Una interesada atracción electoral fue el motivo bastardo con el que se quiso desmerecer nuestra campaña de proselitismo entre los hombres de Solidaridad. Bastardo, claro está, no por ilegítimo sino por insincero. Si se hubieran orientado mejor los redactores de “Euzko Langille”, hubieran descubierto que era otra consigna mas valiosa y duradera la que nos acuciaba: LA UNIFICACIÓN DEL PROLETARIADO como condición necesaria para alcanzar nuestra emancipación. De todas formas, demostraremos su sinrazón continuando, con mayor pasión si cabe, esa campaña, ahora que liquidada la elección, nos coloca en situación aparentemente desventajosa el triunfo de la candidatura nacionalista.

No sabemos si ese triunfo hará recobrar a los dirigentes “jelkides” el ascendiente sobre las masas trabajadoras juveniles rebeldes ya en su aprendizaje sindical. Lo dudamos, aun sabiendo que es muy humano encaramarse en el carro victorioso con riesgo, a veces, de ser atropellado. Nuestras dudas, que hacen honor al espíritu clasista de los camaradas solidarios, tienen un fundamento sólido y lógico, deducido del propio proceso de la contienda electoral, que es el que sucintamente vamos a exponer.

La jornada del 16, supuso un desquiciamiento del tinglado electoral el Partid Nacionalista, de cuya perfección justamente se jactaban. La reñida contienda, obligando a la segunda vuelta, libróle de que su feudo guipuzcoano fuera representado en el Parlamento español por sólo uno de sus candidatos. El fallo eclesiástico, brindando a las derechas con la palma del catolicismo después del apasionado pugilato mantenido, le arrebató la supremacía en las conciencias aldeanas, por su atraso —del que somos todos algo responsables— fáciles al soborno y hundidas en el fanatismo. He aquí la razón de su primer fracaso.

Llegó el primero de marzo con el panorama hispánico profundamente subvertido. El arrollador triunfo de las izquierdas y la subida al Poder del “anti-Cristo” Azaña, alarmó al obispado como en aquellos días en que la alegría verbenera del pueblo hizo de los conventos sus fuegos artificiales. Se imponía un nuevo avatar, un viraje rápido que hiciera de Euzkadi , como entonces, un reducto contra la ola de laicismo, un dique a las ansias justicieras de la revolución. Las pastorales proclamaron a los cuatro vientos la ortodoxia religiosa de los gerifaltes nacionalistas. Y las derechas sumisas, o en inteligencia con las “poderosísimas razones” de la astucia jesuítica, retiraron su candidatura, votaron más tarde a la “cabeza separatista de la hidra revolucionaria” y nada nos extrañaría volver a ver, como en el 31, enarbolado en los barcos de recreo de los magnates donostiarras, el emblema rojo, blanco y verde, donde debieran ondear los pabellones de los “anti.....”.

Texto ilegible......, pero triunfó mostrando su auténtica faz clerical y ostentando virtualmente la representación del bloque reaccionario. La situación político-económica gestada por el vergonzoso bienio negro, obligaba a es lucha furiosa entre los dos extremismos. Ni el aliento del Poder logró inflar los grotescos globos del centrismo. Ninguno consiguió elevarse, como se hubiera elevado el nacionalismo si, consecuente con su principio social-cristiano de conciliación de clases, no hubiera prometido a Roma, oligarquía contendiente, la sumisión de una Euzkadi autonómica. Todo a fin de cuentas y pese a sus agresivas polémicas, era unos: el almibarado camaleón Alcibar y sus “dilectos amigos” Don Procopio, Doña Pepita y demás tertulia de energúmenos.

Pero hay una faceta de la contienda electoral sobre la que , por su carácter social, debieran reflexionar los camaradas solidarios: EL ANTI-OBRERISMO del P. N. V., claramente revelado en el apoyo prestado,  con sus votos sobrantes, a los candidatos republicanos del Frente Popular en perjuicio de sus candidatos marxistas. Postura poco diplomática que celosamente ocultó el nacionalismo, para seguir controlando a la masa obrera inconscientemente sometida a su disciplina, y ahora, acaso obligada por la representación reaccionaria que asumía. La fuerza de nuestras organizaciones, que no reverencian hasta ese punto la “pureza” del sufragio en un régimen capitalista,  deshizo en parte la maniobra. Pero, quedaron sus votos a los hombres del demoníaco Azaña como prueba, para nosotros innecesaria, de que su religiosidad es sólo pantalla que encubre materiales y bastardos —esta vez por ilegítimos—intereses.

Podríamos afirmar, sin mido a incurrir en error, que la conducta típicamente burguesa del Partido Nacionalista, ha causado profundo disgusto entre los trabajadores de Solidaridad. Porque creemos, que si para sus prejuicios clericales de la niñez eran garantía suficiente los candidatos nacionalistas electos, para sus reivindicaciones económicas, más profundamente sentidas, era la mejor garantía los representantes de esa masa obrera con la que en sus luchas sociales, en sus demandas a los patronos, han mantenido y mantendrán estrecho contacto de todos. Para paliar ese disgusto vuelve la prensa nacionalista a esgrimir el señuelo del Estatuto, En ese respecto políticamente más avanzado que ellos, estamos, sin embargo, seguros que el pueblo vasco, libre y abierto al progreso, no permitirá nunca que ese Estatuto sea una rémora en su lucha para la derrocación del capitalismo.

Temas todos sobre los que debemos reflexionar en un ansia de comprensión que sea el eslabón primero de nuestra cadena unificadora. Lo escrito es testimonio irrecusable de que nosotros así lo hacemos.

Ramón de AMILIBIA

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año III, San Sebastián, 7 marzo 1936  Segunda época nº16

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