INDICE
Paul Mattick
5 Karl Korsch
27 Karl Korsch. ¿QUÉ ES LA SOCIALIZACIÓN? UN PROGRAMA DE SOCIALISMO PRÁCTICO
Anexos
59 I. De un volante redactado por Eduardo Bernstein: “¿Qué es la socialización?”
62 II. De un llamamiento de la Socialdemocracia austroalemana
66 II. Del documento programático de la Liga Espartaquista
68 IV. Para profundización y ampliación
69 El problema de la socialización antes y después de la revolución
75 El programa de socialización socialista y el sindicalista
79 La división del trabajo entre trabajo manual y trabajo intelectual y el socialismo
89 Aspectos fundamentales vinculados a la socialización
103 Socialismo y reforma social
Apéndice
113 Hedda Korsch. Memorias de Karl Korsch
131 G. A. Ritter/S. Miller. El problema de la socialización
NOTA DEL EDITOR
Los trabajos publicados en el presente cuaderno fueron tomados de las publicaciones abajo detalladas:
1. Paul Mattick, Karl Korsch. Publicado originalmente en la revista alemana Politikon, n. 39/40 (Gottingen, enero-abril de 1972). Traducción de Eduardo Subirats.
2. Kart Korsch, Schriften zur Sozialisierung. Diversos escritos sobre él problema de la socialización publicados como folleto aparte (¿Qué es la socialización?) y artículos en revistas alemanas. Fueron recopilados por E. Gerlach para la Europäische Verfagsanstalt, Frankfurt a. M., 1969. Los hemos tomado de la versión italiana publicada por Laterza, Bari, 1971. Traducción de Celina Manzoni.
2. Hedda Korsch, Memories of Karl Korsch, publicadas en New Left Review, nº. 76. Traducción de María R. Andreotti.
4. G. A. Ritter/S. Miller, Il problema de la socializzazione. Recopilación de documentos publicados en La Rivoluzione Tedesca 1918-1919, Feltrinelli, 1969. Traducción de Roberto Raschelia.
PAUL MATTICK
KARL KORSCH
I
Karl Korsch nació en 1886 en Tostedt, en los páramos de Luneburg, y murió en Cambrigde (Massachussets) en 1961. Procedente de una familia de clase media, asistió al instituto de Meiningén y emprendió posteriormente estudios de derecho, economía, sociología y filosofía en Jena, Munich, Berlín y Ginebra. En 1911 obtuvo el título de doctor en derecho (Doktor Juris) de la Universidad de Jena. Desde 1912 hasta 1914 estuvo en Inglaterra donde estudió y ejerció las carreras de derecho inglés e internacional. Al empezar la primera guerra mundial volvió a Alemania y se incorporó al ejército alemán, al que perteneció durante los cuatro años siguientes; herido dos veces fue objeto de degradación y promoción militar a tenor de las fluctuaciones políticas. Se opuso personalmente a la guerra, y lo expresó adhiriéndose al Partido Socialista Independiente de Alemania (USPD).
En el curso de sus estudios de derecho, Korsch advirtió la necesidad de remontarse a la base material de éste, es decir al estudio de la sociedad. La derrota debía transformar al socialista de preguerra en socialista revolucionario. Profesor titular de la universidad de Jena desde 1924, sus preocupaciones y su actividad principal fueron esencialmente políticas. A consecuencia de la fusión de los socialistas independientes y de los comunistas, en 1921, Karl Korsch fue diputado comunista en la dieta de Turingia, ministro de justicia de este estado (cuyo gobierno obrero duró casi tres semanas del año 1923), y, de 1924 a 1928, diputado en el Reichstag. Durante este período escribió mucho sobre los temas políticos y teóricos que apasionaban al movimiento obrero radical de la primera postguerra. Fue redactor del órgano teórico del partido comunista —Die Internationale— y poco después editó el periódico de oposición Kommunistische Politik en el que colaboró también con varios artículos.
Disgustado por la progresiva tendencia oportunista de la Internacional Comunista a partir de 1921, Korsch, que aventajaba en conocimiento y comprensión de la teoría marxista a la mayor parte de los teóricos eminentes del partido, no pudo menos que enfrentarse rápidamente a la ideología oficial del partido bolchevique. En 1926, sus caminos se separaron; Korsch se convirtió en el portavoz del ala izquierda radical del partido comunista (Enischiedene Linke) que, pese a continuar adherida al partido, era considerada, dado su carácter organizativo, como hostil a la Tercera Internacional. A partir de 1928, Korsch continuó sus actividades políticas al margen de toda organización definida. Empezó a escribir para las revistas que todavía le abrían sus puertas, preparó una nueva edición del primer volumen de El capital, viajó, dio conferencias en diversos países y escribió un estudio sobre KarI Marx destinado a una colección sobre sociólogos modernos publicada por un editor inglés.
La llegada de Hitler al poder, en 1933, obligó a Korsch a abandonar Alemania. Estuvo en Inglaterra, en Dinamarca, donde residió durante un breve período de tiempo, y en 1936 emigró a los Estados Unidos. Korsch se consagró a la teoría marxista durante su estancia en América, donde desempeñó un cargo de enseñanza en Nueva Orleans. Su principal influencia fue la de educador, tanto en América como en Alemania, Sus amigos le llamaban respetuosamente el Lehrer [El maestro]. Sus conocimientos enciclopédicos y su agudeza de espíritu le facilitaban especialmente esta función, aunque él hubiese preferido estar en “el corazón de las cosas”, es decir, mezclado en las luchas reales por el bienestar y la emancipación de la clase obrera, con la que se identificaba. Su inteligencia y su integridad moral le aislaban, le impedían participar en el "saqueo” que constituía una de las características evidentes del mundo académico y del movimiento obrero oficial. El hecho de que su muerte haya pasado casi inadvertida parece confirmar la convicción, fomentada por Korsch, de que el marxismo revolucionario sólo puede existir unido a un movimiento revolucionario del pueblo trabajador.
II
Las repercusiones de la primera guerra mundial, y más aún las de la revolución rusa, hicieron estallar violentamente la crisis, que, desde hacía largo tiempo, minaba al marxismo y al movimiento obrero occidental. Antes de la guerra, la socialdemocracia estaba dividida, en base a planteamientos teóricos, en un ala “revisionista”, dirigida por Eduard Bernstein, y un ala “ortodoxa”, representada por Karl Kautsky. La guerra revelaría que de hecho esta división en dos tendencias no encubría sino una actividad reformista semejante, social-patriota y fundada en la colaboración de clases. Los elementos más extremistas del ala izquierda del movimiento socialista internacional y sus representantes más destacados, Lenin en Rusia, y Rosa Luxemburg en Alemania, dejaron de reivindicar la “ortodoxia” marxista, exigiendo por el contrario Ja vuelta a la unidad de la práctica y de la teoría socialistas desvanecida desde hacía mucho tiempo.
El “revisionismo” había rechazado el marxismo revolucionario y por consiguiente no representaba ningún problema para los socialistas extremistas. Por el contrario, la "ortodoxia” de Kautsky obligaba a una lucha de dos frentes, contra la socialdemocracia, por un lado, y por otro contra su aparente justificación: su fraseología marxista. Y esta lucha, que intentaba con todas sus fuerzas resucitar un nuevo movimiento obrero, utilizando la tradición socialista radical, lanzó el slogan de "retomo a Marx”. Dado que tanto los enemigos como los discípulos de la “ortodoxia” de Kautsky apelaban a la obra de Marx, urgía plantearse las siguientes cuestiones: “¿Qué es el marxismo?”, ¿en qué y hasta qué punto el marxismo de la época de Marx conservaba todavía un valor bajo las condiciones modificadas del nuevo siglo? Las condiciones revolucionarias que siguieron a la primera guerra mundial suscitaron un renovado interés por la teoría marxista.
Entre 1922 y 1924, Korsch escribió una serie de estudios[1] contra la "ortodoxia” de Kautsky, cuyo objetivo era la restitución del contenido revolucionario del marxismo. Tras la publicación del libro de Kautsky, La concepción materialista de la historia, en el que éste abandonaba su antiguo punto de vista, Korsch se entregó a un nuevo análisis sistemático y crítico del “marxismo doctrinario”.[2] La terminología de Kautsky se había modificado ligeramente, pero su interpretación de los textos de Marx apoyaba abiertamente a los verdugos revisionistas del movimiento socialista. Sus ideas sobre la evolución, la sociedad, el estado y la lucha de clases servían más bien a la burguesía que a la clase obrera. Korsch no hizo más que comprobar este hecho. Este carácter encontraba su expresión teórica en las tentativas de Kautsky de presentar la concepción materialista de la historia como una “ciencia” independiente no ligada necesariamente a la lucha de clases del proletariado. Y, según Korsch, este hecho volvía a transformar el marxismo en una pura ideología que, al ignorar los factores que la condicionan, se concebía a sí misma como una "ciencia pura”.
Bajo esa forma ideológica, el materialismo dialéctico de Marx llegó a dominar el movimiento socialista, y bajo esta forma perdió también todo sentido revolucionario. Sin rechazar la denominación de "socialismo científico” —por oposición a “socialismo utópico”— Korsch no podía admitir que el marxismo fuese o pudiera llegar; a ser una “ciencia” en el sentido burgués del término. El capital, por ejemplo, no es la economía política, sino la “crítica de la economía política” desde el punto de vista del proletariado. Asimismo, en lo concerniente a todos los aspectos restantes del sistema de Marx, no se trata de sustituir la filosofía, la historia o la sociología burguesas por una nueva filosofía, historia o sociología, sino por una crítica de la teoría y práctica burguesa en su totalidad. El marxismo no pretende convertirse en una ciencia “pura”, sino que por el contrario trata de desenmascarar el carácter de clase “impuro” e ideológico de la ciencia y de la filosofía burguesas.
En su juventud, Marx partió de una perspectiva filosófica que, en su terminología posterior caracterizó como una posición ideológica que debía superarse. De la crítica ideológica pasó a la “crítica de la ideología’” y de ahí a la “crítica de la economía política". La concepción materialista de la historia —es decir la tesis de Marx según la cual “el conjunto de las condiciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la que se asienta una superestructura jurídica y política y a la que corresponden unas formas de consciencia social determinadas"— no fue el resultado de una tentativa científica o filosófica de descubrir “las leyes generales de la evolución social”, sino de una crítica materialista de la sociedad y de la ideología burguesas.
Según el pensamiento de Korsch, el marxismo no constituye ni una filosofía materialista-positivista, ni una ciencia positiva. Todas sus proposiciones son específicas, históricas y concretas, inclusive las que tienen la apariencia de lo universal. Del, mismo modo, la filosofía dialéctica de Hegel, cuya crítica sirvió de punto de partida a la obra de Marx, sólo se puede comprender correctamente en su relación con la revolución social, no considerándola como una filosofía de la revolución en general, sino sólo como la expresión, en el dominio de las ideas, de la revolución burguesa. Y, como tal, no expresa el proceso entero de esta revolución, sino únicamente su fase final, como podemos comprobarlo en su conformidad con las realidades inmediatas.
Cuando el proceso revolucionario concluyó, la relación dialéctica entre desarrollo real y desarrollo de las ideas perdió todo Sentido para la burguesía. No sucedió lo mismo al proletariado sometido a su ley y a su explotación. Del mismo modo que éste salvo en el terreno ideológico-idealista, la teoría burguesa no puede ir más allá de la filosofía de Hegel; ella adopta así un camino diferente. No puede comprender el núcleo racional que oculta su envoltura mistificadora ni someterlo a una crítica materialista que, en el contexto de las relaciones de clase existentes, revelaría las limitaciones históricas de la sociedad burguesa.
Este proceso sólo es posible desde el punto de vista del proletariado y de su oposición real a la sociedad clasista burguesa. El punto de vista dialéctico no se interesa por todo el proceso histórico que empieza con la revolución burguesa más que para producir el movimiento revolucionario de la clase trabajadora cuya expresión teórica es el marxismo. No se trata de una teoría de un movimiento proletario que se hubiera desarrollado sobre su propia base, sino de una teoría que, surgida de la revolución burguesa, todavía lleva, tanto en su forma cuanto en su contenido, las huellas congénitas de la teoría revolucionaria burguesa.
Ni Marx, ni Engels negaron las raíces históricas de su teoría materialista y de la filosofía burguesa. No obstante, en Marxismo y filosofía, Korsch destacó que esta conexión no implica que la teoría socialista deba conservar este carácter filosófico en su desarrollo ulterior, ni tampoco que el jacobinismo de la teoría revolucionaria burguesa deba ser un aspecto de la revolución proletaria. De hecho, Marx y Engels dejaron de considerar su posición como filosófica y hablaron del fin de toda filosofía. Ahora bien, según Korsch, con ello no querían expresar una preferencia cualquiera por las diversas ciencias positivas por oposición a la filosofía. Más exactamente, su propia posición materialista era la expresión teórica de un proceso revolucionario que se estaba produciendo realmente y que aboliría la ciencia y la filosofía burguesa aboliendo las condiciones materiales y las relaciones sociales que encuentran en ellas su expresión ideológica.
Aunque, en las Tesis sobre Feuerbach, Marx afirme que “los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversas maneras; de lo que se trata es de transformarlo”, esta transformación es teórica y práctica al mismo tiempo. Según la interpretación de Korsch, la filosofía no puede ignorarse, ni los elementos filosóficos del marxismo pueden suprimirse. La lucha contra la sociedad burguesa es también una lucha filosófica, incluso si la filosofía revolucionaria no tiene otra función que la de participar en la transformación del mundo. Korsch sostenía que el materialismo de Marx, contrariamente al materialismo naturalista y abstracta de Feuerbach, era y será siempre un materialismo histórico y dialéctico, es decir un materialismo que incorpora, comprende y modifica la totalidad de las condiciones sociales históricamente dadas. El hecho de que Marx haya negado la filosofía no altera en nada su reconocimiento de la ideología y de la filosofía como fuerzas sociales reales que deben ser dominadas a la vez en su propio terreno y por un cambio de las condiciones a las que están estrechamente unidas.
III
Este nuevo aspecto que Korsch subrayó en las relaciones entre ...... [.........]