CETRALISMO Y DISCIPLINA

Del Anarquismo al Comunismo

Nosotros, en América, no supimos nunca lo que es la “disciplina del Partido” tal como la entienden hoy los rusos. Yo no la conocí sino como un pequeño lema, que servía para evitar que alguien dijera toda la verdad, porque se hubiera “comprometido la elección del compañero Fulano de tal a concejal”. Sólo servía para entorpecer todo esfuerzo que se hiciera en el desarrollo de ideas e ilustración de las masas.

Llegué a Rusia teniendo este concepto de la “disciplina de Partido”  que era para mí una señal segura de estancamiento y fracaso de toda fuerza motriz. Ahora me doy cuenta que era muy ingenuo de mi parte. ¿No era necesaria en Rusia la unidad de acción? Durante mi estancia allí, persistía en creer que una unidad impuesta no valía tanto como la variada iniciativa de los grupos que sacrificaba. Cuando vi algunas de las imbecilidades de los pequeños grupos, vacilé; pero, en general, estaba firmemente convencido de que la centralización absoluta del Poder conduciría por seguro a la reacción. Y creía tener la prueba de esta reacción en la firma del tratado de Brestittovski y en la prohibición consecuente de incursiones en las localidades fronterizas por los regimientos autónomos de guerrilleros. Pero al ver ahora a los Ejércitos rojos cruzar la frontera política, y previendo una segunda firma de paz, confieso francamente haberme equivocado en lo que se refiere a la “disciplina de Partido”.

Cuando Moscú obligó a los socialistas revolucionarios de izquierda y a algunos anarquistas disidentes a cesar toda actividad que se apartara del programa revolucionario único, Moscú no reprimía Partidos “más revolucionarios” que el Comunista, sino Partidos “más románticos”. Los anarquistas rusos deberían haber puesto sus actividades al servicio de la única organización revolucionaria, el Partido Comunista Ruso, y contribuir a reforzarlo. Lo mismo comunistas que anarquistas cometieron faltas, pero ¿qué “clase” de faltas hubieran perdido a la Revolución?

¿No he visto yo la gama loca de aberraciones mentales más descabelladas, como un arrastre de locura a través de los acontecimientos sin precedentes, inherentes a la Revolución, que transformaban todas las normas recibidas? He conocido a un hombre que arriesgó su vida todos los días, durante muchas semanas, como voluntario para un puesto de los más peligroso; que desempeñó con una audacia e inteligencia inconcebibles, hasta un día que se extravió su mente en una de las inexplicables tangentes, que sólo se conocen en los mare inexplorados de la Revolución. Entonces este mismo hombre se volvió atrás lastimosamente, cometiendo actos que en sus efectos equivalían a una verdadera traición de su causa. He conocido personalmente cinco casos de hombres a quienes se había confiado misiones importantes de “iniciativa individual y trabajo libre”, que también cayeron y traicionaron. Cayeron y se hicieron traidores, no porque eran hombres animados de malas intenciones, sino porque el cerebro humano, queramos o no reconocerlo, no puede en ciertos casos aguantar aislado la tensión desmoralizadora y la destrucción de todas normas y puntos de comparación, que son consecuencias inevitables de una revolución. Ya sabemos que una defección en un momento peligros puede poner en peligro la Revolución toda. He comparado detenidamente el “trabajo individual libre” bajo la presión revolucionaria, con los resultados de una disciplina rígida de una organización revolucionaria, y he llegado a la conclusión de que la Revolución fracasaría sin una disciplina rígida de Partido. Con las normas relativamente fijas que rigen las condiciones en un régimen capitalista, es posible que algunas veces la libre iniciativa individual valiera más que las ventajas de la “disciplina de Partido”; pero, la experiencia, me obliga a abandonar la iniciativa individual y fragmentaria como principio “a priori” que se pueda aplicar en la tormenta y el naufragio de la revolución actual.

Lo que siento ahora es el no haber estado sometido a la “disciplina de Partido” cuando cometí cierto error periodístico. (Hace alusión a un telegrama suyo enviado a América, en el cual repudiaba a Lenin y atacaba al Gobierno de los Soviets, por no ser “bastante anarquistas”. La Redacción del “New York World” se aprovechó de este telegrama y arregló las cosas de tal forma que Minor era presentado al público como un “socialista radical” quien, después de ir a Rusia y ver a un Gobierno socialista a la obra, se había desengañado y volvía a las filas de la burguesía.— N. de la R.)

Robert MINOR

(Continuará) (Continuación nº 49)

 

 

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año II, San Sebastián, 3 Febrero 1934  nº 46

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