En qué consiste el derecho de autodeterminación

UNA CITA OPORTUNA DE LENIN

(Conclusión)

 

En uno u otro caso, fuera Euskadi libre bajo el signo de un gobiernos popular o bajo el de un gobierno “nacional” burgués, los comunistas no habríamos de abdicar en nuestra defensa del derecho de autodeterminación.

Derecho de autodeterminación significa: que un pueblo tiene derecho él mismo a disponer de sus suerte, que nadie tiene derecho a inmiscuirse violentamente en la vida de una nación, de aniquilar sus escuelas y otras instituciones, de quebrantar sus costumbres, de dificultar el empleo de su idioma, de limitar sus derechos. Tendrá derecho a separarse totalmente de otra u otras naciones a quienes estuviera unida. La nación es soberana y todas las naciones tienen los mismos derechos.

Naturalmente esto no significa que los comunistas hipotequemos nuestra independencia política en aras de cualquier reivindicación o disposición de la nación ni que vayamos a suscribir cualquier decisión que la nación tome. Los deberes de los comunistas, que defienden los intereses del proletariado —parte de la nación—, y el derecho de la nación integrada por distintas clases, son cosas absolutamente diferentes.

En el ánimo de nuestros lectores estará bien claro que tanto este trabajo como el precedente tiene por objeto solamente aclarar ciertas dudas que sobre estos problemas se manifiestan en amplios sectores del proletariado de nuestro país. Nadie que se considere realmente revolucionario puede darse a la tarea de combatir un “prejuicio” con otro mayor. Y ahora que tan en boda está el hablar de bolchevización y leninismo considero muy conveniente el dar fin a este artículo con una cita del más genial estratega revolucionario de todos los tiempos:

“Toda opresión nacional —dice Lenin— provoca una reacción en las grandes masas del pueblo, y la tendencia de cada reacción de una población oprimida nacionalmente, es la insurrección nacional. Si observamos que a menudo —principalmente en Austria y Rusia— la burguesía de las naciones oprimidas habla solamente de una insurrección nacional y de hecho toma parte en combinaciones reaccionarias con la burguesía de la nación opresora, entonces la crítica del marxismo revolucionario deber dirigirse no contra el movimiento nacional, sino contra su envilecimiento, contra su empequeñecimiento, contra su transformación en una contienda insignificante. Debemos observar, a propósito de esto, y muchos socialdemócratas austríacos y rusos lo olvidan, que sus odio justificado de las pequeñas y bajas disputas nacionales —por el estilo de las porfías sostenidas con objeto de lograr para un idioma el sitio de preferencia, es decir, que se ponga antes o encima de otro, indicando el nombre de una calle, en un cartel—, se transforma a veces en negativa al apoyo de la lucha nacional. No “apoyaremos” el juego de las repúblicas en una monarquía cualquiera tal como Mónaco, o las aventuras republicanas de los “generales” en los pequeños Estados sudamericanos, pero no se deduce de esto la desautorización de la consigna república para movimientos democráticos y sociales serios. Nos mofamos y tenemos que mofarnos, de las pequeñas disputas de los pueblos de Austria y Rusia, pero esto no nos conduce a que nos esté permitido el negar el apoyo al movimiento nacional o a una lucha general popular y sería contra la opresión nacional. (Lenin, “Caricatura del Marxismo”, etcétera.)

 J. ASTIGARRABIA


 

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año III, San Sebastián, 28 diciembre 1935  Segunda época nº 5

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