de gente "alógena", y le había inculcado el desprecio y el odio hacia ellos. El gobierno zarista encendía conscientemente las discordias nacionales, azuzaba a unos pueblos contra otros, organizaba pogromos de judíos y matanzas entre tártaros y armenios en la Transcaucasia.
En los territorios nacionales, todos o casi todos los cargos públicos eran desempeñados por funcionarios rusos. El ruso era la lengua obligatoria en todas las instituciones y ante los tribunales. Estaba, prohibido publicar periódicos y libros en las lenguas nacionales o enseñar en las escuelas sirviéndose de la lengua materna. El gobierno zarista esforzábase en ahogar toda manifestación de la cultura nacional y seguía la política de "rusificar" a la fuerza a las nacionalidades no rusas. El zarismo actuaba como verdugo y tirano de los puebles no rusos.
Después de la abolición del régimen de servidumbre, el desarrollo del capitalismo industrial en Rusia siguió una marcha bastante rápida, a pesar de que los residuos del régimen feudal seguían entorpeciendo este desarrollo, Durante 25 años, de 1865 a 1890, el número de obreros, solamente en las grandes fábricas y en los ferrocarriles, aumentó de 706.000 a 1.433.000, es decir, en más del doble.
Más rápido aun fue el desarrollo que comenzó a adquirir en Rusia la gran industria capitalista durante la década del 90. Hacía el final de esta década, el número de obreros que trabajaban en las grandes fábricas y factorías, en la industria minera y en los ferrocarriles, solamente en las 50 provincias de la Rusia europea, había ascendido a 2.207.000, y en toda Rusia, a 2.792.000.
Y éste era ya un proletariado industrial moderno, que se distinguía radicalmente de los obreros de las fábricas del período de la servidumbre y de los obreros de las pequeñas industrias artesanas y de toda otra industria, tanto por su concentración en grandes empresas capitalistas como por su combatividad revolucionaria.
Este progreso industrial de la década del 90 se debió, en primer lugar, a la intensa construcción de ferrocarriles. Durante esta década (de 1890 a 1900), se tendieron más de 22.000 kilómetros de nuevas vías férreas. Estos ferrocarriles absorbían una cantidad enorme de metal (para los raíles, las locomotoras, los vagones) y exigían un volumen cada vez mayor de combustible, hulla y petróleo. Esto condujo al desarrollo de la metalurgia y de la industria del combustible.
En la Rusia anterior a la revolución, lo mismo que en todos los países capitalistas, los años de prosperidad industrial se alternaban con años de crisis industriales y de estancamiento de la industria, que castigaban duramente a la clase obrera, lanzando al paro forzoso y a la miseria a cientos de miles de proletarios.
Aunque el desarrollo del capitalismo siguió en Rusia, después de la abolición del régimen de la servidumbre, un ritmo bastante rápido, el país marchaba, en su desarrollo económico, muy a la zaga de otros países capitalistas. La inmensa mayoría de la población seguía viviendo de la agricultura. En su lamosa obra "El desarrollo del capitalismo en Rusia", Lenin cita algunas cifras importantes del censo general de la población rusa efectuado en 1897. De estas cifras resulta que cerca de cinco sextas partes de la población total de Rusia trabajaban en la agricultura y la sexta parte restante se distribuía entre la grande y la pequeña industria, el comercio, el transporte ferroviario, fluvial y marítimo, la construcción y los trabajos forestales, etc.
Esto indica que, a pesar del desarrollo que había adquirido, aquí el capitalismo, Rusia era un país agrario, un país económicamente atrasado, un país pequeñoburgués; es decir, un país en el que predominaba aún la explotación campesina individual, basada en la pequeña propiedad, de escaso rendimiento.
El capitalismo se desarrollaba no solamente en la ciudad, sino también en el campo. Los campesinos, que eran la clase más numerosa en la Rusia prerrevolucionaria, se fueron diferenciando, fueron formándose entre ellos diversas capas sociales. Del sector de los campesinos más acomodados se destacó una capa superior, los kulaks, la burguesía de la aldea, mientras que de otra parte muchos campesinos se iban arruinando y pasaban a engrosar el número de los campesinos pobres, de los proletarios y semiproletarios del campo. El número de campesinos medios iba disminuyendo de año en año.
En 1903, había en Rusia unos 10 millones de explotaciones campesinas. En su folleto "A los campesinos pobres", Lenin calculaba que dentro de esta cifra había, por lo menos, tres millones y medio de explotaciones campesinas sin ganado de labor. Estos campesinos, los más pobres de todos, sólo sembraban, por lo general, un puñado insignificante de tierra, entregando el resto en arriendo a los kulaks y yéndose ellos a ganar un jornal. Por su situación los campesinos pobres se asemejaban más que nada al proletariado. Lenin los llamaba proletarios o semiproletarios del campo.
De otra parte, había (dentro de aquella cifra total de 10 millones) millón y medio de explotaciones campesinas ricas, de kulaks, que concentraban en sus manos la mitad de las sementeras de los campesinos. Estos burgueses del campo prosperaban, oprimiendo a los campesinos pobres y medios, se enriquecían a costa del trabajo de los peones y jornaleros agrícolas y se iban convirtiendo en capitalistas agrarios.
La clase obrera de Rusia comenzó a despertar y a luchar contra el capitalismo ya en la década del 70, y sobre todo en la del 80 del siglo pasado. La situación de los obreros en la Rusia zarista era extraordinariamente penosa. En la década del 80, la jornada de trabajo, en las fábricas y empresas industriales, no era nunca inferior a 12 horas y media, y en la industria textil llegaba hasta 14 y 15 horas.
El trabajo de la mujer y del niño se explotaba en grandes proporciones. Los niños trabajaban el mismo horario que los adultos, pero cobrando, al igual que las mujeres, salarios muy inferiores. El nivel de los salarios era extraordinariamente bajo. Había muchos obreros que no ganaban más que 7 y 8 rublos al mes. Los obreros mejor pagados de las fábricas metalúrgicas y de fundición no cobraban más de 35 rublos mensuales. No se tomaba ninguna medida de protección del trabajo, lo que originaba accidentes en masa y constantes muertes de obreros. No se conocía el seguro obrero, y la asistencia médica sólo la obtenía el que pagaba. Los obreros vivían en condiciones horribles, hacinados en tugurios, en cuarteles obreros, a razón de 10 a 12 hombres en cada habitación. Muy a menudo, los patronos engañaban a los obreros al hacerles la cuenta de los jornales, les obligaban a comprar en las tiendas de las fábricas, explotadas por el patrono, artículos tres veces más caros de lo que valían y les saqueaban por medio de multas.
Los obreros comenzaron a ponerse de acuerdo unos con otros y a presentar conjuntamente al patrono sus reivindicaciones para el mejoramiento de las condiciones insoportables en que vivían. Abandonaban el trabajo, es decir, declaraban el paro, se ponían en huelga. Las primeras huelgas, en las décadas del 70 y del 80 del siglo pasado, estallaban, por lo general, como protesta contra las multas desmedidas, contra las estafas y los engaños de que se hacía objeto a los obreros al liquidarles el jornal, contra la reducción de las tarifas de salarios.
En las primeras huelgas, los obreros, agotada ya la paciencia, destrozaban a veces las máquinas, rompían los cristales de las fábricas, destruían las tiendas de la fábrica explotadas por el patrono y las oficinas.
Los obreros más conscientes comenzaron a comprender que, para luchar con éxito contra los capitalistas, era necesario organizarse. Y así, surgieron las primeras asociaciones obreras.
En 1875, se organizó en Odesa la "Unión de obreros del Sur de Rusia". Esta organización obrera, la primera de todas, no vivió más que 8 ó 9 meses, siendo aniquilada por el gobierno zarista.
En Petersburgo, organizóse, en 1878, la "Unión de obreros rusos del Norte", a cuyo frente se hallaban un carpintero llamado Jalturin y un cerrajero llamado Obnorski. En el programa de esta organización se decía que sus objetivos eran análogos a los de los partidos obreros socialdemócratas de los países occidentales. Su meta final era llevar a cabo la revolución socialista, "derribar el régimen político y económico existente del Estado, como un régimen de todo punto injusto". Uno de los organizadores de esta Unión, Obnorski, había vivido algún tiempo en el extranjero, donde tuvo ocasión de conocer la actuación de los partidos socialdemócratas marxistas y de la Primera Internacional, dirigida por Marx. Ésta circunstancia imprimió su sello al programa de la "Unión de obreros rusos del Norte". El objetivo inmediato que esta organización se proponía alcanzar era conquista de la libertad y de los derechos políticos del pueblo (la libertad de palabra y de prensa, el derecho de reunión, etc.). Entre las reivindicaciones inmediatas, figuraba también la limitación de la jornada de trabajo.
El número de afiliados a esta organización era de 200, contando con otros tantos simpatizantes. La Unión comenzó a tornar parte en las huelgas obreras y a dirigirlas. También esta organización fue destruida por el gobierno zarista.
Pero el movimiento obrero seguía desarrollándose y extendiéndose a nuevas .......................
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