Carta a los intelectuales
1965
Hemos nacido vascos. Nuestro trabajo, nuestra vida toda, transcurre en este territorio, asiento de nuestra etnia, y que nosotros llamamos Euzkadi.
Nos sentimos solidarios de los hombres que componen nuestro pueblo. Este sentimiento ha surgido natural, en la práctica diaria con gentes que son como nosotros. Pero el romper la venda del individualismo para unirnos como vascos ha sido el camino que nos ha llevado a sentirnos unidos a todos los humanos.
Y este sentimiento de unión, que nos lleva a luchar unidos, a participar de los problemas, de las esperanzas, de las alegrías y de la evolución toda de la Humanidad como tal, revierte sobre nuestra existencia como pueblo, fecundándola, dándole un sentido, liberándola de orgullos infantiles y comprometiéndola, en una práctica de conocimiento, de trabajo, de lucha, que, queriendo el mejoramiento de nuestro pueblo, se integre en la lucha humana por el mejoramiento del mundo.
Miramos a los hombres que componen nuestro pueblo. Miramos sus problemas que son los nuestros, y en esto tenemos nuestra propia concepción.
Todos los problemas comunes a los hombres de una sociedad son problemas de obstrucción. Tiene que ser así. Confiamos en el hombre. Si el hombre no encuentra obstáculos, progresa, se hace mejor. Nuestro pueblo necesita de cultura, de técnicas avanzadas, de riqueza, pero nadie ha de darle todo esto: El sólo lo conseguirá. Únicamente los obstáculos puestos en el camino por gentes egoístas, pueden retrasar ese avance.
El hombre progresa, avanza, se hace más fuerte... más humano, cuando tiene la oportunidad de manejar los instrumentos necesarios a su perfeccionamiento. Con el martillo, con la pluma, con la calculadora electrónica, la azada o los pinceles, el hombre está siempre avanzando, desarrollando su humanidad integral.
Los vascos han sabido durante mucho tiempo que el trabajo hace al hombre y que en consecuencia un tal instrumento sólo podía pertenecer a quien era su fin.
Los vascos trabajaron. Poseían sus instrumentos. Viviendo junto al mar se hicieron pescadores. Siendo bravo el mar, aprendieron a construir buenos barcos y con ellos surcaron los mares. Comerciaron, acumularon riquezas, y con ellas explotaron el subsuelo de Euzkadi. Es la evolución que sacude a todo un pueblo de su estabilidad de siglos. Es la evolución que conduce a la aparición de una clase social desconocida entre los vascos, una clase que no posee los instrumentos de su trabajo.
Desde entonces ha pasado siglo y medio, la evolución ha continuado, afianzando, fortaleciendo estructuras, pero la base sigue la misma. Los que tienen el poder económico, la alta burguesía, encontrando más facilidades a la consecución de sus intereses, pusieron a los vascos bajo el control político del Estado español o quedaron indiferentes ante la ocupación francesa del Norte, que por carecer de riqueza no les interesaba.
La alta burguesía vasca, desarraigada de su pueblo por servir a sus intereses egoístas, integrada en el sistema monopolista español, hace tiempo que pasó la edad de su dinamismo, de su espíritu de empresa, de progreso. Hace tiempo que su principal preocupación pasó a ser el defender a todo trance sus privilegios adquiridos.
Y los dueños de empresas, cada vez más grandes por el juego de la competencia, quedaban más y más apartados de la dirección, eran sustituidos por técnicos, y se convertían en «consejeros» que se limitaban a presionar para que los dividendos fuesen mayores.
En esta evolución, el asalariado ha ido cogiendo cada vez más el papel dirigente que antes fue del capitalista. Pero este papel queda limitado al plano técnico, pues no poseyendo los instrumentos con que trabaja, la producción y todos los sectores de la vida social influidos por ella, van encaminados al beneficio no de la mayoría, sino del pequeño grupo, detentador del poder económico. Esta contradicción toma cuerpo forzosamente en un sentimiento de explotación, que es la base subjetiva de todo movimiento obrero.
Estos no son «problemas de economistas» como algunos pretenden, queriendo fraccionar la realidad en compartimentos estancos. Se trata de todo un Sistema erigido en torno a la defensa de los intereses de un grupo, un sistema que abarca los campos más insospechados.
Desde que la alta burguesía vasca se ha integrado en el Sistema monopolista español, el españolismo ha impuesto al pueblo vasco como un medio más de consolidar el sistema (ver Cap. sig.). En estas condiciones, los acordes del chistu, los colores del País o el sonido de la lengua vasca pueden ser tomados como atentatorios a la integridad del Sistema y reprimidos violentamente. La opresión nacional es así una realidad. Decimos que el Sistema económico-político, desfasado de las necesidades actuales, mantenido artificialmente, tiene suficientes contradicciones como para provocar la repulsa de todos cuantos no se benefician de él, que son la gran mayoría de la población.
Sin embargo, como esta reacción proviene de la experiencia directa y personal con el Sistema no da en muchos casos sino una visión parcial (y por tanto falsa) del mismo.
Así tenemos hombres que luchan por un aumento de salario pero que no quieren «meterse en política»; otros que no ven más que la opresión nacional y refieren todos los problemas a este aspecto; otros, en fin, que quieren acabar con la explotación económica, pero admiten la continuidad de la opresión nacional que ellos no ven.
Nuestra primera misión (y la de todo intelectual) es la de dar continuamente un conocimiento total de la realidad; y combatir permanentemente la división artificial en problemas «nacionales», «sociales», etc., división que solo favorece a la supervivencia de las actuales posiciones de privilegio.
Tomar conciencia de la realidad en su totalidad, lleva a todo miembro de la sociedad, si los intereses económicos no le han deshumanizado, a rechazar también en su totalidad el actual sistema económico-político y a buscar el sistema más adecuado aplicable al pueblo vasco en el momento presente. Esta superación supone una meta no demasiado concreta, pero que señala ya un camino. Es implantar unas estructuras socialistas en Euzkadi.
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Hemos dicho más arriba que la alta burguesía, habiendo pasado el tiempo de su contribución al progreso, no tiene hoy día mayor preocupación que la de conservar lo que ya posee, y su máximo esfuerzo va encaminado a defender los privilegios adquiridos, de quienes tienen buenos motivos para desear su desaparición.
Con estas defensas, defensas de todo tipo como veremos, los poderosos han neutralizado hasta ahora todo intento de sustituir o tan siquiera de reformar parcialmente el Sistema. Son pues dignas de ser analizadas.
No es ningún secreto que el poder económico lleva aparejado el poder político para el grupo que lo detenta. Así pues, la primera de las defensas del Sistema la encontramos en la misma existencia, estructura y actividades del Estado, Ejército, Tribunales o Policía, es decir, en las fuerzas de represión. El Estado español, por ejemplo, es hoy el aparato coercitivo de que se sirven los capitalismos vasco y español para conservar sus privilegios. Todo en él contribuye a hacer efectiva esa defensa: las leyes, el aparato policíaco, los sindicatos, la ilegalidad de la huelga, del derecho de asociación y de expresión, etc.
La defensa del sistema económico-político lleva consigo una represión feroz contra el pueblo, por su lucha en pro de una mejora del nivel de vida, por la participación en la dirección de la sociedad, por el libre desarrollo de su propia etnia y no digamos por la simple expresión de toda opinión política que no coincida con los temas de propaganda oficial.
Las defensas de este primer tipo no son las más eficaces con ser con mucho las más espectaculares. En efecto, el que recibe la represión puede reaccionar, y la experiencia nos lo demuestra, con más rebeldía que pánico; así tenemos que la constante represión policíaca y judicial está sirviendo a nuestra Organización para superarse constantemente. Así podemos afirmar que la dictadura del General Franco está siendo para nuestro pueblo infinitamente más positiva que una República democrático-burguesa, que hubiera ahogado nuestras aspiraciones sin crear unas tensiones como las que ahora disponemos para lanzar al pueblo a la lucha.
Las defensas del segundo tipo son, sobre todo algunas, más sutiles por no ser tan fácilmente identificables como tales. Vamos a enumerarlas lo más claramente posible:
Lo que primero aparece es la propaganda oficial con sus grandes mitos extendidos con todos los medios de difusión a su alcance. La desvasquización puede adelantar a buen ritmo presentando como concepto sagrados la unidad española o la grandeza de la France. Muchos españoles y franceses, viendo tan solo una faceta del Sistema, esgrimen de buena fe estos mitos contra los vascos. Podrían darse cuenta de su utilidad en el mantenimiento de unos vulgares intereses económicos, tan vulgares como los que en Italia o Alemania subieron al poder al fascismo, expresión militante del capitalismo.
Los mitos aparecen por todas partes en la propaganda oficial. No vamos a analizarlos todos. De todas formas, basta con preguntarse qué puede esconderse bajo vocablos rimbombante como «Unidad de destino en lo universal», «Civilización Occidental», «Mundo libre», «la Paz española», etc. etc.
Se insiste en que el «Movimiento Nacional» ha trabajado sobre todo en la elevación espiritual del hombre. Y desde luego, si lo espiritual encuentra su expresión más elevada en la religión, no se podrá negar que, en esta preocupación, ha conseguido el Régimen su más rotunda victoria, ya que, según sus estadísticas, la población bajo la tutela del Estado español es en su totalidad, católica, Apostólica y Romana.
Llegamos con esto a la siguiente defensa del Sistema: la Religión. La Iglesia española defiende abiertamente la situación existente. La guerra que consolidó la explotación capitalista y el colonialismo sobre las naciones periféricas a costa de casi un millón de muertos, es calificada de «Cruzada». Desnacionalizando a nuestro pueblo, justificando el sentido actual de la propiedad, despolitizando a los militantes de sus organizaciones o anulándoles para otras actividades, la Iglesia española pone a disposición del ocupante un arma tan efectiva como su policía.
Una defensa más: la Cultura. Tanto por su contenido como por la forma de administrarse es toda ella una exaltación y una defensa continua de la situación actual y del Sistema.
Bajo el actual Sistema no se puede hablar honradamente de cultura; en todo caso habría que hablar de cultura española-burguesa. Desde que el niño entra en la escuela ha de tomar contacto con este instrumento de alienación permanente. No desarrollaremos aquí este tema para hacerlo con más extensión, pero animamos desde aquí a todos los lectores a ver por si mismos si tenemos o no razón cuando afirmamos que en la enseñanza que se da hoy a nuestros jóvenes bajo el Régimen español, todas las asignaturas contienen elementos fundamentales de alienación o de defensa del Sistema. Es más fácil explotar y dominar a una masa inculta que a otra con cierta comprensión de los fenómenos de la vida y de la sociedad. La burguesía lo sabe, y su historia nos demuestra que ha sabido siempre actuar en consecuencia.
Porque se da el caso, que incluso esta «cultura» oficial, está reservada a la casta dominante, con la cual alcanza plenamente el papel de instrumento de dominación. El capitalismo de hecho, impide el acceso a la formación técnica a otras capas de población menos pudientes. Algunas «universidades laborales» fundadas por el Estado, sirven mejor a la propaganda oficial que a la promoción técnica del pueblo, y en todo caso, su misma existencia rubrica el apartheid connatural a todo sistema capitalista. En todo caso, cuando estudia un hijo de trabajador, la burguesía sabe muy bien absolverle y hacerle olvidar el mundo de donde salió.
Los medios de comunicación de masas: cine, TV, prensa, espectáculos, etc. suministran continuamente los adecuados mitos sociales que completan la tarea de los «educadores». Esto ha hecho que los mitos y estereotipos de defensa penetren profundamente en la mentalidad de las gentes y en las relaciones cotidianas hasta hacer que las mismas formas de vida y el llamado «sentido común» sean unos guardianes más de la seguridad del Estado. El individualismo proyectado por las actuales estructuras es un factor inhibidor de primer orden. En la institución de la familia se ha convertido en principio sagrado. En este aspecto, todos nuestros militantes saben bien que en sus actividades clandestinas deben guardarse más de su propia familia que de la misma policía.
Hemos visto las defensas más importantes de los Estados que hoy ocupan y explotan nuestra patria. Hemos visto también que todas las defensas no actúan de la misma forma, pues mientras unas son percibidas las otras penetran sin darse cuenta; usan del temor, las otras de la seducción. No hay ninguna duda que, para el futuro de nuestro pueblo, el verdadero peligro no radica en la coacción, que hace rebeldes, sino en la manipulación que hace autómatas.
Para mejor ilustrar el efecto de la manipulación, vamos a tratar por separado el problema de nuestro idioma nacional.
El euskera, idioma nacional del pueblo vasco, está en continua regresión. Su desaparición será cuestión de pocos años de seguir el proceso actual. Esta regresión está condicionada por el roce continuo con las vecinas etnias española y francesa. Sin embargo, es una postura muy cómoda (e inadmisible para nosotros), el suponer que la desaparición del euskera se debe simplemente a una mayor dinámica de las etnias española y francesa o la mayor aptitud de sus respectivos idiomas para la vida moderna. Resulta muy sencillo para algunos olvidarse del papel que actualmente juegan las características étnicas españolas y francesas como cobertura de los intereses de los respectivos sistemas económico-políticos. Admitido esto, se comprenderá que desde el momento mismo en que el euskera «interfiere» uno de los mitos defensores del Sistema, queda forzosamente condenado a su desaparición. Llegados a este punto, todas las defensas que antes hemos citado entran en juego consciente o inconscientemente. (Lo de menos es que sea consciente o inconsciente; lo importante es el hecho). Al finalizar la guerra civil española y quedar ocupada Euzkadi Sur, se prohibió el uso de la lengua. Aunque esta bárbara medida desapareció tras cierto tiempo, subsistió la prohibición de enseñar el idioma. Era la represión; el temor dirigido con un fin preciso. La consecuencia de ello fue una regresión más rápida del euskera, por un lado, pero por otro la creación de centros de enseñanza clandestinos. De esta forma eran menos los jóvenes que aprendían euskera, pero los que lo aprendían recibían con ello una base revolucionaria dirigida a la solución del problema. Posteriormente el Estado español ha autorizado la apertura de centros de enseñanza del idioma y ha permitido incluso una Academia de Lengua Vasca. No es que la coacción en el uso del idioma desapareciera, pero disminuía lo suficiente para dejar actuar con más libertad a la manipulación. Desde entonces, los mitos oficiales distribuidos masivamente por la prensa, el cine, radio, TV, revistas; las necesidades económicas y de prestigio social; los eclesiásticos, los maestros, los funcionarios de todo tipo etc. etc. etc. actúan impunemente a favor de la desaparición de nuestra principal característica étnica, sin que nadie reaccione. Pero, cómo puede nadie reaccionar, si como dice la propaganda oficial: «Qué le vamos a hacer, si se va solo... Será que no sirve!».
Creemos que este ejemplo habrá servido para ilustrar un poco el problema de la manipulación. Lo mismo que hemos dicho aquí se puede aplicar a cualquier otro sector de la vida humana que entre en pugna con el Sistema o con alguna de sus coberturas. Denunciar el genocidio del euskera equivale a denunciar el fraude de las elecciones políticas en muchos países llamados democráticos, pues basta con ver el papel que puede desempeñar un pobre Partido Político frente a todos los medios de un Sistema económico, por cuyos intereses se mueven todos los sectores influyentes en la opinión pública.
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Todo lo expuesto puede resumirse así:
El pueblo vasco se encuentra sometido a unas estructuras que le oprimen como nación y le explotan como individuos.
El desarrollo integral de la nación vasca y de todos sus ciudadanos exige como primera medida un cambio completo de estructuras.
El Sistema, al desarrollarse ha creado las bases objetivas para tal cambio.
Pero el Sistema cuenta con unas defensas materiales y psicológicas que imposibilitan toda evolución.
La conclusión que nosotros, E.T.A. extraemos de estas premisas, es la necesidad de un derrocamiento por vía revolucionaria de las estructuras económico-sociales actuales y su sustitución por otras genuinamente vascas y democráticas. Esto es para nosotros la Revolución.
Para todos nosotros es claro que los problemas de nuestro pueblo o sus aspiraciones no se limitan al terreno de lo económico o de lo político. Sabemos que lo que necesita Euzkadi no es una Revolución-Política o una Revolución-Económica sino una Revolución Integral. Una revolución que afecte al arte, a la cultura, a la filosofía e incluso a la escala de valores de la sociedad.
Sin embargo, cuanto E.T.A. se refiere a la Revolución lo hace tan solo en el sentido de la Revolución de estructuras por la autodeterminación y la socialización de Euzkadi. Esto por dos razones. Primero porque estamos convencidos de que, para hacer la revolución integral, es imprescindible hacer previamente la Revolución de estructuras. Y segundo porque la misión de E.T.A. como Movimiento político, es hacer la revolución de estructuras y no meterse, ni menos aún pretender dirigir ninguno de los demás aspectos de la revolución Integral.
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Si terminásemos aquí esta carta, la idea con que muchos se quedarían de E.T.A. no sería apenas más clara de la que tenían antes. Nos damos cuenta de que propugnar sustituir por vía revolucionaria el Sistema actual por unas estructuras socialistas en Euzkadi no es agotar el tema de las posibilidades políticas ni mucho menos; que en esta fórmula caben numerosas formas concretas de organización de la sociedad; y que más que las declaraciones pomposas y más o menos abstractas, lo que vosotros queréis es saber nuestra posición en este y ese puntos concretos. Por eso seguiremos; pero nos gustaría más que de aquí en adelante fueseis vosotros quienes llevaseis la palabra. Nadie puede esperar que caigan del cielo las soluciones a cada problema concreto que atraviesa nuestro pueblo. Todos nosotros (no una persona o una Organización), pero sobre todo los trabajadores intelectuales, debemos ser quienes continuamente estemos a la búsqueda de soluciones y caminos, analizando situaciones concretas, comparando experiencias de otros pueblos, etc.
Cuando esto se dé, E.T.A. llegará a ser un verdadero Movimiento pues sin necesidad de imponer dogmáticamente una ideología determinada, podrá llevar a la lucha a una población en la que se ha hecho posible un amplio margen de tendencias compatibles con la consecución de la libertad de los vascos como nación y como individuos.
Hecha esta aclaración, pasaremos a proponer las ideas que en el plano cultural, económico o político se consideran hoy en día como las justas entre los militantes de E.T.A. Desde el nacimiento de nuestra Organización en 1958, estas ideas han sufrido una profunda evolución en función de la continua práctica revolucionaria. Sigue constituyendo nuestro principal pilar ideológico la determinación inquebrantable de dar a la nación vasca todas las oportunidades a su desarrollo integral por el derrocamiento del régimen de ocupación y del sistema político-económico que padecemos. Sin embargo, las formas concretas de entender esta liberación han variado desde entonces.
Vosotros, trabajadores intelectuales, habéis experimentado muchas veces la angustia de buscar el camino más justo. Sabéis que hubiera sido para nosotros infinitamente más cómodo presentar unos cuantos principios dogmáticos y escudarnos tras ellos como tras «verdades reveladas». Hemos elegido el camino más duro y estamos orgullosos de ello. A vosotros os corresponde ahora continuar la difícil tarea de edificar una ideología que responda verdaderamente a las necesidades del pueblo vasco en 1965. Entre tanto sabed valorar las ideas que siguen como una primera piedra en el edificio teórico de la Euzkadi de mañana.
Aunque no vamos a tratar aquí de los medios que han de emplearse para llevar a término la Revolución en Euzkadi, si vamos a señalar un principio que para nosotros es fundamental: Para E.T.A. no existe posibilidad práctica de conseguir la liberación nacional de Euzkadi si no luchamos por la socialización de la economía vasca; y no podremos derrocar al capitalismo si nuestra lucha no se dirige al mismo tiempo a conseguir la autodeterminación nacional del pueblo vasco.
Demostrar este principio nos obligaría a penetrar profundamente en el estudio comparado de la Guerra Revolucionaria frente a otras formas de acción política, estudio que habría de ocupar más espacio del que disponemos en esta carta. De todos modos, de la primera parte de este escrito resulta claramente que, para E.T.A., los problemas «nacional» y «social» son abstracciones de una misma realidad, creada en el desarrollo del capitalismo en nuestra patria. Y si una es la realidad, parece lógico que una sea también la lucha emprendida para modificarla.
Luchamos por la autodeterminación nacional por tres razones cuyo orden de prioridad dejamos a elección de cada uno:
- Porque formamos un pueblo, vivimos separados como extranjeros y tenemos el mismo derecho que cualquier otro pueblo al autogobierno y a la unión.
- Porque con unas estructuras vascas tendremos más posibilidades de desarrollarnos íntegramente y participar en el progreso del mundo, que como españoles, franceses o lapones.
- Porque vemos en ello la única posibilidad de que el socialismo por que luchamos se implante en Euzkadi y lo sea además adaptado a las condiciones específicas (tanto objetivas como subjetivas) del mismo.
Según nuestra declaración de Principios: «La libertad de Euzkadi no constituye para E.T.A. el interés supremo, sino el único medio realista de desarrollo y vigorización de la Nación Vasca en todos sus ámbitos»
Concluyendo, exigimos para Euzkadi la autodeterminación y la reunificación política nacional; por eso luchamos con todas nuestras fuerzas. De ese proceso de autodeterminación ha de salir la forma de gobierno más acorde con los deseos del pueblo y las circunstancias. Para nosotros, la forma más adecuada es la creación de un Estado Vasco, pero sin duda existen otras fórmulas posibles, como una Federación, en Estado supranacional europeo, etc. todas ellas compatibles con la vida de la nación vasca como tal.
Hemos dicho la forma que queremos para la organización de la futura sociedad vasca. Veamos ahora cómo ha de ser el contenido de la misma. Por supuesto, admitimos plenamente y sin restricciones el derecho de propiedad incluso de los medios de producción propia. El conflicto surge si se juzga la validez del derecho a la propiedad de medios de producción en los que van a trabajar otros a cambio de un salario. De todos modos, esta cuestión filosófica (como cualquier otra) la cedemos a discusión personal. Nosotros como Movimiento Revolucionario nos limitamos a afirmar:
- Que en todo sistema capitalista se da una explotación del hombre por el hombre.
- Que de esa explotación y de los medios empleados para su mantenimiento, se derivan graves consecuencias para todos los sectores de la vida social y a veces incluso individual.
- Que una Revolución debe pretender la socialización de justamente tantas empresas como sea necesario para prevenir la vuelta a una situación en que el sector privado llevase el peso de la economía.
Estos puntos pueden prestarse a mucha discusión. Vamos a referirnos solamente a dos posibles aspectos.
Cuando afirmamos que a todo sistema capitalista va unida la explotación, nos referimos también a esos países que, según algunos, habrían superado el capitalismo y llegado a un intermedio feliz entre éste y el socialismo.
Es sabido que la ferocidad no es una característica de todo el capitalismo; lo es únicamente en sus primeras etapas. En ciertos países, el desarrollo de la técnica ha producido riqueza en una cantidad inimaginable hace unos años. Los sectores capitalistas más avanzados, han visto con ello que es posible atenuar las periódicas crisis de superproducción si se convierte al obrero en cliente de la empresa. Además, de esta forma, se aumenta la circulación de dinero y el salario vuelve al empresario de donde salió, pues siempre será él quien fije tanto los salarios como los precios. Esto se completa con la puesta en servicio de algunas cooperativas, viviendas de la empresa, etc. que hacen que los gastos del obrero reviertan a la empresa y que además amortigüen los conflictos sociales porque el obrero está admirado del paternalismo de su empresa y porque, aunque quiera, no puede protestar, cogido como está por la vivienda, préstamos, convenios, etc. suscritos con la misma. Todo contribuye a crear en torno al trabajador un círculo cerrado dependiente de la empresa, de donde no puede salir, abotargado en la carrera por aumentar el nivel de vida.
En definitiva, este sistema que llamamos neocapitalismo es en el plano económico lo que en el plano político supone el paso de la coacción a la manipulación. Nuestra posición respecto a él es simplemente la que tomamos al hablar de las Defensas del Sistema.
Reaccionando contra todo tipo de capitalismo, llegamos a la necesidad de implantar en Euzkadi unas estructuras socialistas y entonces surge la cuestión de cuáles son las empresas que deben o pueden ser socializadas. El mayor problema, no hay duda de que es el de qué empresas deben ser socializadas en el momento de llegar a la culminación del proceso revolucionario.
Creemos que éste es un problema fundamentalmente técnico, pues se trata de saber cuál es el volumen de la economía que de permanecer en manos privadas podría desencadenar una contrarrevolución abierta o solapadamente. Podríamos decir que más o menos, esto corresponde al sector de Sociedades Anónimas; sin embargo, creemos que queda aún mucho por estudiar (y ésta es también tarea de los trabajadores intelectuales), por comparar las experiencias de otros pueblos y por analizar el caso concreto de Euzkadi, antes de dar una solución definitiva, que, de todos modos, nunca podrá ser dogmática.
Nosotros estamos convencidos de que las específicas condiciones de Euzkadi (tanto en lo que concierne a su elevada industrialización como a la mentalidad y grado de cultura de sus habitantes) nos permitirán hacer la revolución de estructuras sin necesidad de emplear altos grados de coacción que nos hicieran caer en una dictadura política. En este sentido creemos que es de suma importancia el dar a todo trabajador la posibilidad de organizarse en sindicatos, así como la intervención de éstos en la necesaria planificación económica nacional. Para nosotros los sindicatos han de constituir el instrumento más genuino de la futura democracia vasca.
Hoy en día, gran parte de nuestros jóvenes compatriotas han de exilarse cada año, porque en Euzkadi no cuentan con una Universidad.
Uno de los mayores triunfos de nuestra revolución, hemos de lograrlo cortando definitivamente las ligaduras que unen la cultura a los intereses de un grupo extranjero, y que la dosifican proporcionalmente al poder económico de cada uno. Verdadera cultura; no la marcada por unas necesidades económicas, por un Estado o Partido, sino la que surja espontanea en el choque de todas las potencialidades del País actuando libremente. Verdadera cultura humana que en Euzkadi tiene la forma de cultura vasca, es decir, euskaldun. La cultura euskaldun permitirá a nuestro pueblo llegar a la cultura de la Humanidad, que, en definitiva, no siendo más que la síntesis de las culturas de los pueblos, no puede comprenderse sin éstas.
Por eso en cuanto al idioma somos intransigentes; el euskera ha de volver a ser la lengua de todos los vascos. Su primacía y carácter oficial dentro de Euzkadi habrán de ser totales.
En el aspecto concreto de la enseñanza, consideramos al estudiante como un trabajador que realiza una labor potencialmente productiva. Por ello y porque no admitimos más derechos que la voluntad y aptitudes de cada uno, afirmamos que las estructuras sociales deben permitir a toda persona, hombre o mujer tener acceso a los más altos estudios, y entre otras medidas necesarias para hacer esto posible, el salario al estudiante.
Hemos dicho hombre o mujer, y es que, en efecto, la posición de la mujer en la sociedad ha de sufrir una verdadera revolución que la libere de las cadenas que aún hoy la oprimen. Este tema concreto que ya ha encendido vivas controversias desde la aparición en el Zutik 29 del artículo «La liberación de la mujer», lo dejamos en suspenso esperando lleguen hasta nosotros todos los ecos de una polémica que, ya por sí misma, puede suponer para la mujer vasca un principio de su liberación.
Otra cuestión que nos parece muy importante es definir con toda claridad nuestra posición respecto a los trabajadores españoles inmigrados, tanto más cuanto que este es el aspecto de nuestra ideología más sistemática y sañudamente deformado por la propaganda imperialista española. Para E.T.A. es claro que el trabajador inmigrado está cuando menos tan explotado como el oriundo del país. Por eso en nuestra lucha revolucionaria pedimos la participación de todos los trabajadores que hoy viven en nuestro suelo, sin distinción de origen. Además, el interés por la liberación social puede ser en un inmigrado incluso mayor que en un vasco de nacimiento, con un nivel de vida superior.
Ahora bien, el cambio de estructuras vamos a hacerlo en Euzkadi; va a ser una revolución vasca. Por eso, si algún trabajador llegado de fuera quiere hacer una revolución española, nosotros le animamos y apoyamos (pues veríamos con agrado la liberación nacional o social de cualquier otro pueblo) pero le recordamos que la revolución española habrá de hacerla en España y no en Euzkadi ni en ningún otro lugar.
Nosotros hemos estado y estaremos siempre con los trabajadores que, nacidos o no en Euzkadi trabajan por la implantación de una verdadera democracia en nuestro país. Ellos son la base de la futura sociedad vasca. A ellos y a sus hijos, consideramos, desde luego, bastante más vascos que esos capitalistas de largos apellidos euskaldunes, que se atreven a llamarse patriotas mientras no cesan de enriquecerse a costa de su propio pueblo...
En cuanto al problema religioso del hombre vasco, siempre tan importante (y decimos bien religioso, no católico), E.T.A. ni entra ni sale en las creencias religiosas de sus militantes o del pueblo en general. Nosotros consideramos que, en principio, puede ser tan buen vasco un católico como un protestante o un ateo. Además, contamos con la actual existencia en Euzkadi de sectores de población no católicos. Esto nos ha llevado a no considerar por más tiempo la religión como una condición «sine qua non» de vasquismo, como es característico del nacionalismo de nuestros padres. Por el mismo motivo propugnamos la aconfesionalidad del futuro Estado Vasco, así como la independencia de los poderes político y religioso.
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Trabajadores intelectuales de Euzkadi: A lo largo de este escrito hemos expresado nuestra voluntad de hacer una Revolución en las estructuras económico-políticas a que está sometida hoy Euzkadi. Esto significa que vemos la necesidad de una delimitación clara entre los distintos campos de acción como pueden ser la política, el arte, la religión, etc. Sin embargo, hemos denunciado insistentemente el grave error de fraccionar la realidad en compartimentos estancos.
Alguien puede ver aquí una contradicción y evidentemente la hay, en la medida en que hay contradicción entre Individuo y Organización de individuos; una Organización no puede serlo. Esto lo decimos tanto por convicción como por utilidad.
Porque no quiere ser totalitaria, E.T.A. no pretenderá en ningún momento dirigir más que la revolución de estructuras económico-políticas.
Porque no quiere dividir la realidad, alentará continuamente a sus militantes y a todo el pueblo vasco a que impulsen el arte y la cultura vascas, a que se preocupen de todas las manifestaciones vitales como vascos o como hombres, o que se planteen sin descanso la polémica toda de la Humanidad.
Con esta carta os hemos mostrado un poco lo que somos. Pero todo conocimiento auténtico arrastra una acción y eso es precisamente lo que ahora pedimos de vosotros. Sois intelectuales. ¡Criticad, demoled, pero sobre todo construid! ¡Tenemos mucha prisa, y es tan poco lo que sabemos aún...! Nos faltan análisis, nos falta un conocimiento de la realidad, nos faltan soluciones... porque faltan hombres que sepan integrar su trabajo intelectual en el conjunto de la práctica revolucionaria. Hemos dado un primer paso. Ahora vosotros tenéis la palabra.
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Si arte es la proyección al exterior en forma creadora, de la concepción que el hombre se hace de la naturaleza y de la realidad, no puede hoy existir una forma auténtica de arte vasco, que no refleje el proceso revolucionario en que se está comprometiendo nuestro pueblo, y que no refleje esa realidad tratando de modificarla en el sentido del progreso integral del hombre vasco.
Decir música, teatro, o poesía vasca, ha de ser pues, decir compromiso con la problemática actual de todo el pueblo vasco.
No nos dirigimos a «artistas vascos»; nos dirigimos a todo el pueblo, pues el verdadero artista no es hombre que viva apartado del trabajo socialmente útil.
¡Adelante! Habla, dibuja, escribe, canta… usa de todos los medios de expresión para que Euzkadi viva una revolución integral. Haz verdadero arte. Si es preciso rompiendo con las formas tradicionales. ¡Arriésgate! Alguien ha dicho que el arte hay que violarlo incluso, para hacerlo fecundo.
Te cortarán los medios de expresión. Los defensores a sueldo del Sistema, saben que el arte o la cultura son inseparables de la capacidad de rebelión de un pueblo. No importa. Usa los medios de la clandestinidad, y algún día se podrá decir que el pueblo vasco revivió artística y culturalmente cuando más oprimido estaba, y que esta resurrección fue precisamente el comienzo de su liberación.
EUZKADI TA AZKATASUNA
E.T.A.