CUADERNOS DE FORMACIÓN DE E.T.A.

 1962.

 

En los primeros años, ETA ignora la lucha de clases, contempla el marxismo con profundo desconcierto, participa del anticomunismo de la época de la guerra fría – aunque con matices, y denunciando problemas objetivos en las sociedades del «socialismo real» - y llega hasta a confundir comunismo y fascismo.

Dos de los «cuadernos de ETA» están dedicados al estudio del marxismo y del comunismo.

 

Acerca del Comunismo:

Tiene como misión fundamental la revolución social y el cambio de estructuras a través de la dictadura del proletariado.

Surge en estos años en Euskadi del Sur el movimiento socialista ESBA, de inspiración netamente marxista, y puro apéndice del Frente de Liberación Popular español, tanto este como aquel, justamente por su inspiración marxista, tiene establecida la lucha dentro del marco de los estados hoy existentes, lo cual les hace actuar de espaldas al movimiento nacionalista vasco.

Esto no obsta para que, por influencia de Lenin en especial, muestren “cierta” comprensión racional de nuestro problema nacional, e incluso puedan propugnar el derecho pleno a la autodeterminación.

 

Acerca del Marxismo.

Primera consideración:

Una cosa es el marxismo (el materialismo dialectico), teoría filosófica integral del a vida, del hombre y de la Naturaleza. y otra cosa, solamente parte del a anterior, las reivindicaciones sociales de los marxistas. Así pues, es preciso ver el marxismo no como una política social, sino como una concepción del mundo, como una religión atea.

El marxismo se parece a una religión en este y en otros sentidos. Justamente este carácter religioso - absoluto, en otros términos – del marxismo es la raíz del dogmatismo clásico del os marxistas y de su intolerancia. Cuantos han discutido con marxistas, saben que se experimenta una sensación semejante, en cierto sentido, a la que se siente cara a la discusión con los integristas católicos. Y es que el marxismo es un dogmatismo antirreligioso, una teología anti-teológica, un fascismo de izquierdas, un izquierdismo de derechas, y un socialismo de derechas. Todas estas paradojas explican un poco los extraños fenómenos de la política comunista, progresista en lo doctrinal, reaccionario en cuanto se refiere a la política de los regímenes comunistas que son, probablemente, quienes más encarnan la filosofía de Marx.

 

Segunda consideración:

Pocos años después, se confiesa el papel positivo jugado por el marxismo en relación al movimiento obrero:

Es indiscutible, que el obrero tiene hoy, incluso en los países capitalistas, una serie de derechos que han sido ganados, tras grandes esfuerzos, por los socialistas (entre los cuales los marxistas son mayoría). De hecho cuando los comunistas dicen que el Partido Comunista (o los partidos netamente marxistas como máximo) son los únicos partidos de «clase», es decir, los únicos partidos que tienen como objetivo esencial la lucha de clases y el derecho de los trabajadores, en cuanto trabajadores justamente, están en lo cierto. Y su historia es casi la historia completa de los derechos de los trabajadores. En este sentido, no querer reconocer que el progreso social debe su mayor parte, sin discusión, al marxismo, es sencillamente absurdo. De ahí que los obreros, salvo casos de obcecación y de ingratitud, no suelen ser antimarxistas, ni pueden serlo. Del mismo modo que un patriota vasco, aun no aceptando la totalidad de las ideas de Arana-Goiri, no pude ser anti sabiniano al modo del anticomunismo clásico respecto a Marx.

El medio obrero es, por tanto, el medio clásico favorable al marxismo. Y el medio donde los marxistas, y entre estos los comunistas, encuentran la mayor parte de sus líderes.

El segundo medio social donde florece el marxismo es el medio de los intelectuales. La razón es clara. El marxismo, «sociología científica», doctrina filosófica coherente y elaborada, es un sistema de pensamiento que reúne las apariencias de la verdad lógica.

Enunciador en formulas netas y bien delimitadas de una serie de verdades indiscutibles en perfecta armonía interna, el marxismo gusta a los intelectuales, deseosos de pensamientos fundados en el razonamiento y en el análisis objetivo de los hechos.

Pero el marxismo no solo florece en medios sociales de los países occidentales. Los países subdesarrollados, que precisan una industrialización intensiva, y liberarse de los colonialismos político o económico que padecen, miran ilusionados las experiencias de Rusia, de China, de Yugoslavia y ahora de Cuba. Así el llamado «peligro comunista» es máximo (contra la opinión del propio Marx) en los países que no tienen una tradición de libertad y presentan un gran atraso técnico. España es así (no Euskadi ni Cataluña) un país que no mira ni puede mirar con malos ojos las experiencias del comunismo. Lo mismo ocurre en toda Asia, toda África y toda la América ibero-americana.

El mismo texto pasa a ofrecer un resumen de las ideas marxistas. Un resumen no precisamente ortodoxo, pero que en sí mismo supone un esfuerzo de formación militante a considerar. Ahora bien, este esfuerzo se sitúa fuera del marxismo: la exposición de su doctrina se realiza como quien trata de describir lo mejor posible el vuelo de las mariposas. Lo mismo ocurre cuando se analizan las realizaciones de los distintos países comunistas y las aportaciones de Lenin y Mao. Todo ello, a pesar de que se sigue confundiendo el fascismo y el comunismo en numerosas ocasiones por el carácter totalitario de ambos regímenes, sin matizar su contenido en cada caso.

  

El pensamiento marxista presenta dos grandes ideas fundamentales:

1- Teoría de la dialéctica.

2- Teoría de la alineación.

1- Teoría de la dialéctica:

     ◦ Todo lo que existe esta en perpetua evolución, y que esta evolución se efectúa justamente a causa de las contradicciones intimas existentes en todas las realidades del mundo.

     ◦ No existe nada definitivo y terminado para siempre.

     ◦ No hay verdades absolutas, pues el objeto de la verdad evoluciona.

     ◦ La evolución es Dialéctica, no cíclica. La historia no se repite. Todo avance es irreversible.

     ◦ La contradicción es el elemento motor de la evolución.

 2- Teoría de la alineación:

Para Marx todas las alineaciones (mitos que regulan y disimulan, sin resolverlas, las contradicciones de orden religioso, político, social, etc.…), son Aparentes. En realidad, la única alineación verdaderamente esencial es la economía.

 

El materialismo histórico:

No se debe confundir “materialismo dialéctico” y “materialismo histórico”. El materialismo histórico es una explicación de la historia de tipo Dialéctico. El materialismo histórico es, por decirlo así, un capítulo del materialismo dialéctico.

Analizando la evolución de la humanidad declara ver que “las ideas dominantes de una época jamás han sido otra cosa que las ideas de la clase dominante.

 

La alineación económica:

Marx reduce todas las alineaciones y súper-estructuras a la alineación económica.

El trabajo en el régimen capitalista está alineado.

◦ La producción es una necesidad natural.

◦ Una clase trabaja y apenas puede subsistir, la otra no trabaja y lo posee todo.

Una vez desaparecida la propiedad privada de los medios de producción todas las alineaciones desaparecerán.

El hombre será fundado racionalmente, sin mitos, sin “fetiches”, sin alineaciones; libre y dueño de si por primera vez en la historia.

 

Acción política:

El marxismo empieza por buscar las contradicciones, para excitarlas en el sentido de descubrir la raíz de las alineaciones.

Naturalmente, dado que el marxismo estima que la contradicción fundamental es la economía, es decir, la “lucha de clases”, es lógico que su esfuerzo principal tenga lugar en este sentido.

La característica número uno del poder marxista es la Nacionalización de los medios de producción.

Lo esencial de toda revolución marxista es la desaparición de la propiedad privada de los medios de producción.

Pero el tono beligerante y la crítica surgen sobre todo en relación con las organizaciones marxistas actuantes en el marco vasco, en base a esta crítica a la cuestión del marxismo y cuestión nacional:

«Para los marxistas el mundo está dividido, ante todo, horizontalmente: hay clases. Pero el mundo también está dividido verticalmente en etnias y este hecho o problema es ajeno al marxismo. Hay así, con certeza, una aparente ceguera, una especie de insensibilidad hacia el problema de las nacionalidades. No que el marxismo sea imperialista o genocida: nada más erróneo que esto, sobre todo en el sentido clásico de asimilación cultural del pueblo oprimido por el pueblo opresor. Sino que la problemática del marxismo es a-nacional, al margen de las naciones étnicas. Así Marx (y todos los P.C) propugnan la lucha dentro de los actuales estados: con espíritu internacionalista en teoría, es cierto; pero reforzando los genocidios de la actual situación, en realidad. Así el PC español y su apéndice vasco, actúan ante todo no como internacionales, sino como españoles. Lo mismo ocurre a los comunistas vascos del Norte, obligados a reforzar posiciones francesas por táctica.

Todo está en contradicción con las magníficas páginas de Lenin sobre el problema de las nacionalidades. Pero puede tener su explicación correcta al pensar que es mas tenido en cuenta en los países de colonialismo económico (África, América Latina) que en aquellos en que el colonialismo parece sobre todo cultural y político, falta de una legislación nacional, cultural impuesta, etc.… (caso de Euskadi y Cataluña)».

Este es fondo de la crítica que se realiza a los comunistas: el reforzamiento «de hecho» de las estructuras opresivas de cada Estado. Aunque esta acusación de «españolismo» debería ser matizada, porque en el mismo texto se hace depender de Moscú – o de Pekín – a todos los comunistas del mundo.

De esta manera se da un carácter exclusivamente teórico a la existencia del PC de Euskadi y de ESBA, dado que en realidad serian puros apéndices del PCE y del FLP respectivamente. En Euskadi Norte no existe ni eso, ya que los comunistas pertenecen al PC francés y nada más. Al concebir su estrategia política en el marco de los actuales estados, los marxistas actuarían así de espaldas al movimiento nacionalista vasco, aunque por influencia de Lenin manifiesten cierta sensibilidad hacia el problema y propugnen incluso el derecho a la autodeterminación.

De todas maneras, esta posición es relativamente avanzada en relación a los argumentos que se daban anteriormente, escasos meses antes, fundados en una presunta incompatibilidad entre la esencia vasca y el comunismo:

«En nuestros principios decimos que ETA condena toda dictadura, sea fascista o comunista. En esta ocasión queremos hablar sobre el comunismo, aclarando algunas ideas sobre el mismo. Pero antes debemos aclarar que el hecho de que condenemos la dictadura comunista no supone que apoyemos el capitalismo. Creemos que se puede llevar a cabo un profundo cambio en lo social-económico sin por ello llegar a ninguna dictadura. Creemos en la democracia, casi por atavismo, porque la llevamos dentro, pero por otra parte llevamos una gran inquietud social.

Y ahora veamos la posición entre Patriota y Comunista.

No negamos que pueda haber un nacionalista que a la vez sienta simpatía por el comunismo; lo negamos rotundamente es que pueda ser nacionalista (y menos nacionalista vasco) un militante comunista. En efecto, un militante comunista piensa exactamente como el Partido quiere que piense, Hace lo que el partido le dicta, está en todo sujeto a sus directrices. Ahora bien, el Partido comunista no lucha por la independencia de los pueblos, la vida de una nación le es indiferente; de ahí que un militante comunista no pueda ser auténticamente nacionalista.

Queremos que quede bien claro, que no creemos en absoluto que el Partido Comunista respete las nacionalidades, solamente utiliza los nacionalismos cuando le convienen para sus fines imperialistas; de todo es conocida la desaparición en la práctica de los pueblos estoniano, lituano y letón en la URSS, todos conocemos el aplastamiento del pueblo húngaro hace todavía pocos años. No, el Partido no nos engaña a los vascos con sus tácticas tan viejas como su existencia.

Pero hemos dicho más, hemos dicho que más difícil todavía es que un militante comunista pueda ser nacionalista vasco. En efecto, de todos es conocido el profundo individualismo vasco; el vasco tiene un especial sentido de su propia dignidad y libertad, el vasco es muy hombre, a la «gizatasuna» vasca le repugna íntimamente la anulación de la personalidad, la imposibilidad de ser uno mismo que impone el Partido Comunista a sus militantes y que impone el comunismo cuando llega al poder en cualquier país. Un destacado comunista que ha llegado a ver claro, Milovan Djilas, nos dice que el comunismo, al creerse dueño de la verdad absoluta en todos los campos, lleva dentro de si el más brutal de los despotismos.

Por todo ello, porque queremos ser auténticamente vascos, porque creemos sinceramente que el Pueblo Vasco se salvara a la vez que el hombre vasco, no creemos al comunismo, por muchos Partidos Comunistas de Euskadi que haya. No basta decir Euskadi muchas veces; ¡incluso en sus emisiones por radio para los vascos nos radian bilbainadas norteñas!!! Inconscientemente, ellos mismos se adelantan: cuando llaman a alguna acción a las fuerzas vascas citan: «socialistas, republicanos, comunistas, católicos, nacionalistas, etc., etc.»!!!

Por fin, detengámonos un momento en los militantes comunistas vascos (?) y observemos que muchos son extraños al país. Los que son del país nunca destacan por su vasquismo practico, hablaran, ¡cómo no!, de Euskadi, de sus derechos, pero no luchar por lo vasco, por el euskara, por la democracia euskalduna; en el fondo, son como cualquier españolista, antivascos.

Resumiendo, diremos que, en esta hora decisiva para Euskal Herria, en que nos jugamos el ser o no ser, nuestro primer anhelo debe ser salvar lo vasco, salvar el alma vasca; por ello lo decimos bien alto, toda fuerza vasca que no se emplee primeramente en luchar por nuestra patria, es enemiga de Euskadi. Por ello en este momento no podemos pensar más que en hacer la Resistencia Vasca. En cuanto a nuestra postura respecto al Comunismo es bien clara. Ni siquiera cuando llegue la libertad creemos que se puede compaginar el ser vasco con el ser comunista, cuando menos en esta hora. ETA condena todo sistema totalitario, sea fascista o comunista.

Este lenguaje que encierra una línea de argumentación netamente esencialista, muy próxima a la del nacionalismo tradicional, ira desapareciendo lentamente.