BARNEKO GORA-BEHEREZ 5

1969

LENINISMO Y NACIONALISMO

EL OBJETIVO Nº 1: LIBRARNOS DE LA INFLUENCIA NACIONALISTA

 

Sarrera

. Marxismo-leninismoa gure organizazioaren joeraz, erakar-indar ikusgarria izan du. Batez ere aizken egun hauetan, gure aboluzioak, eten gabe, komunismoaren bidera eraman gaitu; burgesiaren politika ta ideologiaren atzaparretik pixkanaka aldentzen joan gara.

. Honelako aurrerabide batean, ozinbesteko zerbait gertatzen da: momentu batean, krisi larri batek jotzen du tendentzia hori. Momentu horretan erabakitzen dana da aizkeneko ideologia ta postura burgesak erabat baztortu ta utziko diran ala ez. Eta erabakiak, krisi horrettik ateratzeko bideak, bi erakoak izan ditezke: lehenengoa, burgesiaren itzala garaile dalarik, marxismo-leninismoaren aldeko joera moztu egiten da, denbora bateko beiñepein. Bigarrena, marxismo-leninismoa garaile, kualitatezko jauzia egiten da, eta mugimendua, gurea, klase-izatez aldatzen da; lehen burges-txikia (bai ideologia, bai politika aldetik) zana, orain proletariao bihurtzen da, proletariotzeran klase-interesak bereak egiten ditu.

. Kualitatezko jauzi hau —nahiz ta orain arte alderantziz pentsatu—, ez dugu ogundaino egin. Oraindikan, burgesiaren politika ta pentsaerak kutsuturik gagoz. Gure organizazioaren barnean, burgesiak ba ditu ondo asko finkaturik babes-leku sindoak; hoien kontra, aizkenak ondatu arte, borrokatu egin behar dugu.

. Irakurriko duzuten dokumneu hau, laguntzaile izang ahal zaizue borroka honenburutzeko. Bertan, gure aberriaren kritika moduzko zerbait aurkitu duzute. Kritika hau, hain garrantzizkoa ta ezintxoinezkoa izanik, denborak premiaturik, ondo borobildu gabe ateratzen dugu. Etsaia borrokatzeko, beraz, aurretik ezagutu egin behar da, ta gure artean finkatu dan etsaia, indar proletario bat izatetik gehien apartatzen gaituana, aberrikeria da, nazionalismoa.

. Gure ustez, dokumentu honetan dijoan kritika, funtsean zuzena da. Hori onartu, ta honela, denon aurrean agertzea, irakurtzean somatuko duzuten bezala, sustraietido autokritika agitea da, zuen aurrean, militante guztien aurrean. Gureea bait da hemen aurkitu ta salatu diran herruen responsabilidadea, puntu askotan . Benetan samindurik gaoz herru horiek lehenago ikusi ez ditugulako, eta gure okerrez, zehardura indartu, ta, ondo jantziaz, gaitzagotu egin dugulako.

. Dirala ilabete gutxi, zuek azaldutako xedea, hau da, gure organizazioa marxismo-leninismoak zuzendurik behar duala, komunista izan behar duala, orain berritu ta praktikara eraman behar duzute. Hori burutzeko, nazionalismoaren eragitea organizazioaren baitan zapladu arte ez dugu geldik egoerik.

. Ez dago esan beharrikan dokumentu hau kritikatu egin behar duzutela, ta bere herruak, komunista printzipioen gaizki konprenitzeak, gure errealidade konkretuaren analizatzearen okerrak eta beste idatziaz, jakin arazi ere egin behar dituzutela.

1.969-ko Abuztuak 19

Nazio-Idazkaritzak

Introducción

 

. El marxismo-leninismo ha ejercido una palpable atracción sobre nuestra organización. [A lo largo de los últimos veintitantos meses se puede descubrir en nuestra evolución una gradual aproximación al comunismo, una tendencia a emanciparse de las garras de la ideología y la política burguesas.]

. En un proceso de esta índole se presenta obligatoriamente un momento en el que la susodicha tendencia entra en una aguda crisis. Es el momento en el que la pugna por romper las últimas ligaduras con las concepciones y las posiciones burguesas alcanza su punto culminante. Entones, caben dos salidas divergentes o triunfa la influencia burguesa y la trayectoria hacia el marxismo-leninismo queda truncada, por lo menos provisionalmente, o se produce un salto cualitativo tras el cual el movimiento, cambia de carácter de clase dejando de ser in movimiento pequeño-burgués (por su ideología y su política) para pasar a convertirse en un movimiento alineado con las posiciones de clase del proletariado.

. Este salto cualitativo —en contra de lo que equivocadamente hemos venido creyendo— todavía no se ha producido. Aun estamos penetrados, en algún grado, por el pensamiento y la política de la burguesía. [Nos falta lanzar la ofensiva, la gran ofensiva capaz de acabar con los últimos —y más firmes— enclaves que la burguesía defiende dentro de nuestra organización.]

. El Documento que vais a leer puede ayudarnos a llevar a buen termino esta ofensiva. En él se avanza una crítica de urgencia, incompleta pero de todo punto necesaria e inaplazable, de nuestra desviación nacionalista. Ciertamente, para combatir al enemigo lo primero que se precisa es conocerlo y el enemigo que se ha instalado en nuestras filas, el que asegura nuestra corrupción como fuerza pretendidamente proletaria, no es otro que el nacionalismo.

. [Estimamos que la crítica contenida en este escrito es fundamentalmente justa. Admitirlo y proclamarlo abiertamente equivale, como comprenderéis a medida que lo leais, a presentar ante vosotros, ante todos los militantes, una radical autocrítica. Nuestra es la responsabilidad en no pequeña medida, de los errores aquí, descubiertos y denunciados. Lamentamos profundamente no haber sabido verlos antes y haber contribuido de hecho, con nuestras equivocaciones, a fomentar una grave, aunque sutil—y por ello más peligrosa—, desviación.]

. Os llamamos a todos a afirmaros en la voluntad, recientemente expresada, de hacer de la nuestra una organización guiada por el marxismo-leninismo, una organización comunista para lo cual es preciso librar una batalla a muerte contra la influencia nacionalista.

. Inútil decir que tenéis el deber de examinar críticamente este texto y hacer notar por escrito los defectos del mismo, los posibles errores de interpretación de los principios comunistas, los fallos en el análisis de nuestra realidad concreta.

[ 19 de agosto de 1.969

                                                     EL S.N. ]

  

PREAMBULO

[Stalin elaboró en 1.913 una caracterización del fenómeno histórico nación que, des de entonces, ha sido —por su rigor científico— un valioso útil de trabajo para todos los marxistas.] "La nación —según Stalin— es una comunidad estable, históricamente constituida, de lengua, de territorio, de vida económica y de formación síquica que se traduce en la comunidad de cultura". "Es obvio —agrega después— que la nación como todo fenómeno histórico, está sometida alas leyes de la evolución, tiene su historia, un comienzo y un fin" ([1]). Las naciones —cada nación— surgen en una época determinada (la del capitalismo ascendente) y en otra etapa, desaparecen. Así pues, se puede afirmar que la nación no es una validad eterna, en contra de lo que sustentan los nacionalistas que hablan de la existencia de naciones en los más remotos tiempos y suponen que jamás desaparecerán. Se puede comprender fácilmente, a la vista de esta divergencia, que el nacionalismo burgués, tiene una concepción idealista, anti-científica, de la historia, en general, y de la nación, en particular. Es por ello que resulta tan ardua la discusión sobre el problema nacional con los elementos nacionalistas: no solo debido a las divergencias políticas e ideológicas tan acusadas que existen entre ellos y los marxista leninistas sino, además, porque los mismos conceptos básicos que se emplean son completamente diferentes. En Euzkadi lo podamos verificar día tras día. Si hablamos con un nacionalista de la cuestión nacional vemos enseguida que cuando nosotros decimos nación nuestro interlocutor entiende otra cosa con lo que, a menudo, nos vemos enfrascados en un diálogo de sordos.

[Por nuestra parte, sin embargo, de hecho —aunque inconscientemente—, hemos combinado el uso de la definición estaliniana de nación con la aceptación de unas cuantas tesis "nacionales" burguesas, falsas. Nos explicamos. Por ejemplo, hemos aplicado la justa definición de Stalin a Euzkadi y hemos llegado a la conclusión de que constituía una nación. Pero para dar esto paso, nos apoyamos previamente en una idea anti-científica de extracción burguesa. Tal idea era: lo que la prensa oficial llama España no es más que una unidad administrativa, un Estado y no una nación. Esta idea —que a simple vista puede parecer inofensiva— no había sido sometida a la crítica, había sido admitida como si se tratara de algo evidente. En realidad reflejaba un sentimiento de oposición legítimo —aunque frecuentemente haya sido encuadrado por la ideología reaccionaria aranista— a una unidad violenta y opresiva, a una unidad que se mantenía sobre la negación del derecho a la autodeterminación, de la libre separación de los pueblos que lo desearan. Pero a posar de que este sentimiento, en si, no sea rechazable —eso sentimiento de odio hacia el unitarismo opresor lo debemos tener también los comunistas—, la tesis ("España no es una nación sino solamente un Estado") que predominantemente —bajo el peso de la ideología nacionalista— lo ha expresado es completamente errónea. En efecto, antes de preguntarnos si Euzkadi constituye una nación hemos de responder a la interrogante ¿es España una nación? Y si lo hacemos, examinando la realidad de España, a la luz del concepto nación acertadamente definido por Stalin llegaremos a la conclusión de que todas las condiciones requeridas se encuentran presentes. Hay una comunidad estable, históricamente constituida, de lengua, de territorio, de vida económica y de formación síquica, lo cual se traduce en una comunidad de cultura. Esto no excluye que esta comunidad, en algunos aspectos, sea altamente imperfecta y que, en lo tocante a la lengua, a la lengua, a la cultura y a la idiosincrasia se pueda hablar de una integración nacional deficiente. Tampoco excluye que dentro de España, de la nación española, puedan existir diversas nacionalidades, es decir pueblos con particularidades nacionales que no constituyen naciones propiamente dichas. Tal es el caso de Euskadi. Esta conclusión, en fin, no supone un juicio laudatorio hacia el modo en que se ha creado España como nación. No ignoramos que en su creación han intervenido diversos factores y que uno de ellos ha sido la opresión nacional de las nacionalidades catalana, gallega y vasca que han sido sometidas a un proceso de asimilación opresivo y violento. Simplemente nos limitamos a constatar que España, es una nación y que Euzkadi —así como Catalunya y Galicia— no son naciones sino nacionalidades.

Como habéis podido observar, en los párrafos procedentes hay dos cosas nuevas. Una, el razonamiento y la conclusión central ("España es una nación") ; la otra, la terminología empleada. Así es, si España es una nación no os correcto que lo llamemos —como hemos venido haciendo durante largo tiempo— "Estado español", "pueblos peninsulares", etc. Estos términos eran, suponiendo que España no era una nación, equívocos y perfectamente insuficientes. "Estado español" hacia alusión al Estado —al aparato de dominación de la reacción— y, en el mejor de los casos, al territorio común, pero dejaba de lado lo esencial: la comunidad existente entre cuantos pueblos habitan bajo el yugo de ese Estado. "Pueblos peninsulares" o "pueblos ibéricos" no eran expresiones más acertadas; por un lado, eran demasiado amplios (Portugal también es un pueblo ibérico) y por el otro, al igual que "Estado español", no hacían alusión a la relación particular que existe entre los españoles, que sufren la explotación y la opresión de los mismos enemigos, que participan de una comunidad económica innegable, que habitan en un mismo territorio, que hablan en su mayoría el castellano (aunque también hablen otras lenguas), que "padecen" el influjo de unos medios de comunicación de masas comunes, etc.

Estas expresiones eran inválidas —acabamos decir— suponiendo que España no fuese una nación (como hemos creído durante tanto tiempo). Tanto más lo son si admitimos que tal supuesto era erróneo.

Ahora, alguien que no conociera las ideas que imperan en la oposición al franquismo en Euskadi, nos preguntaría: ¿es tan llamativo reconocer que España sea una nación y que Euzkadi constituya una nacionalidad?; ¿tiene tanta significación admitir que la nacionalidad vasca es una parte de la nación España?; ¿resulta tan trascendental el uso de los nombres España y español para denominar a la nación española (de la que forman parte diversas nacionalidades) y para designar a los que en ella habitan sean vascos, catalanes, gallegos o de cualquiera de los pueblos de habla castellana?

Quien esté al corriente de la influencia de la ideología nacionalista en los medios populares de Euzkadi sabe que sí, que todo dato en Euzkadi adquiero una inusitada importancia. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que —a posar de que para nosotros no pasen de ser simples constataciones científicas y una adecuación de la nomenclatura a la realidad—, implica un enfrentamiento abierto con algunos de los dogmas fundamentales de la ideología aranista. "Los vascas no somos españoles" es una de las ideas centrales del nacionalismo vasco que jamás ha regateado esfuerzos para distinguir —y para acentuar las diferencias y rivalidades— a los vascos de los castellanos (a los que, para aumentar más todavía las distancias ha llamado siempre españoles).

Cuando nosotros hemos adoptado la terminología heredada del sabinianismo hemos cooperado —más allá de nuestras intenciones subjetivas— a fortalecer el nacionalismo. Nos guste o no, así ha sido. Cada vez que llamábamos españoles a los que no eran vascos ni catalanes ni gallegos, cada voz que decíamos Estado español en lugar de España, cada voz que nos apoyábamos en la teoría errónea de que España no es una nación, estábamos contribuyendo al desarrollo del nacionalismo. Causas: nuestro origen nacionalista, nuestra inmadurez proletaria y también, no lo perdamos de vista, una actitud oportunista hacia el nacionalismo.

¿Sabremos abordar estos problemas desde el punto de vista marxista-leninista? Tenemos que demostrarlo, hasta ahora ha sido relativamente sencillo asumir la autocrítica de nuestro ya viejo izquierdismo. Lo mismo ha sucedido con el reformismo de nuestros primeros tiempos. Sin embargo, entre quienes superaron con relativa facilidad aquellos errores, no faltan los que se adhieren como lapas a los últimos vestigios de nacionalismo que quedan en nuestro movimiento. Hemos tropezado con la resistencia de ciertos compañeros no ya para aceptar tal o cual modificación tendente a liquidar la influencia burguesa nacionalista que nos tiene agarrotados sino incluso para discutir ciertos problemas relacionados con las posiciones nacionalistas. El mismo planteamiento de ciertos problemas (uno de ellos ha sido tan básico "¿Es España una nación?") ha suscitado la cerrazón de algunos miembros de nuestro movimiento que han tendido a ponerse a la defensiva, a guarecerse bajo techo seguro (esto es, nacionalista), a obstruir el avance hacia posiciones netamente leninistas,

Si tropezamos ante un obstáculo así de elemental, si algunos de los miembros de una organización que pretende ser comunista no son capaces de abordar serenamente cuestiones como las que, a modo de introducción hemos tocado, ¿no estaremos tal vez soñando cuando "decimos" ser un movimiento marxista-leninista?, ¿no estamos engañándonos burdamente al hablar de nuestra organización como auténticamente proletaria?

En el número uno de esta colección —"Ante el Futuro"— había una autocrítica. El hecho de que en ella se ignorara la influencia del nacionalismo que venimos sufriendo desde que existimos como movimiento demuestra hasta que punto estábamos penetrados entonces (verano del 68) por el nacionalismo. A partir de su publicación se plantearon cuestiones de relativa importancia en este terreno. No obstante el nacionalismo sigue vivo entre nosotros. No es el nacionalismo descarado súper-reaccionario del PNV o de ETA. Es un nacionalismo más inteligente y encubierto, agazapado tras unos reductos más sólidos, pero real e incompatible con nuestras aspiraciones comunistas.

Hemos aspirado una resolución según la cual deseamos hacer de la nuestra, una organización comunista. Ahora vamos a exponer cuales son las posiciones comunistas en contraste con las posiciones que hemos sostenido y que aun no han sido impugnadas plenamente por todos nosotros. Después de reflexionar sobre ello habremos de responder de nuevo a la cuestión ¿queremos edificar una organización comunista?

 

ANTE LA SEPARACION

¿Cuales han sido nuestras posiciones respecto a la cuestión de la separación? Ateniéndonos a las últimas publicaciones, encontramos e ellas inconfundiblemente la tesis de que con la revolución popular se ha de acceder a la constitución de un Estado vasco aparte. En el Zutik! 61, se dice que

"El separatismo es un elemento integrante del movimiento popular vasco y lejos de ser 'malo' para los otros pueblos peninsulares es conveniente pues estimula, fortalece, cohesiona el movimiento vasco y, al mismo tiempo, acelera el hundimiento del poder reaccionario que oprime y explota a todos los pueblos del Estado" ([2])

En el Komunistak nº 1 hay una aproximación sensible al punto de vista Leninista. Se expresa que nuestro objetivo es la unión de los pueblos, pero se sostiene la conveniencia de incluir la separación entro los objetivos de la revolución popular (luego nos detendremos en esto).

En el mismo nº 3 de Barneko —bien reciente— se decía

"Podemos considerar aconsejable, tal como lo creemos hoy, optar por la separación..."

Y en el segundo número de Komunistak se insistía en el mismo extremo

“... Aunque creemos conveniente la separación de Euzkadi..."([3])

Antes de pasar a comentar críticamente estas posiciones veamos sucintamente cuáles son las defendidas por el marxismo-leninismo.

Al contrario que el nacionalismo burgués, el internacionalismo proletario oes partidario de la unión de las naciones, nacionalidades y pueblos.

"El partido proletario aspira a crear un Estado lo más grande posible ya que eso beneficia a los trabajadores; aspira al acercamiento y la fusión ulterior de las naciones; mas no quiere alcanzar ese objetivo por la violencia, sino exclusivamente por medio de una alianza libre y fraterna de los obreros y las masas trabajadoras de todas las naciones" ([4])

Claro que, el camino de la unidad es muy largo y está lleno de tropiezos. El capitalismo ha legado una posada carga de revalidados y conflictos nacionales engendrados por su política de opresión de naciones, nacionalidades y pueblos.

"La política de opresión de las nacionalidades es una política de división de las nociones. Al mismo tiempo, es una política de corrupción sistemática de la conciencia del pueblo. Los ultrarreaccionarios basan todos sus cálculos en la contraposición de los intereses de las distintas naciones, en el envenenamiento de la conciencia de las masas ignorantes y oprimidas" ([5])

Lo esencial, pues, es superar esa desastrosa situación promovida por los reaccionarios capitalistas, por el imperialismo y, sus agentes locales que, sabedores de lo provechoso que para sus intereses, resultan las rencillas entre los pueblos, no desperdician una sola oportunidad para cultivar el chovinismo, el exclusivismo, la xenofobia y demás sentimientos encaminados a enfrentar a los pueblos entre sí. Hacia la eliminación de la opresión nacional que tantos malos ocasiona al proletariado y a los pueblos, se encamina en primer lugar la lucha de los partidos proletarios en este plano. En este sentido, los partidos proletarios de aquellos países en los que existen una o varias nacionalidades oprimidas incluyen en sus programas unas exigencias concernientes al logro de su libertad nacional. Estas exigencias se resumen en dos puntos principales: 1) Igualdad absoluta de las diferentes nacionalidades, y 2) reconocimiento del derecho a la autodeterminación (derecho a separarse y constituir un Estado aparte). Así lo enunciaba Lenin:

"Plena libertad de separación, la más amplia autonomía local (y nacional), garantías detalladas de los derechos de las minorías nacionales: tal es el programa del proletariado revolucionario" ([6])

"Poner en práctica con gran celo la igualdad y la libertad de separación de las naciones para privar de base a esa desconfianza y conseguir la más estrecha unión voluntaria de las Repúblicas Soviéticas de todas las naciones" (...) "Desarrollo del idioma y la literatura de las naciones que hasta hace poco han estado oprimidas o no tenían plenos derechos" ([7])   

¿Y con respecto a separación? La actitud de Lenin era extremadamente clara. En primer lugar, ya lo hemos dicho, los marxistas han de luchar por la unión. El mismo reconocimiento del derecho a la libre separación forma parte de esta lucha por la unión.

"...Si nosotros exigimos la libertad de separación para los mongoles, persas, egipcios, y sin excepción, para todas las naciones oprimidas y de derechos mermados no es porque estemos a favor de su separación, si no sólo porque somos partidarios del acercamiento y la fusión libres y voluntarios, y no violentos. ¡Sólo por eso!"([8])

No debe, pues, confundirse el derecho a la autodeterminación con la conveniencia de que se separe tal o cual nacionalidad en tal o cual coyuntura.

"El derecho de las naciones de disponer de sí mismas significa exclusivamente su derecho a la independencia política, a la libre separación política con respecto a la nación que los oprime. Concretamente esta reivindicación de la democracia política significa la libertad completa de propaganda en favor de la separación y la solución de esté problema por vía de un referéndum el seno de la nación que se sopara. Así, esta reivindicación no tiene el mismo sentido que la de la separación, la fragmentación, la formación de pequeños Estados. No es sino la expresión consecuente de la lucha contra toda opresión nacional”. ([9])

"¿Responder por "si o no" a la cuestión de la separación de cada nación? Esta es, según parece, una reivindicación muy "práctica”. Pero, de hecho, es absurda, es metafísica, en cuanto a su aspecto teórico y, prácticamente, tiende a subordinar el proletariado a la burguesía."([10])

Esto no quiero decir, en cada caso concreto, en el momento oportuno, en vista de las circunstancias presentes en cada ejercicio del derecho a la autodeterminación el partido proletario se niegue a tomar una postura definida.

"El reconocimiento por la social-democracia (es decir, por los comunistas) del derecho de todas las nacionalidades a la autodeterminación no significa, en modo alguno que los socialdemócratas renuncien a apreciar de modo independiente la conveniencia de la separación estatal de una u otra nación en cada caso concreto." ([11])

El Partido del proletariado tiene que

"Apreciar cada, problema concreto concerniente a la separación desde un punto de vista que excluya toda desigualdad, todo privilegio, todo exclusivismo." ([12])

"Es intolerable mezclar el derecho de las naciones a la autodeterminación (...) con la conveniencia de que se separe una u otra nación. El Partido Socialdemócrata ha de resolver esta última cuestión en cada caso concreto de modo absolutamente independiente, desde el punto de vista de los intereses de todo el desarrollo social y de los intereses da la lucha de clases del proletariado por el socialismo" ([13])

Esto es que, sin renunciar a considerar conveniente, en determinadas condiciones una separación temporal (al objeto de sentar las bases para una nueva unidad) , una posición concreta sólo puede adoptarse en presencia de la coyuntura política

"Ucrania, por ejemplo, ¿está llamada a constituir un Estado independiente? Eso depende de mil factores imprevisibles. Y, sin perdernos en vanas 'conjeturas', nos mantenemos firmemente en lo que es indiscutible el derecho de Ucrania a constituir tal Estado" ([14])

Finalmente, mientras que para el nacionalismo, la cuestión de las fronteras estatales es una cuestión fundamental, para el Partido comunista, se trata de un problema de segundo orden pues —sin dejar de laborar por crear unidades cada vez mayores y más estrechamente constituidas— lejos de alimentar divergencias a causa de si las fronteras han de pasar por aquí o por allá, lucha precisamente por eliminar esas divergencias en el seno del proletariado y del pueblo buscando siempre la solución más favorable para la unidad obrera y popular.

"Lo que importa es el papel dirigente del proletariado con respecto campesinado. El problema de si Ucrania habrá de formar o no un Estado aparte es mucho menos importante". ([15])

“Nosotros queremos una unión voluntaria de las naciones —una unión que no tolere violencia alguna de una nación sobro otra—, una unión que se base en la más plena confianza, en la clara conciencia de la unidad fraternal, en un acuerdo plenamente voluntario. Tal unión no so puedo realizar de golpe; es preciso llegar a ella a fuerza de grandísimo cuidado y paciencia para no malograr la obra, para no provocar la desconfianza, para hacer desaparecer la desconfianza engendrada por siglos de opresión por parte de los terratenientes y capitalistas, por el régimen de la propiedad privada y los odios producidos por los su masivos repartos de esta propiedad.

Por eso, aspirados constantemente a la unidad de las naciones, yendo inflexiblemente contra todo aquello que las divida, nosotros debemos ser muy prudentes, pacientes y tolerantes hacia las supervivencias de la desconfianza, nacional. Debemos ser intransigentes o intolerantes hacia todo aquello que afecte a los intereses fundamentales del trabajo en su lucha por sacudirse el yugo del capital. En cuanto a cómo determinar ahora, temporalmente, las fronteras estatales —ya que nosotros aspiramos a su completa destrucción— no es una cuestión fundamental o importante, sino secundaria" ([16])

Visto esto volvamos a nuestras posiciones. Tomemos el artículo titulado "Los comunistas y la autodeterminación". En aquel escrito, junto con algunos importantes avances, como era el esbozo —si bien incompleto— de un criterio leninista para abordar la cuestión de la separación, la toma de postura contra el separatismo —a su vez deficiente—, el señalamiento del alcance de las rivalidades en el seno del pueblo, etc., había tres errores de envergadura o, si se quiere, un error desdoblable en tres aspectos.

Tal error consistió en 1) ponor en primer plano (como si se tratara de una cuestión primordial) el debate acerca de si considerarlos oportuna la separación temporal; 2) tomar una posición al respecto hoy (cuando está lejos de reunirse las condiciones que caracterizaron la coyuntura política en la que será viable el ejercicio de la autodeterminación); y 3) declararse partidario de la separación, si bien favorece una unión ulterior.

Poniendo en primer plano ese debate fomentábamos una discusión que, desde el punto de vista de los intereses del proletariado, hemos de tender a liquidar. Hemos de llevar a la conciencia de los obreros la convicción de que toda división motivada por una discusión de fronteras es anti-proletaria. A la vez, hemos de reemplazar esa discusión burguesa por la agitación en favor de las consignas da igualdad nacional y libertad de separación cuya formula programática es: la revolución popular establecerá inmediatamente una amplia autonomía para las nacionalidades minoritarias y para todas las regiones en el cuadro de una república popular federativa; reconocimiento del derecho a la autodeterminación; apoyo a las lenguas anteriormente oprimidas.

Tomando una posición en el debate burgués separación-si/separación-no, hoy, caíamos en una especulación metafísica pues hoy no es posible prever qué condiciones concretas serán las que encontremos tras la revolución popular, tras la conquista de la libertad nacional de Euzkadi.

Declarándonos partidarios de la separación veníamos a revigorizar una consigna nacionalista. El primor argumento que se aporta para razonar esa conclusión aludía al peso de la ideología nacionalista: "Para canalizar debidamente una aspiración.” Se estaba hablando de la aspiración de determinados sectores (de los nacionalistas) a la separación. ¿Es justo que para canalizar esa aspiración en el sentido de la lucha contra el fascismo sea preciso hacer nuestra la consigna nacionalista de la separación? Es totalmente errónea. Es cierto que hemos de atraer a los nacionalistas a un frente anti-fascista. Ese frente, que solamente si está dirigido por el proletariado podrá triunfar, luchará por la libertad nacional, por la más amplia autonomía, por la autodeterminación y en él tendrán cabida todos aquellos que, de una u otra ideología, deseen acabar con el Estado franquista. En ese frente anti-fascista ha de tener entrada un frente de las diversas clases populares de Euzkadi que, a su vez, luchará por los objetivos comunes a todos los pueblos de España. Tanto el Frente Vasco como el Frente de los pueblos de España defenderán el derecho a la separación poro no la separación misma. Tratar de imponer en el programa la separación —sin pasar por la autodeterminación— como quisieran los más radicalizados de los aranistas, sería una actitud fascista que en modo alguno podría tener cabida en un Frente democrático.

¿qué hay quienes quieren hacer un frente en el que se imponga la condición, a cuantos quieren participar en él, de aceptar la reivindicación de la separación? Bien, es natural; Es lógico y comprensible que los nacionalistas se agrupen; ese sería un Frente, el Frente Nacionalista en el que los comunistas no pintaríamos nada.

 

HACIA EL PARTIDO UNICO

El cantonalismo es el punto de vista vulgarmente localista, particularista, que carece de una visión global de la lucha. Nosotros hemos incurrido en diversos errores cantonalistas. Había cantonalismo, por citar un caso concreto, en el Zutik! 61 donde se hablaba mucho de unidad vasca sin decir que la unidad de los vascos adquiere un sentido revolucionario solamente dentro de la unidad de los pueblos de España en la lucha común y única contra el Estado fascista. Había cantonalismo en el Zutik! 62 en el que se hablaba, por un lado, de revolución vasca y, por otro, de "revolución de los demás pueblos peninsulares". Ha habido cantonalismo, y mucho, antes y después de los Zutik! 61 y 62. Y lo sigue habiendo. Quizá donde más destaque es en la cuestión de la implantación de nuestra organización, o, dicho de otro modo, la cuestión de si hemos de construir una organización aparte, aunque estrechamente relacionada con las demás organizaciones comunistas españolas, o si, por el contrario, hemos de orientarnos hacia la fusión orgánica con los comunistas de los restantes pueblos de España.

El principio leninista, en este campo, es inequívoco: Lenin propugnaba la "unidad más estrecha y completa" entre los trabajadores de las diferentes nacionalidades de un mismo Estado; su "fusión en organizaciones proletarias únicas de todo género (Partido, sindicatos, cooperativas, organizaciones de combate, etc.) ([17]). De no hacerse así no se logrará otra cosa que la desintegración de las fuerzas del proletariado.

Stalin, abundando en este sentido, llamaba la atención también sobre los nocivos efectos que se deducían de la separación orgánica de los obreros conscientes de las diferentes nacionalidades de un mismo Estado. Invocaba que la separación orgánica tiende a encerrar a los obreros comunistas en "conchas nacionales" en las que fácilmente se pueden dejar atrapar por el espíritu nacionalista, exclusivista, aislacionista. Las organizaciones contrarias a la unidad pluri-nacional son, señalaba "la escuela de la estrechez y de la rutina nacionales". Frente a ellas, las organizaciones pluri-nacionales, en lugar de subrayar lo que separa a los obreros, ponen el acento en lo que les une, los educa prácticamente en el internacionalismo. "Es por lo que —concluyó Stalin— el tipo internacional de organización es la escuela de sentimientos de camaradería, la más eficaz agitación en favor del internacionalismo" ([18])

En nuestro caso, hemos sido víctimas del espíritu cantonalista. Hemos insistido durante una buena época en la conveniencia de crear un partido obrero vasco aparte, si bien muy vinculado a los otros partidos obreros de las otras nacionalidades. Este criterio lo hemos hecho extensivo el movimiento de masas del proletariado y así no están aun muy lejos los días en que reclamábamos la "independencia" (la separación) de las comisiones obreras de Euskadi. No hemos, pues, considerado la posición leninista como una posición de principio, hemos permanecido en contradicción con ella.

Los argumentos principales en favor de nuestra postura solían ser los siguientes:

Primero: "Dadas las peculiares condiciones en que se desenvuelve la lucha de clases en Euzkadi, se hace preciso contar con una organización y dirección vascas"

Segundo: "Si creemos que uno de los resultados de la revolución popular ha de ser la separación de Euzkadi, es conveniente que, ya desde hoy, comencemos a edificar un Partido independiente."

Examinemos el primero. No cabe duda que en Euzkadi concurran unas circunstancias peculiares. Es justo, entonces que el Partido comunista en Euzkadi —la sección vasca del Partido comunista— ha de gozar de una cierta autonomía especialmente en lo que hace referencia a los problemas relacionados con la cuestión nacional. Lenin luchó firmemente por la unión de todos los trabajadores conscientes de las nacionalidades y naciones de la Gran Rusia, zarista en una sola organización. Con respecto a los comunistas hebreos —que formaban parte de una casta dispersa por todo el territorio estatal— defendía la idea de la unidad sin por ello dejar de señalar las ventajas de una flexible autonomía organizativa.

"La fusión completa de las organizaciones socialdemócratas del proletariado judío y no judío no puede constituir en ningún terreno el menor obstáculo para la independencia de nuestros camaradas judíos en la labor de propaganda y agitación en, tal o cual idioma, la publicación de una literatura que corresponda a las necesidades de movimiento local o nacional concreto ni en la promulgación de consignas de agitación y de lucha política directa que represente una aplicación y un desarrollo de tesis generales y fundamentales del programa socialdemócrata (léase comunista) referentes a la plena igualdad de derechos y a la plena libertad para el idioma, la cultura nacional, etc., etc.," ([19])

Todo esto es razonable, y, con ser muy distinta nuestra situación a la de los comunistas judíos de aquéllos tiempos, el punto de vista sustentado constituye una apreciable lección. Se precisa en efecto una cierta autonomía para aplicar acertadamente la política del Partido en el seno de la nacionalidad oprimida. Pero ello no dice nada en contra de algo más importante todavía en lo que nosotros no reparamos hasta hace poco tiempo: siendo uno el Estado opresor, siendo una la clase dominante, siendo comunes los intereses codas clases populares de los diversos pueblos y nacionalidades de Espacial, una ha de ser también la revolución, uno el Partido proletario que dirija a las masas obreras y populares en la lucha revolucionaria y uno el frente popular. Las fuerzas revolucionarias, las fuerzas del proletariado y de las clases populares no están solamente en Euzkadi, están en todos los pueblos y nacionalidades de España y hemos de unirlas sólidamente frente al enemigo común. Hace falta un Partido, una completa unidad orgánica, unos estatutos comunes, un programa único, una estrategia y una táctica y un mando unificado.

Esta unidad que algunos pueden creer necesaria ha sido conquistada hace mucho por nuestros enemigos. Fijémonos en los imperialistas: mantienen al Estado fascista, perfectamente unificado y centralizado porque saben que esa unidad es preciosa. Pero al mismo tiempo apoyan al PNV para que divida al pueblo y destruya su fuerza.

El segundo argumento se fundaba en la hipótesis de que Euzkadi se debería separar. Ya hemos comentado debidamente esa hipótesis. Sin embargo hay que decir que aunque la separación fuera previsible, hasta que esta no so produjera no tendría sentido desmembrar la organización proletaria, como no fuera para favorecer al enemigo de clase... El Partido no tiene la misión de prefigurar en su estructura la que habrá de tener el futuro Estado revolucionario. La función del Partido es la de ser el jefe político de la clase obrera y conducirla hacia su emancipación completa y su estructura ha de adecuarse a esa función. Nada tiene de particular, pues, que un Partido que lucha contra el centralismo reaccionario haya de funcionar orgánicamente del modo más centralizado. Sin que ello invalide cuanto acabamos de decir a favor de una relativa autonomía de la sección de los comunistas de una nacionalidad oprimida. El Partido Comunista de España, al constituir , en 1.935, el Partido Comunista de Euskadi como federación vasca de su organización única, favoreció indudablemente la labor política de los comunistas vascos.

Es necesario que estudiemos todos el problema de la unión de los comunistas, de los marxistas leninistas de toda España. No será del todo sencillo, ni será seguramente rápido poro es preciso que nos pongamos en esa perspectiva y que cada cual desde su puesto contribuya en la medida que pueda a resolver con éxito esto proceso de unificación.

¿Por dónde empezar?

Homos de comenzar, claro está, por afianzar lo que somos: un núcleo organizado capaz da llegar a ser la federación vasca del Partido comunista de España.

Empero, no hemos de limitarnos a ello. Hemos de desplegar una actividad expresamente encaminada a reunir a todos los marxistas leninistas de España, a crear sólidos vínculos organizativos y políticos, a cimentar una organización comunista única.

¿Cómo marchar hacia esa meta?

1º) Incrementando los contactos con los marxistas leninistas y con los elementos revolucionarios de los pueblos de España con vistas a iniciar un proceso de unificación de los marxistas leninistas, en primer lugar, y de los elementos populares revolucionarios, en segundo lugar. Los primeros pasoso dar son la discusión a cerca de los problemas fundamentales del movimiento marxista-leninista y la apertura de formas concretas de colaboración en la acción.

2º) Incorporando a los compañeros que por una u otra causa se encuentran fuera de Euzkadi —en el resto de España o en la emigración— a las actividades comunes de los marxistas-leninistas de las diversas nacionalidades de España (Conviene indicar que hasta ahora estos compañeros se dedicaban a hacer un trabajo político únicamente entre elementos vascos aunque mantuvieran estrechas relaciones con los militantes comunistas y revolucionarios del lugar en que se hallaran). Incorporarse a esas comunes actividades no significa que estos compañeros hayan de romper los lazos orgánicos que mantienen con nuestra dirección. Estos lazos han de mantenerse durante todo el proceso de unificación.

El éxito en nuestro empeño —la unificación de todos los comunistas de España— depende de que sepamos caminar en estas dos direcciones, que no son dos opciones independientes sino dos tareas complementarias. Ciertamente, si apuntamos hacia esos dos blancos conseguiremos el fortalecimiento y la unificación del movimiento comunista al mismo tiempo que examinamos a fondo “sobre el terreno", en la practica (antes de proceder a cualquier tipo de unificación) a aquellos grupos con los que hemos podido encontrar una más o menos grande afinidad, sobre el papel.

Los militantes han de ser informados detalladamente de cuantos progresos se hagan en esto sentido.

 

CONCLUSION.

Lenin analizaba cada nacionalismo en concreto, diferenciándolo de los demás, descubriendo sus rasgos típicos y los diversos elementos de su contenido. De ese modo, distinguía el nacionalismo de una nación opresora y el de una nación oprimida Entre los segundos estimaba que hay siempre un contenido democrático general, contrario a la opresión (en este caso, opresión nacional). "Es este contenido —afirmaba— el que nosotros apoyamos sin restricciones..." ([20])

La burguesía, cuando se opone al internacionalismo proletario, emplea dos acusaciones parecidas. La primera consiste en atribuir a los comunistas el nacionalismo de un país distinto (los franquistas nos acusan a los comunistas de estar " servicio da Moscú", o de Pekín; los aranistas nos llaman "españolistas", lo cual en su jerga quiere decir castellanizantes y anti-vascos). La segunda de ellas asigna a los comunistas una indiferencia congénita anta la opresión nacional, un desprecio a los problemas nacionales, un nihilismo nacional bajo capa de internacionalismo.

Cuando los reaccionarios nos llaman "españolistas" o "agentes de Pekín" sabemos claramente lo que intentan: enfrentarnos a las masas nacionalistas, aislarnos. Y, para ellos, que consideren a todo el mundo nacionalista —de uno u otro color—, no estando nosotros con su nacionalismo, nada mejor que decir que estamos en las filas del nacionalismo vecino. Estos son unos ataques que no dejaremos jamás de sufrir y que cada vez hacen menos mella pues primero los obreros conscientes y luego las masas populares irán comprendiendo la falacia y la pusilanimidad de semejantes métodos.

En cuanto a la más hábil calificación de nihilistas nacionales conviene tomar una postura que no se preste a dobles interpretaciones, Nosotros combatimos el nihilismo nacional como una corriente burguesa. Igualmente estamos contra el falso internacionalismo que, saltando por encima de las realidades nacionales, no pasa de ser un vulgar cosmopolitismo burgués. Refiriéndose a este tema, Dimitrov se pronunciaba del siguiente modo:

No somos partidarios del nihilismo nacional, y no debemos jamás afirmarnos como tales. El problema de la educación de los obreros y de todos los trabajadores en el espíritu del internacionalismo proletario es una de las tareas fundamentales de todo Partido comunista. Pero quien piense que eso le permite escupir, e incluso le obliga a escupir sobre todos los sentimientos nacionales de los masas trabajadoras, está, lejos del bolchevismo auténtico, no ha comprendido nada de la doctrina de Lenin y de Stalin sobre la cuestión nacional".

Esto decía Dimitrov, uno de los más grandes dirigentes que ha tenido el movimiento comunista internacional. Y luego añadía:

"El internacionalismo proletario debe, por decirlo así, aclimatarse a cada país para echar raíces profundas en tierra natal. Las formas nacionales de la lucha proletaria de clase y del movimiento obrero de los diferentes países no contradicen el internacionalismo proletario: por el contrario, es justamente bajo esas formas como se puede defender con éxito los intereses internacionales del proletariado” ([21])

La lucha por la emancipación del proletariado internacional no se opone a las formas nacionales de la lucha general en favor de, nuestros intereses de clase internacional.

Sacudir todo yugo feudal, toda opresión nacional, todos los privilegios para una de las naciones o una de las lenguas, es el deber absoluto del proletariado en tanto que fuerza democrática, el interés absoluto de la lucha de la clase proletaria, la cual está oscurecida y retrasada por las querellas nacionales" ([22]) (el subrayado es nuestro)

Los intereses de nuestra clase requieren que levantemos más alto y más decididamente que cualquier otra clase, la bandera da la libertad nacional de Euzkadi y de todas las naciones y nacionalidades oprimidas del mundo. Es preciso que comprendamos que somos nosotros, los obreros comunistas —no solo los vascos sino también los castellanos, los catalanes, etc.— quienes más resueltamente podemos hacer nuestra la consigna gora Euskadi askatuta! Sólo nosotros sabremos defenderla consecuentemente, por encima de los nacionalistas puros, de los anarco-nacionalistas radicalizados, de los traidores burócratas del PNV que con una mano nos señalan como los mayores enemigos de la nacionalidad vasca y con la otra se venden a los imperialistas yanquis.

Arriba hemos aludido a una frase de Lenin concerniente al contenido democrático general del nacionalismo da las naciones y nacionalidades oprimidas. Hecho este inciso sobre nuestra oposición al nihilismo nacional, podemos volver a esa frase bien conocida:

“En todo nacionalismo burgués de una nación oprimida, existe un contenido democrático general contra la opresión; y es este contenido el que nosotros apoyamos sin restricciones, poniendo siempre aparte, rigurosamente, la tendencia al exclusivismo nacional..." (20)

El apoyo al contenido democrático de tal o cual nacionalismo no implica, pues, el apoyo al nacionalismo. Se apoya a lo que contribuye a la lucha general contra la reacción pero no al nacionalismo. En contra de ello, se trata de separar ese contenido democrático del nacionalismo. Esta advertencia es de suma importancia pues no es la primera vez que los comunistas han empezado por apoyar ese contenido —lo cual es imprescindible— y, no habiendo sabido guardar las distancias, han acabado deslizándose hacia al nacionalismo, olvidando que "el principio del nacionalismo burgués es el desarrollo de la nacionalidad en general, de ahí el carácter exclusivo del nacionalismo burgués, las querellas nacionales sin salida" que provoca ([23]). Por lo que,

"El nacionalismo burgués y el internacionalismo proletario son dos consignas irreductiblemente opuestas que corresponden a los dos gran des campos de clase del mundo capitalista y que traducen dos políticas (más aun: dos concepciones del mundo) en la cuestión nacional"([24])

Para ello es necesaria

"La unidad de los obreros de las distintas naciones en la lucha contra el nacionalismo de cualquier burguesía nacional..." ([25])

Lenin llamaba a la unidad de los obreros en la lucha contra el nacionalismo de cualquier burguesía nacional. No todos ellos son iguales, es cierto, pero todos dividen al proletariado, le engañan, fomentan las rivalidades internacionales, etc., Y todos ellos deben ser combatidos como corrientes ideológicas y políticas burguesas que son.

"El marxismo es irreconciliable con el nacionalismo, incluso con el más 'justo' de los nacionalismos, el más 'puro', el más fino y civilizado" ([26])

"Los obreros conscientes hacen los máximos esfuerzos para rechazar todo nacionalismo, tanto el brutal, violento, ultrarreaccionario, como el más sutil, que pregona la igualdad de derechos de las naciones junto... con la división de la causa obrera, de las organizaciones obreras, del movimiento obrero por nacionalidades. Los obreros conscientes (...) defienden —a diferencia de todas las especies de burguesía nacionalista—, no sólo la más plena y consecuente igualdad de derechos de las naciones y de los idiomas, llevada hasta su término, sino también la fusión de los obreros de las distintas nacionalidades en organizaciones proletarias únicas de todo género”

Estos son los principios leninistas»

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¿qué significa, en nuestra situación, luchar contra todo nacionalismo? Significa, efectivamente, combatir la influencia del chovinismo castellano y del nacionalismo vasco; defender sin descanso las consignas de nuestro programa nacional: derecho a la autodeterminación; unión de las distintas nacionalidades del mismo Estado; etc. Pero significa algo más: Esto es: acabar con la influencia de nuestro nacionalismo, que no es el chovinismo castellano (mal que les pese a los aranistas) sino el nacionalismo vasco.

Es claro que hemos roto con bastantes de sus ideas-clave y esto no nos lo han perdonado ni nos lo perdonarán jamás los nacionalistas más radicalizados. Pero ha llegado el momento de ver no ya lo que hemos dejado atrás sino lo que hemos de acabar de superar para desprendernos por completo de la influencia nacionalista. Hasta ahora hemos cortado nuestras amarras con las manifestaciones más extremas del nacionalismo. Ahora nos toca liberarnos del nacionalismo mismo. Mientras no lo hagamos, seguiremos unidos a la burguesía por un cordón umbilical a través del cual nos alimentará con sus venenosas ideas.

Un partido comunista ha de cumplir, antes que cualquier otra, la condición de ser fiel a los principios del marxismo-leninismo y de conservarse incólume ante las tentativas de la burguesía por penetrarlo con sus concepciones, con su ideología. Sin marxismo-leninismo, no hay partido comunista posible.

Siendo así, y viendo que lo que hoy nos impide abrazar el marxismo-leninismo es la influencia del nacionalismo, no es gratuito formular, una vez más, la pregunta ¿estamos resueltos a edificar una organización comunista? pero esta vez habremos de formularla de otra forma; habremos de preguntarnos ¿estamos dispuestos a asaltar las últimas posiciones que la burguesía conserva en nuestro movimiento?; ¿estamos decididos a liberamos por completo del nacionalismo?

Si contestamos afirmativamente y si luego somos consecuentes con nuestra decisión; si superamos a fondo, sin concesiones, este último y principal obstáculo, habremos dado el gran salto, habremos franqueado la espesa muralla que separa las posiciones de la burguesía de las del proletariado.

 

Notas

(1) Stalin, El marxismo y la cuestión nacional, 1.913

(2) Zutik! 61, los oportunistas, desbordados por los hechos, tratan de falsearlos  

(3) Komunistak 2, Qué es ETA-BAI?, p. 18

(4) Lenin, Las tareas del proletariado en nuestra revolución, sept. 1.917

(5)       “     La           igualdad de derechos de las naciones, 1.914

(6)       “     Las tareas del proletariado en nuestra revolución, sept. 1917

(7)       “     Proyecto del Programa del PC (b) de Rusia, 1.919

(8)       “     Sobre la caricatura del marxismo y el "economismo imperialista", 1916.

(9)     “       La revolución socialista y el derecho de las naciones a disponer de sí mismas, 1916

(10)               Lenin, Del derecho de las naciones a la autodeterminación, 1914

(11)                    “       Tesis sobre la cuestión nacional, 1913

(12)                    “       Del derecho de las naciones...      

(13)             “       De las "Resoluciones de la reunión del CC del POSDR, celebrada en verano de 1913 con los cuadro del Partido”

(14) Lenin, Del derecho de las naciones...          

(15)         “       Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, 1919

(16)    Lenin, Carta a los obreros y campesinos de Ucrania a propósito de las victorias sobre Denikin, 1919

(17)    Con estos mismos términos se expresa Lenin en numerosas y repetidas ocasiones.

(18)    Stalin, obra citada

(19)    Lenin, Proyecto de Resolución sobre el lugar del Bund en el Partido (II Congreso del POSDR), 1903

(20) Lenin, del derecho de las naciones...

(21)    Dimitrov, La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional Comunista en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo (VIIl Congreso de la Internacional Comunista), 1935

(22) Lenin, Notas críticas sobre la cuestión nacional, 1913

(23)         “             “             “           “             “      

(24)         “             “             “             “             “      

(25)         “       La corrupción de los obreros por el nacionalismo sutil, 1914

(26)         “       Notas criticas...