En la lucha contra la crisis creciente, ciertas organizaciones sindicales siguen una línea de menos resistencia, eliminando a las obreras de las posiciones que ocupan en la industria. Durante la guerra, millones de proletarias se han incorporado a la actividad industrial. Casi en todos los grandes países capitalistas, el número de mujeres ocupadas en la producción ha aumentado considerablemente.

Al finalizar la guerra, cuando la desmovilización de la industria, las organizaciones sindicales de ciertos países, en vez de defender los intereses de estas proletarias, del mismo modo que tienen la misión de defender los de los hombres, han tomado la iniciativa del despido de las mismas.

Así, sólo en Inglaterra centenares de miles han sido lanzadas de la industria.

Esta división de los explotados según el sexo, representa evidentemente una supervivencia del conservadurismo que persiste todavía en las masas obreras. No están muy lejos los tiempos en que muchas organizaciones sindicales no aceptaban a las mujeres en su seno por estimar, probablemente, que no eran dignas de ellos

La lucha de las trabajadoras por el derecho de adhesión a las organizaciones sindicales ha tenido un carácter muy doloroso, y en ciertos países ha provocado las formaciones femeninas distintas, las cuales tenían como objetivo obtener su reconocimiento por parte de los hombres ocupados en la misma industria.

Este punto de vista, extremadamente reaccionario, debe encontrar una resistencia decisiva y categórica en los Sindicatos revolucionarios, para los cuales todos los trabajadores representan una misma familia de explotados. Incluso en esta cuestión, por elemental que parezca, existen divergencias serias entre los Sindicatos reformistas y los Sindicatos revolucionarios.

No basta con adoptar el punto de vista de que las obreras no deben ser despedidas, sino que es necesario considerar el trabajo femenino del mismo modo que el trabajo masculino. En gran número de organizaciones existe todavía hoy una política doble de tarifas: una para los hombres y otra para las mujeres. Los hombres que realizan un trabajo igual al de las mujeres, reciben salarios muy altos, y no por una mayor cantidad de objetos producidos, no por un mejor trabajo, no por una productividad mayor, sino solamente porque son hombres, mientras que las mujeres reciben salarios reducidos, exclusivamente porque son mujeres, es decir, los explotado más atrasados.

Para los sindicatos revolucionarios, la división del proletariado en sexos no debe existir. En la política de tarifas es necesario clasificar a los obreros según el grado de su calificación y proclamar y llevar a la práctica la consigna “a trabajo igual, salario igual”, independientemente del sexo de los trabajadores.

La lucha para la reducción del coste de la producción consiste, en algunas partes, sobre todo en tiempos de crisis, en la reducción de los salarios en las categorías más atrasadas del trabajo, sobre todo en las mujeres. En ciertos casos, sobre todo cuando están mal organizadas, son las primeras víctimas de la crisis que empieza. Las organizaciones sindicales deben tomar en consideración todos estos hechos, no solamente al principio de la crisis, sino constantemente, en su trabajo, cotidiano.

la Internacional Sindical Roja, en una resolución especial, ha puesto de relieve la importancia extraordinaria que tiene para la revolución obrera y campesina la conquista de las masas trabajadoras. La revolución social sólo se realizará cuando las obreras, en su conjunto, se hayan convertido en camaradas de lucha activas, pues sin los millones de obreras que se hayan actualmente en la industria, es muy difícil conquistar el poder y mantenerse en el mismo.

Por lo que a la mano de obra femenina se refiere, así como la mano de obra infantil, las organizaciones sindicales, además de lo que hemos mencionado, tienen asimismo, la misión de preocuparse de otros aspectos especiales como, por ejemplo: la protección del trabajo de las mujeres y de los niños, de las mujeres en cinta, de las madres, etc.

La misión de los Sindicatos Rojos en este dominio está formulada no sólo en una resolución especial, sino también en la relativa a las cuestiones de la organización adoptadas por el primer Congreso Internacional. El punto siguiente de la resolución mencionada debe servir de base a la actividad de los Sindicatos, con respecto a las obreras: Los partidarios de la I. S. R. deben esforzarse de un modo particular en arrastrar a las obreras al movimiento sindical revolucionario. Nasde de organizaciones sindicales femeninas separadas; el proletariado es único, y en tanto que clase, debe fundar sus organizaciones no según los sexos de los trabajadores, sino por ramas de industria.

Las obreras, por ser la categoría más atrasada de los trabajadores, están mucho más explotadas que los hombres, y los Sindicatos reformistas, siguiendo la línea de la menor resistencia, establecen las tarifas, no según la calidad y el rendimiento del trabajo, sino según el sexo de los trabajadores.

Cuando la crisis empieza, los Sindicatos reaccionarios adoptan a menudo la iniciativa del despido de las obreras de su industria. Esta política perjudicial y contraria a los intereses de la clase obrera, debe ser combatida enérgicamente. La obrera está sujeta a una explotación mayor que el obrero y nuestra misión consiste en convertirla en militante activa para la revolución social y la dictadura del proletariado. Un Sindicato es digno de formar parte de la Internacional Sindical Roja, si en la cuestión  del trabajo femenino, así como en todas las demás cuestiones, se libra de los viejos prejuicios y se encarga de la defensa y de la regularización del trabajo femenino, no perdiendo de vista que su sólo objetivo consiste en aumentar el ejército de la revolución social por medio de nuevos luchadores infatigables reclutados entre las obreras explotadas y oprimidas.

 Emilia AIZA

 

Ortuella, mayo 1933

 

 

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (SE de IC)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año I, San Sebastián, 03 Junio 1933  nº11

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