ZUTIK 61

ESPECIAL

Resoluciones de la 7ª Asamblea

Organo del Comité Central de E.T.A.-VI

Noviembre 1973

 

1º. 7ª ASAMBLEA DE ETA (VI)

I.- La maduración de una situación pre-revolucionaria

II.- Contra el eclecticismo

III.- La actualidad de la revolución es la actualidad
del marxismo revolucionario

V.-Las resoluciones de la Asamblea

2º.- POR QUE NOS ADHERIMOS A LA IV INTERNACIONAL

I.- Las bases objetivas del internacionalismo

II.- La revolución permanente como marco estratégico

III.- Los tres sectores de la revolución mundial

IV.- Construir la internacional, construir sus secciones nacionales


V.- El papel histórico de la IV Internacional

VI.- El significado del Programa de Transición

VII.- Los términos de la opción

3º.- COMUNICADO DEL BURÓ POLITICO DE LA L.C.R. A LA 7ª ASAMBLEA.

HACIA LA HUELCA GENERAL REVOLUCIONARIA

I.- El crepúsculo del franquismo

II.- Un proceso de revolución permanente

III.- El Gobierno de los Trabajadores

IV.- Preparar el enfrentamiento

V.- Nuestras tareas

4º.- CONSTRUIR EL PARTIDO CON LA L.C.R

I.- Maduración de la crisis pre-revolucionaria

II.- Crisis de las direcciones tradicionales del M.O.

III.- Surgimiento de una nueva vanguardia

IV.- La fase actual de construcción del Partido

V.- Una táctica de unidad de acción-desbordamiento

VI.- La dialéctica de los sectores de intervención (Nuestro trabajo de masas)

VII.- Autodefensa e iniciativas armadas

VIII.- Construir la IV Internacional

5º.- LA LUCHA CONTRA LA OPRESIÓN NACIONAL

6º.- SOBRE LA INTERVENCION ESTUDIANTIL

I.- Caracterización del medio estudiantil


II.- Medio y movimiento. Orígenes y carácter del M.C.

III.- Los proyectos de reformistas y ultra-izquierdistas. Nuestro proyecto

IV.- La intervención de los m.r. en la universidad y la táctica de construcción del Partido

V.- Los cuatro ejes de nuestra intervención universitaria.

VI.- Qué organización necesitamos para impulsar la int. des.

VII.- Hacia la formación de una corriente revolucionaria en la enseñanza: bachilleres, profesores y maestros

 

 

7ª ASAMBLEA DE E.T.A. (VI)

LA CULMINACION DE UN PROCESO

Se ha celebrado la VIIª Asamblea de E.T.A. (VI). Significa, desde el punto de vista organizativo, la culminación del proceso de clarificación política iniciado en nuestras filas a raíz de nuestra VIª Asamblea, a fines de 1.970.

La fecha no es un dato indiferente. La coincidencia en el tiempo con el inició de la nueva fase de recomposición del Movimiento Obrero, simbolizada por las grandes luchas contra los Consejos de Guerra de Burgos, iba a determinar el rumbo de este proceso de clarificación política. Es en el desarrollo objetivo de la lucha de clases durante el periodo, y en las crecientes exigencias impuestas por él a los revolucionarios, donde hay que buscar las raíces de la evolución sufrida por nuestra organización.

-I- La maduración de una situación pre-revolucionaria

La crisis revolucionaria se produce según Lenin, "cuando los de arriba no pueden ya y los de abajo no quieren más, vivir como hasta el presente". La revolución se convierte en el problema central del momento cuando la aproximación de una situación de este tipo es no sólo demostrable en la teoría, si no constatable a través de su materialización en la lucha cotidiana (tanto del lado de "los de arriba'' como de "los de abajo": la revolución no puede producirse sin una crisis que afecte a toda la sociedad en su conjunto).

En el Estado español, la revolución es, tanto desde si punto de vista teórico como desde el punto de vista histórica concreto, un problema actual, un problema que, estando a la orden del día, determina todos los aspectos parciales, cotidianos, de la lucha.

En 1970 hubo tres veces más huelgas que el año anterior, pero dos veces y media menos que el año siguiente. En 1972 no sólo se mantuvo esta tónica, sino que se dieron saltos cualitativos (Vigo) en la politización y formas de organización de los trabajadores en la lucha. Al mismo tiempo, este ascenso de la lucha de las masas coincide con el ocaso histórico de la Dictadura, prefigurado por el de su fundador. De tal forma que las condiciones que definen la presencia de una situación pre-revolucionaria se van dibujando de forma cada vez más neta: Graves problemas pendientes a nivel de la estructura económica; maduración de la crisis del poder del Estado, con existencia de factores potenciales de desunión en el seno de la clase gobernante (factores que se exacerbarán con la desaparición de Franco); descontento creciente de las capas medias,» cada vez más propensas a ser arrastradas por el proletariado en la lucha contra la Dictadura (Pamplona); Creciente confianza de la clase obrera en sus propias fuerzas... En estas condiciones, una chispa imprevista puede provocar el incendio, la brusca explosión del abuso acumulado durante decenios.

Eso no significa, evidentemente, que se pueden establecer plazos en el tiempo: "cuando muera Franco"; o bien: "antes de tres años..." La actuosidad de la revolución significa que la crisis revolucionaria puede desencadenarse en cualquier momento. Es decir !Que cualquier movimiento parcial es, en las actuales condiciones, susceptible de generalizarse y de generar una movilización potencialmente revolucionaria.

A su vez, esto no debe interpretaras como que el triunfo revolucionario sea evidente e inmediato, Nunca se repetirá suficientemente que no existen situaciones en sí mismas sin salida para la burguesía. Es la acción consciente de los revolucionarios a la cabeza de las masas quien tiene que cerrar el paso de todas las salidas de la burguesía. La acumulación de contradicciones conduce a la situación revolucionaria, a la crisis; pero no, automáticamente, a la revolución triunfante. Para que la crisis revolucionaria se resuelva en el sentido de la revolución proletaria son necesarias una serie de condiciones y, ante todo, la existencia previa de un partido de vanguardia suficientemente implantado, con una autoridad reconocida por amplios sectores de las masas, junto a ello, en el momento actual, es necesario avanzar rápidamente hacia la coordinación del movimiento amplio, evitando la actual dispersión. El paso del estadio actual (huelgas generales circunscritas a nivel local o regional) a la nueva fase (huelgas generales extendidas a nivel estatal) requiere una eficaz coordinación de los organismos de agrupación de los trabajadores avanzados (Comisiones y similares).

Hacia el cumplimiento de estos objetivos prioritarios se dirigen hoy los esfuerzos de los marxistas revolucionarios de nuestros pueblos. Y en este can texto se enmarcan las tomas de postura que viene a sancionar nuestra reciente Asamblea,

-II- Contra el eclecticismo

Fue a la luz de la dinámica concreta de la lucha de clases constatable en los numerosos combates que habían prolongado y profundizado durante 2 años la nueva fase iniciada en Burgos, que la IIª parte de la VI Asamblea, a fines de año pasado, establecía ya el camino que habría de conducir, tras el necesario debate interno, a las opciones que, en los terrenos, ideológico, político y organizativo, representa la VIIª Asamblea.

Durante un año, tanto nosotros como la ex-fracción "minoritaria",([1]) escindida en Octubre pasado, hemos tenido ocasión de someter las respectivas previsiones al fuego de la práctica. No por el afán polémico, sino porque el caso puede resultar clarificador para los numerosos grupos "debatísticos" surgidos últimamente, nos parece que es el momento de esbozar un balance de lo que dicha confrontación con la práctica ha dado de sí. Y en este sentido, nos parece que la primera y necesaria constatación es la del carácter ante todo utópico de la" pretensión de los "minos" según la cual era posible proceder, mediante una táctica adecuada, a la transformación de la vieja E.T.A. radicalnacionalista en organización revolucionaria de clase, desde ninguna delimitación previa, desde ningún presupuesto ideológico o político.

Los dirigentes de E.T.A. (minos), a la vez que contaban a sus militantes asombrosas fábulas sobre el papel histórico que su organización estaba destinada a jugar en la "superación de la trágica división producida en el movimiento obrero a causa del dogmatismo de unos y otros", auguraban para nosotros un duro (pero corto) porvenir. El afán por definirnos "a toda costa" nos iba a conducir a una práctica puramente teoricista, sin relación alguna con la lucha real, etc., mientras ellos, los prácticos, iban a obtener de las experiencias de su abundante participación en los combates de la clase los elementos necesarios para realizar una opción verdaderamente organizativa y no sólo individual como —nos acusaban— sería la nuestra.

Para evitar caer en el círculo vicioso del dogmatismo de trotskistas, maoístas, paceros, etc., decían, había que evitar las definiciones prematuras, Lo que había que hacer era experiencias prácticas. Como todos los militantes hacen experiencias en su intervención concreta en la fábrica, el barrio, la universidad, etc., podrían luego analizarse, y sintetizarse ("dialécticamente», claro está) dichas experiencias y el resultado sería la línea de la organización. Una línea que no sería ya el resultado de "presupuestos dogmáticos", ni de la "imposición de sus concepciones por unos pocos", sino de la elaboración conjunta de toda la militancia en base a su experiencia concreta".

El balance de éstos doce meses de verificación es el siguiente: ETA (minos) no sólo no ha intervenido como organización([2])en las luchas del período, sino que, además, el debate interno ni siquiera ha comenzado seriamente: siguen enredados en las discusiones previas, "metodológicas", aplazando una y otra vez las auténticas cuestiones de fondo. Esto no es casual: sin una fundamentación política previa, por elemental que sea, es imposible llevar una intervención coherente. Cada iniciativa concreta se ha encontrado con el stop de que, según su lenguaje, "llevaba implícita una determinada concepción estratégica y aún no estamos definidos a ese respecto". Así, la evolución ha consistido en un reculeo constante. Incluso las cosas más elementa les, que ya eran adquisiciones organizativas en ETA anterior a la escisión (rechazo de la vía pacífica, por ejemplo, con todas sus implicaciones en cuánto a utilización de los cauces legales, etc.) acababan siendo puestas en cuestión, dado que "eso corresponde a una fase ulterior del debate". Por otra parte, el aplazamiento a "fases ulteriores" de toda cuestión política mínimamente significativa tenía una función bien precisa: mantener la exigua coherencia lograda sobre la base de la no definición. A la larga, sin embargo, el resultado ha sido el contrario al deseado; ETA (minos) está prácticamente disuelta en Navarra y Vizcaya y en franca descomposición, en el resto. Los militantes más combativos, viendo que su organización no daba respuestas a las cuestiones que el movimiento plantea a diario, buscaban en medio de la más completa desorientación, las respuestas de otras organizaciones. En Pamplona se han organizado en círculos: Unos en torno a las organizaciones maoístas y otros en torno a las organizaciones trotskistas.... El andamiaje sobre la no definición se ha venido abajo y cada uno tira por su lado. La penosa sensación de haber estado perdiendo el tiempo durante un año es obsesiva en numerosos militantes "minos" o ex-minos.

Creemos que no se nos acusará de caer en actitudes autoapologéticas sí, frente a este panorama, subrayamos que nuestra organización, lejos de caer en el negro futuro teoricista que los "minos" pronosticaban, ha intervenido de manera significativa en las luchas sin por ello abandonar el debate interno. El hecho de haber dispuesto de unas referencias ideológicas y políticas mínimas, así como de un proyecto organizativo concreto cara a la extensión a nivel estatal, nos han permitido orientarnos con relativa rapidez tanto en la intervención como en el debate, sin tener que empezar desde cero en cada ocasión.([3])

-III-
La actualidad de la revolución es la actualidad del marxismo-revolucionario

En la 29 parte de la VI Asamblea, apresuradamente montada para responder a la situación creada por la escisión, no hubo posibilidad de profundizar el debate ya iniciado, llevándolo hasta sus últimas consecuencias no sólo en el terreno político general sino al mismo tiempo, en el terreno organizativo. Con todo, las referencias a que antes nos referíamos delimitaban ya de manera bastante precisa los términos de la opción: Hacia la construcción de la sección española de la IV Internacional.

Cuando la revolución deja de ser un problema teórico para convertirse en un Problema actual, en el problema central de la actividad de cada día, las opciones tienden a situarse en el terreno decisivo de la organización. El debate político desarrollado como preparación para la VII Asamblea, se situó pronto en, este terreno: Las dos tendencias surgidas en la organización([4]) propugnaban la fusión con, respectivamente, la L.C.R. y la L.C, como paso hacia la construcción del partido revolucionario. Ambas opciones se situaban, pues, en el marco de la IVª Internacional.

Esta tampoco es casual. Por primera vez en la historia de ETA, nuestra organización ha tenido una incidencia verdaderamente significativa en el movímiento obrero, y ha participado de forma centralizada, organizativa, en luchas de la importancia de C.A.F. o de la Huelga General de Pamplona. Toda la experiencia resultante de este acercamiento a los combates de la clase nos han confirmado en la urgencia de la tarea que, de una manera todavía en gran parte teórica, nos planteábamos hace un año como la central de los revolucionarios en el presente período: la generalización de las luchas. La ausencia de una red estable de CC.OO. coordinadas a nivel estatal ha impedido hasta el momento franquear ese paso decisivo. Pero ese paso no se franqueará espontáneamente: Frente al abandono de esta tarea por parte de los reformistas y la debilidad organizativa de los distintos grupos de extrema-izquierda, la actividad consciente de una vanguardia, extendida a nivel de todo el Estado y con una creciente implantación en las masas obreras, es imprescindible. En esta vanguardia quien servirá de columna vertebral a la necesaria coordinación a nivel estatal de las CC.OO. y demás organismos de vanguardia amplia. Las tareas tendentes a acelerar esta coordinación deberán acompañarse, en la perspectiva de la preparación de la Huelga General Revolucionaria que derroque a la Dictadura, de la capacitación de esta vanguardia amplia para asumir las inaplazables tareas de defensa de las masas frente a las agresiones de la represión.

La decisión tomada por la VIIª Asamblea de unir en adelante nuestras fuerzas con las de la L.C.R., supone un paso importantísimo, hacia el cumplimiento de estas tareas y, antes que nada, hacia la construcción de un partido revolucionario centralizado a nivel estatal. Como se comprobará en las resoluciones que publicamos en este mismo número, la fusión con la L.C.R. , en cuyo tramo final entramos a partir de ahora, se basa en una coincidencia no sólo programática (representada por la resolución sobre "Por qué nos adherimos a la IVª Internacional") sino igualmente política y práctica. Ante todo, en la coincidencia sobre la vía que ha de conducir a la victoria dela revolución socialista en nuestro país: Frente a la vía pacífica, la vía revolucionaria; frente a la línea de alianzas de clases, la vía de la independencia política del proletariado. En estos momentos en que el proletariado y el pueblo chileno están pagando tan alto precio por la traición de los dirigentes reformistas, es más urgente que nunca delimitar con precisión los campos. Tanto más cuando la "actualidad de la revolución" da a esta delimitación un sentido no ya teórico ó especulativo, sino inmediato, práctico. A comienzos del año pasado, Santiago Carrillo declaraba en "Nuestra Bandera", órgano teórico del P.C.E., a propósito de las experiencias chilenas: " Se trata de ver si, utilizando los resortes del Gobierno y apoyándose resueltamente en las masas populares, es posible realizar una serie de transformaciones económicas, culturales y sociales, cuya acumulación cree tan profundos cambios en la correlación de fuerzas que permita posteriormente, a través de una serie de modificaciones, transformar también el aparato del Estado, de manera que éste devenga un puntal seguro de las transformaciones socialistas”. Estos días, en una nueva declaración sobre el tema, el secretario del P.C. escribe: "Tras la experiencia de Chile la realidad es que la vía democrática y pluralista al socialismo sigue siendo tan válida como lo era antes" (Nuestra Bandera n° 72, pág. 6). Ya se sabe que esa vía " democrática y pluralista" no es otra que la pacífica y parlamentaria del "Pacto por la Libertad". Pues bien: Es frente a esa irresponsabilidad que lleva a los reformistas a taparse los ojos, (irresponsabilidad que en los últimas años han producido, aparte Chile, derrotas como la de Indonesia en el 65 y Bolivia en el 71), que proclamamos bien alto nuestra convicción de que no es posible el socialismo sin la revolución. Que no es posible, como cree Carrillo, transformar la maquinaria estatal de la burguesía (ejército, policía, etc.) en un instrumento de la "transformación socialista" de la sociedad.

-IV- Las resoluciones de la asamblea

Como decíamos antes, el debate de preparación de la Asamblea fue, durante los últimos meses del mismo, un debate de tendencias.. La que propugnaba la fusión con la L.C.R. agrupaba el 86% de los militantes posicionados. La tendencia minoritaria (pro fusión con la L.C.) agrupaba algo menos del 10% del total del militantes y al 14% de los posicionados. Estuvo representada en la Asamblea por un número de delegados que suponían 1/10 del total. Al finalizar la Asamblea, una vez de haberse votado la fusión con la L.C.R., los compañeras de la citada tendencia pro-L.C., pusieron como condición para continuar militando en E.T.A. (VI) el que se les siguiera reconociendo como tal tendencia. Tras un voto expreso y unánime del resto de los delegados, dicha condición fue rechazada. Los delegados de la tendencia pro-L.C. decidieron entonces abandonar la organización.

Los temas sobre los que se pronunció la Asamblea, tras debate en base a textos escritos (que fueron la mayoría de las veces uno por tendencia y que eran presentados como alternativos), fueran los siguientes: "Hacia la Huelga General Revolucionaria"; "Por qué nos adherimos a la IV Internacional" ; "Construir el Partido"; " Intervención en el Movimiento Estudiantil"; " La

lucha contra la opresión nacional de Euskadi"; "Las Tareas militares en el actual período"; "Condiciones de aplicación de la táctica de Frente Único en el actual período" y "Qué organización necesitamos". Las tres últimas, por su carácter, sólo se publicarán a nivel interno. El resto aparecen en el presente número de Zutik.

La Asamblea mandató a la nueva dirección para preparar un "Programa de acción" en torno a la lucha contra la opresión nacional", así como la profundización en el debate sobre los temas siguientes: "Asamblea constituyente", "La lucha contra la opresión nacional en Cataluña y Euskadi" y " Trabajo en el Ejército".

El Comité Central saliente presentó, previamente a la discusión de los temas de debate antes citados, un informe-balance sobre el desarrollo del proceso de construcción de la organización desde la anterior Asamblea. Al final de ésta, y sobre la base de las candidaturas presentadas, se procedió a la elección de la nueva dirección. Salvo en este último apartado, dos delegados de, respectivamente, la L.C.R. y la L.C. asistieran a las debates. Al final, ambos hicieron uso de la palabra. El delegado enviado por la L.C.R. leyó un mensaje del Buró Político de su organización dirigidos a nuestro congreso y que es también reproducido en el presente Zutik.

! ADELANTE POR LA REVOLUCIÓN PROLETARIA Y EL INTERNACIONALISMO !

! IRAULTZA ALA HIL !

 

RESOLUCIÓN SOBRE

POR QUE NOS ADHERIMOS
A LA IVª INTERNACIONAL

I.- Las bases objetivas del internacionalismo

En la fase imperialista del capitalismo, análisis de la revolución proletaria debe partir de la naturaleza y dimensión internacional de la lucha de ciases. La internacionalización de las fuerzas productivas, de la economía y de la política, determinan el carácter no autónomo de las condiciones de desarrollo de la lucha de clases en cada país. Este hecho, consumado e irreversible, tiene como bases objetivas el establecimiento efectivo del mercado mundial y la división internacional del trabajo, realizados en el periodo de auge imperialista de 1875-1914. Desde entonces, las distintas economías nacionales no pueden subsistir sino como partes integrantes de un conjunto más amplio: La economía mundial, sometida a las leyes del cambio internacional en un mercado dominado por unos pocos países capitalistas. La competencia entre las distintas unidades económicas nacionales no es sino la lucha entre las diversas partes concurrentes de un todo que es la economía mundial.

La característica fundamental de esta unidad económica mundial es que descansa sobre bases de desigualdad. El desarrollo desigual de las fuerzas productivas en todas sus partes componentes es la razón última de una división internacional del trabajo realizada sobre una base social: El dominio efectivo (a través del control sobre el mercado mundial) por parte de los países capitalistas más avanzados, quienes, obteniendo ganancias suplementarias a costa de los países capitalistas económicamente más atrasados, condenan a éstos a unos ritmos lentos de desarrollo en condiciones de total dependencia. La combinación de las unidades económicas nacionales en el conjunto de la economía mundial, sólo hace posible el desarrollo autónomo de las fuerzas productivas en el marco de un Estado nacional, en la medida en que lo permita la subordinación de las economías nacionales a las leyes del mercada mundial y de la división internacional del trabajo.

La interdependencia de las distintas unidades económicas del capitalismo mundial se ve acentuada en los últimos años por la tendencia general del capitalismo a alcanzar los niveles más elevados posibles de concentración. En la actualidad, la concentración del capital dirigida con fines de monopolización de ramas enteras de la producción ha creado un tipo tal de unidad de intereses entre las burguesías de todos los países que la lucha revolucionaria del proletariado en uno cualquiera de los países capitalistas, cuando hace tambalear el dominio de clase de su burguesía, encuentra la resistencia mancomunada de todas las burguesías pertenecientes al mismo área. Como contrapartida, todo estallido revolucionario ejerce su influencia estimulante sobre las masas de esa misma área e incluso indirectamente, de todo el mundo. Desde las primeras luchas del proletariado europeo, hace 125 años, hasta nuestros días (revolución vietnamita extendida a toda la península indochina) esta ley, basada en la creciente internacionalización de las fuerzas productivas, no ha dejado de ponerse de manifiesto en cada ocasión. Los efectos del Mayo francés en la recomposición del movimiento obrero y la aparición de una nueva vanguardia revolucionaria en Italia, España y otros países del continente constituyen la última verificación de este principio en nuestro medio. Como escribió Trotsky hace 44 años; "La revolución socialista se inicia en el marco nacional ( en aquellos países caracterizados como eslabones débiles de la cadena imperialista), se desarrolla en la arena internacional y concluye en la revolución mundial".

Por eso, el carácter internacional de la lucha de clases no deriva simplemente de que en todas partes haya obreros y propietarios, sino, ante todo, del hecho de que la internacionalización creciente de las fuerzas productivas bajo el capitalismo conduce necesariamente a una intercalación práctica de los dos polos de la lucha de clases: la burguesía y el proletariado. De tal forma que la contrarrevolución por una parte y la revolución por otra, toman en los momentos decisivos dimensión internacional.

 II.- La revolución permanente como marco estratégico

 

    1 La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia puso fin a la concepción —mantenida hasta entonces por la socialdemocracia— según la cual las condiciones históricas necesarias para el triunfo de la revolución proletaria se deban exclusivamente en los países capitalistas desarrollados; el resto de los países —según dicha teoría— debían pasar necesariamente por un periodo de desarrollo capitalista siendo el objetivo estratégico durante ese periodo la revolución democrático-burguesa.

El triunfo de la revolución rusa rompió esta dicotomía entre los países "maduros" e "inmaduros" para la revolución proletaria, demostrando que en la época del imperialismo sólo la toma del poder por el proletariado es capaz de llevar a cabo incluso las tareas democráticas de la revolución. Octubre demostraba que, por haber dejado la burguesía de ser una clase revolucionaria, una clase portadora del progreso, la revolución burguesa quedaba superada por la historia.

La revolución permanente es la teoría de la revolución en la época de decadencia del capitalismo. Establece un nexo histórico que une en un único proceso revolucionario a la revolución democrática y a la revolución socialista bajo el signo de la dictadura del proletariado .

En la época actual las relaciones de dependencia del mercado mundial, hacen que las tareas históricas que en los países más avanzados resolvió la revolución nacional burguesa (cuestión agraria, cuestión nacional, industrialización) no puedan ser resueltas en aquellos países en que aún quedan pendientes, más que a través de la dictadura del proletariado. La historia de todas las revoluciones efectuadas hasta el momento confirma que la llamada burguesía nacional de los países coloniales, no pudiendo sacudirse por sus propios medios el yugo imperialista, cumple un papel objetivamente dependiente del imperialismo.

En estos países, la revolución democrática sólo puede encontrar su marco de plena realización en el establecimiento da la dictadura del proletariado. La revolución democrática viene así a convertirse en socialista, iniciando de ese modo la transición hacia la sociedad sin clases.

      2 "En un segundo sentido, la teoría de la revolución permanente sirve para caracterizar a la misma revolución socialista. Durante un periodo de duración indeterminada, todas las relaciones sociales se transforman a lo largo de una lucha interior continua. La sociedad cambia constantemente de piel. Cada fase de reconstrucción procede directamente de la anterior. Los acontecimientos que se desarrollan guardan necesariamente un carácter político porque toman la forma de choques entre los diferentes grupos de la sociedad de transformación. Las explosiones de la guerra civil y de las guerras exteriores alternan con los periodos de reformas "pacíficas". Las conmociones de la economía, la moral, y las costumbres, se complementan formando combinaciones y relaciones recíprocas tan complejas que la sociedad no puede alcanzar un estado de equilibrio. En ello se revela el carácter de la misma revolución socialista.

      3 En un tercer sentido, la teoría dela revolución permanente resalta el carácter internacional de la revolución socialista que resulta del actual estado de la economía y de la estructura social de la humanidad. El internacionalismo no es un principio abstracto: constituye el reflejo teórico y político del carácter internacional de la economía, del desarrollo mundial de las fuerzas productivas y del impulso mundial de la lucha de clases. La revolución socialista comienza en el terreno nacional pero no puede mantenerse en él. La revolución proletaria no puede mantenerse dentro de las estructuras nacionales, sino es bajo la forma de régimen provisional, por mucho tiempo que esta situación pueda perdurar , como lo demuestra el ejemplo de la Unión Soviética. En el caso da que se produzca una dictadura proletaria aislada, las contradicciones exteriores e interiores se agudizan inevitablemente, de igual forma que sus éxitos. Si el Estado proletario continuara manteniéndose aislado, sucumbiría finalmente víctima de sus contradicciones. Su salvación reside únicamente en el triunfo del proletariado en los países avanzados. Desde este punto da vista, la revolución nacional no constituye un objetivo en sí mismo; no representa sino un eslabón de la cadena internacional. La revolución internacional a pesar de sus retrocesos y reflujos provisionales, representa un proceso permanente".

("La Revolución Permanente ". L. Trotsky)

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III.- Los tres sectores de la revolución mundial

En junio de 1963, el "Congreso de Reunificación" de la IV Internacional sintetizaba en la resolución sobre "La Dialéctica actual de la Revolución Mundial" las bases de una comprensión marxista-revolucionaria de la dinámica que interrelaciona en un único proceso las tres fuerzas principales de la revolución mundial en la etapa actual . Dicha resolución constituye desde entonces una de las bases programáticas fundamentales de la IV Internacional. En ella se analiza de qué manera cada una de estas tres fuerzas (revolución colonial, revolución política en los Estados obreros degenerados, revolución proletaria en los países imperialistas) influye sobre las otras y es a su vez influida por las demás, constituyendo un estímulo o un freno a su propio desarrollo

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 I La Revolución colonial

Como se decía en un texto célebre, la población del globo estaba compuesta hasta hace poco por 2.500 millones de seres, es decir, 500 millones da hombres y 2.000 millones de indígenas. La revolución colonial refleja la tendencia irresistible de estos millones de seres a dejar de ser sub-hombres, a convertirse en dueños de su destino.

La revolución colonial, obligando al Imperialista a batirse en varios frentes a la vez, ha hecho variar fundamentalmente la relación de fuerzas a nivel internacional, dando un formidable impulso a las fuerzas anticapitalistas
del mundo entero. Sin embargo, este cambio en la relación de fuerzas por efecto de la revolución colonial no ha sido tan amplio como para provocar por sí mismo la caída del imperialismo. La causa principal reside en el hecho de que estas revoluciones, en la mayoría de los casos, no han profundizado su ataque contra el imperialismo hasta el punto de arremeter a la vez contra su propia burguesía.

La vía menchevique propugnada por los partidos comunistas stalinistas o neo-stalinistas es ampliamente responsable de esta situación. Según el esquema que ya la historia se encargó de demoler hace 56 años, mantiene estos partidos que, dado el atraso económico en que se encuentran estos países, la tarea estratégica del proletariado y campesinado pobre en la presente etapa consiste en llegar a un gobierno de coalición entre las distintas clases "anti-imperialistas y anti-feudales", renunciando a la toma del poder por el proletariado y semiproletariado industrial y agrícola.

La experiencia ha demostrado que por esta vía no hay ninguna salida para los países coloniales o semi-coloniales; que cualquier lucha que se limite a combatir contra los terratenientes feudales o semi-feudales o al imperialismo extranjero al tiempo que se mantiene en el poder a la burguesía nacional y se mantienen intactas las relaciones capitalistas de propiedad, dejando para "más tarde" el establecimiento da la dictadura del proletariado aliado al campesinado pobre, dejará inestablemente a los países subdesarrollados en el atraso, en el estancamiento y en la superexplotación del capital internacional y nacional.

Quinientos mil comunistas tuvieron que pagar con sus vidas en Indonesia (1955) la ilusión de que era posible o necesario establecer relaciones de coalición y colaboración de clases con las Fuerzas políticas burguesas. La misma conclusión puede sacarse de la contrarrevolución efectuada en Bolivia con la caída del gobierno de Torres y el aplastamiento sangriento de las masas, forzadas por sus direcciones más significativas a seguir al carro de la burguesía nacional "progresista" y a subordinar y sacrificar a tal carro sus luchas independientes. La trágica experiencia chilena es una variante singular de los desastrosos efectos de esta política de colaboración de clases.

Ha sido demasiado caro el precio pagado por el proletariado mundial en los últimos años para poder seguir manteniendo la concepción etapista de la lucha revolucionaria en estos países; no hay otra salida para los países coloniales o semicoloniales que la revolución permanente. No hay posibilidad de liberación nacional, de independencia real respecto al imperialismo sin derribar a la burguesía junto con los agentes del imperialismo extranjero y los terratenientes feudales o semifeudales. Ni hay posibilidad de liberar al pueblo, a los campesinas y a los trabajadores, sin establecer la dictadura del proletariado en alianza con los campesinos pobres.

Las condiciones objetivas del proceso de revolución permanente en los países coloniales residen fundamentalmente en la incapacidad de las direcciones nacionalistas burguesas y pequeño burguesas para resolver, en el marco del modo de producción capitalista, los problemas esenciales creados por el propio desarrollo económico. La incapacidad, tantas veces puesta de manifiesto, de la burguesía, incluso la más " progresista" para resolver el problema de la tierra mediante una reforma agraria radical está a la base de esta incapacidad global.

***

  II La Revolución política en los Estados Obreros degenerados

La Unión Soviética constituye todavía, pese a la usurpación del poder por una burocracia privilegiada, un Estado Obrero. El modo de producción surgido de la destrucción del capitalismo por la Revolución Socialista de Octubre es no-capitalista y, cualesquiera que sean sus defectos, sus imperfecciones e incluso sus crímenes contra los obreros, ha posibilitado las gigantes transformaciones que han convertido en 50 años a la vieja y atrasada Rusia en la 2ª potencia industrial del mundo. La URSS ha facilitado objetivamente, por su propia existencia, la expansión de las luchas de emancipación de los pueblos coloniales oprimidos, aunque la intervención subjetiva de la burocracia soviética en estas luchas a menudo ha entorpecido, sino impedido, su final victorioso. Todos estos aspectos fundamentales de la realidad mundial contemporánea justifican plenamente la posición trotskista de defensa incondicional del estado obrero degenerado contra el imperialismo.

En los estados obreros en que el stalinismo ha destruido la democracia proletaria, así como en aquellas donde jamás existió debido a la influencia estaliniana, es necesaria luchar por su restablecimiento o por su edificación, por
una gestión democrática del Estado y de la economía por las masas mismas. Es necesario allí una revolución política para eliminar el monopolio político y los privilegios que la burocracia reinante se ha arrogado. Con la resurrección de la democracia proletaria a un nivel superior, los Estados Obreros, y en primer lugar la Unión Soviética, recobrarán su poder de atracción que tenían, en relación a las masas del mundo, en la época de Lenin y Trotsky, lo cual dará un nuevo empuje a la lucha por el socialismo en los países imperialista.

La burocracia, capa social consciente de
sus intereses y de sus privilegio, no los abandonará bajo la mera presión de
la evolución objetiva que hace cada vez
más difíciles las condiciones de su dominio: El desarrollo de las fuerzas productivas y el crecimiento numérico y cultural del proletariado mundial modifican permanentemente la relación de fuerzas a expensas de la burocracia. Solo una revolución política puedo derribar el poder de la burocracia en provecho del proletariado.

El levantamiento de Berlín Este en 1955 será el primer hito importante do la revolución política que sería seguido por los grandes combates de 1956 en Polonia y Hungría. Aun con la confusión natural por la deformación provocada por decenas de años de hegemonía stalinista, el levantamiento de los trabajadores húngaros pondrá de relieve la naturaleza contrarrevolucionaria de la burocracia. Los consejos obreros exigirán el examen de los tratados comerciales, las relaciones en pie de igualdad con la URSS y proclamarán que "las fábricas y la tierra son propiedad del pueblo trabajador". La intervención militar rusa desencadenarla una resistencia política y militar ejemplar. Mientras Kruschev proclamaba la entrada de la URSS en la "fase de comunismo", los trabajadores de Budapest demostraban prácticamente que no puede existir el comunismo mientras subsista una burocracia privilegiada que impida la autoorganización de las masas y que reprima las libertades políticas y culturales.

 La primavera de Praga coincidiría con la ola de ascenso de la revolución proletaria en la Europa capitalista (mayo francés) y de la revolución colonial (ofensiva del Tet ), de la que en gran medida será reflejo. La lucha de los obreros polacos en diciembre del 70 y enero febrero del 72 situará a un nivel jamás alcanzado la crisis del sistema internacional del stalinismo.

 Pondrán de manifiesto que las dificultades económicas crecientes en Europa Oriental tienen por causa la existencia del régimen burocrático. Los trabajadores elegirán comités de huelga que negociarán con el gobierno y plantearán en términos concretos la cuestión de la democracia obrera. De 1956 a 1972 hay una evolución que destruye las ilusiones de los trabajadores en las reformas “por arriba” tras una larga maduración política salpicada de derrotas, a veces sangrientas.

En las movilizaciones obreras de estos países hay un rasgo distintivo respectó a las movilizaciones obreras de los países capitalistas: desde el primer momento y aún cuando la vanguardia sea muy débil e incluso inexistente, son las reivindicaciones políticas las que aparecen como prioritarias (respecto a las salariales, por ejemplo). Las cuestiones relativas al poder político y a los órganos de gestión en las empresas se plantean de entrada. A menos que en todo ello no veamos más que una simple coincidencia, hay que admitir que las raíces sociales de estas movilizaciones son muy diferentes a las que se producen en los países capitalistas. En lugar de poner en cuestión las relaciones fundamentales sociales basadas en la propiedad colectiva de los medios de producción, se basan, al contrario, en ellas para lanzar el combate contra la burocracia usurpadora del poder.

Este fenómeno no es mas que la aplicación del concepto de revolución política, distinto del de revolución social :

En una revolución social, el modo de producción se modifica y el poder pasa de una clase social a otra.

En una revolución política el modo de producción no se modifica fundamentalmente y el poder pasa de una capa social a otra capa de la misma clase.

Si una dirección socialista revolucionaria retomase el poder en la Unión Soviética, estableciendo la democracia-socialista en el interior y la solidaridad revolucionaria en el exterior, al proceso de fusión entre la revolución-colonial y los estados obreros (proceso ya existente pese a la política traidora de la dirección soviética) se vería enormemente acelerado. El proceso hacia la revolución proletaria en los países capitalistas desarrollados se vería igualmente impulsado por un restablecimiento, de la democracia obrera en la URSS y las democracias populares, pues dejaría de tener sentido la principal objeción que millones de obreros combativos del mundo suelen oponer al comunismo: la falta de democracia en los países en que oficialmente está instaurado dicho sistema.

*** 

III La Revolución proletaria en los países capitalistas desarrollados

Desde hace mas de 50 años, las condiciones objetivas para la revolución socialista están más que maduras. La combatividad de las masas trabajadoras puesta de manifiesto en sucesivas crisis pre-revolucionarias (Alemania en el 18-19, Italia 1918-21, Inglaterra, en 1925; España y Francia en 1936; Grecia, Italia, Francia, Inglaterra, 1945-47; Bélgica en 1960; Francia en 1968; Italia en 1969....) ha demostrado igualmente estar a la altura de las tareas revolucionarias pendientes. Si, no obstante, la revolución socialista ha sido una y otra vez sofocada o aplazada en los países desarrollados, ello se debe a la traición de las direcciones obreras tradicionales (reformistas, stalinistas sindicalistas) las cuales han actuado en todas y cada una de las situaciones pre-revolucionarias enumeradas, de guardabarreras del orden burgués. Cada una de estas traiciones se ha traducido en una estabilización temporal del sistema, comportando una crisis ce la confianza del proletariado en sus propias fuerzas.

Todavía hoy, stalinistas y socialdemócratas pregonan la vía pacifica y de colaboración de clases por oposición a la vía revolucionaria de independencia de clase.

Los marxistas revolucionarios, apoyándonos tanto en la teoría como en el veredicto de la práctica, sostenemos que la vía revolucionaria, violenta ,de destrucción del aparato estatal de la burguesía (¡Chile!), es la única capaz de conducir al socialismo. Rechazamos toda creencia piadosa en la posibilidad de expropiar a la clase explotadora sin que esta se de cuenta y, por eso mismo, toda utopía de vía hacia el socialismo mediante pactos con fracción alguna de la burguesía (Pacto por la Libertad , Unión de izquierdas en Francia, etc.).

Nuestro rechazo de la vía gradualista y pacífica no significa que seamos partidarios del putschismo ni del aventurerismo, es decir que creamos que unos pocos centenares de personas aquí y otros allá, puedan arrancar el poder de clase a la burguesía. La burguesía de estos países tiene experiencia política; su dominio no depende solamente de sus armas y represión, su ejército y policía, sino también de la influencia ideológica y política que ejerce sobre la pequeña burguesía y fracciones importantes del movimiento obrero. Las condiciones de crisis económicas crean periódicamente situaciones pre-revolucionarias en estos países independientemente de la voluntad o control de los grupos o partidos políticos en presencia. En estos momentos de ascenso revolucionario de masas, estas situaciones objetivas conducen inevitablemente a acciones en gran escala de la clase obrera que van más allá de los limites de la lucha por mejoras inmediatas de salario o de condiciones mejores y que exige que los revolucionarios se comprometan en la propaganda previa, la agitación y la acción, por encima de las reivindicaciones inmediatas y de la política electoral en que el proletariado ha sido educado durante muchos años.

El deber de los partidos revolucionarios o de los grupos que representan a la vanguardia revolucionaria es de prepararse para una intervención decisiva en estos momentos claves, pues sólo mediante estos levantamientos de masas, dirigidos en el sentido de la revolución y no maniatados por estrategias electoralistas de cualquier tipo, puede presentarse la oportunidad de derrocar al poder capitalista. Y únicamente podrá llegar al umbral de este combate generalizado si ha sido preparada con anterioridad en una serie de combates previos parciales que doten de la debida experiencia a la clase obrera y a su vanguardia.

IV.- Construir la Internacional, construir sus secciones nacionales

A la dimensión internacional de la lucha de clases y a la reciprocidad interdependiente de los tres sectores de la revolución mundial corresponde consecuentemente un planteamiento estratégico de la revolución a nivel mundial que, articulando conscientemente los distintos frentes de lucha ,se muestre capaz de apoyar a la revolución proletaria allí donde este presente su carácter más álgido y decisivo y de apoyarse a su vez en los efectos que a escala internacional, producen cualquier variación importante de la relación de fuerzas frente a la burguesía..

Pero no existe estrategia sin organización capaz de elaborarla y aplicarla. La práctica internacional es un pre-requisito indispensable para el análisis marxista internacional, y una organización internacional es un pre-requisito indispensable para tal práctica. Pues, en definitiva, no es suficiente constatar que existe una interacción entre los distintos frentes de lucha a escala internacional y concluir, de ahí, en que existe una dimensión internacional en la estrategia de la lucha de clases. No hay estrategia sino a partir del momento en que la interdependencia de esos frentes es CONSCIENTEMENTE UTILIZADA y explotada por una fuerza organizada a escala internacional, capaz de elaborar y asimilar dicha estrategia.

Pero, planteada la tarea de construir la internacional revolucionaria de masas, ¿cómo conjugar la realización de esa tarea con la construcción del partido revolucionario en el marco de un Estado? Globalmente tres opciones se plantean:

   1.- La organización debe construirse a partir de las organizaciones de vanguardia que ya existen en los diferentes países. Dando por excluidas de esta consideración a las organizaciones social-demócratas y estalinistas y maoístas, se trata de ver lo que esta opción significa.

El criterio sería el de tener "fuerza organizativa". Según, esto, pongamos por caso, la Internacional procedería de grupos como el IRA, los Tupamaros , el movimiento estudiantil norteamericano, el FLP argelino, organizaciones castristas etc. etc.

Normalmente, esta opción suele venir avalada por el famoso "no tenemos que cortarnos de las masas". Esto no significa más que una adaptación al "movimiento real" que traducido en política es el oportunismo y seguidismo más vulgar.

Por otra parte, difícilmente se entiende cómo tal conglomerado de grupos van a representar la posición revolucionaria del proletariado mundial. La elaboración y aplicación de la estrategia internacional de la lucha de clases sería sustituida por comunicados ocasionales repletos de firmas y por cierta colaboración mutua.

En definitiva, volvemos a la conclusión ya expresada: la Internacional no es un simple instrumento coordinador sino que es el Partido Leninista de la revolución mundial. Trasladando esta concepción sobre la organización Internacional al nivel nacional, llegaríamos a la negación de la necesidad del Partido único centralizado y basado en una sólida cohesión ideológica dentro de todos sus miembros, bajo el mismo aval de la no separación de las masas influenciadas por corrientes políticas reformistas, sindicalistas, etc.

   2.- Otra alternativa que suele presentarse es: construyamos primero la organización de vanguardia a nivel nacional y más tarde, cuando esta sea ya una realidad construiremos la organización internacional.

Quienes defienden esto tienen, normalmente, compresión de la necesidad de la construcción de la organización internacional revolucionaria de masas. No vamos a discutirles sus buenos propósitos. Lo que vamos a intentar probar es que su alternativa conduce en la práctica a la negación de lo que propugnan que, como mal menor, provoca una serie de desviaciones programáticas difíciles de remontar.

a) La Internacional, en tanta que organización basada en la teoría leninista de la organización, debe construirse sobre una homogeneidad política a toda prueba. Difícilmente se conseguirá tal homogeneidad si el proceso de conformación de las distintas vanguardias nacionales se realiza de manera totalmente independiente.

b) Para las secciones nacionales se trataría de elaborar la estrategia internacional por separado. Por una parte, resulta prácticamente imposible que un análisis hecho por unas y otras organizaciones fuese el mismo. Por otra parte, las desviaciones estarían al orden del día al no existir ninguna práctica a escala internacional (práctica organizativa, se entiende) verificadora de la teoría y el análisis,

c) En el anterior punto dábamos como posible la elaboración de una estrategia internacional por parte de una organización de existencia nacional. Ciertamente es una apreciación optimista. El tan repetido dicho "la existencia determina la conciencia" significa que tanto la conciencia como la orientación política se verán determinadas por la realidad organizativa. Los problemas de la lucha de clases serían observados y resueltas a través de una óptica puramente nacional. El internacionalismo no llegaría a ser, para tal organización, más que un producto abstracto sin ninguna relación con la práctica organizativa.

d) Una organización política forma militantes de un tipo determinado en relación a su existencia y práctica organizativa. Prolongar una situación en la que los militantes no participan en la elaboración colectiva de la estrategia internacional y se ven forzados por su realidad organizativa a intervenir solamente sobre los problemas de la lucha de clases en un marco puramente nacional, abocaría a medio o largo plazo a modificar la naturaleza internacionalista en un principio de la militancia y por tanto de la propia organización.

e) A nivel de práctica internacionalista, sólo una organización internacional se encuentra con capacidad de desarrollar, coordinar y capitalizar tal práctica. Una organización aislada en su "marco nacional" podría desarrollar acciones de tal o cual tipo ( por ejemplo campañas de apoyo a Indochina), pero sus esfuerzos serían prácticamente estériles. Su análisis coyuntural sobre la necesidad de poner el acento en tal tarea concreta raramente sería correcto, al carecer de posibilidades (léase organización) de establecer cual es el interés general del movimiento en un momento dado.

  3.- Por último, "otra opción plantea la construcción del Partido y de la Internacional como un único proceso indivisible. Para nosotros, esta es la única postura consecuente con el internacionalismo proletario y la necesidad —en la teoría y en la práctica— de una estrategia internacional.

Dado que en el anterior punto —por reconversión de las razones dadas— hemos argumentado ya en favor de la Internacional en relación dialéctica con la construcción del Partido nacional, nos limitaremos a apoyar nuestra fundamentación respondiendo a una de las argumentaciones que se suelen dar para refutar nuestra posición. Se nos dice: "en vida de los grandes guías del proletariado (Marx, Engels, Lenin, Trotsky) hubo espacios de tiempo en los cuales no existió la Internacional. Esto explica que la existencia de la Internacional va ligada a determinados momentos." Respondemos a esto en dos partes:

   .— Ciertamente la organización internacional no ha existido siempre. Pero el que no hubiera en ciertos periodos una estructura organizativa a escala internacional, no quiere decir que no existiera ningún tipo de relación entre unos y otros grupos social-demócratas. Marx, en una carta a Sorge del 27 del 9 de 1874 (dos años antes de la disolución de la Iª Internacional) dice: "Tomando en consideración la situación de Europa estimo que es deseable, sin duda, dejar en un segundo plano, provisionalmente la organización formal la Internacional (...) Los acontecimientos, el desarrollo y la agravación ineluctable de la situación se encargarán por sí mismos de que la Internacional resucite en forma mejorada". (Obras de Marx y Engels. Subrayados nuestros).

Como se ve, la intención de Marx y Engels no era más que la de suspender la organización "formal", lo que implica que ellos seguirían manteniendo la organización "real" mediante contactos sistematizados, intercambios de experiencias, elaboraciones de conjunto, orientaciones, etc.

En Lenin y Trotsky ocurre otro tanto. El primero en 1914, cuando la claudicación de la IIª internacional, ante la burguesía era ya evidente, exclamaba : "La lIª Internacional ha muerto, viva la IIIª Internacional" (Artículo del 1-11-1914), e inmediatamente se comenzará a construir la fracción internacionalista de la social-democracia; en la conferencia de Zimmerwald (principios de setiembre de 1915), Lenin pre sentará ya dicha fracción organizada: será la llamada "Izquierda de Zimmerwald". Con Trotsky ocurre otro tanto; para él, la prueba definitiva de la bancarrota de la IIIª Internacional de Stalin será en 1933, cuando ante la victoria de Hitler, la Internacional declara que tal suceso "está vacío de significación". Trotsky desde este momento intensificará el trabajo en el seno de la oposición de izquierda internacional "Una organización que no ha sido despertada por el trono del fascismo está muerta, y nada le hará volver a la vida", dirá para expresar la necesidad de la construcción de una nueva Internacional.

Que Lenin y Trotsky tarden 5 años cada uno (I9I4-I9I9 Y 1933-1933) en proclamar la existencia de una nueva Internacional, no quiere decir que en ese tiempo despreciaran la necesidad de la organización internacional, sino que, al contrario, esos cinco años los invirtieron en preparar las condiciones de creación de la nueva Internacional.

Si para Marx, Lenin y Trotsky, era evidente la necesidad de una organización internacional y en su construcción se volcaron de lleno, veremos como esta necesidad lejos de disminuir ha aumentado en la medida en que la lucha de clases en nuestra época presenta una complejidad superior a la de Marx, Lenin y Trotsky.

A.- En primer lugar, el mismo marco geográfico de la revolución proletaria se ha extendido a nivel planetario. Si Marx, Lenin y Trotsky eran en cierta medida europeo-céntricos, ello era debido a la prácticamente inexistencia del proletariado fuera del viejo continente. Por otra parte, la importancia que ha tomado la revolución colonial sitúa al movimiento comunista internacional frente a nuevos problemas que sólo una organización internacional es capaz de resolver.

B.- Después de la muerte de Trotsky dos nuevos factores, en concreto, han hecho aparición:

- La centralización de las actividades contrarrevolucionarias por el imperialismo USA.

- La lucha anti-burocrática en los Estados obreros degenerados.

Esto sitúa a los revolucionarios frente a tareas de tal complejidad que requieren la centralización más rígida y la coordinación del movimiento revolucionario de todos los países.

  .— No es cierta que la existencia de la Internacional "vaya ligada determinada tarea en determinados momentos”. El fundamento objetivo de la Internacional no es el que haya que desarrollar tal o cual tarea, apoyar tal o cual proceso revolucionario. La necesidad de la Internacional procede de que:

- El sistema capitalista es una realidad a nivel internacional.

-La burguesía capitalista es una realidad internacional.

- La clase obrera, así mismo, es una realidad internacional.

En resumen, la lucha de clases es en su base, una realidad internacional, aunque en un primer estadio, su desarrollo tenga lugar en los marcos del Estado nacional.

De esto se deduce que no hay análisis de la realidad nacional sin previo análisis de la realidad internacional. No puede haber estrategia nacional si no es en referencia y dependencia a la estrategia internacional, como una parte respecto al todo. Por tanto, el Partido Revolucionario en cuanto elaborador y ejecutor de una estrategia, es por definición un Partido Internacional.

V.- El papel histórico de
 la IV Internacional

Al igual que la IIª Internacional ( y aunque fuera por causas distintas), la IIIª Internacional degeneró, traicionando los objetivos que se había asignado en el momento de su fundación.

La crisis del imperialismo por la guerra, la existencia de una vanguardia experimentada y templada, la existencia de una clase obrera concentrada y combativa, hicieron de Rusia un eslabón débil de la cadena capitalista, posibilitando la victoria de la revolución. En revancha, el aislamiento en que se vio confinada la revolución rusa, por las derrotas del proletariado húngaro y alemán, puso en peligro su futuro.

La burocratización del P.C.U.S. y del Estado soviético no fue —en este contexto— producto de la fatalidad ni de complots. Antes de nada es el resultado de la desmovilización y pasividad obrera como consecuencia de la sangría de la guerra civil y de la decepción nacida de las dificultades económicas.

Es necesario subrayar un aspecto importante en la comprensión trotskista do este fenómeno: teniendo en cuenta las causas objetivas inevitables de una cierta "deformación burocrática" ( sub desarrollo de las fuerzas productivas, intelectuales, cultural y hasta numérico del proletariado; aislamiento de la revolución soviética y reflujo de la revolución mundial, penuria de mercancías y de bienes de consumo). Trotsky comprendió que la degeneración, no era de ningún modo inevitable. Se podía y debía combatir con una lucha consciente del Partido Bolchevique. La tragedia de la historia de la Unión Soviética es la incomprensión, en los momentos decisivos, por parte de la mayoría de los dirigentes del Partido, del fenómeno de la burocracia. Pero hay unas causas históricas que explican "esta incomprensión": el aparato del Partido Bolchevique se convirtió en el instrumento inconsciente de la toma del poder por una capa burocrática, porque había empezado a burocratizarse el mismo. El aparato del Partido, integrado en el aparato estatal, identificándose con él en gran medida, ya había sufrido él mismo las primeras fases de degeneración "burocrática"; por eso, en la medida en que era contrario a sus intereses ideológicos y materiales, era incapaz de combatir un proceso en el que él tomaba parte. Lo importante es el hecho de que una serie de errores institucionales del Partido Bolchevique favorecieran este proceso de autentificación de los aparatos del Estado y del Partido, y de burocratización de los dos simultáneamente, que hicieron al Partido, sociológicamente incapaz de desempeñar el papel de freno de la burocratización.

Los tres errores fundamentales fueron: la prohibición de tendencias dentro del Partido Bolchevique: el establecimiento del principio del Partido único; y la incomprensión de los lazos entre el régimen soviético con la propiedad y la necesidad de acumulación socialista primitiva.

Este control de la burocracia sobre el P.C.U.S, y el Estado soviético, unido a la supremacía absoluta de los Tusasen la Internacional, terminaron, también, convirtiendo a ésta en un simple apéndice de los intereses de la burocracia soviética fuera de la URSS.

La lucha contra la deformación stalinista de la política de Lenin, comenzada a escala nacional en Rusia en 1923 por Trotsky y la oposición da izquierda, se desarrolló hasta 1928 para hacerse mundial, bajo la forma de una Oposición de Izquierda Internacional, que tomó el nombre de Liga Comunista Internacionalista. A pesar de las exclusiones burocráticas por los bonzos del Kremlin, contra los oposicionistas en todas las secciones de la Internacional Comunista, estimando que era todavía posible la reforma de la I.C., se consideró ella misma como sólo una oposición y se esforzó por ser integrada de nuevo en las filas de sus secciones nacionales.

Pero en 1933 cuando, amenazado por la llegada de Hitler al poder, el P.C. Alemán —poderoso pero stalinizado— capituló, propiciando la derrota del proletariado alemán, dejándolo ir a la matanza sin darle la menor señal para una lucha unida y organizada, fue evidente, que la reforma de la Internacional no es posible. La Oposición de Izquierda Internacional llama en Septiembre de 1933 a la construcción de la IV Internacional.

Bajo la dirección de L. Trotsky, el movimiento por la IVª Internacional llegó a su objetivo en una Conferencia de Fundación reunida en 1930. Cinco años más tarde, Stalin disolvió los restos de la IIIª Internacional.

Heredera de las tradiciones y de los principios del marxismo-revolucionario y del internacionalismo proletario, la IVª Internacional se fijó el propósito de acabar la tarea emprendida por la Iª, IIª y IIIª Internacional, es decir la construcción de la dirección que necesita la clase obrera para derrocar al capitalismo y edificar el socialismo:

a.- La IVª es la única organización que se ha planteado en la práctica la construcción de una organización estructurada de modo centralizado y asentada sobre los principios leninistas de organización, a nivel internacional.

b.- La IVª es la única organización que en la teoría y en la práctica ha mantenido en pie el internacionalismo proletario. Frente a la degeneración stalinista de los "estrategas nacionales" (que además, no son en la práctica sino en la política de mantenimiento del “statu-quo” internacional, que proviene de la teoría del socialismo en un sólo país), la IVª Internacional ha mantenido contra todo viento y marea, golpeada por la represión burguesa y la represión stalinista, ha formulado —en el camino de Marx y Lenin— que el socialismo sólo es realizable plenamente en un proceso de revolución internacional. Por ello mismo, la IVª , se ha ganado, el derecho de ser la continuadora de la tradición leninista, de los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, de la "Oposición de Izquierda" y del "bolchevismo-leninismo" manteniendo la política marxista-revolucionaria contra todas las deformaciones del stalinismo.

c.- Si bien ha estado "proscrita", la IVª ve su historia y su desarrollo muy estrechamente ligados a los del movimiento comunista "oficial", bajo el control del stalinismo. La IVª Internacional reaccionó con una sensibilidad extrema al curso de degeneración y de putrefacción del stalinismo en todos los países del mundo.. Sofocado durante decenios por la fuerza considerable del estado stalinista y de sus dependencias internacionales, el movimiento comunista revolucionario, como lo mantenía la IVª Internacional, no podía hacer otra cosa que sobrevivir.

 En 1938 el movimiento comunista se reducía únicamente a dos fuerzas: los
stalinistas y la IVª, Los primeros tenían a su favor el aparato de un Estado que muy pronto iba a convertirse en
una de las mayores potencias mundiales. Los segundas sobrevivían simplemente, manteniendo la tradición del marxismo-revolucionario, pero sin ninguna capacidad real para implantarse. Con una relación de fuerzas tan desigual, fue necesario que interviniera otra fuerza capaz de desequilibrarlo. La revolución colonial de los últimos 25 años, ha cumplido este papel desbordando el marco internacional del stalinismo y sus medios de control. Ello ha abierto nuevas perspectivas a las tareas de la IVª Internacional.

d.- Renunciando a hacer el análisis del porqué de la degeneración de la URSS y de dar una consistencia real a sus posiciones, la dirección China, que ha crecido con el abono stalinista, vehiculiza una gran parte de sus quiebras. Por añadidura, esta postura de oposición a la política derechista de los soviéticos stalinistas, se ha producido en un periodo en que las luchas revolucionarias estaban esencialmente confinadas al mundo colonial, del que China era una parte integrante. La famosa concepción de la "zona de las tempestades", base geográfica y no teórica de la dirección china, dependía de una visión burocrática reservada a donde podía aplicarse el modelo chino y permitirse, por tanto, crear un campo de influencia chino.

Bengala y Ceilán han servido para poner bien clara la política de la dirección china. Los conflictos interburocráticos (de los que la muerte do Lin-Piao es sólo su última expresión) constituyen uno de los efectos producidos por la sustitución de la política internacionalista por la del mantenimiento de los bloques y del "statu-quo" internacional,

e.- Es sobre este trasfondo donde la vanguardia comunista debe reconstruirse ahora. La descomposición del campo stalinista engloba mucho más de lo que estaba comprendido en los límites originales de su desarrollo y de su ascenso. Las empresas de liquidación directa o indirecta de movimientos o de organizaciones revolucionarias, se torna todavía más posibles, por el desmenuzamiento de la acción revolucionaria internacional, por el hecho de que no existe hoy un centro mundial capaz de armonizar el desarrollo de las fuerzas en lucha y de combinar estas diferentes frentes de lucha en un mismo continente o en varios continentes.

De nuevo las consecuencias del stalinismo se expresan por una deseducación del movimiento obrero internacional y de su vanguardia comunista cuyo debilitamiento es patente en vista a las tareas más duras en el contexto internacional actual. No hay capacidad suficientemente elaborada, consistente y arraigada, para paliar estas debilidades y reparar los daños causados por estas decenas de años de desmovilización de la vanguardia comunista internacional en que nos encontramos. Es en este contexto donde la IVª Internacional actúa.

f.- Ahora bien, la IVª es la primera en reconocer que no es una Internacional de masas, sino que llegado a esto, debe consistir (y de hecho consiste) su principal objetivo. En esta proyección deberán aplicarse los criterios leninistas en los diferentes países, para la construcción de Partidos revolucionarios. Por tanteo, podríamos definir a la IVª no como la Internacional de masas que se necesita, sino cerne el polo de reagrupamiento hacia ese objetivo; La IVª está hoy en vías de operar un transcrecimiento de internacional de cuadros a Internacional lanzada a la ofensiva y tomando la iniciativa de construir una Internacional implantada en las masas. De nosotros depende la elección entre tomar nuestra parte en esa tarea o dedicarnos a contemporizar ante las dificultades.

g.- De todos modos, somos los primeros en criticar una fetichización de la IVª internacional que podría nacer en algunos compañeros. Efectivamente la IVª es la única que se ha planteado en el terreno de organización la solución a los problemas estratégicas a nivel internacional. La IVª vive, es real, pero aún es débil tanto organizativa como políticamente. La IVª ha conocido un desarrollo acelerado a partir de mediados de la década de los 60; este desarrollo ha originado, también, la aparición de una amplia gama de problemas que desde el papel de la lucha armada en América Latina hasta el papel a jugar frente a la radicalización de la vanguardia en Europa, se encuentran en pleno debate.

Con otras palabras, la homogeneidad respecto a los problemas esenciales de la revolución mundial no ha adquirido aún la suficiente maduración organizativa. El paso de la organización de unos pocos cuadros a organización con verdadera implantación de masas, es un fenómeno que empieza ahora a realizarse. Pero la inmadurez en que aún se encuentra ese proceso, contra la existencia de una inmadurez en la homogeneización interna. Que nadie se haga, pues, de la IVª, un fetiche pensando que es la panacea en la que están resueltos todos los problemas de la orientación internacional de las luchas,.

 

VI.- El significado del programa de transición

La idea de un programa de transición es tan vieja como el movimiento comunista contemporáneo. Surge de la constatación de la contradicción fundamental de nuestra época: la contradicción entre la madurez de las condiciones objetivas necesarias para la victoria de la revolución socialista (y entre estas condiciones objetivas, es preciso clasificar igualmente los grandes movimientos de masas proletarias, que ponen periódicamente al orden del día la conquista inmediata del poder por el proletariado), y la inmadurez de las condiciones subjetivas necesarias para esta victoria: el nivel de conciencia del proletariado y de su dirección.

La función del programa de transición consiste en superar estos dos insuficiencias del "factor subjetivo". Luchas de un determinado tipo desencadenadas por reivindicaciones determinadas y organizadas de manera determinada permiten a las masas, a través de su propia experiencia, llegar a la comprensión de la necesidad del derrocamiento inmediato del capitalismo. El núcleo del Partido revolucionario (encarnando la continuidad del marxismo revolucionario, es decir, el conjunto de sus posiciones programáticas, a pesar de las deformaciones burocráticas y revisionistas de este programa, primero por la burocracia social-demócrata y sindical, después por la burocracia stalinista) se transforma en Partido revolucionario de masas a medida que la conciencia de clase comunista, que la comprensión de las necesidades de un derrocamiento revolucionario del capitalismo, se extiende en capas cada vez más amplias de las masas trabajadoras. La iniciativa, la acción, el papel dirigente de este Partido, son necesarios para que se lleve a cabo este proceso. Pero, de la misma manera, este proceso presupone la elevación real de la conciencia de clase de una vanguardia cada vez más masiva del proletariado.

Por esta razón, las luchas de masas no son, en sí mismas, ni automáticamente generadoras de una solución de la crisis histórica de nuestra época, ni de la crisis de la conciencia y de la dirección proletarias. Las luchas más masivas por reivindicaciones inmediatas no engendran necesariamente una conciencia anti-capitalista. Esta es la razón por la que la dicotomía de la social-democracia clásica (retomada hoy por los Partidos Comunistas, tanto pro-Moscú como pro-Pekín) entre el "programa mínimo" y "programa máximo" —dicotomía entre las luchas por reivindicaciones inmediatas y el simple programa de propaganda máximo— no permiten resolver esta contradicción. Por la misma razón, el simple refuerzo do las organizaciones de masas tradicionales —sobre todo sindicatos— no conduce tan siquiera a una solución de la crisis de la dirección obrera.

Son precisas luchas por objetivos transitorios (es decir, realizables dentro del marco del funcionamiento normal del régimen capitalista, es decir, desembocando en una situación pre-revolucionaria, si no es en la creación de organismos de dualidad de poder) para permitir a la conciencia de clase hacer un salto cualitativo adelante. Igualmente hacen falta, al lado de los sindicatos y de los partidos, organismos democráticos de auto-organización de las luchas obreras, verdaderos embriones de soviets, para transformar, tanto en la práctica como en la conciencia de las masas, lo que todavía no son más que escaramuzas —aunque
sean duras y masivas— entre el Capital y el Trabajo, en un asalto general del proletariado contra el Estado burgués y contra las relaciones de producción capitalista.

La Internacional Comunista, asimilando estas lecciones principales de la revolución Rusa de 1905 y 1917 y de las grandes explosiones revolucionarias después de la primera guerra mundial, había emprendido desde su III Congreso la vía de la formulación de un programa de transición, y había expresado claramente su necesidad en una resolución adoptada en su IV Congreso. Trotsky no hizo sino continuar esta tradición leninista elaborando, para la conferencia de fundación de la IVª Internacional en 1938, el programa de transición que ha permanecido hasta hoy.

Este programa representa ante todo un análisis global de la situación histórica nacida de la época del declive del capitalismo, así como un método para resolver las contradicciones fundamentales de nuestra época. Atenerse, a cada momento, a cada letra de este texto, querer lanzar a las masas a la lucha contra el paro o contra el fascismo incluso en situaciones coyunturales pasajeras en las que estos fenómenos no están en absoluto presentes en las preocupaciones inmediatas de estas masas, es ir evidentemente contra el espíritu del Programa de Transición.

Comprender en qué las contradicciones del capitalismo son irreductibles e insolubles sin el derrocamiento de este régimen, este es el punto de partida esencial. Comprender que las masas se lanzan periódicamente en combate de gran envergadura contra manifestaciones concretas de estas contradicciones —que difieren forzosamente según el país y según el periodo—, esta es la, segunda constatación fundamental. Y el objetivo: insertar a las organizaciones revolucionarias en estos combates de manera que puedan transformarlos en saltos victoriosos contra el régimen capitalista. Todo lo demás es táctica y análisis de situaciones particulares. Para el Programa de Transición, como para el leninismo en general, la vieja fórmula de Lenin conserva todo su sentido: el arte de la política revolucionaria parte siempre del análisis concreto de una situación concreta. Pero la diferencia entre el leninismo por un lado, y el centrismo o el oportunismo sin principios por el otro, consiste en que este análisis no tiene nunca como objetivo llevar a los revolucionarios a adaptarse a una situación de hecho. Por el contrario, este debe capacitarles más para transformarla en un sentido bien concreto: la realización de la tarea histórica del proletariado

No existe ninguna contradicción entre el hecho de defender con energía —primero por la propaganda, después por la agitación y en la acción— un programa de transición ante las masas trabajadoras, y la necesidad de defender cada reivindicación inmediata, por mínima que sea, desde el momento en que es necesaria para la defensa de los intereses del proletariado, y de otras capas de trabajadores y explotadas de la población. Los marxistas revolucionarios tienen el deber de participar en todas estas luchas, de defender no solamente las reivindicaciones económicas, sino también las reivindicaciones democráticas de las masas, así como tienen el deber de reforzar organizaciones de masas como los sindicatos. Pero, a diferencia de los reformistas de ayer y de hoy, no se contentan con retornar las reivindicaciones surgidas del proletariado mismo, como tampoco conciben sumisión esencial en una pugna con respecto a estas reivindicaciones (15% de aumento de salarios, en lugar del 12 % reclamado por los sindicatos; 35 horas de trabajo, en lugar de semana de 36 horas reclamada por las organizaciones de masas). Los marxistas revolucionarios, tratando de inyectar la propaganda —y la agitación, si es posible— por reivindicaciones transitorias en estas luchas, juegan el verdadero papel de vanguardia histórica. Hacen consciente al movimiento espontaneo de los únicos objetivos que ofrecen soluciones duraderas y no pasajeras a los males provocados por el régimen capitalista. Representan el futuro en el presente, y orientan al movimiento de masas hacia sus objetivos históricos definidos.

Varios de los puntos de nuestro programa de transición están vivos en una amplia vanguardia de masas en numerosos países imperialistas (por no hablar de los países semi-coloniales y de los Estados obreros burocratizados). La escala móvil del salario y el control obrero son los ejemplos más significativos. Pero, de la misma manera que el marxismo en general, el programa de transición no puede ser asimilado, ni "realizado parte por parte". Constituye un todo coherente, que tiene precisamente por función llevar al proletariado a poner en cuestión y a derrocar a la sociedad burguesa en su conjunto. La construcción de las secciones de la IVª Internacional desde 1968, es la mejor demostración de que la conciencia de esta necesitad aumente en una vanguardia cada vez más amplia en todos los países del mundo.

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VII.- Los términos de la opción

Sobre la base de que concebimos a la IVª Internacional, a pesar de su debilidad actual, como la única que ha mantenido en pie el marxismo revolucionario y lo ha plasmado en la práctica al crear una organización internacional, sobre la base de nuestro total acuerdo con su cuadro programático (revolución permanente, P. de T., tres sectores de revolución mundial, concepción leninista de la organización) y sobre la base de la urgencia de construir, sobre esas bases, una Internacional de masas, proponemos nuestra entrada en la IVª Internacional,

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COMUNICADO DEL BURO POLITICO DE LA L.C.R. A LA 7ª ASAMBLEA.

A la VII.-Asamblea de E.T.A. (VI)

Camaradas :

Enviamos a vuestra VII Asamblea nuestros mas fraternales saludos comunistas. Somos conscientes de que las resoluciones que adoptáis en ella van a tener una importancia decisiva para la construcción de la sección de la IVª Internacional en el Estado Español, objetivo que constituye la tarea central de nuestras dos organizaciones en el presente periodo.

Alcanzar este objetivo adquiere una importancia fundamental ante las crecientes tareas que impone a los marxistas revolucionarios el ascenso de la lucha de masas y la maduración de una situación prerrevolucionaria en el Estado Español.

Las movilizaciones de Pamplona, en las que E.T.A, (VI) ha desempeñado un papel de primera línea con el que nos sentimos plenamente identificados, ha sido la más reciente y la más radical de las explosiones de masas que, desde hace años, templan las armas de clase para la Huelga General Revolucionaria,

Los obreros y el pueblo de Pamplona han demostrado su capacidad de combate, la firme voluntad de responder con la acción directa a la explotación y opresión capitalista, la conciencia —aún inicial— de la necesidad de pone en pié organismos de autoorganización democrática de la lucha y de autodefensa de las movilizaciones, de responder —aun en las más duras condiciones— a cualquier agresión de la dictadura con la solidaridad inmediata y activa. Su lucha continúa la heroica tradición de Burgos, Ferrol, Vigo y San Adrián, refuerza la esperanza y el combate de todos los trabajadores del Estado. Nuevos nombres de nuevas Huelgas Generales se seguirán inscribiendo sin duda en los próximos meses en el prólogo del derrocamiento de la dictadura franquista y del capitalismo en nuestro país.

En estas condiciones, el pánico de los explotadores ante la proximidad del entierro del dictador es inevitable y sólo tiene una vía de expresión: el incremento del terror policíaco, la violencia represiva sobre el movimiento y su vanguardia. Así se intentan resolver las cada día más graves contradicciones inter-burguesas, mantener los beneficios de los patronos y frenar la maduración de la crisis revolucionaria doblegando con la represión las espaldas de los trabajadores.

Para impedir que estos proyectos alcancen alguna realidad, para profundizar el ascenso de la lucha de clases, para continuar abriendo el camino hacia la Huelga General Revolucionaria son necesarias —retomando una vieja concepción de L. Trotsky— tres condiciones: el Partido, el Partido y el Partido. Y este Partido debe ser construido ahora, porque no falta ni una sola de las condiciones para ello. Luchando con coraje por la profundización y generalización a todo el Estado de las explosiones de masas locales, impulsado el combate por las reivindicaciones pendientes, con los métodos de acción directa y las formas de autoorganización democrática del movimiento, conquistando la hegemonía en el seno de la nueva vanguardia y haciendo de ella la palanca decisiva de la alternativa revolucionaria, que arrebate la dirección de los trabajadores a los aparatos burocráticas reformistas, los marxistas revolucionarios no sólo podemos sino que tenemos la obligación histórica de dotar de una dirección comunista a la revolución española partiendo de las mismas luchas actuales.

La propuesta de fusión con la L.C.R. presentada en vuestra Asamblea por la tendencia A y nuestro buró político es la mejor respuesta concreta que podemos dar hoy a esta necesidad imperiosa de avanzar en la construcción de una dirección comunista. Fundir nuestras dos organizaciones, en base a la línea programática de la IVª Internacional, supondrá un enorme paso adelante para E.T.A. (VI), para la L.C.R., y para la misma Internacional, y así será entendido por amplias franjas de la vanguardia obrera y estudiantil. Tenemos la firme esperanza de que el paso será dado, de que nuestras dos experiencias, dos historias revolucionarias, fortalecerá la sección de la IVª Internacional en el Estado Español. Y de que así, en los próximos combates, el proletariado contará en su vanguardia con una organización firme y eficaz, capaz de izar más alta la bandera del marxismo revolucionario, de conquistar el derecho a que marche en cabeza, dirigiendo el camino hacia el socialismo en los pueblos del Estado Español.

¡VIVA E.T.A. (VI) !


¡VIVA LA IV INTERNACIONAL ! 

Buró Político de la L.C.R.

(Organización Simpatizante de la Cuarta Internacional)

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RESOLUCIÓN SOBRE

Hacia la Huelga General Revolucionaria

I- El crepúsculo del franquismo

1 Aun con el acelerado crecimiento económico que supone la industrialización efectuada a lo largo de la década de los 60, la burguesía española no ha logrado resolver las agudas contradicciones sociales existentes. Paralelamente, si el desarrollo económico logró retrasar las explosiones sociales que podían preverse a partir de las luchas iniciadas a comienzos da la pasada década, (retraso que fue posible 
por la masiva emigración de trabajadores del campo hacia Europa, por el componente de origen campesina de una parte importante del nuevo proletariado y en una época en que la tasa de inflación se mantuvo en niveles tolerables) este mismo desarrollo económico aportó también un crecimiento extraordinario del proletariado, sentando las bases para su recomposición política tras la derrota de la guerra civil.

Más aún: el hecho de que el desarrollo económico español se produjera como sub-producto de la expansión de la economía imperialista en Europa occidental, provocó que no haya podido resolver los desequilibrios de la desigual estructura industrial, agrícola y de servicios, tanto entre sí, como dentro de cada sector; que la política económica dé la burguesía se haya mostrado, una y otra vez incapaz de evitar los extremos del ciclo inflación-recesión (“espasmodismos”); que persiste la inestabilidad de las partidas que compensan el déficit comercial, así como la neta dependencia de las economías de los países capitalistas más desarrollados; que se mantenga el persistente desequilibrio entre los "aumentos del coste de la vida y la capacidad adquisitiva de los trabajadores...

La agudización de las crisis del capitalismo internacional, no puede sino influir de una forma marcadamente aguda en una economía marginal como la del Estado Español.

2 La combinación de esos factores económicos y sociales, ha impedido que la burguesía pudiera articular un régimen democrático alternativo a la dictadura franquista. Esto ha agudizado, a su vez, la explosividad de las contradicciones superestructurales, como resultado del abismo entre unas estructuras políticas de corte fascista y el grado de desarrollo alcanzada por el capitalismo español.

Así, pues, la burguesía se ha visto obligada a agarrarse férreamente a la dictadura como único mecanismo político capaz de continuar asegurando sus tasas da beneficios. Esto significa que la represión se ha convertido en la única respuesta con que se contesta a la lucha de masas por su reivindicaciones. El hecho de que la debilidad del capitalismo español impida conceder mejoras realmente significativas, determina un mayor endurecimiento represivo; pero esto provoca que las luchas, aún las iniciadas por las motivaciones más elementales, tiendan a radicalizarse y a politizarse al verse enfrentadas al aparato represivo.

De este modo la situación de la burguesía acaba por asemejarse a una serpiente que se muerde su propia cola: los cambios sociales efectuados por el desarrollo económico han producido un
proletariado numeroso, joven y concentrado, con una extraordinaria capacidad de combate; entre la explosión de
las contradicciones sociales, la incapacidad de la burguesía para conceder me
joras estables realmente efectivas, y
la necesidad de enfrentarse a la represión para conquistar éstas, se ha producido la recomposición del M.O. como movimiento de masas que une la defensa de sus intereses materiales al combate por las libertades democráticas, sindicales y políticas, al combate contra la dictadura, (las piruetas pseudo-liberalizantes de los años 60 tuvieron que verse bruscamente cortada, por el Estado de Excepción del 69, para abrir paso a la represión pura y simple, la respuesta obrera y popular contra el Proceso de Burgos demostró que tampoco la represión era capaz ya de detener el ascenso de la combatividad de las masas, filas aún: demostró que el combate político contra la represión y la Dictadura, se convertía en el eje fundamental de la recomposición del movimiento obrero.

3 Con los combates de diciembre del 70, la crisis de la dictadura que se venía fraguando a partir de las luchas del 62, se convierte en el Crepúsculo del Franquismo, en la situación en que la burguesía no pueda sino aferrarse cada vez más a la dictadura pero ésta es ya incapaz de detener el avance de las luchas.

Estos son los factores por los que la Asamblea anterior definía la situación actual como de maduración creciente de una crisis pre-revolucionaria. (Ver Zutik 55)

4 El carácter fundamentalmente político de la recomposición del m.b. se ha visto plenamente confirmado en las luchas posteriores a Burgos. La característica fundamental del actual período es el de la aparición de Huelgas Generales locales que, iniciadas por uno u otro motivo, acaban convirtiéndose en una explosión de masas contra la dictadura y la represión: construcción de Madrid, Ferrol, Vigo, San Adrián de Besos, Pamplona...

Por el contenido final de estas movilizaciones (libertad para detenidos, fuera la policía de las fábricas, abajo la Dictadura), por el impacto popular que han originado (apoyo de estudiantes, cierre de comercios...), por las formas de organización sobre las que se han asentado (comités escogidos y revocables en Asambleas, Comités de Huelga ...) y por los métodos de lucha que
han desarrollado (Comités de extensión de Huelga, piquetes de autodefensa), estos combates van prefigurando el camino hacia el derrocamiento del franquismo.

En efecto, nuevas explosiones generalizadas, nuevas huelgas políticas de masas se han de producir. Cada una de ellas experimentará a la clase obrera en la lucha política contra el régimen y en el enfrentamiento contra las fuerzas represivas. El carácter local de las explosiones actuales permite, que la burguesía pueda aún, seguir maniobrando. Pero la asimilación de las experiencias prácticas obtenidas por las masas a través de estas luchas, unida a la recomposición y fortalecimiento de la vanguardia obrera, irán posibilitando que cualquiera de esos combates pueda convertirse en el muelle capaz de accionar un movimiento de huelga política de masas extendida ampliamente en los principales centros industriales, generalizando a los sectores populares y de la pequeña burguesía, dotado de métodos de lucha violenta y semi-insurrecionales, es decir: una HUELGA GENERAL REVOLUCIONARIA capaz de derrocar la Dictadura Franquista.

5 Esa es la dinámica objetiva a la que apuntan las luchas actuales. Esa es la orientación en la que los m-r debemos trabajar, unificando los combates obreros, ganando para ellos el apoyo de otros sectores oprimidos, politizando y dando contenido anticapitalista a estas luchas, creando en ellos iniciativas que permitan desarrollar experiencias masivas tras reivindicaciones transitorias, fortaleciendo la auto-defensa de las masas y potenciando las C.C.O.O. y las formas democráticas de organización que surjan en la misma lucha.

-II-
 Un proceso de revolución permanente

 6 La Dictadura franquista sólo podrá ser derrocada por la acción revolucionaria de las masas, enfrentándose al Estado burgués y su aparato represivo, organizándose desde la base, en las fábricas, universidades y barrios y ocupando las fábricas y las tierras amenazando la propiedad capitalista. Afirmar que ésta H.G.R. abre un proceso de revolución permanente, significa que para asegurar sus conquistas y evitar un contra-golpe reaccionario de la burguesía, la clase obrera ha de poner al orden del día el ataque a las propiedades capitalistas, el control de la producción, la nacionalización de la banca, etc. lo que exige disolver el ejército y las fuerzas represivas burguesas y armar a las "masas obreras y populares, organizándoles en milicias. Pero justamente, la realización de éstas tareas lleva objetivamente a que las conquistas logradas por el derrocamiento de la Dictadura, sólo podrá asegurarse en la medida que la clase obrera oponga su propio gobierno, el Gobierno de los trabajadores, a toda forma de gobierno burgués o de coalición con la burguesía; y en definitiva, esto significa que el proceso revolucionario abierto con la H.G.R. se verá obligado a destruir el estado capitalista y construir al Estado proletario, la República Socialista de los Soviets.

7 Afirmar que el derrocamiento de la Dictadura abre un proceso de revolución permanente, no significa que la única forma de gobierno que pueda suceder inmediatamente sea la Dictadura del Proletariado. Si la burguesía se ve confrontada a un potente movimiento de masas que adopte formas crecientemente insurreccionales, entonces no tendrá ya nada que perder y sí un tiempo precioso a ganar ( unos pocos meses pueden ser suficientes) ofreciendo a los trabajadores el señuelo de unas libertades democráticas restablecidas, con el objetivo de entramparlas mientras ella se prepara para el contra-golpe, reorganizando sus fuerzas.

Por lo tanto, la perspectiva de un proceso de revolución permanente incluye y no excluye la posibilidad de un restablecimiento temporal de las libertades democráticas, como sub-producto del ascenso del movimiento revolucionario del proletariado.

8 El problema fundamental radica en comprender la naturaleza de ese período, en entender que la restauración de las libertades democráticas no significa estabilización de una situación si no, al contrario, profunda inestabilidad social y política. La H.G.R. va a generar, de forma casi espontánea, la aparición de órganos de doble poder, cuyo proceso de constitución se va, ya hoy, prefigurando en los órganos democráticos, que surgen al calor de las luchas, en los Comités de Extensión, piquetes de auto-defensa, etc., con que los trabajadores organizan sus combates, mantener, como lo hace el PCE, que a la caída de la Dictadura va a suceder una período de estabilidad social, de democracia parlamentaria, significa en la práctica, intentar convertir a la clase obrera en abanderada de la consolidación del sistema capitalista, convirtiendo paralelamente al mismo PCE en bombero del fuego revolucionario. Además el efecto más probable de una estrategia como la del PCE no sería solamente la desmovilización del proletariado revolucionario, sino también el mantenimiento del gobierno represivo y asesino de la burguesía. La crítica y la diferenciación de las m-r con el PCE, ya desde el período actual, debe tener una importancia fundamental en torno a las tareas que se dicen de este período "democrático" (en particular en torno a introducir, ya desde hoy, a través de la acción y de la lucha, las consignas transitorias cuya experimentación previa es la única garantía de asegurar el transcrecimiento de esta situación de crisis revolucionaria al triunfo definitivo de la Revolución Socialista).

      9 Durante este período transitorio abierto par la H.G.R., la burguesía prepararía febrilmente los medios para un aplastamiento sangriento del proletariado, a fin de restablecer la relación de fuerzas a su favor. La vanguardia proletaria deberá utilizar ese breve período para completar la organización de las masas, en órganos de doble poder y para reforzar su propia influencia entre aquellos, a fin de preparar se al enfrentamiento inevitable con las máximas posibilidades de victoria y, en fin, para acelerar la construcción del partido revolucionario.

Esto exigirá:

a) llevar hasta el fondo las consignas democráticas: autodeterminación para las nacionalidades oprimidas, reforma agraria, libertad de reunión, asociación, expresión, etc.

b) poner al orden del día, como tareas centrales, las reivindicaciones de carácter transitorio. Sin duda alguna las reivindicaciones democráticas pueden y han de jugar un papel decisivo en la lucha contra la Dictadura franquista. Pero sería un error con peligrosísimos deslices derechistas pensar que debido al carácter explosivo de dichas reivindicaciones en el Estado español, pueden sustituir a las reivindicaciones transitorias.

Precisamente porque las bases materiales para la revolución socialista es tan ya reunidas, la mera lucha" consecuente" por las reivindicaciones democráticas, no es suficiente para elevar el nivel actual de conciencia de los trabajadores, al nivel de conciencia política de clase, de conciencia de sus intereses históricos. Desde ahora, la lucha por las reivindicaciones democráticas debe enlazarse con las tareas socialistas de la revolución.

Sólo de esa manera se producirá ese transcrecimiento necesario en la fase de crisis revolucionaria. La historia demuestra que la burguesía puede siempre asimilar, cuando ve realmente amenazada su posición de clase explotadora, una reivindicación democrática concreta. Los revolucionarios deben educar al proletariado (no sólo ideológicamente sino mediante la experiencia práctica) en la necesidad de traspasar los límites de la propiedad capitalista y el estado burgués, impidiendo así que las reivindicaciones democráticas se conviertan en el "nudo corredizo pasado al cuello del proletariado".

c) Completar la organización del doble poder (Soviets, milicias, etc.), para disolver las fuerzas represivas de la burguesía y defender las conquistas obreras.

-III- El gobierno de los trabajadores

10 Para popularizar el conjunto de esta perspectiva de revolución permanente, los m-r utilizamos la forma del GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES, que, en el momento actual, definimos por medio del lenguaje de consignas democráticas y anticapitalistas que deberá llevar a cabo y por su apoyo en las organizaciones de masa que hayan protagonizado el derrocamiento de la Dictadura. Esta fórmula de Gobierno de los Trabajadores que proponemos tras el derrocamiento de la Dictadura franquista (oponiéndole a cualquier fórmula de gobierno burgués, o de coalición con la burguesía ) no significa todavía la Dictadura del Proletariado; es una Consigna transitoria destinada a hacer el puente entre la realidad de un Estado burgués desbordada por la movilización revolucionaria de las masas y la dictadura del proletariado cuya necesidad noes comprendida todavía por la mayoría de las masas. Para ello, evidentemente, será necesario que la fórmula de GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES deje de ser un término propagandístico (como lo es hoy) para convertirse en una consigna central de acción.

11 Pero los organismo de masas que hayan protagonizado el derrocamiento de
la Dictadura y hayan transcrecido en
órganos de doble poder (sobre lo que
esta consigna puede concretizarse) no van a surgir del cielo. Nacerán de otras organismos existentes previamente que transcrezcan en aquellos a lo largo del período revolucionario.

Hoy nos encontramos con la existencia estable de CC.OO. y con la aparición puntual de los Comités elegidos y revocables (con su coordinación, a veces, en Comité General de Huelga). Hoy no podemos prever si en el estallido de la H.G.R. se podrá lograr una inmediata coordinación de los Comités elegidos en Asamblea, o el posible papel que las CC.OO., fusionándose con éstos (o diluyéndose en ellos) pueden jugar en su coordinación a nivel estatal. En todo caso hemos de potenciar ambos constantemente. Y la realidad actual de éstos organismos nos permite mantener sobre ellos una orientación estratégica (la estrategia de las reivindicaciones transitorias cuya culminación es el G. de los T.) y educar en este sentido a la vanguardia obrera.

De ahí, pues, que en base a estos organismos que constituyen hoy una expresión real de frente único y que han de basamentar mañana su trancrecimiento en órganos de doble poder, podemos ya desde hoy, dar una forma propagandística que concretice el conjunto de la perspectiva estratégica que mantenemos POR UN GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES, SOBRE LA BASE DE LAS CC.OO. Y LOS COMITES ELEGIDOS Y REVOCABLES EN LAS ASAMBLEAS OBRERAS, LAS MILICIAS OBRERAS Y POPULARES, y en general los organismos de masas que hayan protagonizado EL DERR0CAMIENT0 DE LA DICTADURA.

12 Pero no basta conque los m-r mantengamos esta orientación de reivindicaciones transitorias de una forma exclusivamente propagandista y menos aún que la releguemos para el período posterior a la HGR, reduciendo ahora nuestra actividad a las reivindicaciones inmediatas y a la lucha por las conquistas democráticas. La conciencia de los trabajadores solo avanza como producto de las experiencias adquiridas en su misma acción. Si bien es cierto que para formular las consignas, las reivindicaciones, el programa, los m-r debemos partir del análisis concreto de la situación objetiva ( incluyendo aquí el estado de ánimo de las masas), también lo es que ello no significa adaptarse a dicha situación. Nuestro rechazo de la dicotomía-propia de social-demócratas y estalinistas entre programa mínimo y máximo, parte de que tal método es incapaz de resolver la contradicción entre unas condiciones objetivas maduras para la revolución socialista y la debilidad de la conciencia del proletariado y de su dirección para llevar a cabo esta tarea.

El método del P. de T. consiste, al contrario, en que los m-r comprendiendo que las contradicciones del capitalismo son irreductibles sin su derrocamiento y que las masas se lanzan periódicamente en combates de gran envergadura contra manifestaciones concretas de esas contradicciones, introducen la actividad de su organización en esos combates, elevando las consignas de lucha de manera que las masas realicen experiencias de acción tras objetivos que no son solucionables dentro del marco capitalista. Detener la actividad de los m-r en la lucha por las reivindicaciones inmediatas y las conquistas democráticas, sin formular en la acción la lucha por las reivindicaciones transitorias, conllevaría que la maniobra burguesa de entrampar a las masas con el señuelo de las libertades democráticas (tras la HGR) surtiera efecto; conllevaría también una adaptación a la suicida estrategia del PCE y en último término, la negación en la práctica de la tarea de construir un Partido leninista de combate, que sólo puede surgir de la comprensión por parte de franjas importantes de la vanguardia obrera en la necesidad de derrocar al capitalismo, lo que nunca ocurrirá si la acción de los m-r en las luchas, no eleva su grado de conciencia, ya que, por su mismo carácter, estas reivindicaciones no pueden surgir de forma espontánea.

En la medida que las reivindicaciones elementales de las masas se enfrentan, en cada momento, con un capitalismo en putrefacción, los m-r debemos ir formulando un sistema de reivindicaciones transitorias que, partiendo de las condiciones actuales, y de la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera conduzca, invariablemente a una sola y única conclusión: la necesidad de la conquista del poder por el proletariado. 

-IV- Preparar el enfrenamiento

 13 La eventualidad de que la burguesía consienta, tras el derrocamiento de la Dictadura, en un restablecimiento temporal (y corto) de las libertades democráticas, lo hemos señalado justamente cómo lo que es: una, posibilidad.

Que estructuralmente la burguesía pueda hacerlo para evitar el riesgo a perder su dominación de clase, que —en si mismo— el restablecimiento temporal de esas libertades no significa aun la expropiación de la burguesía española, que eso le puede conceder un margen para reorganizarse y lanzar un nuevo ataque contrarrevolucionario, todo eso es evidente. Que vaya o no a hacerlo es harina de otro costal; eso dependerá del resultado que prevea pueda obtener: ¿momentáneo respiro o aceleración de su destrucción?. La cuestión será, pues, fundamentalmente política. Dependerá pura y exclusivamente de las relaciones de fuerza que en ese momento existan entre la burguesía y el proletariado.

Por tanto, la perspectiva de revolución permanente que henos descrito, tampoco excluye que la burguesía desencadene una guerra civil contra-revolucionaria como respuesta a la H.G.R.

14 "Nosotros somos leninistas, es decir, no concedemos margen al espontaneismo y no podemos, por tanto, dejar para un hipotética futuro, posterior a la H.G.R., la preparación del armamento de los trabajadores. La H.G.R. no es, en sí misma, la insurrección armada que derrocará a la burguesía; es por ello que debemos preparar, en las principales ciudades, los suficientes destacamentos obreros que permitan no solo responder —como el 18 de Julio de 1936—, a un posible: "alzamiento nacional" de la contrarrevolución, sino asegurar la toma del poder por la vía de la insurrección armada, atacando los principales reductos de la burguesía, aún antes de que esta logre responder a los ataques contra su propiedad con una insurrección militar.

Dejemos pues las cosas claras: no es probable que inmensas masas de obreros hagan la experiencia de la lucha armada contra la dictadura antes del estallido de la H.G.R. ... mientras que sigue siendo posible que la burguesía desencadene una guerra civil como respuesta a ésta. ¿Qué hacer?. La respuesta es bien simple: la organización revolucionaria debe utilizar el periodo previo de ascenso de las luchas para ejercitar militarmente en ella a los obreros conscientes, de manera que ligadas a las CC.OO. y a la propia organización, surjan destacamentos armados, con el suficiente grado de experiencia domo para frenar el pasible golpe contrarrevolucionario. Además esa sería la única forma de que las amplias masas (al no haber triunfado el golpe contrarrevolucionario) se aprestasen a su armamento en torno a estos destacamentos armados. Y en cualquier caso, los avances en la organización militar del proletariado repercutirá en su mayor capacidad para asegurar las conquistas adquiridas y para profundizar en la destrucción del sistema capitalista, mientras que al contrario la debilidad en este terreno supondría también un amplio margen para el retorno golpista de la contrarrevolución burguesa.

  -V- Nuestras tareas

  15 Para convertir en realidad la perspectiva que hemos descrito, los m-r nos dotamos de una estrategia revolucionaria, cuyo contenido sintetizamos en torno a los siguientes ejes:

a.- Intervenir en las luchas cotidianas de la clase y de los demás sectores populares, aún en los más elementales, impulsando en ellas la auto-organización democrática de los trabajadores, el desarrollo de métodos de combate radicales y sobre todo, tratando de politizarlas y convertirlas en combates contra la dictadura y contra el conjunto del sistema capitalista.

b.- Incluir sistemáticamente en las plataformas de lucha, reivindicaciones democráticas que tiendan a la politización de las mismas. En particular, el unir a los combates obreros aquellas consignas ligadas a la lucha contra la represión (libertad para los detenidos, fuera la policía de las fábricas, barrios y universidades, etc.) y defender con movilizaciones amplias, bajo la iniciativa del proletariado, el derecho a la libertad nacional de las nacionalidades oprimidas, juega un papel en el desbordamiento del marco economicista y en la unificación de combates de masas contra la Dictadura. Combatir por estas reivindicaciones con métodos de lucha radicales dejando de lado las vías que las pacifistas y reformistas proponen.

c.- Mediante la propaganda y la agitación y, sobre todo, impulsando tras ellas movilizaciones masivas, desarrollar consignas y formas de acción, de contenido netamente anti-capitalistas: contra los aumentos de ritmos, contra los despidos, por el control obrero (apoyando iniciativas puntuales, Seguridad Social por ejemplo), por la escala móvil (de salarios, horas de trabajo), impulsando ocupaciones de empresas, etc.

d.- Apoyar la auto-organización democrática de las masas en las momentos de lucha (Comités elegidos y revocables) y desarrollar estas fórmulas democráticas de organización hasta los niveles más elevados posibles (Comités Generales de Huelga).

e.- Favorecer la extensión y coordinación de las luchas, no sólo sectorial sino lo más ampliamente posible y no sólo de la clase obrera, sino con los demás sectores oprimidos. Esta exige poner un especial cuidado en fortalecer todas las técnicas de extensión y generalización de las huelgas y demás combates (cfr.: "Comités de Extensión de la H.G. de Pamplona). Particularmente, toda la situación actual plantea la urgente necesidad de unificar democráticamente y coordinar entre si las CC.OO. a nivel de todo el Estado.

f.- Educar sistemáticamente a la vanguardia y a las masas en la necesidad de desarrollar la auto-defensa de las luchas contra las agresiones de las fuerzas represivas. Impulsar el desarrollo de los piquetes de auto-defensa, de destacamentos especiales permanentes ligados a CC.OO. (a medida que las posibilidades lo permitan). En armonía can el conjunto del propio desarrollo organizativo (y al mismo tiempo, como ejes de este desarrollo), organizar destacamentos armados autónomos y clandestinos, que demuestren prácticamente a las masas y a sus sectores de vanguardia, cómo se puede hacer esto y que se inserten en el movimiento de masas a medida que este madura y alcanza niveles más elevados, para estimular en él la formación de destacamentos armados cada vez más amplios con lo que pueda llegarse a fusionar.

Propagar sistemáticamente la necesidad del armamento de los trabajadores y la insurrección armada.

g.- Desarrollar una actividad anti-militarista general, denunciando en cada ocasión propicia el papel netamente represivo que cumple el ejército.

Iniciar en este mismo sentido un trabajo dentro del ejército..

h.- Desarrollar una actividad unitaria, impulsando la realización de frentes únicos —aún circunstanciales— con el P.C.E. y con grupos de extrema izquierda.

Proponer la realización de formas concretas de frente único de clase para el derrocamiento de la Dictadura, y el capitalismo, oponiéndolo a todo tipo de colaboración de clase con la burguesía.

i.- Educar sistemáticamente a la vanguardia obrera en una concepción revolucionaria de la toma del poder. Defender programáticamente la consigna de G. de los T. como única alternativa eficaz a la Dictadura.

j.- Impulsar la solidaridad internacionalista mediante la propaganda, la agitación, las movilizaciones masivas o las iniciativas autónomas de los mismos m-r.

k.- Propagar sistemáticamente el modelo marxista del socialismo: concepción de la democracia socialista, del estado obrero y de la autogestión democrática y centralizada de la sociedad. Este conjunto de tareas se resume a su vez en una orientación estratégica central: preparar la H.G.R. que derroque la Dictadura franquista y abra paso al combate definitivo por la destrucción del Estado burgués.

 

 

 

RESOLUCIÓN SOBRE

CONSTRUIR
 EL PARTIDO CON LA L.C.R.  ([5])

I.- Maduración de la crisis pre-revolucionaria

1 Enmarcándose en un cuadro de creciente agudización de las contradicciones económicas, sociales y políticas, el ascenso de la lucha de masas, tras el Proceso de Burgos, conduce a la maduración progresiva de una crisis pre-revolucionaria, cuyos rasgos más significativos son:

a.- Crisis objetiva del modo de producción: El desarrollo económico que se ha producido bajo el franquismo ha sido dependiente del que se producía en el resto de la Europa capitalista y no ha sido suficientemente importante como para acortar distancias entre los salarios de los obreros españoles y europeos o para crear una industria en condiciones de efectiva competitividad. Por otra parte, todos los ciclos de expansión capitalista se han dado sobre la base de una inflación galopante y, en general, deficientemente controlada. Para frenar ésta, la burguesía debe recurrir periódicamente a una política deflacionista cuyos gastos intentan hacer pagar a la clase obrera y a las masas trabajadoras. Pero éstas responden con un incremento de sus luchas y fuerzan a la burguesía a abrir un nuevo ciclo de desarrollo espasmódico. La burguesía española no puede acabar con esta crisis crónica de su economía. Sus planas y previsiones deben dejar una y
otra vez intactos los problemas estructurales del capitalismo español, agricultura en lentísima reconversión, atraso de las industrias básicas, bajo nivel de concentración de empresas, atraso tecnológico, etc. En este contexto, cuando —a partir de 1967— el sistema imperialista ha visto agravar su crisis. España, como eslabón débil de la cadena, ha empezado a sufrirla con efectos multiplicados (aún cuando coyunturalmente como en la actualidad el gobierno consiga crear defensas que eviten la brusca agudización de dicha influencia).

b.- Crisis en todos los terrenos de la superestructura; A las viajas contradicciones sociales, heredadas del pasado (problemas nacionales, problema agrario, desequilibrios regionales, etc.) han venido a sumársele otros nuevos provocados por el desarrollo de las fuerzas productivas (enseñanza, asistencia médica, etc.). La gravedad de estas contradicciones y la recomposición del movimiento de masas han impedido a la burguesía adecuar su sistema político a las nuevas necesidades económicas,

c.- Agudización de contradicciones en la clase dominante: El ascenso de las luchas posterior a Burgos, encuentra a la burguesía española enfrentada al grave problema de la sustitución de Franco, Bonaparte histórico, sin tener nadie que pueda, en realidad, sustituirla. Aún en su unidad de criterio respecto a la necesidad de mantener la dictadura pura y dura frente al ascenso de luchas en curso, la burguesía acentúa, no obstante, sus propias contradicciones internas, agudizadas, precisamente, por la posibilidad de la próxima desaparición del dictador. Incapaz de cualquier tipo de democratización y habiendo renunciado incluso a medidas de institucionalización del juego burgués o a una integración limitada de capas pequeño-burguesas (retirada del proyecto de Asociaciones), la burguesía ha ensayado una salida momentánea con el gobierno Carrero. Cien días, apenas, de existencia de dicho gobierno, son la prueba suficiente para demostrar su incapacidad para frenar las luchas y que, en consecuencia, no puede tampoco amainar las contradicciones interburguesas que se acentúan a medida que aumenta el pavor de los explotadores ante el ascenso del movimiento de masas,

d.- Descontento masivo entre las capas medias y la pequeña-burguesía: Apoyo creciente de la pequeña-burguesía a las grandes luchas obreras, radicalización de las capas medias, inicios de luchas y enfrentamientos del campesinado, etc.

e.- Radicalización del movimiento estudiantil; Tras el paréntesis de crisis (67-68) el movimiento estudiantil, estimulado por el ascenso de las luchas obreras, ha vuelto a convertirse en uno de los factores más dinámicos de la lucha de clases. Las grandes movilizaciones del 14 de febrero y 3 de marzo del 72, la solidaridad con las grandes luchas obreras y con los combates de masas contra la dictadura (San Adrián sobre todo), su extensión a enseñanza media, escuelas de formación profesional, profesares y maestras como producto del combate contra la Ley General de Educación, demuestran la capacidad de politización del movimiento y la creciente influencia que sobre él ejercen las luchas del proletariado,

f.- Continuidad y politización de los combates obreros; Sobre todo a partir de Burgos, este hecho se ha convertido en el factor determinante del conjunto de la política a lo largo de todo el Estado. La casi continua aparición de explosiones huelguísticas radicales; el total desbordamiento de los cauces legales en que se efectúan; el enfrentamiento a las fuerzas represivas que conllevan; las experiencias de formas pre-soviéticas de organización (Comités escogidos y revocables en Asambleas, Piquetes de extensión y auto-defensa al calor de La lucha, etc.) en que se basan; la politización que encierran; el apoyo popular que se han sabido ganar... expresan el papel protagonista que el proletariado está jugando en la lucha de clases, a la vez que prefiguran las vías por las qua alcanzará el derrocamiento de la dictadura franquista y la imposición de la República Socialista de los soviets.

2 En estas condiciones, las principales dificultades que encuentra el movimiento de masas para el derrocamiento de la dictadura y, por consiguiente, para la apertura de un proceso revolucionario, se expresan en el desnivel existente entre el grado de combatividad y el de conciencia; desnivel que se evidencia fundamentalmente en las carencias en al plano de la organización:

a.- Necesidad da una organización revolucionaria clandestina, que aparezca como fuerza centralizada frente al Estado español burgués que, ante los, ojos de miles de luchadores y de las más amplias masas, se muestre como alternativa de recambio frente al P.C.E.; que sirva de columna vertebral a todo una red de organizaciones de vanguardia amplia ( las CC.OO. ) capaces de generalizar a escala del Estado esas huelgas generales locales o regionales que, después de Burgos, constituyen el rasgo dominante de la lucha de clases; que sepa centralizar en un impulso unitario contra la dictadura y el capitalismo las variadas explosiones de lucha que estallan (cuestiones nacionales, enseñanza, ...).

b.- Capacidad de la vanguardia amplia (CC.OO.. sobre todo) para estar política y técnicamente preparada para organizar la defensa de las acciones de masas frente a las fuerzas represivas, para impulsar formas amplias y democráticas de auto-organización de los combates por las masas mismas y para generalizar a nivel Estado las eclosiones locales.

c.- Necesidad de avanzar reivindicaciones políticas (principalmente en al terreno del desmantelamiento del aparata represivo y de la puesta en cuestión de la propiedad privada) que permitan la unificación del movimiento y facilite el desarrollo del proceso revolucionario.

II.- Crisis de las direcciones tradicionales del movimiento obrero

3 Paralelamente a la crisis política de la burguesía, el movimiento obrero tradicional (P.C.E. y sindicalismo cristiano) ha atravesado también una profunda crisis en el curso de los últimos años. En parte, esta crisis ha tenido las mismas causas que la de los instrumentos de dominación capitalista: agravación de las contradicciones sociales, que mina la credibilidad respecto a las orientaciones reformistas; ascenso de las luchas obreras que han desbordado una y otra vez a astas direcciones tradicionales del movimiento obrero; crisis global de las relaciones sociales burguesas, en particular de las relaciones de producción capitalistas, crisis que ha liberado poderosas energías anti-capitalistas en la vanguardia, incompatibles con el reformismo tradicional.

 La poca consistencia política y organizativa del sindicalismo cristiano ha provocado en su interior procesos importantes de radicalización (ORT, etc.), a la par que ha hecho retroceder de forma absoluta su influencia de masas .

La crisis del estalinismo tiene, aún, una causa suplementarias después de una serie de flujos y reflujos motivados por el vigésimo congreso del Partido Comunista ruso, por la revolución húngara, el conflicto chino-soviético y la caída de Kruschev, la crisis del estalinismo ha conocido nuevas manifestaciones importantes con las luchas contra la invasión de Checoslovaquia en 1968, las movilizaciones de los obreros polacos en 1970 y el viraje derechista de la dirección maoísta a partir de ese mismo año»

4 Del mismo modo que el estalinismo ha supuesto, a lo largo de los últimos 40 años la anulación política de toda la dirección revolucionaria del movimiento de masas, la crisis del estalinismo no se puede concebir como un fenómeno que afecte exclusivamente a las organizaciones estalinistas propiamente dichas, sino como un dato global que actúa sobre la estructura del conjunta del movimiento obrero.

A nivel internacional, la hegemonía estalinista no se ha limitado, a lo largó de todos estos años a un control meramente ideológico sobre el movimiento, sino que ha estado asentada en poderosos aparatos de encuadramiento del conjunto de la dirección obrera (sindicatos en particular) de ahí que —pese a su crisis actual— el estalinismo continué manteniendo, en todos esos países, un férreo control sobre el movimiento obrero organizado.

En el Estado español la situación es diferente. La dictadura ha obligada al PCE a mantenerse en la ilegalidad, no han existido sindicatos abiertos en los que aquel hubiera podido estructurar su hegemonía, etc. En estás condiciones, el PCE ha tenido que apoyar buena parte de esta hegemonía sobre la clase, en factores de tipo histórico, ideológico y de aparato. Por otra parte la recomposición del movimiento de masas, sobre toda a partir del 68, se ha efectuado en medio de corajudos enfrentamientos contra las fuerzas represivas y al margen de la legalidad burguesa, lo que ha dificultado la credibilidad de las orientaciones reformistas y pacifistas del PCE, a la vez que permitía a la extrema izquierda ejercer una influencia sobre el movimiento obrero, incomparablemente mayor a la que ejerce en cualquier otro país europeo.

A partir de Burgos, esta problemática encuentra su centro neurálgico en el interior mismo de las CC.OO., en las que el radicalismo de los combates de masas, el aumenta de sectores de vanguardia, no controlados por el PCE, que se organizan en su seno y la imposibilidad de un control férreo por parte del aparato estalinista, debido a la clandestinidad en que han de mantenerse, provoca desbordamientos de la burocracia por sectores significativos de su base en ocasión de las grandes luchas obreras.

5 Sin embargo la crisis del PCE ha tenido y sigue teniendo consecuencias muy importantes para las CC.OO. que no han conocida un crecimiento proporcional al ascenso de las luchas y no han podido cristalizar en su interior a toda la amplia vanguardia que surgía en el curso de las mismas. Si bien es cierto que después de Burgos se ha iniciado un importante proceso dé unificación, sin embargo estamos aún lejos le que esa meta sea alcanzada. Mas aún: muchas veces ni siquiera las explosiones de grandes luchas y el sentimiento de unidad que a su calor se genera, han sido suficientes para lograr una efectiva unidad de acción entre las diversas corrientes en que se halla separada. Las causas de este fenómeno deben buscarse en varios factores:

a.- La poca atracción que la línea del PCE (única organización que mantiene una red de CC.OO. coordinada a nivel Estado) ejerce sobre sectores significativos de la vanguardia que surge de las luchas.

b.- Las propias maniobras burocráticas el PCE, que ha llegado a la disolución de organismos de coordinación para no verse hostigado seriamente por los militantes obreros revolucionarios.

c.- Necesidad de una organización revolucionaria a nivel Estado para poder asegurar permanentemente el funcionamiento da una red amplia de CC.OO. lo que choca con el carácter regional de la mayoría de los grupos que intervienen en la clase obrera.

d.- El carácter centrista de la mayoría de estos grupos políticos que se expresa en la teorización de unas CC.OO. al margen de las controladas por el PCE, lo cual dificulta la aparición a nivel Estado, de una tendencia revolucionaria que fuera alternativa a la política reformista del PCE a este nivel y sirviera así como eje de recomposición del movimiento y de desbordamiento más firme de la línea reformista del PCE que es aún, hegemónica en su seno.

III.- Surgimiento de una nueva vanguardia

6 El conjunto de los cambios objetivos y subjetivos que hemos mencionado, ha traído consigo la aparición de una nueva vanguardia con carácter de masa, no controlada por las direcciones tradicionales del moví miento obrero (PCE en particular) y capaz de intervenir en las luchas tomando iniciativas que, en ocasiones, pueden lograr arrastrar amplios sectores de masas desbordando la política reformista. El surgimiento de esta nueva vanguardia se inició a raíz del cambio de coyuntura de 1.967, de la experiencia práctica que centenares de estudiantes y jóvenes obreros realizaron de la política colaboracionista preconizada por el PCE y que llevó a la crisis de CC.OO. y de los sindicatos democráticos en la universidad. Si el éxito del boicot a las elecciones sindicales, en Mayo del 71, fue una clara muestra del incremento de su influencia, las luchas posteriores y, sobre todo, la Huelga General de Pamplona, han servido para confirmar, definitivamente, la medida de su potencial. En sus diversos componentes esta nueva vanguardia con carácter de masa constituye la expresión política de las aspiraciones anticapitalistas, más o menos confusas, de una base social en desarrollo en las empresas, en el movimiento obrero organizado, en la juventud obrera y estudiantil y en diversas capas de la población. En este sentido, su existencia es irreversible y constituye un hito estructural del período de una importancia decisiva.

7  La nueva vanguardia no es una realidad homogénea, sino que constituye la parte más avanzada de una serie de procesos de radicalizaciones —expresados en una serie de luchas efectivas contra a dictadura y el capitalismo— que se dan en diversos sectores de la población, entre los cuales existen una dialéctica objetiva:

a.- En la clase obrera la aparición de una nueva vanguardia se desarrolló a la par que la crisis de CC.OO. y adoptó la forma de una corriente —y a menudo rupturas— de carácter “sindicalista radical”, cuyo auge correspondió a la fase de luchas aisladas y duras que caracterizaron los años 69-70. Las diversas luchas de conjunto aparecidas después de Burgos (desde SEAT hasta Pamplona) han modificado de forma importante esta radicalización, haciéndola mucho más apta a la comprensión de consignas, formas de organización y métodos como Huelga General, Auto-organización masiva de los combates. Piquetes de extensión, o auto-defensa, etc. Con la crisis de la corriente ultra-izquierdista, esta radicalización se expresa, cada vez más, en las diferentes CC.OO. (incluidas las que controla el PCE), aún teniendo los límites que hemos explicado ya.

b.- La radicalización de la juventud trabajadora se inició tempranamente en las Comisiones Obreras Juveniles y con la crisis de CC.OO pasó a convertirse, durante un tiempo, en la base fundamental de los proyectos ultraizquierdistas de construir diversos tipos de “organizaciones de clase” sustitutas y de CC.OO. Tradicionalmente más sensibles a las formas de lucha directas y a las consignas anticapitalistas, ha sufrido después de Burgos un proceso de movilización  masiva ligada a luchas contra la Ley de Educación y en solidaridad con las grandes luchas obreras. La importancia objetiva de esta radicalización es grande si se tiene en cuenta el lugar de bisagra que ocupa esta juventud pre-obrera entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero.

c.- En los barrios populares es necesario tener en cuenta tres fenómenos diferentes. Desde antiguo han sido el lugar de agrupamiento de jóvenes trabajadores politizados que lo convertían en el centro de su actividad. Este hecho debe explicarse sobre todo por la dificultad de esta juventud trabajadora para desarrollar su actividad política en sus lugares de trabajo o de estudio (no comprendiendo esto, lo grupos maoístas han desviado a menudo la combatividad de estos jóvenes, exclusivamente hacia las reivindicaciones de mínimos servicios sociales para el barrio). Por otra parte, la extensión de las luchas obreras a la calle, se ha dirigido frecuentemente a los barrios, lo que ha permitido que sectores amplios de estos se sumaran a la lucha (Michelin en Vitoria, la Huelga General en Pamplona, etc.); la importancia de este fenómeno puede ser creciente si se tiene en cuenta que el período actual viene caracterizado por huelgas generales locales en las que el lugar mantenimiento de la lucha en la calle cobra realidad inmediata. En tercer lugar, después de Burgos se han iniciado en bastantes barrios movilizaciones por problemas específicos de los mismo, el los que han participado sectores de la población bastante más amplios aunque con un nivel político mucho más elemental.

d.- El movimiento estudiantil fue el primer sitio donde apareció una vanguardia en ruptura con la política colaboracionista del PCE y con influencia de masas. En ella recularon sus primeras fuerzas los grupos de extrema-izquierda que después, por intermedio de la juventud trabajadora, ganaron influencia en la clase obrera. La aplicación de la LGE ha tenido como consecuencia una nueva masificación de este movimiento, después de la crisis de los años 67-68, y su extensión a enseñanza media. Pero los contenidos de las movilizaciones y las preocupaciones de esta vanguardia no se limitan a la enseñanza, sino que se polarizan sobre todo en torno a las grandes luchas obreras y a los combates contra las agresiones de la dictadura.

La aplicación de la Ley General de Educación y el estimulo de las luchas estudiantiles ha traído también la aparición de un movimiento de Profesores no Numerarios y maestros, que actualmente pasa por una fase unitaria de radicalización, pero que ha hecho importantes avances en formas de lucha y de organización y empieza a conocer las primeras diferenciaciones políticas. Este fenómeno está ligado a uno mucho más amplio de radicalización de las "nuevas capas medias" (abogados, médicas, etc.) en torno a temas ligados con la crisis de las instituciones burguesas (enseñanza, sanidad, familia, etc.) o de solidaridad antirrepresiva que en algunos casos (PNV, maestros, médicos internos residentes) han dado ya lugar a movimientos con base de masas en otros sectores (luchas de MIR arrastrando a Ayudantes Técnicos Sanitarios y a personal intermedio similar, por ejemplo).

e.- Finalmente hay que referirse a la corriente de radicalización representada por el movimiento de lucha contra la opresión nacional en Euskadi que afecta no sólo a la pequeña-burguesía, sino a capas muy importantes del movimiento obrero, así como a otros sectores trabajadores y del movimiento estudiantil. La existencia de organizaciones políticas y de un cierto movimiento de masas contra la dictadura en la mayoría de hasta los pueblos más pequeños de Vizcaya y Guipúzcoa, no es finalmente más que el resultado de esta lucha contra la opresión nacional, aunque su politización más amplia posterior lo haga hoy sensible a otras cuestiones de la lucha contra la dictadura.

La verificación práctica de la incapacidad del nacionalismo, aún del radical para responder a las exigencias del movimiento de masas, ha hecho que de su seno se decantaran diversas corrientes políticas de izquierda (MCE, y ETA "minoritarios") El proceso de autorreflexión sobre las raíces de esa in capacidad del nacionalismo, el efecto del ascenso de las luchas obreras y de nuestra creciente intervención en ellas, la comprensión teórica y práctica del marxismo-revolucionario y de sus exigencias en el período del crepúsculo del franquismo, han llevado a nuestra organización —ETA (VI)— hasta las últimas consecuencias de este proceso de radicalización: la fusión organizativa con la LCR y la entrada en la IVª Internacional. No es aventurado afirmar que procesos de ruptura y decantamientos políticos semejantes, seguirán produciendo aún en el seno del nacionalismo radical y que la intervención que los trotskistas llevemos en la lucha contra la opresión nacional de Euskadi podrá ser uno de los factores importantes en la orientación política de dichos procesos de radicalización".

Pero la radicalización provocada por la opresión nacional en Euskadi no se manifiesta únicamente en los agrupamientos en torno a estas diversas organizaciones políticas, sino que cobra también otros reflejos de los que el más importante lo constituyen las Ikastolas. Las contradicciones específicas de la Ikastola provocan en irakasles y andereños rápidos decantamientos políticos que se amplían además —como lo demuestran todas sus últimas Asambleas— a sectores importantes de padres y cotizantes, revertiendo esa problemática en amplios sectores populares. Al estar sujetas por' un lado al cerco de la dictadura y, por otro, a las maniobras reaccionarias de la burguesía vasquista, al verse afectadas por las consecuencias de la L.G.E., la radicalización en este sector conlleva ritmos muy acelerados de politización, aún cuando la carencia, hasta ahora, de una intervención consciente de los revolucionarios que posibilitara la unidad efectiva de estos sectores radicalizados y su orientación política, haya permitido a la burguesía nacionalista ejercer tranquilamente sus maniobras.

8 Ahora bien, la enorme importancia que tiene la aparición de esta nueva vanguardia cara a la construcción del Partido, no puede hacernos olvidar que, por sus mismos orígenes, está marcada por muchos elementos de conciencia e ideología pequeño-burgueses y que, según las circunstancias y la relación de fuerzas con la organización marxista-revolucionaria, pueden tener una influencia secundaria o pueden, también, marcar negativamente las luchas mismas. Esta vanguardia nació de un movimiento de rebelión espontánea contra la sociedad capitalista y contra la adaptación de las direcciones burocráticas del movimiento obrero a la situación social» Pero de la revuelta espontánea a la lucha eficaz por la revolución socialista la distancia puede ser grande. Una parte de los que forman parte de esta vanguardia son presa del espontaneismo, del sectarismo, del infantilismo ultraizquierdista, del obrerismo apolítico o de un sindicalismo primitivo, y no recorrerán jamás esa distancia. Otra parte no lo recorrerá sino cuando la organización marxista-revolucionaria adquiera un peso político determinante en el seno de la vanguardia y se halle a la altura de sus propias tareas.

Esta vanguardia tiene, como se ha dicho, un carácter de masas y, por vez primera, es capaz de una acción eficaz; pero sigue siendo aún minoritaria dentro del movimiento de masas y del movimiento obrero organizada. La cuestión primordial para esta vanguardia no es la de medir, sin cesar, la importancia numérica que representa en relación a los sectores que siguen a las organizaciones tradicionales. Es la de modificar la relación de fuerzas en el seno del movimiento de masas mediante su capacidad para hacer que los aparatos burocráticos se vean desbordados por masas mucho más amplias que las que se agrupan en torno a ella. Sin el necesario aprendizaje táctico de esta capacidad, puede hallarse paralizada en medio de las amplias masas, ser rebasada por los acontecimientos, sufrir en grado agudo los efectos de los retrocesos parciales y temporales, y oscilar de manera impresionista entre la adaptación oportunista a los dirigentes del movimiento obrero tradicional y la abstención o el derrotismo sectarias. Todo esto tiene una razón determinante: las modalidades distintas de la crisis del estalinismo en los diversos sectores del movimiento de masas, los ritmos diferenciados de la radicalización de la vanguardia en los mismos y su carácter en gran parte espontáneo, dan lugar a una heterogeneidad del nivel de conciencia en el seno de esta nueva vanguardia. Si bien es capaz de romper con la política de colaboración de clases, no se acerca espontáneamente al marxismo revolucionario. Es más, la debilidad de la organización marxista-revolucionaria permite que el estalinismo, en su misma crisis, siga marcando a numerosos sectores de la nueva vanguardia con deformaciones políticas de diverso tipo que, de estabilizarse, podrían comprometer el potencial revolucionario de numerosos luchadores.

9 El crecimiento de las organizaciones de extrema izquierda que organizan o influencian a una parte de la nueva vanguardia, y sus deformaciones ultraizquierdistas, centristas, espontaneistas, etc.. son un exponente a la vez d este desarrollo de la nueva vanguardia y de su citada ya, confusión política. Los grupos de extrema izquierda constituyen la expresión política e la nueva vanguardia. Aunque los militantes y simpatizantes de estos grupos constituyen sólo una parte de la nueva vanguardia, aunque existan contradicciones evidentes entre base y dirección en los mismos, es evidente que constituyen un reflejo de las tendencias políticas que cruzan a la nueva vanguardia ya que sólo los grupos políticos son capaces de una actividad política más o menos sistemática y permanente y, capaces por tanto, de polarizar la actividad de la nueva vanguardia, aunque sólo sea coyunturalmente.

Actualmente la extrema izquierda está sufriendo el proceso de remodelación más importante desde los años 68. Las principales características de este proceso son:

a.- Crisis de las corrientes ultra-izquierdistas que se caracterizaban por combinar: 1º) desprecio por las reivindicaciones democráticas, 2º) construcción de “organizaciones de clase” ligadas al grupo político y concurrentes con CC.OO. El cambio de signo de las luchas después de Burgos con su tendencia a la extensión y generalización, junto al fracaso de las “organizaciones de clase” han sido las causas fundamentales de su crisis. Ahora bien, no todas las crisis del ultra-izquierdismo suponen una real reflexión del período anterior, para iniciar un labor consciente en la construcción del partido. Unas veces se pasa hacia un sindicalismo diluyente y derechoso (una de las fracciones del P.C.I.): otras hacia un propagandismo abstracto (caso de L.C.). En realidad sólo la L.C.R. ha sabido llevar hasta sus últimas consecuencias el proceso de reflexión auto-crítica del período anterior. En el terreno político ha abandonado el ultra-izquierdismo como condición de una mayor ligazón con la clase obrera. En el terreno de la organización ha abandonado tanto la herencia teoricista de separar la elaboración política de la intervención en al lucha de clases y de la construcción de la organización como el funcionamiento circulista que le acompañaba, reafirmando los principios del centralismo democrático como la base necesaria de la elaboración política a todos los niveles, indisolublemente ligada a la intervención militante en la lucha de clases.

b.- Pérdida de influencia de la ideología maoísta, en relación con el viraje derechista de la R.P. China y de las purgas interiores después de la Revolución Cultural (Lin Pial). El contexto super-burocrático en que se ha realizado el Xº Congreso del P.C. chino, acentuará sin duda esta crisis. Esto no significa automáticamente la pérdida de influencia de las organizaciones maoístas, pero si que estas centran cada vez más sus referencias en los problemas nacionales, a la para que inician un cierto distanciamiento del maoísmo (caso del P.C. m-l). Sólo el M.C.E. continúa con una defensa acrítica y a rajatabla de China, lo que no podrá, a corto plazo, por menos de crear disensiones en sus filas (algunas han aparecido ya con mini-escisiones pro-P.C. m-l)

c.- Cierto auge de una corriente centrista, minimalista en el terreno político, ligada a una concepción de la revolución por etapas, y conscientemente a la defensa de los Frentes Populares, de los que se acostumbra a dar una visión "radical". Se apoya en una critica de "izquierda" al PCE que le sirve para mantener una división de las CC.OO., teorizando la necesidad de las coordinadoras al margen (caso BR ) o da una tendencia "antirevisionista "que en la práctica es una estructura aparte (caso MCE).

d.- Mantenimiento da la crisis de la corriente nacionalista radical. La ex presión mas clara de este fenómeno, es la carencia total de respuestas de masas ante los asesinatos de combatientes de ETA Vª (como producto , a su vez. , de la ausencia de todo trabajo de masas de esta organización). Esto ha repercutida de hecho en el interior de sus filas, en las que comienza a expresarse una corriente de opinión crítica sobre el mantenimiento del activismo coma único frente de trabajo política. Al misma tiempo, esto les obliga
a replantearse toda un conjunto de factores dogmáticamente mantenidos hasta ahora (FN., Euskadi colonizada, etc. ... .) No es nada desdeñable que esta crisis produzca incluso a corto plazo, decantamientos políticos en su interior.

e.- Auge de una amplia corriente que se reclama del marxismo-revolucionario En esta corriente hay que distinguir dos grandes tendencias: una leninista, representada por la LCR y ETA (VI),cuya fusión constituye un paso cualitativo indiscutible hacia la construcción del Partido; y otra propagandista, minimalista (LC, escisión de LC Lambertistas) caracterizada par su seguidismo y adaptación a las CC.OO del PCE, a las que identifican con el conjunto de la clase obrera, por su renuncia a las iniciativas políticas de la vanguardia, por su desprecio total de la extrema-izquierda, a la que caracterizan globalmente de pequeño-burguesa y por una subestimación de las potencialidades políticas del movimiento estudiantil.

IV.- La fase actual de Construcción del Partido

10 Tenemos ya reunidos los elementas que determinan nuestra táctica de construcción del Partido: una serie de tareas que derivan de la necesidad de hacer avanzar la crisis pre-revolucionaria actual hasta la Huelga General Revolucionaria, haciendo de esta la apertura de un proceso de revolución permanente hasta la Revolución Socialista (tareas que han quedado sintetizadas en la resolución "Hacia la H.G.R.") ¡necesidad de conquistar a la vanguardia obrera para estas tareas, en un periodo en que la radicalización toma la forma principal de aparición de una nueva vanguardia con carácter de masas, al margen de las organizaciones obreras tradicionales, pero con capacidad de iniciativas capaces de arrastrar, en la misma lucha, a masas amplias desbordando a los reformistas: diversidad de influencias políticas en el interior de esta nueva vanguardia, pero importancia capital de los m-r en la revolución; tendencia espontánea de las luchas a rebasar los marcos colaboracionistas en que trata de sujetarlos el PCE.

En estas condiciones la tarea central de los m-r para la construcción del Partido pasa por la conquista de la hegemonía en el seno de esta nueva vanguardia, por reclutar y educar esta vanguardia para formar a partir de ella auténticos cuadros organizadores de la clase y por reinvertir, ya desde hoy, su potencial en la movilización de grandes sectores de masas tras una línea de lucha de clases.

Conquistar la hegemonía sobre esta vanguardia supone que nos encontramos en una fase particular de construcción del Partido, en íntima conexión con el proceso de radicalización actualmente en curso, que se produce fuera del PCE pero no todavía alrededor del marxismo-revolucionario: la de un grupo político en vías de implantación en la clase , es decir, en vías de aparecer como una dirección de recambio al PCE, reconocida primeramente por los sectores de vanguardia de la clase y progresivamente, por sectores de masas de la misma, en vista tanto de su corrección programática, como de su eficacia en la acción aunque sea a una esfera limitada. Cubrir esta etapa es indispensable antes de poder aparecer directamente como un polo de atracción para todos los obreros de vanguardia que surgen constantemente de las luchas , o que están en proceso de ruptura con el PCE u otras organizaciones reformistas. Y esto porque dichos obreros no se orientan hacia un partido por su ideología o por su corrección programática, sino, principalmente, en función de sus experiencias de lucha y por la posibilidad de contar con instrumentos efectivamente disponibles para la misma.

Pero además, la opción prioritaria de conquistar la hegemonía en el seno de la vanguardia con carácter de masas, es una conclusión lógica de la caracterización que hemos hecho del actual período :

a.- Sin la conquista de dicha hegemonía, la fuerza de esa vanguardia con carácter de masas ,corre el riesgo de esfumarse.

b.- Sin polarización de esta vanguardia da masasen una organización marxista-revolucionaria sería y poderosa, su potencial de influencia entre las amplias masas corre el riesgo de ser neutralizado y perdido.

c- Si ese potencial de Influencia no se hace sentir en el seno de amplias masas de una forma creciente, el ascenso de las luchas obreras desembocaría en un callejón sin salida, lo que facilitaría mas tarde una contraofensiva decisiva de la burguesía.

La lucha por la hegemonía política marxista-revolucionaria dentro de esta vanguardia no es tarea fácil. El objetivo no puede ser alcanzado ni con un esfuerzo de adaptación oportunista al mayor denominador común de una van-guardia política heterogénea, ni con la tentativa (no menos oportunista en el fondo) de efectuar una "síntesis" de las diferentes corrientes que alimentan a esa nueva vanguardia. Implica, al contrario, una lucha política constante dentro de ella para transformarla y convertirla en un instrumento adecuado para la reestructuración del movimiento obrero organizado.

11 Para nosotros existe una dialéctica objetiva entre la radicalización y la politización de las luchas obreras, la extensión de la vanguardia con carácter de masas, el reforzamiento de los marxistas-revolucionarios en su seno, su creciente participación en las luchas obreras, la audiencia de su propaganda revolucionaria general y sus iniciativas prácticas para multiplicar las experiencias de auto-organización de las masas en sus luchas para orientarlas hacia las reivindicaciones transitorias. Ser consecuentes con esta dialéctica implica una actividad alejada por igual del espontaneismo, que pretende, que las masas, por si solas, serán capaces de plantear, al calor de la lucha, un sistema de reivindicaciones transitorias, como del propagandismo, que cree, que el simple crecimiento de su organización, de la difusión de sus consignas, es suficiente para elevar el nivel de conciencia las masas .

La tarea de la organización revolucionaria es imbricarse profundamente en las luchas reales de la clase e inyectar en ellas el combate por un sistema de reivindicaciones transitorias, a través de su propaganda, su agitación, y sus iniciativas prácticas de acción en torno a ellas. Una organización leninista ha de caracterizarse a la par, por su firmeza ideológica y por su capacidad de consignas en la acción sobre la base de consignas que corresponden a la situación objetiva , faciliten la auto-organización de las masas y su orientación transitoria y, apoyándose en la nueva vanguardia sean capaces de arrastrar a sectores importantes de masas que desborden en la acción, la política de las organizaciones tradicionales. En este momento esto significa poner en pie una estrategia de combate tal como la hemos fijado en la resolución "Hacia la H.G.R.". Con el conjunto de dichas actividades de combate, es posible empezar a reducir la diferencia entre el nivel de combatividad obrera y la debilidad del nivel de conciencia, preparando las condiciones para que la crisis revolucionaria que se abrirá con el derrocamiento de la dictadura, encuentre en el movimiento obrero a una vanguardia educada y capaz de conquistar a las masas para la toma revolucionaria del poder.

Esto significa que la condición de efectividad de nuestras iniciativas en la acción es que se determinen en función de las necesidades objetivas del movimiento y no sólo en función del estado de conciencia inicial de las masas, ya que, se trata, precisamente de modificarla. Dar a estas iniciativas de acción el máximo alcance, va a exigir poner al servicio de ellas el conjunto de la audiencia y la capacidad de movilización da la organización en los diversos sectores de intervención, haciéndoles jugar a todos ellos en el sentido de elevación del nivel de conciencia del conjunto del movimiento y reforzamiento consiguiente de la organización m-r.

Finalmente ese desarrollo de iniciativas es condición necesaria para forjar la propia organización como núcleo leninista con cuadros forjados en la acción revolucionaria, condición que es, ya hoy, necesaria para convertirse en polo de agrupamiento de la nueva vanguardia y se mostrará indispensable para que en el período de crisis revolucionaria se puedan dar los saltos necesarios hacia la conquista de la hegemonía del conjunto del movimiento.

12 Pero recorrer el camino de construir un partido revolucionario implantado en la clase obrera no debe ser concebido como un simple auto-desarrollo de la organización marxista-revolucionaria. De hecho nuestra fusión con la L.C.R., que se inicia a partir de esta Asamblea demuestra que la táctica de acercamiento crítico y unidad de acción con organizaciones centristas, tal como había sido propugnado por el Comité Ejecutivo de la IVª Internacional, hace ahora 4 años, permite realizar planes importantes hacia la construcción del partido. Dicha fusión indica que la lucha ideológica más firme con las diversas deformaciones de las organizaciones centristas, acompañada de una actitud no sectaria sino unitaria en la acción tal y como la L.C.R. —sobre todo en el último período— ha desarrollado hacia nosotros, permite realmente atraer a la organización marxista revolucionaria no sólo individuos y sectores de la nueva vanguardia, sino incluso, organizaciones muy representativas de este proceso de radicalización. En todo caso, no se debe olvidar que la condición indispensable para futuras fusiones semejantes, es que se hagan sobre la mayor firmeza programática del marxismo-revolucionario y, por tanto, de la IVª Internacional.

V.- Una táctica de unidad de acción-desbordamiento

Para poder construirse sólidamente, la organización revolucionaria debe responder a todos los procesos de modificación en las relaciones de fuerza que se efectúan entre la clase obrera y la burguesía, entre las masas y las direcciones reformistas del movimiento obrero, entre la nueva vanguardia y el movimiento obrero tradicional, etc. La complejidad misma de las tareas favorece el que se den simplismos.

La primera simplificación consiste en dejar a un lado el movimiento obrero tradicional (las CC.OO. pro-PCE) con la ilusión de construir al margen de este y contra él, un nuevo movimiento obrero. La variante ultra-izquierdista de esta alternativa ha consistido tradicionalmente en los intentas de organizar el movimiento obrero como estructura dependiente de la propia organización. La variante centrista consiste en apoyarse sobre ciertas formas de recomposición del movimiento ligados a CC.OO., para terminar representándolas como una alternativa global contra aquellas (Bloque Revolucionario del MCE, Sectores de CC.OO, de S.R.). El resultado inevitable de esta política es aislar de las masas, que en gran parte siguen a las direcciones tradicionales, a los sectores de nueva vanguardia que influencian.

La segunda simplificación (L.C., Lambertistas, etc.) consiste, al contrario, en desembarazarse oportunistamente de las formas diferenciadas de radicalización que reviste la nueva vanguardia, a la que inevitablemente, condenan al purgatorio de lo pequeño-burgués. Esta concepción se basamenta en una interpretación engañosa y derechista del frente Único como estrategia y eje central de construcción del Partido. En base a ello, todas las potencialidades políticas de la nueva vanguardia (incluyendo aquí el movimiento estudiantil, la extrema izquierda, las CC.OO. u organismos similares "separados" de las CC.OO. oficiales, etc.) se ven desaprovechadas, favoreciendo así el mantenimiento de la influencia hegemónica del P.C.E.

Ambas simplificaciones tienden, además, a agravar uno de los mayores peligros del presente período, consistente en que se agudizaran los desniveles de conciencia existentes y que se abriera una fosa insalvable entre la nueva vanguardia y el movimiento obrero tradicional. La burguesía podría así reprimir impunemente a aquella, contando can la pasividad de este, lo que sin duda será una de sus preocupaciones principales en el próximo período. Nuestra tarea ha de ser, por el contrario, cerrar dicha fosa y reforzar las raíces de la vanguardia en el seno del movimiento obrero tradicional.

Es necesario comprender que desarrollar al máximo la capacidad de iniciativa política de la nueva vanguardia, solo es posible si su actividad es dirigida conscientemente a forzar la unidad de acción con el PCE, a elevar el nivel de conciencia de los obreros organizados en las CC.OO. que este controla, a impulsar las posiciones revolucionarias en su interior y a buscar la unificación de las diversas CC.OO. en base a la democracia obrera. Y viceversa: convertir a CC.OO. en organizaciones efectivas de autodefensa de la clase en todos los terrenos, imponer el Frente Único aún circunstancial al PCE y a las demás direcciones reformistas, exige utilizar a fondo la capacidad de movilización de las diversas corrientes de radicalización, de los grupos de extrema izquierda, de las CC.OO. "separadas', de la tendencia revolucionaria en el interior de las CC.OO. de hegemonía PCE, etc. Atender de modo exclusivo a uno sólo de estos polos, conduce a separarlos todavía más, a caer en errores ultra-izquierdistas o seguidistas .

14 Nuestro objetivo consiste en la unificación de la clase obrera contra la Dictadura y el capitalismo, y a esto se dirigen tanto los objetivos como las formas de lucha y de organización que propugnamos. Conseguirlo efectivamente, exige, arrancar a la clase obrera la influencia de las direcciones reformistas. Pero en esta tarea nos movemos entre dos límites. Por una parte las posibilidades de desbordamiento de estas direcciones son demasiado importantes para limitarnos a una defensa propagandista de la necesidad de combate con los métodos que propugnamos; podemos materializar, por lo menos parcialmente, nuestra política. Al mismo tiempo el movimiento no está en una situación tan defensiva que al emprender sus sectores más dinámicos una acción avanzada, relacionada con las preocupaciones de masas más amplias, arriesgue un retroceso del conjunto; de hecho, todos los ejemplos van en sentido contrario, es decir, de asimilación de las iniciativas de vanguardia por sectores mucho más amplios del movimiento, incluso a pesar dé las maniobras de los reformistas. Por otra parte las posibilidades de desbordamiento no llegan a ser tan importantes que permitan imponer sistemáticamente —y ni siquiera sobre aspectos parciales— consignas de lucha correctas a las direcciones reformistas; es decir, las relaciones de fuerza no nos permiten aún aplicar una táctica sistemática de Frente Único.

Nuestra táctica de unidad de acción-desbordamiento responde a este conjunto de problemas.

Las CC.OO. (las de hegemonía PCE y las otras) constituyen el lugar preferente y permanente a través del cual intentamos materializar nuestras propuestas de iniciativas de lucha por las reivindicaciones obreras y contra la Dictadura. Y ello tanto en función del análisis que hacemos de ellas cara a la H.G.R., como por la constatación de que la nueva vanguardia tiende a expresarse cada vez más, adentro de este tipo de organismos. Paralelamente desarrollamos una actividad permanente para lograr que el PCE y las demás organizaciones obreras acepten, un marco de unidad de acción para las luchas. En ocasión de luchas amplias, lo anterior se concretiza en nuestras esfuerzos para poner en pie una mesa Coordinadora de los comités elegidos en Asamblea que puedan existir, las CC.OO., los organismos representativos de otras capas en lucha (estudiantes, barrios, etc.) y los partidos obreros. En las luchas generalizadas las experiencias aun embrionarias de este tipo que han existido, se han mostrado como la organización mas efectiva para potenciar la generalización y la centralización del movimiento; por otra parte son este tipo de organismos los que mejor podrán abrir la perspectiva de su transformación en auténticos Comités de Huelga sobre la basa de comités elegidos y revocables. La contraposición de este tipo de organismos, aun embrionarios, a los organismos de colaboración de clases (tipo de la Asamblea de Cataluña) pueden ser un arma eficaz para provocar una delimitación entre la vanguardia amplia, e incluso para introducir diferenciaciones políticas radicales en el PCE.

15 Sin embargo, la orientación anterior puede quedarse muy por debajo de las posibilidades o simplemente no realizarse, si nos limitamos a defenderla en nuestra agitación y propaganda autónoma o hacer propuestas en el interior de CC.OO.; por medio de la tendencia que agrupamos. Es necesario utilizar todas las posibilidades prácticas de materializar nuestra política, aunque solo sea muy parcialmente ( por ejemplo, coordinación efectiva de diversos tipos de CC.OO., en ocasión de luchas-tal como hicimos en Guipúzcoa en solidaridad con CAF-cuando las direcciones de estos organismos se niegan a la coordinación).

En primer lugar haciendo asumir dicha política por los agrupamientos puntúa les que hayamos podido aglutinar en el interior de CC.OO., o bien cuando no existen CC.OO., o cuando bajo influjo de su burocracia éstas se niegan a llevar una intervención eficaz, creando agrupamientos "específicos" fuera de CC.OO., Estas rupturas ocasionales del marco de CC.OO. deben integrarse dentro de un trabajo mas global de reconstrucción de las mismas, considerando que para llevarlo a cabo debe combinarse la necesidad de dar una salida a la combatividad de los luchadores de vanguardia, con una educación de los mismos en la posibilidad de desarrollar un trabajo revolucionario dentro de las CC.OO... Reconstruir y unificar CC.OO. va ligado a la capacidad de los marxistas-revolucionarios para construir en su interior una tendencia revolucionaria a escala Estado, capaz de impulsar en la práctica iniciativas de acción y de presentarse como una alternativa a la fracción P.C.E., hegemónica a este nivel. Eso no será posible si se renuncia a toda posibilidad de estas rupturas ocasionales.

En segundo lugar es necesario apoyar nuestras iniciativas políticas con la capacidad de movilización en los sectores no proletarios (ya sea autónomamente o en unidad de acción), especialmente en la juventud estudiantil, potenciando a fondo sus posibilidades de politización intensa y la atracción que ejercen sobre ellos las luchas proletarias.

En tercer lugar, desarrollar una táctica unitaria con respecto a grupos de extrema izquierda, sobre consignas que se correspondan a las necesidades reales del movimiento. Nuestra actitud respecto a ellos no es de desprecio global considerándolos como un fenómeno "pequeño-burgués" o "centristas" a secas; por su apoyo en la nueva vanguardia son una realidad estructural del período y, en determinadas circunstancias, son capaces de aceptar una unidad de acción sobre bases correctas. Esta unidad de acción con la extrema izquierda, pretende alcanzar tres objetivos. En primar lugar potenciar la movilización de los sectores más amplios de la nueva vanguardia. En segundo lugar ganar la hegemonía sobre esta nueva vanguardia, destruyendo la influencia de las posiciones centristas, ultra-izquierdistas, etc., gracias a la combinación de la lucha ideológica con la demostración práctica de la eficacia de la política y organización marxista revolucionaria. Finalmente apoyarnos en la nueva vanguardia influenciada por la extrema izquierda para procurar una relación de fuerzas más favorable frente al P.C.E. y el sindicalismo. Pero tampoco desarrollamos con ella una táctica de unidad de acción indiscriminada, ya que sus deformaciones políticas les llevan a menudo a posiciones sectarias, oportunistas, ultra-izquierdistas, etc.

VI.- La dialéctica de los sectores de intervención (nuestro trabajo de masas)

16 La nueva vanguardia no es una realidad homogénea sino que se expresa a través de las diversas corrientes de radicalización, sobre las que inciden distintas líneas políticas. Conquistar la hegemonía política y organizativa sobre esta nueva vanguardia exige tener en cuenca sus formas concretas de emergencia, incidiendo sobre sus preocupaciones reales, pero sin adaptarse a ellas. La dialéctica de los sectores de intervención responde, precisamente, a la necesidad de combinar los ritmos desiguales de radicalización que se producen en los diferentes sectores, para impulsar hacia adelante al movimiento obrero en su conjunto, reforzando al mismo tiempo la organización revolucionaria. Se trata de apoyarse en la dialéctica objetiva que existe entre las diversas corrientes de radicalización, para potenciar iniciativas políticas que permitan un avance del movimiento de masas contra la dictadura y el capitalismo, y, a la vez, una educación política de esta nueva vanguardia que la aproxime al marxismo-revolucionario; todo ello teniendo en cuenta que nuestro objetivo prioritario consiste en el reforzamiento de la implantación obrera.

Esto significa que la conquista de la nueva vanguardia debe hacerse gracias a su educación en un trabajo de masas y no a través de una mera "conquista ideológica" como condición de poder hacer de ellos cuadros organizadores de la clase. Pero no todo trabajo de masas es capaz de asegurar, al mismo tiempo, un avance del movimiento y la educación política de franjas de vanguardia en el marxismo-revolucionario. No se trata sólo de optar por un trabajo de masas revolucionario, frente a otro reformista sino que debemos tener también en cuenta, que no tenemos una capacidad organizativa suficiente para asumir determinadas aspectos de un trabajo de masas que, en sí mismo, podrían ser correctos, A partir de esta realidad es necesario definir nuestras prioridades (aun cuando un crecimiento organizativo nos vaya a exigir en el período ampliar estas tareas): ¿qué sectores de intervención debemos elegir?; ¿que trabajo de masas debemos desarrollar en ellos?; ¿como se combina con el trabajo autónomo?.

 De lo anterior" se desprende también la problemática de las organizaciones a potenciar en cada uno de los sectores de intervención. Las estructuras de simpatizantes de las que nos dotamos (Comités Proletarios y Comités Revolucionarios) se justifican por la imposibilidad actual de construir una tendencia estable en CC.OO. a nivel Estado y una corriente política de masas , estable también, en los demás sectores, mientras que ya hoy, tenemos necesidad de disponer de estructuras amplias y estables a través de las cuales pueda potenciarse tanto el trabajo de masas, como la politización de la nueva vanguardia hacia el marxismo-revolucionario. Estas estructuras dependen del tipo de radicalización que se desarrolla en cada medio, del tipo de intervención que potenciamos en él y da la propia realidad de L.C.R.-E.T.A. (VI). Eso explica que las diversas organizaciones de simpatizantes que potenciamos sean bastante diferentes entre si.

17 Trabajo obrero:


a.- En el estadio actual del trabajo obrero de la organización debe ser una combinación de trabajo autónomo como organización política , dentro y fuera de CC.OO., con un trabajo en el interior de las CC.OO. u organismos de tipo similar, para construir una tendencia revolucionaria, de lucha de clases, estructurada en su interior.

El trabaja autónomo (que puede abarcar —en Guipúzcoa por ejemplo— desde la campaña de solidaridad con C.A.F. hasta una campaña Aberri Eguna) se deriva de la necesidad de elevar continuamente el nivel de conciencia de los luchadores obreros (agrupados o no en CC.OO.), respetando al mismo tiempo la autonomía propia de las Comisiones. Este trabajo autónomo no puede ser reducido a la propaganda y agitación más las propuestas de acción dentro de CC.OO.. Eso es , sin duda, necesario e insustituible; pero sería autolimitar nuestras posibilidades si no potenciáramos movilizaciones (autónomas, aunque puedan ser minoritarias en parte de las CC.OO. en que intervenimos y no obstante, corresponder con la radicalización de una parte de la vanguardia obrera y ser capaces de llevar a la acción a un sector importante de las masas.

Esto puede tener como consecuencia que, para impulsar una determinada acción, bloqueada por los reformistas en el interior de CC.OO., L.C.R.-E.T.A. (VI) tenga que apoyarse o potenciar un reagrupamiento puntual para la acción al margen de las CC.OO. En todo caso no utilizaremos este agrupamiento para construir una organización alternativa a CC.OO. sino para educar a los luchadores allí organizados en la necesidad de luchar por el reforzamiento y la unificación de CC.OO. constituyéndose como tendencia de lucha de clases en su interior, en base a la democracia obrera. Esta educación se verá facilitada por la actitud combativa de los marxistas-revolucionarios dentro de CC.OO. y la demostración de la eficacia práctica de esta orientación que sean capaces de hacer.

b.- Pero por importante que sea el trabajo autónomo, no podría en ningún caso ser una escusa, para retrasar el trabajo de tendencia en CC.OO. y organismos similares.. Nosotros consideramos que —sobre todo tras la crisis del ultraizquierdismo— uno de los distintivos fundamentales de la vanguardia obrera es su capacidad de organización permanente en organismos tipo CC.OO. Pero por eso sería iluso intentar ganar la influencia marxista-revolucionaria sobre la vanguardia obrera y la clase al margen de un trabajo de tendencia en esos organismos.

La relación de fuerzas en CC.OO. no nos permite crear, hoy por hoy, una tendencia estable, a escala Estado, en torno a la plataforma de acción que proponemos a las CC.OO.(2). En estas condiciones la función de dicha plataforma consiste en: 1º) constituir la base de la propaganda, la agitación y las propuestas de acción que formulemos a CC.OO.; 2º) definir la línea que CC.OO. debería vehiculizar de forma que resulte educativo para luchadores obreros que combaten en su interior para que CC.OO. adopte una línea de lucha de clases y de funcionamiento interno basada en la democracia obrera. Construir una tendencia estable en CC.OO. a escala Estado exigiría como precondición una implantación mucho más sólida de la propia organización., capaz de proporcionar una coordinación y centralización de CC.OO. (infraestructura, información, etc.) incluso a pesar de la maniobras del P.C.E. Sólo llegando a ser una alternativa práctica al P.C.E. a este nivel será posible el reagrupamiento de una tendencia estable. Esto no obsta para que en aquellos, muy pocos, puntos donde podemos ya cumplir ese papel, estabilicemos una tendencia revolucionaria.

(2) Esta plataforma de acción quedaba explicada en el Zutik 56 y en los 9 puntos propuestos por" la L.C.R. bajo el titulo "Por qué deben luchar las CC.OO.".

Lo que si es realizable hoy, son las tendencias puntuales , es decir, reagrupamientos de militantes obreros de CC.OO. (eventualmente una tendencia de este tipo puede ser constituida por un comité "específico", o coincidir con él) en torno a estas consignas concretas de acción, para un período más o menos corto, formuladas en base a nuestra plataforma y que corresponden a la situación concreta del movimiento en una fábrica, ramo, localidad o incluso, a escala Estado. Lo que caracteriza, pues, a una tendencia puntual es referirse sólo a aquellas aspectos de la plataforma que proponemos a CC.OO., que centran la lucha de masas en un momento dado. La dinámica de una tendencia puntual es que una parte, más politizada, acepta entrar en un C.P (Comité Proletario) y otra siga, simplemente, militando en CC.OO.

c.- Los C.P. son los organismos de simpatizantes que actualmente potenciamos. Los definimos coma estructuras estables que: 1º) engloban tanto a nuestros simpatizantes estrictos del conjunto de nuestra política), como a los obreros que se nos han acercado puntualmente a través de una tendencia y que siguen dispuestos, explícitamente, a trabajar con L.C.R.-E.T.A. (VI), aunque sabemos que el nivel de comprensión que tienen de nuestra política es muy limitada (de hecho lo que han visto de nosotros en la empresa o en una lucha concreta); 2º) están dispuestas a impulsar la construcción de una tendencia revolucionaria en CC.OO. y a ampliar el radio de las iniciativas autónomas de L.C.R.-E:T.A.(VI) .

d.- Trabajo autónoma y trabajo de tendencia se realizan tanto alrededor de temas de lucha concreta de empresa, como en torno a iniciativas centrales de la organización. Es preciso comprender la necesidad de combinar estos dos tipos de trabaja y sus relaciones mutuas.

La intervención sectorial en torno a las luchas y la actividad directa de nuestras fuerzas dentro de su empresa, ha de suponer una demostración a los obreros de esas zonas de la seriedad de la organización marxista-revolucionaria. Además es preciso recordar, una vez más, que los obreros de vanguardia se dirigirán a la organización sólo a condición de que vean en nosotros un instrumento útil y efectivo para las luchas y que medirán dicha utilidad no sólo en las grandes luchas de masas, sino también en los combates parciales de zona o de empresa.

Sin embargo es la intervención central, a escala de todo el Estado, la que tiene una especial importancia. Si la organización marxista-revolucionaria quiere ser la vanguardia efectiva del proletariado, debe ser capaz de proponer y llevar adelante iniciativas de acción capaces de hacer avanzar al con junto del movimiento; se trata por tanto de iniciativas que sólo pueden ser decididas en función de un análisis del conjunto del movimiento, es decir de su situación a escala Estado y no sólo de la conciencia subjetiva que, en cada localidad, tenga ese movimiento. Lo que, en todo caso, resulta claro, es la importancia decisiva que el trabajo a nivel Estado tiene en torno a aquellas luchas que afectan objetivamente al conjunto del movimiento obrero (Convenios, por ejemplo) facilitando así las posibilidades de amplia unificación del movimiento y en los combates más relevantes contra la dictadura (Sumario 1.001, o contra los asesinatos de obreros, etc.) y en el desarrollo de solidaridad con las grandes explosiones obreras.

e.- Otro problema que aparece es la necesidad de definir -en función de un análisis detallado la dialéctica que establecemos entre el trabajo en las CC.OO. de hegemonía P.C.E. que deben ser privilegiadas a nivel Estado por ser las únicas que tienen realidad a este nivel y las demás CC.OO. u organismos semejantes (que en Euskadi, por ejemplo, tienen importancia fundamental). También entre los ramos o zonas geográficas de una provincia debe definirse una dialéctica que tenga en cuenta los ritmos diferenciados de radicalización y la necesidad de que nuestra implantación avance hacia los sectores clave del aparato productivo.

18 La construcción de una corriente revolucionaria en la enseñanza :

La necesidad para la burguesía de paliar la crisis de su sistema educativo le ha llevado a la aplicación de un proyecto global de rentabilización-pacificación de la enseñanza, que ha tenido como resultado más sobresaliente un salto hacia adelante en las movilizaciones de todos los sectores de la enseñanza, que han hecho ya la experiencia de jornadas comunes (14 de Febrero y 8 de marzo del 72, fundamentalmente) y que han jugado un papel importante en luchas de conjunto contra la dictadura (San Adrián , etc.).

La construcción de una corriente revolucionaria en la enseñanza persigue dos objetivos fundamentales: 1º) impulsar la formación de un frente de enseñanza que sea capaz de hacer retroceder parcialmente los planes de la 'dicta dura en ese terreno, educar a una amplia franja de estudiantes, profesores y maestros en la denuncia de la enseñanza clásica y llevarlos a apoyar el programa del proletariado en este terreno; favorecer ya desde ahora el desarrollo de luchas conjuntas contra la Ley General de Educación; 2º) llevar a intervenir en luchas políticas de masas contra la dictadura, el capitalismo y el imperialismo; en especial asegurar la solidaridad activa y efectiva de estos sectores en ocasión a las grandes luchas proletarias y a los combates de masas contra la dictadura.

El desarrollo de esta corriente revolucionaria en la enseñanza y su ligazón con el proletarizado revolucionario es una tarea a largo plazo. Cubrirla efectivamente exige tener en cuenta las distintas experiencias da lucha y politización de los diversos sectores de la enseñanza y la distinta realidad de L.C.R.-E.T.A.(VI) en ellos. De estas particularidades depende tanto el tipo de intervención específica en cada sector como el tipo de organización que potenciamos:

a.- En el movimiento Universitario tenemos como objetivo la construcción de Comités de Lucha constituidos sobre la base de los ejes de la línea Universidad Roja pero con la suficiente flexibilidad para ser capaces de incorporar, en cada lucha concreta, a los estudiantes dispuestos a intervenir con las consignas que proponemos y cuya comprensión más completa de la línea U. R. se realizará a través de su militancia en los Comités de Lucha. Pero este proyecto no debe llevarnos a una división ideologista y sectaria (es decir: fuera de los ritmos de radicalización y de las diferenciaciones que se produzcan en la vanguardia estudiantil) de los organismos unitarios hoy existentes. Debemos combinar la construcción de C. de L. en las universidades más avanzadas políticamente, con un trabajo de tendencia en los organismos unitarios de las más atrasadas, trabajo que, a medida que los C. de L. empiecen a cobrar una realidad propia, se presentará explícitamente como una tendencia que trabaja para su creación en-todas partes.

La actividad autónoma, especialmente la lucha ideológica y la defensa de la, totalidad de nuestro programa, cobran una importancia excepcional en función de la intensa politización del medio y de la radicalización fuertemente ideológica que le es propia. Por ello es importante la construcción de fuertes organizaciones de simpatizantes (C.R. —Comités Revolucionarios—) que vehiculicen tanto la intervención autónoma como el trabajo de tendencia en los organismos unitarios o —cuando no existan estos— en los reagrupamientos puntuales. A medida que avance la formación de nuestra propia tendencia en la Universidad, es esta la que pasaría a asumir la vehiculización de nuestra política, pero creemos que el mantenimiento de los C.R. es necesario para apoyar el desarrollo en profundidad de nuestro programa global, la lucha ideológica y las funciones de formación marxista revolucionaria de sus miembros.

b.- En Enseñanza media, la poca experiencia del movimiento, su carácter más puntual que viene facilitado por la dispersión geográfica de los centros, etc., no nos permiten por el momento estructurar una tendencia estable en el interior de los organismos unitarios existentes: por la misma razón no podemos limitar nuestra actividad a este trabajo de tendencia. Nuestro objetivo, por ahora, es crear una red de C.R. amplios que asuman el doble trabajo de intervención autónoma sobre el medio y el trabajo de tendencia.

c.- En Escuelas de Formación Profesional, no puede hablarse de la existencia generalizada de organismos unitarios. Nuestro objetivo allí consiste también en la creación de una red de C.R. amplios que asuman tanto la Intervención autónoma sobre el medio, como el posible trabajo en tendencia donde hubiera organismos unitarios.

d.- En Profesores no Numerarios, apoyamos la construcción de Comisiones de P.N.N. como organismos unitarios de vanguardia, ya que (dada la experiencia del molimiento) constituyen el lugar donde puede cristalizar una vanguardia dispuesta a continuar la lucha contra el legalismo y el "peticionismo", que se ha producido fundamentalmente durante el pasado curso 72-73. Sin embargo nuestro trabajo fundamental se invierte en la creación de una red de C.R. capaces de impulsar nuestro trabajo autónomo y el trabajo de tendencia dentro de las Comisiones de P.N.N.

En todos los sectores de la enseñanza luchamos por la estructuración democrática del movimiento (sobre la base de Comités escogidos y revocables en Asamblea y coordinados entre sí) en ocasión a las luchas que se produzcan.

19 Trabajo en torno a la lucha contra la opresión nacional de Euskadi. Para nosotros ganarnos la hegemonía entre los sectores radicalizados en torno al Problema Nacional e impulsar, más y más, este combate de masas contra la dictadura, exige combinar 4 ejes fundamentales de intervención: 1º) las campanas centrales a nivel Estado; 2º) iniciativas (centrales y sobre todo a nivel Euskadi) en defensa de los militantes de E.T.A. contra la represión policiaca; 3º) intervención específica en Ikastolas y organismos populares; 4º) lucha ideológica incesante contra el nacionalismo vasco.

a.- La extrema radicalización y virulencia de la lucha contra la opresión nacional de Euskadi lleva peligro de perderse o de desviarse por derroteros exclusivamente nacionalistas, si no se rompe con el relativa aislacionismo en que —después de las memorables jornadas de Burgos— se ha vuelto a sumergir a nivel Estado. Como uno de los factores políticos importantes de la lucha de clases bajo el franquismo, la lucha de Euskadi por su libertad nacional exige que los marxistas-revolucionarios desarrollemos campañas a nivel Estado, en defensa del "derecho a la separación de Euskadi" y en solidaridad con su lucha contra la dictadura. Esta es, además, la única vía para romper el chovinismo anexionista de gran nación que pueda existir en el proletariado y masas populares de España, así como el chovinismo nacionalista pequeño-burgués que fomentan las organizaciones nacionalistas entre las masas vascas; el resultado de todo ello será elevar, aun más, la radicalización del combate de masas contra la opresión nacional y unificar a la clase obrera, a la vez que servirá para educar en el internacionalismo y en la política proletaria a sectores de vanguardia que, en torno a esta cuestión, se radicalizan en Euskadi.

b.- La represión contra los militantes nacionalistas de E.T.A. (V), es uno de los componentes casi cotidianos de la lucha de clases en Euskadi. Frente a ello, dicha organización ha demostrado su incapacidad para tejer todo lazo efectivo con las masas, de forma que dichos ataques represivos pudieran resultarle más problemáticos a la dictadura. El abandono por E.T.A. Vª de todo trabajo sistemático de masas, ha estado a la base de una ausencia casi total de movilizaciones en respuesta al asesinato de 5 de sus más prestigiosos combatientes a lo largo del último año. Nuestra tarea consiste en profundizar el trabajo sistemático que estamos llevando desde hace ahora un año en defensa de los militantes de E.T.A. va contra la represión: en pasar de la propaganda y agitación sistemáticas a las que casi nos hemos limitado a lo largo de este año, a la asunción de iniciativas políticas dirigidas sobre todo a la nueva vanguardia obrera y estudiantes y a los sectores de masas más sensibilizados por el problema nacional, haciendo de todos ellos una palanca que arrastre a dicho combate a sectores más amplios de la clase obrera y el pueblo.

c.- La contradictoria situación de las ikastolas (ahogadas al mismo tiempo por la dictadura y por las maniobras reaccionarias de la burguesía vasquista), unida a la necesaria labor a contra-reloj que hay que llevar en su interior en el presente período, exigen la creación de una corriente amplia (englobando a maestros, padres, cotizantes) sobre la base de cuatro ejes centrales: 1º) Defensa del euskera y la educación progresista contra la represión; 2º) Por una democracia real en las ikastolas; 3º) Por la unión de irakasles, maestros de escuelas nacionales, estudiantes y profesores; 4º) Por el derecho a la autodeterminación de Euskadi.

A nuestro entender una corriente de este tipo ni es ni puede ser un organismo ligado estructuralmente a L.C.R.-E.T.A.(VI). Expresa, al contrario, un eje divisorio entre los dos sectores que hoy combaten entre sí en las ikastolas (el popular y el burgués), a la vez que impulsa la defensa del euskera al ámbito obrero, popular y estudiantes. Creemos que los procesos que hoy se efectúan dentro de las ikastolas, exigen la unificación en la acción de el euskera y las ikastolas. Los acuerdos entre organizaciones políticas pueden, si no solucionar, si al menos dar un impulso notable a dicha  unificación. En este sentido, la posibilidad de acuerdos con E.T.A. ya se plantea de forma muy problemática. Tratando de ahuyentar el fantasma del “españolismo”, E.T.A. ya está perdiendo toda visión lógica de los procesos reales que se operan en las ikastolas. El hecho de que para combatir el fantasma haya optado —más de una vez— por unirse a la derecha nacionalista (aun cuando esto se haya tenido que hacer, expresamente, tras la bandera del anti-marxismo) hace que las posibilidades de acuerdos unitarios con ellos frente a la coalición de derechas, se plantee poco menos que imposible. En todo caso esas reaccionarias maniobras de E.TA.A Vª le están acarreando resultados negativos, ya que, por un lado, comienza a quedar fuera de las ikastolas más progresistas y, por otro, se encuentra en situación de minoría ante la burguesía en las ikastolas controladas por esta. Tampoco sería, pues, de extrañar que el carácter supe-empirista de dicha organización le forzase a un giro de 180º.

 El tipo de organismos que la organización marxista revolucionaria pondremos en pie, será, exclusivamente, una red de C.R. que al mismo tiempo que trabajan con otros sectores en unificar fuerzas tras los 4 ejes citados, tratarán de impulsar dentro de esa corriente popular, la propaganda por la concepción proletaria de la enseñanza y del sistema educativo, desarrollarán iniciativas en base al programa de L.C.R.-E.T.A.(VI), etc.

d.- El combate contra la opresión nacional ha radicalizado en amplias franjas de  Euskadi un profundo sentimiento anti-dictatorial. En numerosos pueblos —sobre todo en Vizcaya y Guipúzcoa— esta radicalización ha estado a la base  de la aparición de organismos populares de diverso tipo. Pero la desigualdad casi infinita en la radicalización y politización de los diferentes sectores (e incluso resulta difícil precisar los límites de estos sectores) impide definir un tipo determinado de estructura para el trabajo en estos organismos populares y, en general, en este tipo de pueblos pequeños. En todo caso será prioritario la organización de redes amplias de simpatizantes (C.R.) pero con la suficiente flexibilidad para ampliarse en torno a iniciativas concretas (creación de Juntas anti-represivas, par ejemplo... aunque en determinados lugares tampoco es descartable la organización permanente de estas) y para trabajar en el seno de los organismos populares existentes.

Al mismo tiempo una aplicación adecuada de la dialéctica de sectores exigirá en numerosos de estos pueblos pequeños de Euskadi unificar los C.R. de componentes de diferentes sectores sociales (desde el obrero al arrantzale pasando por el estudiante de enseñanza media y la andereño).

VII.- Autodefensa e iniciativas armadas

20 Hemos señalado repetidas veces, que una de las cuestiones fundamentales para hacer avanzar las luchas actuales hacia la Huelga General Revolucionaria, pasa por superar el estadio de huelgas generales locales, que caracterizan el presente período, a combates unitarias a escala Estado. Pero para que esto se produzca es —a su vez— necesaria que dichas huelgas locales mantengan una cierta duración que permita organizar la solidaridad a nivel estatal. La burguesía, que se ve ya incapaz de evitar el primer tipo de explosiones, es consciente del gravísimo peligra que le crearía el segundo. La huelga general de Pamplona sirvió para comprobar que todos los esfuerzos de la burguesía ante las grandes luchas locales se centraran, en un primer momento, en cortar su carácter masivo. Para ello su primera medida será, normalmente, el cierre de empresas (aunque en determinados casos como en Pamplona la relación inicial de fuerzas no le permitirá imponer esta medida); a partir de esto sus esfuerzas se centrarán en con centrar en las localidades en lucha un grandísimo aparato policial que evite el mantenimiento de la lucha en la calle.

Si el movimiento no logra rebasar esta doble pared de la burguesía, las posibilidades de una lucha organizada desaparecen y, al mismo tiempo, la ausencia de esta dificulta la organización de la solidaridad a nivel Estado . En estas condiciones la organización de la autodefensa se convierte en el problema fundamental para poder abrir posibilidades a la autoorganización de los combates y para mantener la lucha el tiempo necesario que permita organizar la solidaridad en otros lugares. Unificar a las masas obreras contra el capitalismo y la dictadura, construyendo en ese trabajo una organización leninista de combate, exige responder política y organizativamente a esta problemática.

Nuestros esfuerzos actuales han de estar encaminadas a convertir a los organismos de agrupación de la vanguardia amplia (tipo CC.DO.) en instrumentos capaces de organizar ellos mismos e impulsar entre las amplias masas, la autodefensa contra las fuerzas represivas. Pero esto no se va a lograr sólo con propaganda, ni con propuestas, esperando que las direcciones burocráticas de estos organismos asuman las responsabilidades que les compiten. Precisamente por eso es necesario (junto a la propaganda y propuestas, que han de mantenerse) desarrollar una política de iniciativas a partir de los sectores que coyunturalmente logremos agrupar y a partir, sobre todo, de las propias fuerzas organizativas (incluyendo aquí C.P., tendencia, etc.). Política de iniciativas que ha da comprender:

a.- La organización de la autodefensa a partir de aquellas CC.OO. en las que esto pueda lograrse, aún cuando el resto de las CC.OO. del mismo sector o zona no estén dispuestas a hacerlo.

b.- Agrupamiento con luchadores obreros, de dentro y fuera de CC.OO., dispuestos a tomar iniciativas de autodefensa que luego puedan ampliarse a sectores mucho más amplios, para evitar el cierre de la empresas, para defender a los líderes del movimiento, para organizar las manifestaciones y defenderlas —inicialmente al menos— de las fuerzas represivas,

c.- Ampliar las iniciativas de autodefensa en la calle con luchadores de otros sectores (estudiantes, barrios, etc.) dispuestos a agruparse para ello.

Esta es la única vía por la que podremos hacer avanzar la organización de la autodefensa a partir de CC.OO., educar política y técnicamente a sus militantes para ello y, al mismo tiempo, abrir perspectivas concretas a su organización masiva.


A otro nivel, la organización de manifestaciones-comando, bien preparadas técnicamente, puede jugar un papel significativo tanto para ejemplificar los métodos de lucha que proponemos y demostrar que con ellos es posible combatir, como para relanzar el movimiento en aquellas ocasiones en que la concentración de las fuerzas policiales haya obligado a aquel a replegarse.

21 Si bien es cierto que las experiencias de los trabajadores avanzados y de las masas en este terreno, son una condición indispensable para prepararse técnica y políticamente para la Huelga General Revolucionaria, no se puede, sin embargo, pensar en una progresión lineal de esta preparación. La situación actual es, ante todo, una situación de profunda inestabilidad social, en la que la lucha puede dar grandes saltos repentinamente y plantear problemas de organización que la víspera no existían y que de carecer, una y otra vez, de instrumentos adecuados para resolverlos podría comprometer seriamente las posibilidades revolucionarias del período.

Por eso, la organización revolucionaria no puede contentarse con preparar su estructura para responder a las exigencias a las que ya ahora se encuentra enfrentado el movimiento (es decir, a las iniciativas de organización de autodefensa en ocasión de las luchas), sino que ha de preparar dicha estructura para poder ponerse al frente de las exigencias de organización que las bruscas variaciones y saltos adelante de la situación pueden (y van sin duda) originar, más concretamente, esto exige la organización aún embrionaria de destacamentos armados de la propia organización para:

a.-  Desarrollar acciones de propaganda armada, capaces de educar a la vanguardia y abrir una perspectiva más amplia a las luchas de masas actuales.

b.- Asegurar, cuando esos cambios bruscos lo exijan, el transcrecimiento de la actual autodefensa obrera hacia destacamentos permanentes y armados del movimiento (ligados a CC.OO.).

c.- Asegurar la existencia de cuadros militarmente preparados, cuya necesidad va a plantearse, sin duda, a partir de un determinado momento, como una cuestión vital para el avance de la revolución.

De esta forma, respondiendo al conjunto de los problemas políticos y organizativos que plantea la lucha contra las fuerzas represivas, podremos influir decisivamente en la educación de una amplia red de cuadros de la vanguardia obrera, en la elevación de la conciencia de las masas, en su abandono de las influencias pacifistas de las organizaciones reformistas y, así, los trabajadores avanzados verán en nosotros un instrumento efectivamente útil y disponible para la lucha. Sólo así encontrarán las masas obreras, en los futuros combates revolucionarios decisivos, una organización política y militarmente preparada para dirigir el asalto final contra la dictadura y contra el Estado capitalista. .

VIII.- Construir la IV Internacional

22 La elevación del nivel de conciencia de las masas a través de luchas revolucionarias contra la dictadura y el capitalismo, que aseguren la experiencia suficiente para el surgimiento de órganos de doble poder tras el derrocamiento de la dictadura y el transcrecimiento de esta situación hasta la victoria de la revolución socialista.

La creación y educación de cuadros revolucionarios en las empresas para orientar esta perspectiva ya en las luchas actuales y ponerse al frente del movimiento en los asaltos decisivas contra el Estado burgués exigen ser tomadas como tareas a realizar conscientemente. Por esto, construyendo el Partido revolucionario por medio de nuestra intervención en las luchas actuales tras esa doble perspectiva señalada, creamos el instrumento de nuestra lucha capaz de realizarla. La fusión de L.C.R. y E.T.A.(VI) constituye un paso de importancia histórica hacia la creación de ese Partido.

Pero del mismo modo que no creemos en la posibilidad de edificar el socialismo en un sólo país, tampoco creemos en la posibilidad de crear el partido revolucionario en un país aislado. Tenemos necesidad de una Internacional revolucionaria que permita situar y resolver los problemas del socialismo desde el punto de vista de los intereses mundiales del proletariado.

Es la construcción de esta Internacional la tarea a la que contribuimos adhiriéndonos a la IVª Internacional fundada en 1939 por León Trotsky para —en lucha contra la degeneración estalinista— combatir resueltamente por la victoria de la Revolución Socialista Mundial,

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RESOLUCIÓN SOBRE

 LA LUCHA CONTRA LA OPRESIÓN NACIONAL DE EUSKADI

      1 La opresión nacional es, desde el punto de vista histórico, el resultado de la incapacidad de la burguesía para asumir sus tareas políticas en la fase del ascenso del capitalismo. En aquellos países en que la instauración del capitalismo como modo de producción dominante no fue acompañada de una revolución democrático-burguesa (como en la Rusia zarista o el Estado español), las nacionalidades englobadas en el marco de una unidad estatal y de mercado único lo fueron por la vía coercitiva. En ellos, la persecución constante contra la libre, expresión política y cultural de las nacionalidades minoritarias ha presidido las relaciones entre estas y el gobierno central.

En el Estado español, la presencia en el aparato estatal —junto a los grandes capitalistas— de la nobleza feudal y oligarquía agraria más retrógrada, por una parte; la debilidad de la burguesía ascendente, impotente para eliminar a estos sectores y profundizar la revolución burguesa, por otra parte, determinarán la aparición de una serie de diferenciaciones políticas en el seno de la nueva clase dominante, que en las nacionalidades periféricas industrializadas se orientarán hacia el nacionalismo.

Sin embargo, en cada explosión social mínimamente significativa, esta burguesía demostrará su debilidad en la tendencia a pactar con la oligarquía centralista antes que a suscitar iniciativas políticas audaces contra ella. El sector nacionalista demostrará al mismo tiempo (en este contexto) su incapacidad para solventar la cuestión nacional. A partir de la 19 guerra mundial, inicio de la era de la revolución proletaria, esta incapacidad de la burguesía para encabezar cualquier tipo de combate por la democracia (libertad nacional incluida) no hará sino agudizarse. En cada crisis social (1917, 1923 ...) se comprueba que es sobre todo el miedo al proletariado lo que determina las opciones finales de tales burguesías ("nacionales" o "centralistas").

El periodo revolucionario de la IIª República, confirmará esto, constituyendo un exponente tanto de la incapacidad de la burguesía para resolver definitivamente la cuestión, como de la disposición de esta misma burguesía “democrática” a concebir ciertas reformas (Estatutos de Autonomía) susceptibles de canalizar el descontento hacia cauces compatibles con el sistema, controlando el movimiento en previsión de cualquier explosión revolucionaria. Mostrará este período igualmente la capacidad de la burguesía nacionalista para desviar el movimiento hacia la defensa de los “intereses nacionales” (o sea: de la burguesía autóctona) en los momentos de agudización de la lucha.

En Euskadi, la industrialización no se produce hasta el último tercio del XIX. Recogiendo los últimos adelantos de la técnica de la Europa desarrollada, la transformación industrial del país se produce a unos ritmos muy rápidos, y la fusión entre el capital financiero e industrial es muy temprano. Las clases medias formadas en torno —y prematuramente desplazadas de todo protagonista social— expresarán su descontento mediante el nacionalismo que al fusionar con sectores de origen agrario-carlistas (igualmente desplazados) se traducirá en una ideología racista-clerical.

Durante toda su historia, el P.N.V. vehiculizará sobre la base de dicha ideología una opción interclasista: la reivindicación particular de estas clases medias, opuestas tanto al gran capital como al proletariado, del que los inmigrados forman una porción creciente, será presentada como correspondiente a los intereses del “pueblo entero”, del conjunto de la comunidad nacionalmente oprimida. En los periodos críticos (y en particular durante la IIª República) este señuelo interclasista será utilizado para desviar hacia la solidaridad entre las clases nacionales las energías revolucionarias desatadas por la agudización de la lucha de clases. El Estatuto del 36 será el medio elegido por la burguesía para asegurarse el control del movimiento nacional e impedir la consolidación de las conquistas políticas y sociales de la clase obrera en los primeros momentos de la guerra. La actitud abstencionista respecto a la opresión nacional por parte de la s organizaciones obreras tradicionales (PS.O.E. en particular) no favorecerá el surgimiento de rupturas importantes en e seno del movimiento nacional y la alianza revolucionaria de éste con la clase obrera.

En la post-guerra —y frente a una opresión y represión feroces— la monocracia  peneuvista mostrará su impotencia para responder con cualquier resistencia organizada y cifrará todas sus esperanzas en la intervención aliada, multiplicando las iniciativas diplomáticas tendentes a favorecer el reconocimiento por las burguesías europeas y americanas del “Gobierno Vasco en el exilio”.

En reacción a este nacionalismo pacifista e ineficaz, surgirá en los años 60 un movimiento radical-nacionalista cuya actividad dificultará la repetición en Euskadi de la maniobra de integración parcial (por medio de concesiones en el terreno de la cultura y la lengua) intentada por la dictadura en Cataluña. Las tres principales causas han sido: la mayor politización del movimiento vasco respecto al catalán, el desplazamiento del peso político fundamentalmente de la media a la pequeña burguesía y los métodos de acción directa puestos en práctica con la consiguiente represión por los radical-nacionalistas.

Paralelamente, el auge del movimiento obrero durante la pasada década irá produciendo sucesivas diferenciaciones en el seno del radical-nacionalismo. Las escisiones de ETA (la de 1966 y 1970 en particular) ejemplifican esta decantación hacia la clase obrera, con una dinámica de ruptura ideológica y política con el nacionalismo.

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      2 siempre la cuestión de la opresión nacional de Euskadi desde un punto de vista puramente formal, considerándole más como un obstáculo a franquear que como un factor revolucionario a potenciar en el camino hacia la revolución.

La obligación que tenemos los comunistas de aprovechar al máximo el menor intersticio, el menor fallo, toda contradicción del capitalismo y la paralela de "proponer, agudizar y resolver toda cuestión democrática de orden general" (Lenin) se sitúan en las antípodas de la concepción de los reformistas (coincidentes en esto con los anarquistas) para quienes la cuestión nacional no es sino "un prejuicio burgués" y, por otra parte, "ha sido superada por el desarrollo de las fuerzas productivas",

Para analizar una cuestión social, dice Lenin, "el marxismo exige expresamente que se la sitúe en un marco histórico determinado; además, si se trata de un sólo país (por ejemplo, del programa nacional para un país dado) que se tenga en cuenta las particularidades concretas que distinguen a ese país de los otros, en los límites de una sola y misma época histórica".

Nuestra época no es ya la del capitalismo ascendente, la del despertar de la conciencia nacional a través de la burguesía revolucionaria, sino la del imperialismo. Es decir: aquella en que "el capitalismo desarrollado, aproximando y engarzando cada vez más a las naciones, ya totalmente integradas al circuito comercial, pone en primer plano el antagonismo entre el capital fusionado a escala internacional y el movimiento obrero internacional"(Lenin). Pero lo que de esto se deduce no es que el combate debe ser abandonado ("para no ir contra la historia") en manos de la burguesía, sino, al contrario, que dicho combate político debe ser impulsado precisamente en el marco de la lucha proletaria contra el capitalismo, en ligazón constante con las consignas socialistas de la revolución. Ciertamente, en la época de internacionalización del capital, las diferencias entre las naciones tienden a  desaparecer; pero nada autoriza a considerar este factor económico como el único existente, prescindiendo, por ejemplo, de las formas políticas bajo las que dicha internacionalización se produce. Es en este sentido que la determinación económica no basta y que Lenin exige tener igualmente en cuenta la realidad específica de cada país dentro de dicha determinación general (imperialismo). En el Estado español, esa internacionalización del capitalismo se produce en el marco de la dictadura franquista, cuya destrucción abrirá paso a un proceso de revolución socialista.

Es, pues, en los límites de la lucha contra la dictadura en la época del imperialismo (o sea: en la era de la revolución proletaria) donde debemos situar el problema.

Más concretamente: En el proceso de lucha que partiendo de la lucha proletaria por la democracia (pero en interrelación constante con los objetivos socialistas) desemboca en la toma del poder por el proletariado. Es decir: en el marco de la revolución permanente.

Pero a su vez, la consideración del carácter dictatorial del régimen que oprime a las nacionalidades no autoriza a identificar mecánicamente la opresión nacional de Euskadi y Cataluña con la ejercida per las metrópolis imperialistas sobre los países coloniales o sobre minorías nacionales super-explotadas en el interior de una metrópoli dada (negros-USA), Por coincidir con zonas que han conocido un desarrollo superior al del resto del país, haberse producido en ellas una estructuración de clases que corresponde a la de un país capitalista avanzado, por la necesidad de que la lucha por el derecho de autodeterminación —de Cataluña y Euskadi— vaya acompañada de un combate constante contra el nacionalismo (divisor de la clase: señuelo interclasista), por plantearse la lucha en la fase imperialista del capitalismo, en que la burguesía ha dejado de ser una clase revolucionaria, los comunistas deberán asociar constantemente la lucha contra la opresión nacional de estas nacionalidades con la lucha por la revolución socialista, con la lucha del proletariado de todas las nacionalidades peninsulares contra el capitalismo.

A este respecto, dos errores homólogos deben ser conjurados:

- La postura economicista, que deduce de la centralización irreversible del capitalismo (centralización que supone un avance histórico en la medida en que prepare las bases materiales para la instauración del socialismo) la imposibilidad de realizar en la época actual el derecho de las naciones a su autodeterminación.

- La postura subjetivista que deduce de la creciente imposibilidad por parte del imperialismo de acceder a las demandas democráticas de las masas (incluida la demanda de libertad nacional de las nacionalidades oprimidas) el carácter directamente pro-socialista detal reivindicación. Es decir! que una lucha consecuente por la autodeterminación acabaría poniendo en cuestión las bases mismas del sistema: que, dado el carácter inasimilable de la reivindicador, la participación en el combate por parte de sectores crecientes de las masas, llevaría a éstas a una comprensión socialista de las tareas pendientes, a una conciencia de la necesidad de la revolución proletaria.

La postura marxista revolucionaria sobre la cuestión nacional se erige a la vez contra una y otra simplificación unilateral del problema. En primer lugar, la reivindicación del derecho de autodeterminación se sitúa en un terreno estrictamente político (y no económico). En segundo lugar, no hay una determinación absoluta, incondicional, de la forma política concreta respecto a la base material, económica; "la democracia política no es más qua una de las formas posibles (aunque en teoría sea absolutamente normal para el capitalismo "puro") de superestructura del capitalismo. Como han demostrado los hechos, el capitalismo y el imperialismo se desarrolla bajo todas las formas políticas, subordinándosele todas. Este es el porqué de que sea absolutamente falso, desde el punto de vista teórico, pretender "imposible" la realización de una de las formas y de una de las reivindicaciones democráticas” (Lenin).

 Del hecho indudable de que la autodeterminación, como las demás reivindicaciones democráticas, no pueden ser realizables en la fase imperialista del capitalismo sino "implícitamente, bajo un aspecto truncado y a título totalmente excepcional" (Lenin). No se deduce que debamos renunciar a la batalla "perdida de antemano", ni que sea posible considerar dicha reivindicación como de tal forma inasimilable por la burguesía que necesariamente desembocará en una dinámica socialista. Esto se deduce del carácter estrictamente político de la reivindicación de la autodeterminación.

Los comunistas, vanguardia de la clase obrera, deben ser los más decididos luchadores por toda reivindicación política democrática no satisfecha. Yes to, porque "sólo el proletariado puede ser el combatiente de vanguardia por la libertad política y por las instituciones democráticas, ^ya que, en primer lugar, la opresión política recae sobre él con la máxima dureza, no habiendo nada en esta clase que la atenué" (Lenin). Pero, a la vez, no podrán hacer abstracción (los comunistas) de las condiciones históricas concretas en que su lucha se plantea; y, conscientes da que-una reivindicación política democrática puede ser siempre recuperada por la burguesía con el fin de desviar la atención de las masas hacia objetivas compatibles con el mantenimiento del sistema, no presentarán dicha reivindicación aislada, sino en un contexto en que la reivindicaciones democráticas, transitorias y socialistas se interrelacionen en una común dinámica anticapitalista.

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      3 "Del mismo modo, escribe Lenin, que la humanidad no puede llegara la abolición de las clases más que pasando por el periodo de transición de la dictadura de la clase oprimida, tampoco podrá llegar a la fusión inevitable de las naciones más que pasando por el periodo de transición de la liberación completa de todas las naciones oprimidas, es decir, de la libertad para ellas de separación". El objetivo es, pues, la fusión internacional de todas las naciones; y la autodeterminación, el medio de alcanzar tal fin. Pues, en efecto, no es indiferente la forma como dicha fusión sea alcanzada. Ningún Estado obrero podría, sin traicionar el internacionalismo proletario, (que postula y exige la igualdad de los derechos de los proletariados de todas las naciones), imponer la unificación forzada, sin su consentimiento, de tales naciones o nacionalidades. La autodeterminación significa el derecho de toda nación o nacionalidad oprimida a separarse, formando un estado independiente o uniéndose con otros estados diferentes. La existencia efectiva de este derecho es la única forma de resolver de manera definitiva la opresión nacional. Y, paralelamente, el único método de posibilitar una unión en condiciones de igualdad. Pues esta igualdad sólo es concretable políticamente en la oportunidad, igual para todas las naciones o nacionalidades, a erigirse en Estado nacional. Precisamente porque se trata de una cuestión política, ningún sucedáneo cultural, administrativo, etc., será capaz de solventarla.

La alternativa propuesta por el P.C.E. ("frente a la opresión de Euskadi, el Estatuto y su Gobierno") se enmarca dentro de su actual cruzada por ganarse a los sectores más conservadores del nacionalismo vasco ("más conservadores, luego más sensatos" parece ser su punto de vista). Continuamente dirige llamamientos a estas fuerzas para que, como fue dicho en una resolución de su reciente VIIIº Congreso, "Euskadi dejo de ser el tapón del Pacto por la Libertad", y el equivalente vasco de la "Asamblea de Cataluña" sea puesto en pie. El intento reformista de canalizar las energías revolucionarias generadas en la lucha contra la opresión nacional hacia el cauce del pacto con la burguesía "antimonopolista" tenía necesariamente que conducir al encuentro con, loa burócratas del P.N.V. El Estatuto es el punto de cita.

Se trata de una "solución" que nada Soluciona. Y no sólo por su carácter anti-democrático (¿a quien representa hoy al fantasmagórico "gobierno vasco”? sino por cerrar el paso a la única solución verdaderamente democrática posible: la opresión nacional de Euskadi sólo será solventada cuando el pueblo vasco tenga el poder de decidir por sí mismo, libremente, si desea o no separarse y formar un estado propio. Ya en el 36, el Estatuto fue utilizado por la burguesía para canalizar las energías revolucionarias del movimiento de emancipación del pueblo vasco hacia cauces compatibles con la “legalidad republicana". Es decir: Con el mantenimiento de la propiedad privada. Hoy como ayer, los reformistas contribuyen a allanar el camino de la burguesía.

Para los revolucionarios, por el contrario, luchar por la libertad de Euskadi es luchar por el derecho a la separación.

Pero nuestra postura no tiene nada que ver con el nacionalismo. Ni la burguesía ni la pequeña burguesía nacionalista fueron capaces de acabar con la opresión nacional en la época en que estas clases expresaban aún un contenido revolucionario. En la época actual, sólo el proletariado, arrastrando a sectores oprimidos de otras capas populares, es capaz de resolver radicalmente el problema. Pero, precisamente en la medida en que resuelve un problema que no sólo le afecta a él como clase, sino a todo el pueblo, el proletariado debe definir con claridad su propio campo ideológico y político: el internacionalismo. El punto de vista de clase exige la subordinación de los derechos e intereses de tal o cual nación a los intereses generales del proletariado y de la revolución. Por eso, los revolucionarios de la nación oprimida deben afirmar, como una cuestión de principios, la unidad fundamental, como clase, del proletariado de las distintas nacionalidades, llevando este principio al terreno organizativo e impulsando la creación de organizaciones únicas de clase y resaltando la solidaridad de todos los obreros contra la burguesía, tanto la de la nación opresora como la de la propia nación. Por eso también, y sobre la base inalterable del respeto de la libre-decisión de la nacionalidad oprimida, el proletariado optará, a la hora de materializar la alternativa separación-integración, por aquella solución más favorable desde el punto de vista de los intereses generales del proletariado internacional y de la revolución socialista.

En íntima conexión con tal enfoque, nuestra opción deberá tomarse teniendo en cuenta las posibilidades de utilización para fines reaccionarios de la consigna "libre autodeterminación" por parte de la burguesía. Si, ante un auge de la lucha revolucionaria en todo el Estado, la burguesía vasca tratase da utilizar el derecho a la separación para sustraer a Euskadi de la fogata revolucionaria creando un Estado burgués independiente ("Katanguizando Euskadi”) nosotros estaremos por la unión y denunciaríamos por todos los medios la maniobra.

Si otro tipo de circunstancias (por ejemplo, una postura errónea por parte de las organizaciones obreras) llevase a una agudización de la desconfianza por parte de las masas de la nacionalidad oprimida hacia el pueblo de la nacionalidad mayoritaria, hasta el punto de impedir una convivencia amistosa en el marco de un mismo Estado, los comunistas podríamos, sin traicionar las principios del internacionalismo, pronunciarnos por la sepa ración de Euskadi precisamente con el fin de borrar esa desconfianza y en la perspectiva de favorecer en el futuro, tras esa fase de separación, una unión más estable y duradera. Otras circunstancias (en relación, por ejemplo, a la posibilidad de concreción sobre bases nuevas de la consigna "por los Estados Unidos Socialista de Europa", o en relación a las propias contradicciones del capitalismo, etc.) podría igualmente aconsejar una opción por la separación. Pero lo decisivo en este terreno es que el objetivo, es siempre el de la unión lo más amplia posible y en pie de absoluta igualdad. La opción que hagamos lo será en función del camino que se juzgue más apto para alcanzar dicho objetivo. Y siempre desde el punto de vista de los intereses generales del proletariado internacional y de la construcción del socialismo.

Pero todas estas hipótesis no impiden que los marxistas revolucionarias podamos, ya desde hoy, defender la UNION LIBRE DE LOS PUEBLOS SOMETIDOS DEL ESTADO ESPAÑOL, como la opción que, en las actuales circunstancias, nos parece más acorde con la situación económica, social y política, al tiempo que hacemos de esa consigna un eje de educación internacionalista y de lucha contra la ideología nacionalista pequeño-burguesa en Euskadi.

La teoría marxista sobre la cuestión nacional exige que el centro da gravedad de la educación internacionalista de los obreros de los países opresores, se sitúe en la defensa más absoluta de la LIBERTAD DE SEPARACIÓN de los países oprimidos. Y a la inversa, el comunista de la nación oprimida debe tomar como centro de gravedad de la educación internacionalista la consigna de LIBRE UNION entre las naciones sometidas a un mismo Estado.

No cabe duda de que la creación de miniestados no favorece la construcción del socialismo. Si ya, en el presente estado de desarrollo de las fuerzas productivas, los actuales Estado capitalistas resultan un marco demasiado estrecho, aún más lo serán cara a la construcción del socialismo, etapa en que las fuerzas productivas han de desarrollarse mucho más y mucho más rápidamente. Por eso, la perspectiva más normal y más probable será la de favorecer una inmediata unión en el marco de un mismo Estado. Ahora bien: Nosotros rechazamos la vía coercitiva de integración. El derecho de la libre separación es el único medio de posibilitar una unión en pie de absoluta igualdad. En relación a esto, y pese a las consideraciones generales de la construcción del socialismo, los comunistas no sólo nos comprometemos a respetar la voluntad expresada por las masas de la nacionalidad oprimida, sea cual sea dicha voluntad, sino que, en determinadas circunstancias —hoy imprevisibles— podremos apoyar la opción de secesión, como etapa transitoria hacia una fusión ulterior, superadas las condiciones que lo desaconsejarían de inmediato. Como decíamos antes, esta perspectiva es, de todas formas, poco probable.

Así pues, defendiendo desde hoy la opción por la libre unión, no perdemos de vista que la unión verdadera solo puede basarse en igualdad de derechos de los trabajadoras de las diferentes nacionalidades. Incluyendo en nuestro programa la consigna "UNION LIBRE” DE LOS PUEBLOS SOMETIDOS AL ESTADO ESPAÑOL, los marxistas revolucionarios, a la par que nos comprometemos a defender hasta sus últimas consecuencias el derecho a la autodeterminación de Euskadi, nos adelántanos a definir la opción que nos parece irías acorde con los intereses del proletariado en la situación actual.

En cuanto a la forma en que se ha de plasmar el derecho a la autodeterminación, llegado el momento de ejercitarlo, pensamos que dicha forma ha de pasar por un plebiscito popular en si que tomarían parte a partir de los 16 años todos los ciudadanos residentes en Euskadi que no hayan sido privados de sus derechos cívicos. Es decir: toda la población, excepto las personas que hayan astado ligadas directamente al aparato represivo, los grandes capitalistas, los fascistas notorios, etc.

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      4 La aparición de una nueva vanguardia con carácter de masa, no controlada por el P.C., y capaz de intervenir de una manera autónoma en las luchas, constituye una de las características fundamentales del actual período de la lucha de clases en el Estado español. Esta nueva vanguardia —cuya expresión política y principal soporte organizativo está constituido, por las organizaciones de extrema izquierda, pera que no puede reducirse a la suma de estas— ha demostrado ya su capacidad para tomar iniciativas autónomas, susceptibles, en condiciones dadas, de arrastrar a amplísimos sectores de masas (de las mismas masas influenciadas en los "periodos normales" por los reformistas) y de desbordar las expectativas que estos representan (vía pacífica, alianza con la burguesía, participación en la C.N.S. etc.) en el trascurso de la propia lucha. Esta nueva vanguardia es el resultado de la radicalización operada en torna a varios focos de lucha. Históricamente, fue el movimiento estudiantil, el primero de estos polos de ruptura con el P.C.; sin embargo, sectores significativos de juventud obrera han reproducido el fenómeno en el seno del movimiento obrero (en torno a CC.OO. en particular). Pero en Euskadi se suma a estos dos sectores la corriente específica de radicalización representada por el movimiento de lucha contra la opresión nacional. Corriente que, a su vez, alcanza, aparte del propio medio obrero y del propio medio estudiantil, a otros sectores, en particular el movimiento popular en torno a ikastolas y la lucha en pueblos.

El combate contra la opresión nacional de Euskadi, vehiculizado a través de la actividad de ETA, ha constituido en efecto, durante los años 60, un activísimo polo de radicalización de toda una franja de sectores pequeño-burgueses y obreros. Esta corriente de radicalización ha jugado en Euskadi un papel en cierto modo similar al representado por el movimiento estudiantil en Barcelona y Madrid durante los años de la "liberalización" (64-67) en el sentido de haber precedido (en un proceso no lineal, sino combinado) a la fase de auge del movimiento obrero. Durante la pasada década, la lucha nacional (dirigida por la "pequeña burguesía) ha ocupado el primer plano de la lucha contra la dictadura en Euskadi.

Esto hecho está en relación con varios factores: en primer lugar, con el carácter explosivo de las contradicciones superestructurales en la actual fase de la lucha de clases en el Estado español y de la resultante incapacidad .por parte de la burguesía para oponer a las demandas democráticas de las masas otra respuesta que la represión. También, de la forma específica que ha tomado, a través de ETA, la lucha contra la opresión nacional: al activismo militar, que a su vez, ha sido motivo de la existencia de unos niveles de represión cualitativamente diferentes a los existentes en otras zonas. Pera, sobre todo, este protagonismo ha estado en relación con la debilidad relativa del movimiento obrero, que, tras su eliminación terrorista por la contrarrevolución franquista, no había alcanzado aún la fase de rápida recomposición que se inicia en Burgos.

Pero la creciente pérdida de este papel protagonista no significa que la lucha nacional se haya detenido. Pese a la sangrienta represión, la dictadura no ha conseguido eliminar, sino —al contrario— radicalizar, el combate contra la opresión nacional. El hecho de que, en el espacio de las 12 meses que van del Aberri-Eguna 72 a la misma fecha del presente año, hayan sido cinco los combatientes nacionalistas, militantes de ETA (V), asesinados en el transcurso de encuentros armados con la policía armada y guardia civil, nos indica el nivel de radicalización alcanzado por la lucha. Pero, paralelamente, el hecho de que ninguno de estos asesinatos haya dado ocasión a respuestas de masas (como en su día ocurriera en el asesinato de Etxebarrieta o la condena a muerte de Arrizabalaga) constituye un índice no sólo de la incapacidad da ETA (V) (y del movimiento nacionalista en general) para establecer lazos orgánicas estables con el movimiento de masas, sino, sobre toda, de una pérdida del peso de la actividad nacionalista en el conjunto de la lucha de clases aquí y ahora. ,

Pero de ninguna forma se trata de que la lucha por las reivindicaciones democráticas (y la libertad nacional entre ellas) haya perdido actualidad, que ahora sea "menos importante" que antes. Precisamente, la recomposición del movimiento obrero ha venido produciéndose sobre la base de movilizaciones políticas contra la dictadura, en las que el combate por las reivindicaciones democráticas han jugado un papel de primera fila. En los últimos años, en efecto, las grandes explosiones tipo Vigo, Ferrol o Iruña, en las que se ha puesto de manifiesto la capacidad del movimiento obrero para arrastrar a la lucha a sectores de otras clases y capas oprimidas, se ha caracterizado, incluso cuando se partía de reivindicaciones puramente económicas, por una indudable tendencia hacia la rápida politización del conflicto. Este rebasaba rápidamente la esfera de las relaciones obreros-patronos para tomar enseguida la forma de combate de masas contra la dictadura: Las consignas en relación a las libertades democráticas (asociación, reunión, prensa, etc.), junto con las antirrepresivas (disolución BPS, etc.), se articulaban con facilidad —no sólo en las pancartas, sino en la comprensión de los luchadores— con las consignas inmediatas en relación al origen o desarrollo del conflicto mismo (40 horas, readmisión despedidos...)

En este contexto, no es la reivindicación democrática de la libertad nacional la que ha perdido "peso" o "actualidad", sino la forma nacionalista de abordarla. La recomposición del movimiento obrero se ha traducido, entre otras cosas, en una creciente capacidad por parte de éste para asumir la lucha por la reivindicaciones democráticas, dando a esta lucha una dimensión más masiva y revolucionaria.. Y, en este sentido, la etapa actual es, en lo que respecta a la lucha contra la opresión nacional, de transición: la p-b nacionalista no es ya capaz de, polarizando en torno suyo a sectores de otras clases, proletariado incluida, seguir ostentando el papel protagonista en la lucha contra la dictadura en Euskadi. Pero el proletariado no ha asumido aún la lucha contra la opresión nacional hasta el punto de ser capaz de manera continuada de, arrastrando a los demás sectores oprimidos, suscitar luchas de masas contra dicha opresión.

Esto está en relación con una serie de factores históricos y políticos. Tanto por su abstencionismo tradicional respecto a la cuestión nacional como por la orientación pacifista preconizada, el proceso de radicalización y politización de toda una franja de la juventud vasca en torno a la lucha nacional, ha pasado totalmente al margen de las organizaciones obreras clásicas. Esto es: la ruptura con el nacionalismo de estos sectores radicalizados se produce en dirección a alguna de las corrientes de extrema-izquierda. Viéndolo desde el prisma organizativo, podemos constatar que los sucesivos desgajamientos del tronco inicial radical-nacionalista —desgajamientos con una dinámica de ruptura con dicha ideología— ha dado origen, aparte algunos pequeños grupos, a tres organizaciones, MCE, ETA (minos) y (VI) que, por su incidencia e implantación, son hoy, junto con ORT, los tres principales núcleos organizativos situados a la izquierda del P.C. en Euskadi. A nuestro juicio, no es de descartar la apertura de un proceso de diferenciación política en el seno de ETA (V) similar al que condujo hace tres años a la escisión entre los que entonces se llamó "los milis" y lo que luego sería (VI).

Pero no se trata sólo de las organizaciones como tales (o sea: de sus militantes) sino de sectores más amplios influidos por ellas y junto a las que han ido recorriendo el proceso de radicalización. Sectores que, tras la ruptura con el nacionalismo, constituyen hoy uno de los componentes principales de esa nueva vanguardia a la que antes nos referíamos. Esto no debe interpretarse en el sentido de un proceso lineal "del nacionalismo al marxismo". Se trata, como el desarrollo de toda la extrema-izquierda, de un proceso desigual y contradictorio. Lo cual, a su vez, es efecto de la falta de un polo marxista revolucionario suficientemente implantado, capaz de responder políticamente a esa radicalización y demostrar su eficacia práctica en la capacidad para suscitar y encabezar luchas de masas contra la opresión nacional.

El aislamiento de los militantes de (V) frente a la represión (pese a la simpatía sentimental —jamás cristalizada y capitalizada organizativamente— de que gozan en amplios sectores populares) no es sino el resultado lógico de su política, exclusivamente basada en acciones de comando desligadas de toda actividad continuada y coherente en el seno del movimiento obrero y del movimiento de masas en general. Pero esta incapacidad de ETA (V) no ha sida compensada por una intervención suficiente, en este campo, por parte de las organizaciones revolucionarias.

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      5 Todo lo anterior nos permite definir la orientación actual do los m-r en este campo de intervención: hacer que el proletariado asuma decididamente la lucha contra la opresión nacional. Y el camino para ello es la conquista de la hegemonía sobre los sectores radicalizados en torno a esta lucha, ofreciendo una alternativa organizativa y política eficaz tanto frente al nacionalismo radical como frente al reformismo.

Para ello, tres ejes deben presidir nuestra actividad en este campo en el actual periodo:

Campañas Políticas en torno a la Autodeterminación

Si bien el objetivo de estas campanas es único para Euskadi y el resto del Estado, debemos de diferenciar el tipo de propaganda (es decir: en qué ponemos el acento, sobre qué enfatizamos) que vaya preferentemente dirigida a las masas de la nacionalidad vasca o del reato del Estado.

a) En Euskadi, es necesario popularizar nuestra postura respecto a la autodeterminación en polémica constante tanto contra la estrechez nacionalista como contra las seudo-soluciones reformistas. Frente a los nacionalistas que encuentran "abstracto, poco radical" el reivindicar la autodeterminación, debernos resaltar el punto de vista de clase del proletariado, para quien la nación no es un absoluto ahistórico, sino una fase en al desarrollo de la sociedad. Debemos enfatizar el carácter de la autodeterminación como única solución democrática a la opresión nacional. Pero debemos, sobre todo, combatir la orientación utópica de la estrategia autónoma en que los radical-nacionalistas basan su práctica política. Tenemos que denunciar el papel reaccionario del nacionalismo a este respecto, su tendencia a anteponer (aunque últimamente se intente enmascarar esto con soluciones fraseológicas) la unidad con la propia burguesía a la unidad de la clase obrera de todos los pueblos peninsulares.

b) En el resto del Estado español, la posición de los marxistas revolucionarios deberá cifrarse, sobre todo, en una educación sistemática del derecho del pueblo de Euskadi a la separación. Sin abandonar la lucha contra el nacionalismo, p-b. El acento será puesto en combatir el chovinismo de gran potencia y —junto a ello— todo enfoque oportunista (tipo P.C.E.) de la cuestión nacional. A esta actividad propagandística regular, los m-r añadimos la potenciación de campañas a nivel de todo el Estado en solidaridad con la lucha contra la opresión nacional que resumiremos mediante la consigna SOLIDARIDAD CON EUSKADI.

Pero todo esto quedará en mera retórica si no va acompañada de una actividad práctica de lucha contra toda manifestación de opresión nacional. Ya hoy podemos plantear a los nacionalistas la realización de balances sobre la actividad concreta en torno a ikastolas, lucha contra la represión, propaganda, iniciativas centrales, popularización de consignas en el seno de los organismos unitarios, etc. Lo mismo (V) que las demás organizaciones nacionalistas se verán en dificultades para presentar resultados concretos. Esto debe hacerse aún más claro en el futuro. Los comunistas debemos demostrar en la práctica que somos los primeros en la lucha, en el combate concreto contra toda manifestación de la opresión nacional. Hoy nos es posible incidir en los procesos de ruptura que se anuncian en (V) . Sin concesión alguna al oportunismo, debemos ser capaces de plantear a los sectores en ruptura un cuadro coherente, en el que la lucha contra la opresión nacional encuentre su lugar dentro del proceso global contra la dictadura y por la revolución socialista. Debemos ser capaces igualmente de situar a dichos militantes ante el dilema concreto de optar entre nacionalismo o marxismo, denunciando toda salida ecléctica, de síntesis "dialéctica", entre uno y otra

Lucha contra la Represión

La represión contra los militantes nacionalistas es un dato constante del periodo. Como lo es la incapacidad de (V) o de cualquier otra formación nacionalista para responder a dicha represión con forma alguna de movilización. Nuestra propia debilidad organizativa nos ha impedido hasta el momento suscitar respuestas significativas de esta tipo (aunque a nivel de propaganda hemos respondido ante cada asesinato, juicio militar, etc.). Tras la fusión con la L.C.R. y consiguiente extensión a nivel estatal, será posible dar un mayor impulso a este tipo de iniciativas.

Entre las consignas que impulsemos en los organismos unitarios no solo debe incluirse la relativas a la lucha contra la represión en general, sino, ante cada nueva escalada represiva en Euskadi, las referentes a la persecución asesina contra los combatientes nacionalistas. La consigna de nuestra anterior Asamblea "DETENGAMOS CON INMEDIATAS MOVILIZACIONES DE MASAS LA ESCALADA DE ASESINATOS DE COMBATIENTES NACIONALISTAS” debe, en este sentido , ocupar un puesto central en nuestra propaganda y agitación.

Esta actividad deberá acompañarse con una toma de postura clara ante la táctica activista en general y cada acción importante en particular en la senda marcada ya por el artículo del Zutik 57.

Nuestra intervención en las ikastolas ([6])

El carácter semi-legal con que nacieron, el proceso que desde entonces han llevado y el carácter autónomo de su estructura y financiación (tanto respecto a la enseñanza oficial como entre sí), han sido factores que han permitido que hayan existido y existan aún determinadas ikastolas como organismos más o menos controlados directamente por las fuerzas populares o de los sectores de la burguesía vasca que las alimenta.

Para la dictadura es muy problemático romper directamente (represivamente) este carácter de las ikastolas y convertirlas en centros bajo control directo del gobierno, como lo son las escuelas, universidades, etc. Pero toda una serie de presiones y medidas "indirectas" del gobierno, más la ayuda de la política tecnocrática de la burguesía vasca, han provocado que esa autonomía de las ikastolas tienda a desparecer. La lógica misma de los hechos lleva a que este proceso se acelere (ver Mondragón, Oñate, Iruña, etc.).

La dictadura combina hacia las ikastolas una política de integración —prestamos para la construcción de centros, etc.— con otra de cortapisas —plazos— para construir dichos centros si se quiere continuar con la ikastola sin abandonar una línea de represión directa en otros casos.

La burguesía vasca (excluimos aquí, en general a la p-b radicalizada y nos referimos más a la tecnocracia vasquista estilo ELA) o bien se lanza directamente al control de la ikastola apoyándose en sus medios económicos (como Mondragón) , o bien espera que la política del gobierno acabe por ahogar aquellos núcleos donde la ikastola mantiene aún su carácter popular, para presentarse en ese momento como la alternativa —que además posee los medios económicos suficientes— para hacer de recambio de las fuerzas populares de la ikastola.

Dentro de este marco, es fácil entender que los procesos de radicalización pueden cobrar ritmos vertiginosos en los sectores de obreros, maestros, juventud, p-b, etc. ligados a las ikastolas populares. Dos tipos de factores inciden inicialmente en esos procesos de radicalización:

a) Factores objetivos:

- Incapacidad para mantener económicamente la ikastola en sus manos.

- Carácter cada vez más de puramente asalariado de los maestros, a quienes —al contrario de otras épocas—, se les impone los planes de estudio, pedagogía, etc.

b) Factores políticos más inmediatos :

- Explosividad —particularmente acentuada por el carácter histórico de la ikastola— de la aplicación de la L.G.E. en el medió (aunque sectores poco sensibles, como (V), a todo lo que no sea directamente "problema nacional vasco" jueguen  un papel dulcificador al respecto).

- Enfrentamientos crecientes que se politizan, entre la corriente popular([7]) y la tecnocrática.

- Ligazón Inmediata con la problemática del problema nacional y (de forma creciente, con la de, la enseñanza capitalista en general.

En estas circunstancias, el combate que los revolucionarios podemos llevar en las ikastolas, tiene la dificultad de ir contra el tiempo. La perspectiva de un triunfo "tecnócrata" es, a medio plazo, inevitable. Pero la intervención de los revolucionarios en este periodo, puede lograr varios objetivos:

a) Una masificación en torno a la defensa del euskera sin encarar su solución en las ikastolas (donde, además, no es solucionable) y ampliándolo al M.E. e incluso al M.O. Esto es un problema que no podemos olvidar: Pretender que las ikastolas solucionen el problema del bilingüismo es convertir a aquellas en el panteón del euskera. Por eso, la politización de los conflictos que necesariamente han, de estallar en las ikastolas populares en el próximo periodo, acompañada de una constante actividad pro-bilingüismo fuera del marco de la ikastola, puede lograr hacer un eco popular mayor en la defensa del euskera..

b) Un aumento de la influencia revolucionaria, y de los m-r en particular, sobre las franjas de las juventudes que se politizan sobre el problema nacional en general y en torno a las ikastolas en particular. Esto es sobre todo importante en Guipúzcoa, donde la estructuración social de la población obliga a que la implantación m-r tenga que combinar el trabajo obrero y popular. Es también importante en los pueblos de Vizcaya que caen fuera del área de Bilbao (Amorebieta, Durango, Guernica, Ondárroa, etc.).

c) Una delimitación clara de campos respecto al nacionalismo tradicional (P.N.V.) o tecnocrático (ELA) que repercute en un mayor aislamiento de dichas corrientes. En la medida en que su actitud es contradictoria, esta intervención permitirá también jugar como agudizador de contradicciones en el interior del nacionalismo radical (V).

De hecho, las últimas experiencias han demostrado que llevar la política a las ikastolas es la vía que mejor posibilita incluso los triunfos inmediatos (a señalar el caso de algunas ikastolas de Guipúzcoa en que por razones de ese tipo se ha introducido en la Junta una mitad de representantes populares, a pesar de las presiones —económicas, construcción de locales,— que existía), Pero estas posibilidades, insistimos, han iniciado ya su curva descendente. Hay, pues, una batalla contra el tiempo.

En este marco donde se plantea el problema de organización en las ikastolas. Para definirlo hay que tener en cuenta :

a.- El marco que hemos explicado.


b.- El tipo de funcionamiento de las ikastolas (amplias reuniones con participación de maestros, padres cotizantes, etc).

c.- El tipo de agrupamiento que puedan realizarse en torno a estos cuatro ejes»

1.- DEFENSA DEL EUSKERA Y LA EDUCACIÓN PROGRESISTA CONTRA LA REPRESIÓN;.

- Por la libertad del euskera: bilingüismo en toda la enseñanza.

- Subvención estatal a las ikastolas populares. ,


- Enseñanza gratuita bilingüe en las Escuelas Nacionales.


- Apoyo estatal a la extensión del euskera.

- Por una enseñanza laica y progresista.

- Por el euskera batua.

- Unidad de las ikastolas populares: coordinación y ayuda mutua para solucionar el problema de pedagogía, euskera batua, problemas económicos... frente a los Jauntxos.

- Coordinación con organismos de barrios, CC.OO., comités estudiantiles.

2.- POR UNA DEMOCRACIA REAL EN LAS IKASTOLAS.

- Igualdad de participación de irakasles preocupados por el problema del euskera y la educación.

- Que ningún irakasle pueda sufrir medidas disciplinarias por sus ideas políticas. Alto a la colaboración Jauntxos-Dictadura.

- Que los planes de enseñanza los realicen irakasles y responsables de educación y que se explique a los padres.

- Frente a las juntas despóticas, clericales y "técnicas", frente a la política divisionista de los jauntxos :

.. unidad de las ikastolas populares.


.. unidad de los maestros, la gente progresista preocupada, juventud y puebla.


.. alto a los chantajes a padres y maestros.

3.- POR LA UNION OE IRAKASLES» MAESTROS DE ESCUELAS NACIONALES; ESTUDIANTES; PROFESORES.

- Por los derechos de los maestros; contratos fijos, seguridad social, remuneraciones decentes.

- Contra la Ley General de Educación.

- Por una enseñanza progresista,

4.- POR EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN DE EUSKADI

- Por la cultura popular vasca.

- Defensa de todos los represaliados por la dictadura.

- ABAJ0 LA DICTADURA FRANQUISTA.

Nuestra propuesta organizativa es, pues, crear una corriente amplia en torno a esos cuatro ejes. Sería una corriente unitaria y autónoma respecta a nosotros (aunque intentaríamos radicalizar posiciones en su interior). Pero lo que es urgente y pasible en estos momentos, es unificar todos los sectores radicalizados de ikastolas en torno a unos ejes políticos que permitan lograr los objetivos (sacar la defensa del euskera de las ikastolas, etc. ) que hemos prefijado y oponer posiciones claras ante las maniobras de la burguesía tecnocrática.

 

RESOLUCIÓN

SOBRE LA INTERVENCION ESTUDIANTIL  ([8])

 I.- Caracterización del medio estudiantil

Hay una tendencia —profundizada por reformistas y neo-reformistas— a identificar caracterización sociológica y política cuando se trata de analizar el medio estudiantil. Según tal, el origen social del conjunto estudiantil (predominantemente p-b) implicaría que los estudiantes pertenecen a una clase social, la pequeña burguesía.

Dicha caracterización sirve tanto para ilustrar el papel de los estudiantes dentro de alternativas reformistas (pactos por la libertad o frentes populares), como para situar los límites del combate estudiantil en un contenido democrático-radical. También representan la coartada para espontaneistas de todo tipo, teorizadores del permanente "no hay condiciones" y autores de la críticas ("vanguardistas"," izquierdistas", etc.) a aquellas organizaciones que elevan la lucha estudiantil más allá de lo que es comprendido por los sectores más atrasados del medio.

Una justa valoración basada en la teoría marxista de las clases sociales nos obliga a no reconocer al medio estudiantil como constituyendo ( o partícipe de ) una clase social. Rechazamos, pues, la identificación entre análisis sociológico y político.

El medio estudiantil en cuanto tal, apartado del proceso productivo, constituye una capa social altamente heterogénea (por su origen social, forma de existencia, futuro profesional... ) sin intereses de conjunto. Sólo tienen en común la existencia (por lo demás temporal) que le otorga la institución universitaria.

Esta falta da intereses homogéneos del medio estudiantil, lo sitúa como un sector no sindicalizable. Esta constatación nos lleva ya a dos conclusiones:

- La negativa a participar en el proyecto del P.C.E. de reconstrucción del viejo Sindicato Democrático, superado por el desarrollo y experiencias de la movilización estudiantil a nivel de todo el Estado español.

- La negativa a auspiciar a largo plazo como proyecto la organización de la vanguardia estudiantil en organismos de tipo F.U., calcando el tipo de organización (CCOO. con las características explicadas en nuestro Zutik 56) quo abanderamos para el movimiento obrero (donde los intereses cotidianas son homogéneos, incluso con los reformistas y donde socialmente existen objetivos homogéneos).

De cualquier forma este análisis del medio (como capa social no como clase) no puede llevarnos a caer en la posición izquierdista de negar todo combate por aspectos reivindicativos o relacionados con el futuro profesional. Situarse justamente en la problemática estudiantil nos exige rechazar dos espejismos de signos contrario:

1) Aquel que partiendo de una caracterización correcta del medio, rechazar todo combate por reivindicaciones de tipo académico o profesional, pretendiendo con ello reafirmar el análisis, y consiguiendo vehiculizar una práctica maximalista en la estratosfera o imposibilitándose para ponerse a la cabeza de la radicalización estudiantil.

2) El que constatando la existencia de dichas reivindicaciones, las interpreta como el sentir del conjunta del medio y reduce la intervención organizativa hasta ese nivel susceptible de movilizar a todos los estudiantes, bien plegándose a la alternativa de construir sindicatos locales (made in P.C.) o pequeños sindicatos clandestinos ( que es en lo que se traducen en la práctica los montajes tipo comités del M.C.E o F.U.D.E. del P.C.E.(m-l) ), bien abanderando dos tipos de instrumentos organizativos: uno para lo reivindicativo que afecta a todos los estudiantes, otro para aquellas cuestiones (solidaridad luchas obreras, anti-represión, etc.) que van dirigidas a la vanguardia estudiantil.

Mas adelante veremos, como ambos proceden de una carencia de visión (y alternativas consecuentes) globalizadora, y de la no distinción entre efectos y causas (p.e.: la subida de matrículas es un efecto de la L.G.E. —causa— que no se puede separar de la lucha contra la selectividad, y plantear como una reivindicación económica de todos los estudiantes)

 II.- Medio y movimiento.
Orígenes y carácter del movimiento estudiantil

Un requisito imprescindible para nuestra intervención en el sector estudiantil es diferenciar nítidamente entre medio y movimiento estudiantil. Mientras que el medio lo constituyen todos los estudiantes, el movimiento lo forman los estudiantes que asisten a las asambleas y se movilizan.

 "No se trata de organizar al medio —ahogando a la vanguardia entre las capas más pasivas de los Estudiantes— sino al movimiento, como condición de masificarlo al máximo” (Combate 14).

 Efectivamente, conformar un amplio movimiento de masas estudiantil pasa por movilizar a los sectores estudiantiles más avanzados y no, como pretenden reformistas y espontaneistas, rebajando el nivel de la movilización para que alcance a más estudiantes (lo que supone plantearla al nivel do los más atrasados, privar de alternativas a la movilización y —en definitiva— sentar las bases para desmasificarlo).

Vista la caracterización del medio y sus relaciones con el movimiento pasaremos a definir los orígenes (A) y carácter (B) del M.E.

A) Dos son los factores situados en la base de la aparición y desarrollo del M.E.:

1) Crisis ideológica y política de la burguesía.

La burguesía no es ya la clase en ascenso que representa al progreso de la humanidad. Si 1914 se sitúa como la fecha a partir do la cual las condiciones para la revolución proletaria están maduras, no es por ningún tipo de capricho histórico, sino porque la 1ª guerra imperialista —de rapiña interimperialista— sitúa el momento cumbre de la degradación burguesa. La conocida frase de Marx ''la burguesía bebe el néctar del progreso en el cráneo de sus víctimas", se va a revelar en toda su extensión.

Esta decadencia burguesa (que plantea la disyuntiva "socialismo o barbarie”) va a traer consigo la crisis de los valores ideológicos de la burguesía: familia, autoridad, sexualidad, religión, etc. Después, la 2ª guerra mundial y los crímenes del imperialismo en Corea, Vietnam, Santo Domingo, Bolivia, Palestina, etc. harán que difícilmente un joven universitario (dotado de cierta cultura y capacidad crítica) se sienta representado en los asesinos del napalm y la bomba atómica.

Si bien esta primaria contestación va a dar lugar, en muchas casos, a expresiones superdeformadas (hippies, tendencias anarquistas, anti-autoritarismo,) es innegable que sitúa ya las bases para una progresiva toma de conciencia del nudo de contradicciones que supone la universidad.

Por este mismo basamento, el M.E. buscara sus referencias no en su propia lucha cerrada en la universidad sino en la lucha de clases que nacionalmente o internacionalmente se desarrolla: desde la revolución colonial y sus grandes líderes (Cuba y Vietnam, Che y Ho-Chi-Minh principalmente) hasta las luchas de la juventud radicalizada (Mayo 68 esencialmente).

Solamente teniendo en cuenta esto y el auge y desarrollo de las luchas obreras podemos entender la radicalización del M.E., su ruptura con el cerco de los muros universitarios, su lucha en la calle contra la represión, en apoyo a luchas obreras, antiimperialistas, etc.

2) Agravación do las contradicciones en la institución universitaria.

Con el boom imperialista tras la guerra de Corea y, en al E.E., con el " milagro español" después de la fase autárquica, la vieja universidad sufre un proceso de masificación acelerada, ahondando el desequilibrio existente entre el tipo de educación impartida y las necesidades que el desarrollo del aparato productivo ha puesto al día, aun que la misma masificación obedece a la necesidad de la burguesía a proveerse de un gran número de cuadros técnicos.

La L.G.E. del ex-ministro Villar Palasí supone un intento doble y recíproco en pos de un objetivo devenido ya urgente para el capital monopolista.

Aprovechándose del palo asestado al M.E. durante el estado de excepción de 1969 el gobierno de Octubre del misma año, con la L.G.E., perseguirá tanto la pacificación de la universidad como poner en práctica toda una serie de medidas (selectividad, ciclos, super-especialización) tendentes a la rentabilización capitalista de la enseñanza. Ambos enfocados a eliminar el desequilibrio existente entre enseñanza superior y necesidades del aparato productivo como decíamos antes. Si la pacificación es indispensable para la puesta en pie de la reforma prevista, la realización de ésta se convertirá en la pieza clave de una buscada parálisis del movimiento estudiantil.

Pero la misma L.G.E. es un arma de doble filo puesto que "cada medida do la reforma capitalista amenaza con agudizar y exacerbar la resistencia estudiantil, incorporando nuevos sectores de masas a la lucha reivindicativa"(Resoluciones del IIº Congreso de la LCR).

Esta crisis de la institución universitaria, su masificación y posteriores medidas reformadoras (L.G.E.),el grado de disponibilidad para la lucha dentro y fuera de la universidad y por motivos universitarios y extra-universitarios, definen el marco de condiciones objetivas que alimentan el descontento y la movilización estudiantil.

B) Hemos situado ya el carácter no sindicalizable del sector estudiantil y los abrevaderos de su radicalización. Ahora trataremos de precisar el carácter del M.E. El M.E. "está asentada sobre una manifestación de la contradicción fundamental de la sociedad que sólo la clase obrera puede resolver políticamente" (Resol. del 2º C. de la LCR). Lo visto en el punto A (que será ampliado en el apartado siguiente) nos sitúan al M.E. como un movimiento políticamente p-b. No en tanto que movimiento de composición social no obrera si no porque —dado el tipo de problemática— por sí sólo es incapaz de superarla visión del inundo de la p-b, las vacilaciones, ilusiones contradicciones de la p-b, y está sujeta —asimismo— al espamodismo característico de la p.b, (Cfr. 2º Aliento).

La última característica citada significa que la vanguardia estudiantil adquiere niveles altos de radicalización y politización en tiempos cortos, e igualmente los reflujos son bruscos. Desprovisto do "memoria de clase" el M.E. se mantiene sujeta a las relaciones existentes entre las organizaciones políticas que lo recorren. Estas son las que asimilando las distintas experiencias del M.E. evitan que errores pasados se vuelvan a repetir.

III.- Los proyectos de reformistas
 y ultraizquierdistas. Nuestro proyecto.

a) Si bien el fenómeno ultra-izquierdista tal y como lo vamos a analizar aquí, es propio de la segunda mitad de los 60 y mucho más intenso en Europa (debido al control de los social-demócratas y estalinistas sobre el movimiento obrero a través de los potentes sindicatos burocratizados) que en el Eº. E., no menos cierto es que supone una ilusión que puede renacer en cualquier momento, especialmente en una coyuntura en que el M.O. pierda la iniciativa que mantiene desde Burgos. Pues bien, para los ultra-izquierdistas, partiendo de que la universidad es una máquina para la obtención de cuadros técnicos para la continuidad del sistema productivo burgués, el objetivo será la destrucción de la universidad. Comporta esta postura un desconocimiento total de la teoría marxista-leninista del Estado, ya que pretende que la sociedad burguesa puede ser destruida a trozos empezando por su "eslabón débil" (la universidad).

Esta actitud idealista, lleva en la práctica a un planteamiento. maximalista de la lucha estudiantil, despreciando las luchas reivindicativas más elementales.  Y, por otra parte, provoca una postura pretendidamente auto-suficiente respecto al M.E. (por el mismo proyecto que animan los ultra-izquierdistas) lo que conduce a un distanciamiento respecto al M.O. sin hacer nada para evitarlo (en Europa esto es producto de impotencia ante la fortaleza de los P.C. y P.S. y, en el Eº. E., frente al P.C.E. y a otro nivel a las organizaciones sindicalistas).

b) El proyecto reformista del P.C.E. consistente en "democratizar la universidad", parte de un entendimiento de la universidad como un centro de reproducción del conocimiento. Pero, además, este proyecto se inserta plenamente en el "transito pacífico al socialismo" y, más en concreto, en la política del Pacto por la Libertad.

Como no es este el lugar para contestar la estrategia del P.C.E. nos limitaremos a situar el utopismo del P. C. E. a este nivel y la intervención, consecuente con el proyecto, del P.C.E. en el M.C.

- antes que nada señalar que el PCET
en su revisión de la teoría marxista ha vuelto a emplear una serie de categorías absolutas que fueron fuertemente anatematizadas por Lenin; así, " intereses nacionales", "democracia", etc., se nos presentan como valores en si mismos, y como tales independientes de las clases (y sus relaciones) en presencia. Por eso cuando el P.C.E. nos habla de "democratizar la universidad" quiere hacernos creer que la "democracia" será para los trabajadores, mientras que, a la vuelta de la esquina, asegurará a la burguesía que también para ella habrá "democracia". El quid de la cuestión consiste en quien detenta el poder. Y, en tanto en cuanto el proyecto estratégico del P.C.E. se enfoca hacia la democracia burguesa, la clase en el poder que "democratizará la universidad" será la "burguesía democrática". De nuevo la pregunta que urge es la misma que planteaban Jesús y Garín: "¿Es la democracia burguesa un régimen democrático para los trabajadores ?". ¿No es este el régimen que permitió según Lenin ( Estado y Revolución), que los trabajadores elijan cual de sus explotadores va a dirigirla máquina de explotación para un periodo determinado?.

- pero si el proyecto del P.C.E. es utópico (puesto que la burguesía no puede renunciar a servirse de la Universidad para sus necesidades productivas) en la práctica además, claudicador. Si en general un proyecto respetuoso con la burguesía, exige demostrar el respeto desde ahora, en particular la intervención del P.C.E. es dirigida a "reformar" la universidad cayendo en una actividad paralizadora del combate estudiantil, tendente al integracionismo y que, en definitiva, puede favorecer los intentos reformadores (L.G.E.) que actualmente impulsa la burguesía española.

a) Nuestro proyecto.

 “La escuela de la sociedad capitalista sirve ante todo los intereses de las clases poseedoras, por una parte en vistas a la formación de una capa aislada de privilegiados capaces de dirigir la sociedad burguesa., de asegurar el funcionamiento de sus ruedas y de hacer respetar-sus prerrogativas; por otra parte, en vistas a mantener a la inmensa mayoría del puebla en estado de masa esclavizada intelectualmente y de instrumento ciego del capitalismo"("Estatutos de la Internacional de los Trabajadores de la enseñanza" 1922, tomada la cita del Combate nº. 17).

Parte, pues, nuestro proyecto de la necesidad de dar respuesta a ambas funciones del aparato educativo: máquina de obtención de técnicos y centro de reproducción del conocimiento. Esta respuesta solo es posible con el cambio de función social de la universidad en la sociedad socialista, por lo que toda nuestra intervención en la
 universidad está desde ahora mediatizada por nuestro proyecto socialista global.

IV.- La intervención de los marxistas revolucionarios en la universidad y la táctica de construcción del Partido.

Cuando en el punto anterior afirmábamos que nuestra intervención en la universidad puede encontrar sentido en función y partiendo de nuestro proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad, a la vez que afirmábamos implícitamente que la supeditación del M.E. al M.O., no es una causa moral proveniente de que los obreros sean más o estén más intensamente explotados que los estudiantes, sino que obedece a una comprensión de que la dinámica suscitada por el M.E. en la lucha sola puede ser resuelta en un nuevo orden Social, nos lleva directamente a reconocer en la clase portadora de ese nuevo orden (el proletariado revolucionario) el necesario dirigente del combate contra la dictadura y el capitalismo.

Es en esta medida en la que no se puede hablar de estrategia universitaria, sino de táctica en la universidad, de una estrategia. Por eso nuestra intervención en la universidad depende por un lado de la naturaleza del M.E., y por otro de nuestra estrategia revolucionaria y de la construcción de la organización que le da luz y la aplica. En resumen, toda nuestra intervención universitaria parte de la naturaleza del M.E. y depende de nuestra táctica de construcción del Partido.

Por eso la organización m-r, habiendo definido una táctica específica de construcción del Partido para el presente período ("conquistar la hegemonía en la nueva vanguardia") subordina su trabajo en los distintos sectores a la puesta en pie de dicha táctica que correspondiendo a las necesidades del movimiento sienta las bases para construir la dirección revolucionaria que el proletariado necesita para llevar a cabo sus tareas históricas.

"Nuestra intervención estudiantil se encamina a hacer pronunciarse a los sectores más amplios del M.E. tras . nuestras iniciativas en los puntos más candentes de la lucha de clases a nivel nacional e internacional, haciendo percutir esto sobre la correlación de fuerzas que las m-r vamos transformando a nuestro favor en el seno del M.O." (resoluciones del 23 Congreso de la L. C.R.).

Esto implica no solamente una serie de iniciativas para el propio M.E., sino arrastrar a franjas del M.E. a nuestras campañas centrales, en las que la organización m-r combinando propaganda, agitación y acción aparece a escala de estado como un polo alternativo tanto frente al estado burgués como frente a las demás organizaciones obreras, el PCE. en particular. Las mayores posibilidades de ganar una incidencia rápida en el M.E. que en el M.O., nos exige —sin perder de vista que nuestro objetivo es implantarnos en la clase y dirigirla en su lucha— aprovechar dichas iniciativas no sólo pare hacer aparecer a la organización en la lucha de clases, sino para demostrar la corrección da nuestras iniciativas, consignas, etc. para el mismo M.O. utilizando nuestra intervención en el M.E. ( o en cualquier otro sector periférica de la clase obrera) para provocar movilizaciones do solidaridad con luchas obreras, crear piquetes de extensión de huelga, ayudar en la constitución de piquetes de autodefensa etc.

"Pero el mantenimiento efectivo de esta línea de intervención exige resguardar la masividad de las movilizaciones estudiantiles... penetrar en profundidad y amplitud en el movimiento asumiendo y desarrollando sus temas y sus formas de lucha y de organización.. .tomar en cuanta sus situaciones concretas, sus flujos y reflujos, luchar constantemente por recomponer en extensión y organización el movimiento de masas" (ídem).

Pues, en efecto para masificar el M.E, radicalizarlo y politizarlo, ponerlo tras la bandera del proletariado en el combate contra la dictadura y el capitalismo, es necesario relanzarlo constantemente partiendo del nivel en que se encuentra. Cuando anteriormente afirmábamos que el M.E. carece de memoria de clase y" lo caracterizábamos como espasmódico, queríamos decir, que quien da sentido y contenido a la movilización estudiantil son las organizaciones políticas que lo recorren. Ello, exige e la organización m-r ponerse al frente de toda reivindicación, ampliar la lucha dándole de una dinámica anticapitalista, único marco que otorga una coherencia global al combate contra la L.G.E. (como respuesta a la enseñanza de clase).

Todas las afirmaciones que, bajo la necesidad de justificar una estrategia otorgan al M.E. un mero papel democrático-radical, difícilmente podrán explicar la dinámica del combate estudiantil en apoyo a las luchas obreras, contra la represión o en solidaridad con las luchas anti-imperialistas y anti-capitalistas.

Por tanto, en nuestra intervención perseguiremos mantener al M.E. en pie de guerra al acecho de las luchas sociales, presto a ser llevado a la movilización tras las iniciativas con que los m-r tratamos en cada momento de traspasar y apoyar las luchas de masas" (ídem)

 V.- Los cuatro ejes de nuestra intervención universitaria

Sintetizamos brevemente las ideas principales expresadas hasta ahora:

- los estudiantes universitarios como conjunto (medio) constituyen una capa social heterogénea sin intereses homogéneos.

- distinguimos entre medio y movimiento, tratándose para los m-r de movilizar, organizar y masificar este último.

- los límites de M.E. sitúan su caracterización política como movimiento p-b., ya que por si sólo es incapaz de dar una respuesta de conjunto a la sociedad burguesa y está sujeto a las vacilaciones, ilusiones y espamodismo propio de la p-b.

- en tanto en cuanto la problemática que suscita la movilización estudiantil sólo encuentra solución en el cambio de función social de la universidad en la sociedad socialista, toda nuestra intervención parte de que no existe estrategia universitaria, sino táctica en la universidad de una estrategia revolucionaria.

- por tanto la intervención de los m-r en la universidad viene determinada:

1) por nuestra caracterización de la naturaleza del M.E.

2) por nuestro proyecto socialista global (marco da resolución de las contradicciones actualmente presentes en la universidad) y, más en concreto, por la táctica de construcción del Partido.

Según esto los ejes que proponemos para la intervención en el M.E. constituyen una globalidad, de modo que suprimiendo uno de ellos, se amputa al mismo proyecto estratégico que les da vida. Los cuatro ejes son:

a) contra la rentabilización capitalista de la enseñanza. Contra la L.G.E. y las medidas represivas que lo acompañan.

Tal y como ha quedado explicado, el combate contra la L.G.E. sólo puede partir de una denuncia sistemática de la ley como un intento de la burguesía para adecuar el sistema educativo a las
necesidades del sistema productivo. Dotar de una proyección anti-capitalista
al combate contra la L.G.E. nos exige
la denuncia de toda postura corporativista que, bajo el intento, de conseguir la participación estudiantil en la vida universitaria, hace objetivamente el juego a los planes reformadores de la dictadura. Para los m-r se trata de dar esta dinámica de combate estudiantil partiendo de los efectos de esta reforma que son más sentidos: selectividad (numerus clausus, ciclos, cursos selectivos...), precios ( de matriculas, libros, comedores, transportes...), expedientes y expulsiones de alumnos y profesores, etc.. Ante cada reivindicación inmediata, los m-r debemos impulsar al combate haciendo ver la relación de cada aspecto reivindicativo concreto con, la totalidad de la reforma burguesa: aplicación de las medidas contenidas en la L.G.E. (de lasque la selectividad sea especialmente “selecta" hacia los luchadores).


Otro tipo de cuestiones relacionadas con la ley merecen un tratamiento muy cuidadoso para no caer en posiciones reformistas. Por ejemplo, la reivindicación de una educación polivalente contra la super-especialización que pretende la burguesía, o la de trabajo asegurado a nivel de la graduación obtenida, deben enfocarse siempre en tanto que van en contra de los proyectos de la L.G.E. y son muy sentidos por los estudiantes, Pero a la vez, deberemos dejar sin precisar quien otorga el empleo seguro o de la formación polivalente, y junte a ello denunciar los órganos que rigen la universidad, de las juntas universitarias a los patronatos capitalistas.

 La única consigna justa es la de " control obrero sobre la enseñanza" que, por el momento, debe ser explicada continuamente a nivel de propaganda pero no aparecer en nuestra agitación.

b) Apoyo a las luchas obreras.

Si bien las .movilizaciones en solidaridad con las luchas obreras, la participación de franjas de estudiantes de vanguardia en la formación de piquetes de extensión de huelga o de auto-defensa, la creación de bolsas de resistencia, etc., se inserta dentro del proyecto de convertir al M.E, en aliada del proletariado tras la bandera de este en el combate contra la dictadura y el capitalismo, en la situación actual contra un mayor relieve dada nuestra táctica de construcción del Partido. Toda una serie de iniciativas desarrolla das por la organización m-r en la universidad deben ser utilizadas para reinvertir ese trabajo hacia nuestra implantación en la clase. Si, además, tenemos en cuenta que para el estalinismo la universidad es uno de los puntos débiles, la importancia de lograr impulsar franjas importantes del M.E. tras las iniciativas que proponemos en torno a las luchas obreras, pasa a ser fundamental en el actual periodo de construcción del Partido

Desde Seat y Ferrol, hasta San Adrián e Iruña, demuestran la necesidad de un trabajo destinado a educar al M.E. ni al combate junto a —y tras— la clase obrera, a la vez que nos dan una muestra de las posibilidades que este tipo de intervención posibilita cara a cambiar la relación de fuerzas con los reformistas, cambiando acertadamente esta actividad con el trabajo de la fracción y la tendencia en los organismos unitarios y la táctica da U. de A. con otras organizaciones políticas.

c) Lucha política -contra la dictadura.

Dar una real dinámica anti-capitalista a la lucha del M.E. y ponerlo junto al proletariado revolucionario significa encaminar sus luchas hacia al derrocamiento revolucionario de la dictadura y del capitalismo, hacia la H.G.R.

Dentro de esta temática cobran especial relieve:

1) El combate contra la opresión nacional en todas sus formas.

2) La respuesta a todas las agresiones de la Dictadura, es decir de la lucha contra la represión.

Participando de ambas, la defensa de los militantes nacionalistas de ETA (V) frente a los ataques del franquismo tiene un valor fundamental, sobre todo para la construcción de la organización en Euskadi. .

3) Por la libertad de expresión, asociación y demás reivindicaciones democráticas. La importancia de esta lucha en las condiciones actuales, en que contrasta un redoblado afán de las masas para conquistarlas con una agudizada incapacidad por parte de la burguesía para concederlas, salta a la vista. Los estudiantes, dada su capacidad de movilización y de estimular a través de ella al conjunto del movimiento, están llamadas a desempeñar un papel de primer orden en este combate. La importancia de este aspecto de la actividad de los estudiantes se va reforzada por el hecho de constituir uno de los campos preferentes de fusión del movimiento de masas obrero y el movimiento de masas estudiantil (dos componentes fundamentales del movimiento de masas contra la dictadura) tras reivindicaciones y métodos de lucha coincidentes.

d) Movilizaciones internacionalistas.

La concepción internacionalista que defendemos los m-r no es ni un útil simplemente polémico con otras corrientes políticas ni un simple instrumento propagandístico con objetivos exclusivamente educacionales. Una correcta interpretación de la lucha de clases a nivel internacional y la interrelación de los tres sectores de la revolución mundial (países coloniales-países capitalistas-estados obreros degenerados) exige su materialización en actos prácticos. Dejar de actuar por motivos internacionalistas bajo el pretexto de que no son comprendidos por las masas, representa un espontaneismo del peor signo capitulacionista.

Por eso, en la medida de nuestras posibilidades los m-r desde el principio de nuestra existencia debemos impulsar movilizaciones en solidaridad con las luchas anti-imperialistas, anti-capitalistas y anti-burocráticas. Si bien en los dos primeros casos la orientación es sencilla, el tercero plantea problemas. Por una parte por el mismo contenido do dicho combate que, mal explicado, puede dar lugar a que se interpreten nuestras denuncias y movilizaciones como signo de anti-comunismo. Por otra parte, porque una serie de consignas democráticas (libertad de reunión, expresión) que hay que avanzar tienen que ser muy bien concretadas para que no puedan ser asimiladas por organizaciones burguesas y p-b que bajo el pre texto de libertades democráticas en general, reivindican la "libertad democrática" para la burguesía.

El argumento da que tales iniciativas y movilizaciones sean, por un largo periodo, de carácter minoritario no deben hacernos abandonar la empresa sino, al contrario, redoblar nuestros esfuerzos para romper el cascarán de estrechez nacional con el que estalinistas y acólitos han amordazado al movimiento de masas.

Que por todo un periodo participen en estas movilizaciones estudiantes de vanguardia casi exclusivamente no es más que una muestra del camino que en conciencia y organización falta por recorrer y de los distintos niveles de radicalización y politización de la vanguardia obrera y estudiantil. Precisamente por el alto nivel de politización que se puede conseguir en franjas numerosas del M.E., debemos impulsar este eje como parte de la intervención universitaria de la organización.

La importancia da las movilizaciones en solidaridad con la revolución vietnamita en Europa y EE.UU., tanto para paralizar políticamente al imperialismo yanqui, como para recomponer y politizar el M.E. desbordando la hegemonía social-demócrata y estalinista sobre el mismo, han sido una buena muestra del valor de las movilizaciones internacionalistas, primero universitarias, pero poco a poco masificándose y su importancia en la emergencia de las secciones de la IV Internacional de simples grupos de propaganda a organizaciones capaces de impulsar movilizaciones y realizar un trabajo de penetración en el M.O.

La falta de tradiciones en este sentido en el Eº. E. hace más ardua la tarea pero no menos importante y urgente.

La defensa de estos cuatro ejes es inseparable de las métodos de lucha y formas de organización que permitan llevarlos a término, Así la organización de los estudiantes en lucha mediante la asambleas lo más amplias posibles (de curso, de facultad, de distrito), eligiendo comités en las mismas que representen a los estudiantes bien ante la autoridades académicas, bien ante las organismos coordinadores que se den para las luchas; la propuesta y defensa del eje asamblea-desalojo-manifestación como forma de generalizar el movimiento de un curso a otro, de una facultad al distrito entero, de la universidad a la calle; la autodefensa de la asamblea y movilización es frente a la represión, educando a franjas cada vez más amplias en el ejercicio práctico de la misma, progresando en cuanto a formas técnicas de conducir o proteger una movilización, etc.

VI.- ¿Qué organización es necesaria para impulsar la intervención descrita?

En la propuesta organizativa que a continuación presentamos es preciso distinguir entre el objetivo que persigue y las fases que deben atravesarse en el trabajo hacia el logro.

La propuesta organizativa (comités de lucha) ([9]) que defendemos viene determinada por las tareas a asumir, que no son otros que la defensa y aplicación de los cuatro ejes presentados en el capitulo anterior. En la medida en que estos cuatro ejes corresponden a un proyecto estratégico determinado y dependen, en su aplicación, de una táctica específica de construcción del Partido Revolucionario, negamos la posibilidad de su total desarrollo en el marco de organismos unitarios, Y esto no obedece a un capricho sectario de los m-r, sino que la inexistencia de los intereses homogéneos entre el conjunto de los estudiantes, lleva a la rápida polarización de la vanguardia del M.E. tras las propuestas de las diferentes organizaciones políticas en presencia. No es otra la razón de la crisis de los sindicatos democráticas hace unos años y las periódicas que sufren los montajes unitarios últimamente.

Pero esta organización fundamentada sobre los cuatro ejes da intervención propuestos (y las formas de organización y métodos de lucha que los acompañan no se reduce a la agrupación de militantes y pre-militantes de la organización m-r. mientras estos se disciplinan al conjunto de la política y las iniciativas de la organización, los miembros de los comités de lucha se disciplinan solamente a los cuatro ejes sobre los que se basan. Es por esto que la organización m-r impulsa los C. de L. y a la vez actúa como fracción dentro da ellos. Sin embargo, los ritmos de conformación de los C. de L. vienen determinados por la situación de la vanguardia organizada del M.E. Rechazamos el montaje en frió, es decir al margen de experiencias de lucha concretas, de los C. de L. Nuestra propuesta no persigue crearnos un coto cerrado donde seamos hegemónicos, sino provocar una decantación política de franjas de la vanguardia m-r, no al mareen de sus experiencias, sino partiendo de ellas. Por eso proponemos que, en aquellos distritos universitarios donde los organismos unitarios gocen da credibilidad y agrupen a partes importantes de vanguardia estudiantil, trabajemos como tendencia que impulsa los cuatro ejes de nuestra intervención. Esta batalla en el interior de los organismos unitarios nos permitirá realizar la confrontación práctica de nuestras líneas para la universidad con la que abanderen otros grupos políticos, y a través de ella producir las diferenciaciones políticas que buscamos.

Además, para muchas luchas o campañas concretas debemos intentar poner en pie comités coyunturales (en solidaridad con una lucha obrera, pro-Vietnam, anti-represión, etc.) que sobre una base política más amplia que los C. de L. sean susceptibles de agrupar a franjas de estudiantes radicalizados por y para la lucha del momento, pero aún no dispuestos a organizarse establemente. Estos mismos comités permitirán la realización de la unidad de acción efectiva y por la base de las organizaciones políticas que operen en la universidad. Sería un error pretender formar, en general, estos comités partiendo de reuniones en la cumbre de representantes de los C. de L. (o de la tendencia C. de L. en los organismos unitarios) con representantes de organismos unitarios, o de reuniones de organizaciones políticas. Para nosotros el proceso de formación de los comités coyunturales pasaría por un periodo de explicación política y agitación (carteles, hojas, charlas...) asumido por los C.de L. (o, en su defecto, por la tendencia en los organismos unitarios, o por la fracción de la organización), y más adelante pasar a las propuestas de constitución de estos comités, tanto a organizaciones políticas y organismos unitarios, como a luchadores independientes.

Para nosotros no hay ningún peligro de sustituismo de nadie ni de nada, puesto que no se trata de fortalecer estructuralmente al movimiento en organismos unitarios, como ocurre en el M.O. donde la creación, consolidación y coordinación de CC.OO. a nivel Estado es un objetivo. Lo que buscamos es que el M.E, responda en todo momento a las necesidades políticas más candentes, y ello es inseparable de un aumento de nuestra influencia en el mismo.

Esta agrupación sobro la base de los cuatro ejes en C. de L. o en tendencia C. de L, dentro de organismos unitarios, debe entenderse en un sentido amplio. Es decir, agruparemos en ellos a todos los que hayan llegado al convencimiento de luchar por los cuatro ejes, aunque esto digamos no sea muy sólido. Será en el seno de ellos donde se dará, a través de las propuestas de los militantes m-r y de sus charlas, la politización de los miembros de los C. de L. Para ello los m-r harán continuas propuestas de discusión sobre tal o tal tema político, que, es claro, su asistencia no podrá ser obligatoria.

Podrían ponerse pegas en cuanto que llevar, a la práctica este proyecto significa cortarse del M.E. e imposibilitarse para un trabajo de masas, como por ejemplo poner carteles o convocar asambleas. Por ello es preciso aclarar:

1) Que nuestro proyecto es crear una corriente revolucionaria en la enseñanza, lo cual pasa por la creación de C. de L. (allá donde tengamos una presencia importante y donde los organismos unitarios carezcan de incidencia), por la potenciación de una tendencia revolucionaria en los organismos unitarios o por un trabajo simultáneo en ambos sentidos.

2) Que esto obedece a los propios procesos de radicalización y politización del M.E. que le llevan a fragmentarse tras las opciones de las distintas organizaciones.

3) Que, en cualquier caso, la agrupación va a ser tan clandestina como cualquier organismo unitario y, en este sentido, se van a presentar los mismos problemas a solucionar cara al trabajo de masas.

4) Que, en todo momento, si la situación lo requiera, intentaremos realizar la unidad de acción bien con algún organismo unitario, bien con franjas de los mismos que podamos atraer para un combate determinado.

5) Que el nombre de "organismo unitario" señala a todos los organismos que reclamándose dicho título son, de hecho, el feudo de una organización política (Comités en relación al MCE en Bilbao, por ejemplo). Sin embargo, al ser variable el grado de control y de manipulación de la organización hegemónica el trabajo en su interior presenta características diferentes de unos a otros.

 VII.- Hacia la formación de una corriente revolucionaria en la enseñanzas, bachilleres, profesores y maestros.

Si hasta añora nos hemos ocupado del M.E. exclusivamente ha sido porque dentro del sector de la enseñanza no solamente es el núcleo más activo, sino que representa la punta de lanza contra la planificación burguesa de la educación.

 También porque. la caracterización política que de él hemos hecho es compartida por los demás sectores estudiantiles (bachilleres; no por los de E.F.P. que presentan características específicas).

En la medida que universitarios, bachilleres, profesores, maestros, etc., participan y sufren las consecuencias de la L.G.E., se trata do oponer un frente de lucha lo más amplio posible contra la rentabilización capitalista de la enseñanza. Por otra parte aún siendo diferente unos medios de otros, los movimientos presentan numerosas afinidades, sobre todo en lo que se refiere a las fuentes de su radicalización: crisis de la enseñanza y crisis política e ideológica de la burguesía. Por eso, el proyecto de C. de L. Es extensible al conjunto del sector da la enseñanza. Las especificidades lejos de separarse de los ejes descritos se insertan en ellos:

- reivindicaciones económicas de maestro y profesores como parte del combate de la rentabilización capitalista de la enseñanza en el plano económico.

- Los problemas de pedagogía en la educación ligados a la reivindicación de una formación científica, laica y polivalente.

- educación bilingüe como parte de la lucha pos una enseñanza popular y el combate contra la opresión nacional.

- etc. etc.

La radicalización progresiva del movimiento de bachilleres y profesores, al calor de los combates obreros y universitarios tras el proceso de Burgos y alimentada par la L.G.E., nos exige precisar más sobre estos movimientos, cosa que ahora no estamos capacitados a hacer más que a un nivel muy general. Lo que si hay que considerar es que, en Euskadi, donde el medio universitario es relativamente reducido y donde la vida política presenta unas características especiales (independencia de vida política por pueblos o por zonas de pueblos; gran radicalización al calor de la lucha contra la opresión nacional) la intervención en institutos y E.F.P. presenta gran importancia. Por una parte porque tales centras ofrecen un marco de trabajo político mucho más estable y definida que el posible a realizar a nivel de barrio o pueblo
(y por tanto reúnen mejores condiciones para organizar a estas franjas de juventud radicalizada); por otra, porque los contactos y relaciones entre jóvenes estudiantes y jóvenes obreros es mucho más intenso en pueblos que en las grandes concentraciones urbanas; finalmente, porque todos los estudiantes de E.F.P. y muchos de los bachilleres pasarán a corto plazo a trabajar en empresas, normalmente, de la zona (con lo que se facilita una continuidad en el trabajo político).

 

 

[1] Que firma sus textos como ETA a secas, pero que para distinguirla tanto de nosotros como de ETA (V), son más conocidos como ETA (minos) o, simplemente, "los minos".

[2] Esto no significa que sus militantes, individualmente considerados, no se hayan esforzado por participar en las luchas surgidas en su medio. Lo que decimos es que cada cual lo ha hecha a su aire, a menudo en contradicción con otros militantes de su misma organización, sin actuar con arreglo a unas orientaciones centralizadas.

[3] Este era el problema de los "minos". A falta de unos ejes de referencia, cada nuevo problema requería el montaje de un debate, en el que era preciso reinventar todo. Como la lucha no espera, su escasísima propaganda tenía que limitarse a consignas ultragenerales, en las que todo el mundo está de acuerdo, de forma que nadie pudiera acusarles de "antidemócratas". De ahí el agarrotamiento en la intervención que ha conducido ai desbarajuste actual (con la dirección dividida en dos bloques prácticamente independientes»)

[4] Las cuales agrupaban a cuatro quintas partes de la militancia .

[5] Partes fundamentales de esta resolución han sido elaboradas en base a: "Resoluciones del IIº Congreso de la L.C.R.”, textos del debate interno de la L.C.R y textos públicos e internos de la IVª Internacional

[6] nos referimos exclusivamente a las que se rigen por el régimen de cooperativas autónomas que son las que en la actualidad permiten un trabajo político. Las parroquiales quedan fuera del marco del presente análisis.

[7] a pesar de la ambigüedad del término, creemos que —en el terreno de ikastolas— se puede englobar en él a toda la corriente progresista más politizada que engloba sectores obreros y p-b y sufre influencias de (V) y de la extrema-izquierda.

[8] El texto se reduce al movimiento universitario, aunque en el punto VII se trata brevemente sobre bachilleres, maestros y profesores.

[9] utilizamos el nombre de C. de L. porque este es el nombre que le da la L.C.R. a esta propuesta organizativa, (nota de la pág. anterior)