LOS SINDICATOS, LA SITUACIÓN ACTUAL Y LOS ERRORES DEL CAMARADA TROTSKI[1]
DISCURSO PRONUNCIADO EN UNA REUNIÓN CONJUNTA DE DELEGADOS COMUNISTAS AL VIII CONGRESO DE SOVIETS, MIEMBROS COMUNISTAS DEL CONSEJO CENTRAL DE SINDICATOS DE TODA RUSIA Y MIEMBROS COMUNISTAS DEL CONSEJO DE SINDICATOS DE MOSCÚ
30 DE DICIEMBRE DE 1920
Camaradas, ante todo debo pedir disculpas por apartarme del reglamento, pues para participar en el debate tendría que haber escuchado el informe, el co-informe y las intervenciones. Por desgracia, me siento tan mal que no estoy en condiciones de hacerlo. Pero ayer pude leer los principales documentos publicados y preparar mis observaciones, El hecho de apartarme del reglamento, les causará, naturalmente, algunos inconvenientes: al no haber escuchado las otras intervenciones, puedo repetir lo que litros han dicho y dejar de lado lo que debería tratar. Mas no puedo hacer otra cosa.
Mi material principal es el folleto del camarada Trotski El papel y las tareas de los sindicatos. Cuando comparo este folleto con las tesis que él presentó en el Comité Central, y lo reviso cuidadosamente, me asombra la cantidad de errores teóricos y de evidentes inexactitudes que contiene. ¿Cómo es posible que alguien, al iniciarse una gran discusión en el partido sobre este problema, produzca algo tan lamentable en lugar de una exposición cuidadosamente meditada? Permítanme examinar los puntos fundamentales que, a mi criterio, contienen los principales errores teóricos básicos.
Los sindicatos no sólo son históricamente necesarios; son históricamente inevitables como organización del proletariado industrial y, bajo la dictadura del proletariado, lo abarcan casi íntegramente. Esto es fundamental, pero el camarada Trotski lo olvida constantemente; no lo valora ni lo toma como punto de partida, y esto, mientras trata de "El papel y las tareas de los sindicatos", un tema de alcance ilimitado.
De lo que he dicho se deduce que los sindicatos tienen un papel muy importante en cada paso de la dictadura del proletariado. ¿Pero cuál es su papel? No bien profundizo este problema, uno de los problemas fundamentales desde el punto de vista teórico, compruebo que su papel es excepcional. Por una parte, los sindicatos, que abarcan a todos los obreros industriales, son una organización de la clase dirigente, dominante, gobernante, que ha establecido ahora una dictadura, y que, a través del Estado, ejerce la coerción. Pero no es una organización estatal, ni una organización destinada a la coerción, sino a la educación. Es una organización destinada a atraer y a educar; en realidad es una escuela: una escuela de gobierno, una escuela de administración, una escuela de comunismo. Es un tipo de escuela muy singular, porque no hay maestros o alumnos; es una combinación en extremo original de lo que hemos recibido necesariamente del capitalismo y de lo que proviene de las filas de los destacamentos revolucionarios avanzados, que podemos llamar la vanguardia revolucionaria del proletariado. Hablar del papel de los sindicatos sin tener en cuenta estas verdades, significa caer inevitablemente en una serie de inexactitudes.
Dentro del sistema de la dictadura del proletariado, los sindicatos están situados, si cabe expresarse así, entre el partido y el gobierno. En el tránsito al socialismo la dictadura del proletariado es inevitable, pero no la ejerce una organización que comprende a la totalidad de los obreros industriales. ¿Por qué? La respuesta está en las tesis del II Congreso de la Internacional Comunista acerca del papel de los partidos políticos en general. No me ocuparé de esto ahora. Lo que sucede es que el partido, se puede decir, incorpora a la vanguardia del proletariado, y esta vanguardia ejerce la dictadura del proletariado. No se puede ejercer la dictadura, ni se pueden cumplir las funciones de gobierno sin una base como los sindicatos. Esas funciones, sin embargo, deben realizarse a través de instituciones especiales que son, asimismo, de nuevo tipo, a saber, los soviets. ¿Qué conclusiones prácticas hay que sacar de esta situación peculiar? Por una parte, que los sindicatos son un vínculo entre la vanguardia y las masas, y con su labor cotidiana, convencen a las masas, a las masas de la única clase capaz de llevarnos del capitalismo al comunismo.
Por la otra, los sindicatos son una "reserva" del poder estatal. Eso son los sindicatos durante el período de transición del capitalismo al comunismo. En general, esa transición no se puede realizar sin la hegemonía de esa clase, que es la única clase que el capitalismo ha adiestrado para la gran producción y que es la única que está desligada de los intereses del pequeño propietario. Pero no se puede ejercer la dictadura del proletariado a través de una organización que abarque a la totalidad de esa clase, porque en todos los países capitalistas (y no sólo en nuestro país, uno de los más atrasados) el proletariado está aun tan dividido, tan degradado y tan corrompido en algunas partes (por el imperialismo, en algunos países) que una organización que englobe el conjunto del proletariado no puede ejercer directamente la dictadura del proletariado. Sólo puede ejercerla la vanguardia, que concentra la energía revolucionaria de la clase. El conjunto es algo así romo un sistema de engranajes; tal es el mecanismo básico de la dictadura del proletariado y la esencia de la transición del capitalismo :il comunismo. De esto sólo surge con evidencia que hay algo básicamente erróneo, en cuanto a los principios, en el camarada Trotski, cuando se refiere, en su primera tesis, a la "confusión ideológica", y habla de la existencia de una crisis, específicamente y particularmente en los sindicatos. Si vamos a hablar de una crisis, sólo podemos hacerlo después de analizar la situación política. Quien padece de "confusión ideológica" es precisamente Trotski, porque en este problema clave del papel de los sindicatos, desde el punto de vista de la transición del capitalismo al comunismo, ha perdido de vista el hecho de que nos encontramos aquí ante un complejo sistema de engranajes que no puede ser simple, pues no se puede ejercer la dictadura del proletariado a través del proletariado organizado en su totalidad. No puede funcionar sin una serie de "correas de trasmisión" que van de la vanguardia a la masa de la clase avanzada, y de ésta a las masas trabajadoras. En Rusia, estas masas son campesinas. En ninguna parte existen tales masas, pero incluso en los países más adelantados existe una masa no proletaria o no completamente proletaria. Esto, en sí mismo, basta para causar confusión ideológica. Pero es inútil que Trotski la adjudique a otros.
Cuando examino el papel de los sindicatos en la producción compruebo que el error fundamental de Trotski consiste en que siempre habla sobre este problema "en principio", sobre un "principio general". Todas sus tesis se basan en un "principio general'', un enfoque que es en sí, básicamente erróneo, aparte de que el IX Congreso del partido dijo bastante y más que bastante sobre el papel de los sindicatos en la producción[2], y aparte de que en sus propias tesis Trotski cita las declaraciones perfectamente claras de Lozovski y Tomski, que debían ser sus "chicos de los golpes" —como se dice en alemán— y un pretexto para practicar sus dotes polémicas. Resulta, después de todo, que no hay allí divergencias de principio, y que la elección de Tomski y Lozovski, que escribieron lo que cita el propio Trotski fue por cierto, poco acertada. Por mucho que busquemos, no encontraremos aquí ninguna divergencia seria de principios. En general, el gran error del camarada Trotski, su error de principio, consiste en que al plantear en este momento una cuestión de "principio", arrastra hacia atrás al partido y al poder soviético. Gracias a Dios hemos terminado con los principios y hemos pasado a las tareas prácticas. En el Smolni charlamos sobre los principios, y bastante más de la cuenta. Hoy, tres años después, tenemos decretos sobre todos los aspectos del problema de la producción y sobre muchos de sus componentes; pero esta es la triste suerte de nuestros decretos: son firmados y después nosotros mismos los echamos al olvido y no los cumplimos. Y mientras tanto, se inventan argumentos sobre principios y sobre divergencias de principio. Citaré más adelante un decreto relacionado con el papel de los sindicatos en la producción[3], un decreto que todos nosotros, incluyéndome a mí mismo, lo confieso, hemos olvidado.
Las verdaderas divergencias, aparte de las que he enumerado, no tienen en realidad nada que ver con los principios generales. Tuve que enumerar mis "divergencias" con el camarada Trotski, porque con un tema tan amplio como "el papel y las tareas de los sindicatos", él ha incurrido, estoy seguro, en una serie de errores relacionados con la esencia de la dictadura del proletariado.
Pero, dejando esto de lado, cabe preguntar ¿por qué no podemos trabajar en armonía, lo que nos es tan necesario? No podemos, a causa de nuestras divergencias sobre los métodos de abordar a las masas, de ganar a las masas, de vincularnos con las masas. Este es el fondo del asunto. Y esto hace de los sindicatos instituciones muy peculiares, creadas bajo el capitalismo, que existen inevitablemente durante la transición del capitalismo al comunismo y cuyo futuro es un interrogante. Todavía está lejano el momento en que los sindicatos realmente sean cuestionables: corresponderá a nuestros nietos discutir tal cosa. Lo que ahora interesa es cómo abordar a las masas, cómo ganarlas, cómo vincularnos con ellas y cómo asegurar la buena marcha del intrincado sistema de trasmisión (cómo realizar la dictadura del proletariado). Obsérvese que cuando hablo del intrincado sistema de trasmisión no me refiero a la maquinaria de los soviets. Lo que pueda decirse respecto de lo intrincado del sistema de trasmisión, es capítulo aparte. Sólo he estado considerando, desde el punto de vista de los principios y en abstracto, las relaciones entre las clases en la sociedad capitalista, en la cual hay un proletariado, masas trabajadoras no proletarias, una pequeña burguesía y una burguesía. Esto solo, da lugar a un sistema de trasmisión extremadamente complicado, debido a lo que ha sido creado por el capitalismo, al margen de cualquier burocracia en el aparato de gobierno soviético. Y esta es la cuestión principal que hay que considerar al analizar la dificultad de la "tarea" de los sindicatos. Permítanme que lo repita, las divergencias verdaderas no consisten en lo que cree el cama- rada Trotski, sino en el problema de cómo ganar a las masas, cómo abordarlas, cómo vincularse con ellas. Debo decir que si hubiésemos hecho un estudio detallado, aunque fuese en pequeñas proporciones, de nuestra propia experiencia y nuestra práctica habríamos podido evitar los cientos de "divergencias" y errores de principio completamente inútiles, de que está lleno este folleto del camarada Trotski. Algunas de sus tesis, por ejemplo, discuten el "tradeunionismo soviético". ¡Como si tuviéramos pocos, se inventa un nuevo espantajo! ¿Y quién lo inventa? El camarada Riazánov. Lo conozco desde hace más de veinte años. Ustedes lo conocen desde hace menos tiempo, pero lo conocen bien por su trabajo. Ustedes saben muy bien que medir las consignas no constituye una de sus virtudes, que las tiene sin duda. ¿Debemos entonces presentar tesis para demostrar que el "tradeunionismo soviético" es precisamente algo que en alguna ocasión dijo, no con mucho acierto, el camarada Riazánov? ¿Es serio esto? De ser así, terminaríamos teniendo "tradeunionismo soviético", "anti-conclusión-de-la-paz-soviética" y no sé cuántas cosas más. No hay ni un solo punto sobre el que no se puede inventar un "ismo" soviético (Riazánov: "antibrestismo soviético".) Exacto, "antibrestismo soviético".
Y al tiempo que revela esta falta de seriedad, el mismo camarada Trotski cae en un error. Parece decir que en un Estado obrero no es asunto de los sindicatos defender los intereses materiales y espirituales de la clase obrera. Esto es un error. El camarada Trotski habla de un "Estado obrero". Yo diría que esto es una abstracción. Era natural que en 1917 habláramos de un Estado obrero, pero ahora es un error manifiesto decir: "Puesto que esté es un Estado obrero en el que no hay burguesía, ¿contra quién entonces hay que defender a la clase obrera, y para qué? Se trata de que no es un Estado completamente obrero. Aquí es donde el camarada Trotski comete uno de sus errores fundametales. Hemos pasado de los principios generales a la discusión práctica y a los decretos, y se nos quiere arrastrar hacia atrás e impedir que abordemos las tareas inmediatas. Eso no. En primer lugar, el nuestro no es, en realidad, un Estado obrero, sino un Estado obrero y campesino. Y es mucho lo que de ello depende (Bujarin: "¿Qué tipo de Estado? ¿Un Estado obrero y campesino?") El camarada Bujarin puede seguir gritando desde atrás "¿Qué tipo de Estado? ¿Un Estado obrero y campesino?" No me detendré para responderle. Quien lo quiera, puede recordar el reciente Congreso de Soviets, y en eso estará la respuesta.
Pero eso no es todo. El programa de nuestro partido —documento que conoce muy bien el autor de El abecé del comunismo— demuestra que el nuestro es un Estado obrero con una deformación burocrática. Hemos tenido que colgarle —¿cómo decirlo?— esta lamentable etiqueta. Ahí tienen ustedes la realidad de la transición. Pues bien, ¿es justo decir que en un Estado que ha asumido esa forma en la práctica, los sindicatos no tienen nada que defender, o que podemos prescindir de ellos para defender los intereses materiales y espirituales del proletariado organizado en su totalidad?
No, este razonamiento es completamente erróneo desde el punto de vista teórico. Nos lleva al terreno de las abstracciones o a un ideal que alcanzaremos dentro de quince o veinte años, y no estoy tan seguro de que lo alcancemos incluso entonces. Lo que en verdad tenemos ante nosotros es una realidad que conocemos bien, si no perdemos la cabeza y no nos dejamos llevar por palabrerío intelectual o razonamientos abstractos, o por lo que puede parecer una "teoría", pero que en realidad es un error, una falsa interpretación de las particularidades de la transición. Tenemos ahora un Estado en el cual el proletariado organizado en su totalidad debe defenderse, en tanto que nosotros, por nuestra parte, debemos utilizar esas organizaciones obreras para defender a los obreros frente a su Estado y para que ellos defiendan nuestro listado. Ambas formas de defensa se logran a través de un peculiarentrelazamiento de nuestras medidas estatales y de nuestro acuerdo o "vinculación" con nuestros sindicatos.
De esta vinculación hablaré más adelante. Pero la palabra misma demuestra que es un error inventar un enemigo personificado por el "tradeunionismo soviético", porque "vinculación" entraña la existencia de dos cosas diferentesque todavía no se han unido; "vinculación" significa que hay que saber utilizar las medidas del poder estatal para defender los intereses materiales y espirituales del proletariado organizado en su totalidad frente a ese mismo poder estatal. Cuando la vinculación haya producido vinculación e integración, nos reuniremos en un congreso para discutir en forma práctica la experiencia real, en lugar de plantear "divergencias" de principio o razonamientos teóricos en abstracto. Es también erróneo el intento de descubrir divergencias de principio con los camaradas Tomski y Lozovski, a quienes el camarada Trotski trata como "burócratas" sindicales (más adelante diré e' cuál de las dos partes contrincantes hay tendencias burocráticas). Todos sabemos que si bien al camarada Riazánov puede gustarle una consigna, e inventa algunas que son casi una expresión de principios, no es este uno de los muchos defectos de Tomski. Creo, por lo tanto, que sería ir demasiado lejos desafiar al camarada Tomski a un combate en torno de los principios por ese motive (como lo ha hecho el camarada Trotski). Realmente me asombra esto. Se podía pensar que ya habíamos superado aquellos días en que todos nos equivocamos bastante en cuanto a desacuerdos de grupos, desacuerdos teóricos y varios otros, (aunque, naturalmente, también hicimos algo útil).
Es hora de que nos dejemos inventar y aumentar las divergencias de principio y pasemos a una labor práctica. Nunca me enteré de que Tomski fuera un gran teórico o que pretendiera serlo; puede ser este uno de sus defectos, pero, de nuevo, esa es otra cuestión. Tomski, que ha estado trabajando en buena armonía con el movimiento sindical, debe reflejar, en su situación, esta complicada transición (que lo haga conciente o inconcientemente es otro asunto y yo no digo que siempre lo haya hecho concientemente), de modo que si hay algo que perjudica a las masas y éstas no saben lo que es, y él no sabe lo ..............................................
[1] En Ja sesión conjunta de los grupos del PC(b)R del VIII Congreso de toda Rusia de soviets, del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia y del Consejo de Sindicatos de Moscú, realizada el 30 de diciembre de 1920 en el Teatro Bolshoi de Moscú, Lenin hizo su primera intervención tareas de los sindicatos en la construcción socialista.
La discusión fue impuesta al partido por Trotski, quien el 3 de noviembre habló en la reunión del grupo del PC(b)R de la V Conferencia la democracia en los sindicatos y llamó a "apretar las tuercas del comunismo de guerra".
Las divergencias habían surgido "sobre los métodos de abordar a las masas, de ganar a las masas, de vincularnos a las masas" (véase el presente tomo, pág. 291). Las divergencias que surgieron en el grupo, fueron trasferidas para su discusión al pleno del CC del PC(b)R. No obstante, hacia fines de diciembre, la discusión acerca de los sindicatos crece y desborda los marcos del CC. El 24 de diciembre Trotski interviene en una reunión conjunta de militantes del movimiento sindical y de delegados al VIII Congreso de toda Rusia de Soviets. El 25 de diciembre publica un folleto que marcó la formación de una fracción antipartidista. Esto hizo las veces de señal para la acción de otros grupos antipartidistas: el "amortiguador", el de la "oposición obrera", el del "centralismo democrático", etc.
Lenin estaba contra la discusión, considerando que ésta desviaría la atención y fuerzas del partido de la solución de las tareas económicas urgentes dirigidas a luchar contra la ruina económica y el hambre. Pero cuando los opositores iniciaron su campaña los combatió enérgicamente, concentrando su ataque fundamental en los trotskistas, como fuerza principal da los agrupamientos antipartidarios. En una serie de intervenciones posteriores, así como en los artículos La crisis en él partido, Una vez más acerca de los sindicatos, la situación actual y los errores de Trotski y Bujarin (véase el presente tomo, págs.. 319-329 y 350-388), Lenin desentrañó el verdadero sentido de la lucha dentro del partido, desenmascaró el carácter fraccionista de las acciones de los oposicionistas, que minaban la unidad del partido y mostró el daño de la discusión que éstos habían impuesto. Al mismo tiempo, Lenin planteó y desarrolló una serie de importantísimas tesis de principio sobre el papel de los sindicatos en el sistema de la dictadura del proletariado y sus tareas en la construcción socialista.
La discusión sobre los sindicatos insumió más de dos meses. Durante ella, la aplastante mayoría de las organizaciones del partido aprobó la plataforma leninista. En todas las organizaciones básicas del partido la oposición sufrió una derrota total. En el X Congreso del partido, que se realizó desde el 8 hasta el 16 de marzo de 1921, se hizo un balance de la discusión. 287
[2] En la orden del día del IX Congreso del partido se incluyeron problemas vinculados con las tareas inmediatas de la construcción económica y con el movimiento sindical. El Congreso fijó las tareas económicas más urgentes de la construcción socialista y señalo especialmente la necesidad de que los sindicatos tuvieran activa participación en esa tarea. Esto se reflejó en las resoluciones "Las tareas inmediatas de la construcción económica" y "Los sindicatos y su organización". (Ed.)
[3] Véase el presente tomo, pág. 309. (Ed.)