Es tal el confusionismo y la bancarrota en que se desenvuelven los partidos “socialistas” de la II Internacional (entre los que se encuentra el llamado Partido “Socialista Obrero” Español) que es ya corriente oir a sus dirigentes en la tribuna o leer en su prensa las mayores herejías antimarxistas, los más impúdicos retorcimientos dialécticos, las más fenomenales aberraciones contra las propias ideas de Marx, sin que se les asome el rubor ni se les caiga la cara de vergüenza.

Así se atrevía a decir, no hace muchos días el ex consejero de Estado por Real Orden, señor don Francisco Largo Caballero: “que a los comunistas y a los socialistas tan sólo nos diferencia la táctica...” —La táctica... y la vergüenza, distinguido señor—. Los Otto Bauer, los Largo Caballero, los Besteiro y la II Internacional, el comunismo y la socialdemocracia, son dos mundos entre los cuales no hay nada de común.

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Examinemos, por ejemplo, la cuestión religiosa.

Los “jefecillos socialistas” de la II Internacional (principalmente los españoles) quieren hacer creer a los trabajadores que  “la religión es un asunto privado” (en el sentido liberal burgués), y que cabe perfectamente ser socialista, y al propio tiempo acudir a misa, casar por la iglesia, bautizar los hijos, sr, en suma, un fervoroso religioso, un intachable católico, apostólico y romano; del mismo modo, que cabe ser “republicano” y, al propio tiempo ser ateo. Y eso, trabajadores, desde el punto de vista marxista, es absolutamente falso,, completamente embustero. Jamás ha dicho Marx cosa semejante; ni Pablo Iglesias, ni Quejido, ni Vera, ni Acevedo, ni nadie que hay venido a honor el ser discípulo o correligionario del maestro Marx.

Y no sólo no ha dicho Marx ni ninguno de sus fieles seguidores semejante cosa, sino que han sostenido y sostienen todo lo contrario: que Socialismo y Religión (no simplemente Socialismo y clericalismo, sino Socialismo y Religión) son completamente incompatibles, antagónicos, opuestos “como el agua y el fuego”. Es decir: que quien sea socialista marxista, ha de ser necesariamente irreligioso ateo. De lo contrario resulta un falso socialista, un marxista traidor, un mixtificador sinvergüenza. Así lo dijo rotundamente Carlos Marx. Así lo sostuvo claramente su colaborador Federico Engels. Y no es admisible que un Besteiro, un Trifón Gómez, un De los Ríos, un Largo Caballero o un Bujeda vayan a “enseñar al padre a hacer hijos”, es decir, que pretendan aleccionarla al propio Marx sobre los que es marxismo.

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El Socialismo —es decir el Marxismo— ha de combatir no solamente la religión como organización económica, sino el mismo espíritu religioso. Para el marxista, la religión no es más que una justificación ultraterrena del estado de cosas que en la tierra vivimos. Fundándose en la creencia de un espíritu de fuerzas sobrenaturales, etc., que una organización económica, la Iglesia, por ejemplo, recoge y emplea, ante todo, para subsistir, para dominar. Por eso, todas las religiones explican el mundo entero, según se explica la sociedad misma. Las tribus salvajes esparcidas y desligadas practican el politeísmo; las repúblicas antiguas de comerciantes, dueños de esclavos por ejemplo. Atenas, tenía un Olimpo poblado de dioses sobre los que imperaba Pallas, Atenea, Diosa de la Ciudad. Poco a poco, a medida que las formas sociales se unificaban y que los pueblos centralizaban sus Gobiernos en la Monarquía, un solo Dios también se dice que hay en el cielo, y cada vez más se afianza y se fortifica como reflejo del Capital Imperante.

Un socialista estrictamente hablando, ha de ser forzosamente ateo; no puede tener siquiera el menor asomo de religiosidad; por eso nuestro deber es combatir el teísmo mismo.

La Religión “asunto privado” es una reivindicación de las masas obreras para que el Estado no patrocine la religión, y de ninguna forma puede considerarse como un llamamiento a nuestra tolerancia. Marx ya habló de esto en la “Crítica de programa de Gotha”, donde fustigó duramente a Gorter, que sostenía tal opinión.

Pese a Spéngler, nada de común tiene el cristianismo y el Socialismo, que “son entre sí —Bebel decía— como el fuego y el agua. Lo único bueno que atribuía al cristianismo (aunque yo no lo veo) no es cristianismo; sino humano, y lo que constituye la esencia y el alma del cristianismo, el tráfico de dogmas y doctrinas es contrario a la Humanidad”. Esto decía Bebel.

El Socialismo tiene que acatar a la religión como si fuera económica que se nos opone, y al espíritu religioso, como ideología contraria a la nuestra. Pero la ideología no es una cosa misteriosa, sino un sistema de ideas, de normas, de imágenes, de sentimientos, etc., directamente determinados por la posición social del ser. Combatiendo, pues, el espíritu religioso, combatimos la fuerza misma de la burguesía, la fuerza ideológica que a todas partes llega, que a todos los hombres toca, porque hoy en día ella posee los medios de producción necesarios.

Elena GARCIA

 

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año II, San Sebastián, 3 Febrero 1934  nº 46

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