Carmen Lardizabal Urroz
Tafalla, 20 de junio de 1917
Carmen Lardizábal Urroz es una de esas mujeres de las que jamás se habla, pero sin cuya entrega y sacrificio otras personas, que sí han pasado a la historia, difícilmente habrían protagonizado los actos por los que se les recuerda. Esta navarra, nacida en Tafalla el 20 de junio de 1917 pero asentada con su familia en Pamplona desde los años 20 del pasado siglo, formó parte de la más selecta y secreta de las organizaciones del Partido Comunista de España (PCE): el Equipo de Falsificaciones. Este pequeño grupo dirigido por el pintor madrileño Domingo Malagón se encargó durante décadas, siguiendo técnicas propias del espionaje, de confeccionar artesanalmente, en muchas ocasiones dibujándolos a mano, los salvoconductos, carnets de identidad y cualquier otro tipo de documentación que permitían a los militantes antifranquistas desenvolverse con cierta seguridad tanto dentro como fuera de España.
Este grupo secreto, que ha sido comparado con la famosa “Orquesta Roja” dedicada al espionaje en los países ocupados por los nazis, fue hasta su legalización “el secreto mejor guardado del PCE” y sin sus trabajos muchos de los dirigentes comunistas habrían termina-do en la cárcel, en las cámaras de tortura o ejecutados ante un pelotón de fusilamiento. Tal era la calidad de sus falsificaciones que la propia policía española, una vez restablecida la democracia, se interesó por el funcionamiento y técnicas utilizadas por el Equipo de falsificaciones, comunicando al propio Domingo Malagón que habían estado convencidos durante años de que muchos de los documentos incautados a los militantes comunistas detenidos eran realizados por funcionarios especializados de los países del Este.
Pero ¿cómo fue a parar esta joven comunista navarra a la “Orquesta Roja” del PCE? Carmen, igual que su hermana María Ángeles y su hermano Martín, formaba parte de la tendencia izquierdista que lideraba Aurora Gómez Urrutia en el seno de las juventudes de Izquierda Republicana en Pamplona. De acuerdo con la decisión adoptada poco antes de estallar la Guerra Civil por esta facción izquierdista del partido de Azaña, Carmen se integró en las Juventudes Socialistas Unificadas, que terminaron convirtiéndose en la organización juvenil del Partido Comunista de España.
A Carmen, la sublevación contra el Gobierno de la República le sorprendió en Pamplona pero consiguió trasladarse a Bilbao gracias a las gestiones realizadas por su hermana María Ángeles, que, a su vez, había sido canjeada por otra persona a través de la Cruz Roja Internacional. Aquí, en la zona controlada por el Gobierno Vasco, Carmen forma parte de un grupo de comunistas navarros que tendrá un gran protagonismo político una vez acabada la Guerra Civil y en el que destacan las figuras de Jesús Monzón Repáraz, principal líder del PCE durante la II Guerra Mundial, y Clemente Ruiz, compañero de su hermana María Ángeles, destacado dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas y, años más tarde, miembro del Comité Central del partido.
Tras pasar prácticamente toda la Guerra Civil en la zona del Levante, las hermanas Lardizábal terminaron asentándose en Barcelona, desde donde tuvieron que dirigirse a Francia al caer la capital catalana en manos de las tropas de Franco. Internadas en un campo de concentración cercano a la ciudad gala de Dijon, María Ángeles y su compañero, Clemente Ruiz, consiguieron los visados necesarios para embarcarse rumbo a Cuba. Al parecer, problemas de última hora, impidieron a Carmen aprovechar uno de los últimos viajes fletados para los refugiados antes de estallar la II Guerra Mundial. De esta forma, esta navarra se vio atrapada en Francia, al igual que decenas de miles de refugiados españoles, cuando las tropas alemanas invadieron y ocuparon Francia.
En la zona que quedó bajo control del gobierno colaboracionista del general Pétain, Carmen entró en contacto con la red de organizaciones clandestinas formada por Jesús Monzón, de la que salió el conocido como “maquis español” que tan destacado papel jugó en la lucha contra los nazis al final de la II Guerra Mundial en todo el mediodía francés. Fue precisamente Jesús Monzón, verdadero reorganizador y dirigente del PCE tras la Guerra Civil mientras la dirección del partido se exiliaba en Moscú y México, quien tuvo la idea de crear un equipo dedicado exclusivamente a la elaboración de documentos y salvoconductos falsos.
Monzón propuso al pintor Domingo Malagón que se encargara de esta misión en la que se implicó, desde el primer momento, otro pintor guipuzcoano especializado en técnicas de litografía que se llamaba Jesús Beguiristáin. Cuando Jesús Monzón cayó en desgracia por su política de Unión Nacional, el equipo de Domingo Malagón y Jesús Beguiristáin quedaron, como muchos militantes comunistas que habían colaborado con Monzón en la lucha contra los nazis, bajo sospecha. Si esta colaboración costó a decenas de comunistas ser expulsados del partido e incluso en algunos casos la muerte a manos de sus propios camaradas, el Equipo de Falsificaciones pudo seguir trabajando, entre otras razones porque su desaparición habría dejado al partido sin unos documentos que eran vitales para el trabajo en la clandestinidad.
Según recuerda el propio Domingo Malagón, Carmen Lardizábal fue destinada a este equipo para que colaborara y ayudara a Malagón y a Beguiristáin en todo lo que necesitaran. Poco después de acabada la Guerra Mundial también iría a parar al “Equipo de Falsificaciones” José Larreta Garde, otro navarro, nacido en Isaba, que había estado combatiendo con los partisanos rusos en la zona del Cáucaso y del mar Negro y que había sido entrenado en técnicas de espionaje. Larreta se especializó en la reproducción fotográfica de documentos. Más tarde, al equipo iría a parar otro comunista vasco, Ramón Santamaría, que era de Bilbao y había estudiado Bellas Artes.
Todo el grupo vivía con identidades falsas, prácticamente recluido en viviendas que solamente conocía la dirección del partido y, periódicamente, eran trasladados de domicilio. Así es como estuvo funcionando, inicialmente, en la región fronteriza de Perpiñán para, después, tener varias casas en Toulouse, entre ellas la que había utilizado Dolores Ibárruri. Finalmente, fue instalado en París.
El navarro José Larreta asumió la identidad de Luis Bueno Montoya y durante 20 años vivió con este nombre falso, lo que, una vez disuelto el Equipo de Falsificaciones, le causó no pocos problemas administrativos. Jesús Beguiristáin era conocido como Andrés y Domingo Malagón recuerda en sus memorias a Carmen Lardizábal como Carmen Izaurrondo. Carmen tuvo que romper con todo su pasado y rehacer su vida adaptándose a las duras condiciones de una vida prácticamente aislada del mundo exterior.
Como muestra del secreto con que la dirección del PCE guardaba el trabajo de estos camaradas, Larreta recuerda que les recomendaban no ir a ver películas de la cartelera parisina que, por su temática, podrían atraer a los exiliados españoles y, al mismo tiempo, a los policías españoles destinados en París para vigilar las actividades de la oposición antifranquista. En una ocasión, explica José Larreta, hizo caso omiso de estas recomendaciones y fue a ver una de estas películas, descubriendo con sorpresa que varios miembros de la dirección, incumpliendo sus propias consignas de seguridad, disfrutaban alegremente de la proyección cinematográfica.
En París, el Equipo de Falsificaciones quedó instalado el año 1947 en una gran mansión del casco antiguo de Marly-le-Roi, en los alrededores de la capital francesa. Domingo Malagón cuenta en sus memorias que la casa quedaba enfrente de la iglesia y que disponía de un gran jardín al que daba el salón del chalet. Hasta entonces, la “Orquesta Roja” del PCE había estado bajo la responsabilidad directa de Fernando Claudín, uno de los principales intelectuales del PCE que terminaría abandonando el partido para colaborar estrechamente con el PSOE y asumir el Ministerio de Cultura en uno de los gobiernos de Felipe González. Destinado Claudín a Moscú, el equipo de la joven pamplonesa fue dirigido por Julián Grimau, ejecutado el 20 de abril de 1963 por un Gobierno franquista del que formaba parte el actual dirigente del Partido Popular Manuel Fraga Iribarne.
“Con el traslado –explica Domingo Malagón- el equipo técnico también amplió sus funciones; empezamos a preparar maletas de doble fondo para el transporte de documentos, propaganda, prensa, etc. Algo de esto ya había hecho durante mi estancia en Perpiñán, pero ahora se trataba de una producción más sistemática, y pronto hubo una persona ocupada exclusivamente de este menester: Mariño. Este hombre ha sido un artesano magnífico, trabajó horrores. Se le montó un tallercito, y allí fabricaba maletas, las carteras, los estuches de afeitar, también ideó los dobles fondos de los coches, en los botes de conservas...”
Carmen Lardizábal terminó formando pareja con Jesús Beguiristáin y la muerte de “Andrés” a mediados de los años sesenta debido a un cáncer de pulmón supuso un durísimo golpe para su compañera. Carmen, con su hijo Sergio, decidió irse a vivir una temporada con su hermana María Ángeles, que residía en Varsovia, la capital de Polonia. Domingo Malagón recuerda también haber coincidido con Carmen Lardizábal en uno de los actos organizados por el PCE tras la muerte de Franco; en su opinión, Carmen no guardaba un buen recuerdo del trato que ella misma y el resto del Equipo de falsificaciones había recibido por parte de la dirección, especialmente por la falsedad de las acusaciones vertidas contra quienes, como ella, habían colaborado con Jesús Monzón Repáraz. Carmen Lardizábal Urroz volvió a residir con su hijo Sergio en París, donde falleció en la última década del siglo XX.