Después del mitin del Urumea

Como marxistas, no somos nacionalistas ni separatistas

 

Propugnamos por el derecho de los pueblos a disponer de sus propios destinos

 

Las palabras transcritas que sirven de subtítulo al presente trabajo han producido, al parecer, cierta perplejidad entre algunos trabajadores nacionalistas sobre la posición exacta de nuestro Partido en orden al problema nacional. Considero, pues, obligación ineludible el aventar las dudas que pudiera haber producido las mismas. Esta es la pretensión, no modesta por cierto, que me propongo al pergeñar estas mal hilvanadas líneas.

El Partido Comunista es un partido revolucionario de clase, de la clase obrera. Como tal, el objetivo final que persigue y hacia la consecución de cuya finalidad convergen todos los demás objetivos de carácter parcial e inmediato, es el de la emancipación de la clase obrera del yugo de la burguesía, como premisa indispensable para la desaparición de la lucha de clases y la instauración de un régimen comunista. En la marcha hacia su redención el proletariado debe y tiene necesidad de ir resolviendo una serie de problemas —especialmente en los países atrasados— tales como la cuestión agraria, las libertades democráticas, la liberación de las nacionalidades oprimidas, con la triple finalidad de incorporar a sus lado a determinadas fuerzas no proletarias, especialmente afectadas por la existencia de los antedichos problemas y que el proletariado trata de emancipar en el curso mismo de sus misma emancipación; reforzando el frente de sus lucha contra la burguesía y los restos del feudalismo ligados a ella; en segundo lugar, ello lo permite, la conquista de la libertad de movimientos necesaria y abriendo ancho cauce a su ulterior actividad revolucionaria; y en tercer lugar, la solución de estos problemas, no exclusivamente proletarios, va simplificando para éste los términos de su problema fundamental que es la instauración del socialismo (etapa inferior del comunismo). De ahí que el programa de la Internacional Comunista, que el Partido Comunista de Euskadi acopla a la situación concreta de nuestro país, tenga en cuenta, no solamente las reivindicaciones de tipo exclusivamente proletario sino también otras de carácter popular y democrático.

Cuando planteamos la consigna de “la tierra para el que la trabaja”, no significa que renunciamos ala socialización de los medios de producción, entre ellos, claro está, el de la propia tierra. Por el contrario, creemos más factible el pode desterrar los prejuicios individualistas pequeño-burgueses de nuestros labradores ayudándoles a obtener la posesión de lo que tan ardientemente desean para luego mostrarle lo irracional y antieconómico de su trabajo parcelario e individualista frente a una producción colectivizada y socialista. Somos partidarios igualmente de la democracia —especialmente la democracia soviética que consideramos la más perfecta— porque en ningún modo podemos admitir que las libertades más o menos amplias que la misma implica, constituya una concesión graciosa de la burguesía. Por el contrario son conquistas logradas por el proletariado a través de tremendos sacrificios y esfuerzos y las cuales éste, tiene la obligación de defender y ampliar. Pero incluso la democracia más perfecta presupone la dominación de una clase sobre otra. En la democracia burguesas, de la burguesía sobre el proletariado; en la soviética, del proletariado sobre la burguesía, o los restos de dicha clase que se resisten a desaparecer definitivamente. De ahí que para el comunismo la democracia no signifique un fin en sí, sino algo accidental y transitorio. Y por último, somos partidarios del  “derecho de autodeterminación de los países oprimidos hasta la separación completa del país opresor”. Y también, “de la unión voluntaria de los pueblos”. Es natural que la aplicación de la fórmula segunda, o sea, de la unión voluntaria, está supeditada a la conquista de la primera, o sea, del libre derecho de cada pueblo a disponer de sus propios destinos.

Y al proceder así no violamos ningún principio internacionalista sino por el contrario practicamos el único internacionalismo posible que, en ningún modo puede basarse en la fusión o unión de los pueblos forzada por guerras de conquista o por anexiones. Nos planteamos, pues, el derecho de autodeterminación para los pueblos oprimidos no por un purito sentimental o de nacionalismo estrecho, sino teniendo en cuenta los intereses generales del proletariado y para facilitar a éste su misión unificadora de todos los pueblos de la tierra., al mismo tiempo que conseguimos de pasada el debilitamiento del imperialismo engendrador de la reacción fascista.

Ha ahí el por qué, siendo partidarios circunstancialmente de la propiedad individual de la tierra, de las libertades democráticas, del derecho de los pueblos oprimidos a disponer de sus destinos, no podemos intitularnos un partido agrario, democrático, ni nacionalista por ser nuestra finalidad ulterior, nuestra meta final, la producción y disfrute en común de todas las riquezas, la desaparición de las clases  y la libre fusión sin imposiciones ni violencias, de todos los pueblos del plantea.

Pongo punto final por hoy, pues nuestro semanario ha de tratar de otros problemas igualmente importantes. en números sucesivos seguiremos ocupándonos de este problema.

 

Juan ASTIGARRABIA

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año III, San Sebastián, 14 diciembre 1935  Segunda época nº 3

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