INDICE

El triunfo de los Kadetes y las tareas del Partido Obrero

La Socialdemocracia y los acuerdos electorales

 

EL TRIUNFO DE LOS KADETES Y LAS TAREAS DEL PARTIDO OBRERO

 

 

I

¿QUÉ IMPORTANCIA OBJETIVA TENIA NUESTRA PARTICIPACIÓN EN LAS ELECCIONES A LA DUMA?

 

Los triunfos de los kadetes han mareado a nuestra prensa liberal. Durante la campaña electoral, los kadetes agruparon en su derredor a todos o casi todos los liberales. Los periódicos, que hasta entonces no pertenecían al partido kadete, se trasformaron virtualmente en voceros suyos. La prensa liberal se regocija. De todos lados parten gritos de victoria y amenazas contra el gobierno. A estos gritos —detalle en alto grado significativo— se mezclan siempre algunos desplantes, malignos o condescendientes, respecto de los socialdemócratas.

—¡Vean qué error cometieron al negarse a participar en las elecciones! ¿Lo ven ahora? ¿Reconocen su error? ¿Aprecian ahora los consejos del sabio y clarividente Plejánov? Estas y otras palabras por el estilo fluyen entre borbotones de júbilo de la prensa liberal. El camarada Stepánov ha dicho con gran acierto (recopilación: El momento actual, artículo titulado “Desde lejos”). que la experiencia que vive Plejánov es similar a la de Bernstein. Así como a éste, en su tiempo, los liberales alemanes lo tenían en la palma de la mano y toda la prensa burguesa "progresista” lo elevaba hasta el cielo, del mismo modo no hay ahora en Rusia un solo periódico liberal, ni siquiera un artículo de un periódico liberal (incluido Slovo, ¡sí, sí, incluido el octubrista Slovo!) que no abrace, que no bese, que no mime al sabio y clarividente, al reflexivo y sensato Plejánov que tuvo el valor de oponerse al boicot.

Veamos, pues, qué han demostrado los triunfos kadetes. ¿De quién es el error que pusieron en descubierto? ¿Qué táctica es la que desenmascararon como infructuosa?

Plejánov, Struve y Cía. nos repiten que el boicot fue un error. La razón por la cual los kadetes piensan así, está muy ciará. Su proposición de llevar a la Duma a un obrero en representación de Moscú (véase Nasha Zhizn del 23 de marzo) muestra que los kadetes saben valorar la ayuda de los obreros, que ellos buscan un acuerdo con los socialdemócratas en interés de la culminación y consolidación de su victoria, que conciertan tales acuerdos con los obreros que no son del partido del mismo modo que los concertarían con el Partido Socialdemócrata. Es muy natural que los kadetes odien el boicot porque implica la negativa a apoyarlos, a los kadetes, la negativa de la “izquierda” a intentar negociar con ellos, con los kadetes.

¿Pero qué quiere Plejánov, y los mencheviques, o nuestros socialdemócratas rusos contrarios al boicot, que se inclinan hacia él (en parte conciente, en parte inconcientemente)? Mas ¡ay!, aunque de todos ellos es Plejánov quien con más audacia, más lógica y mayor libertad y claridad expone sus puntos de vista, en su quinto Dnievnik,[1] nos vuelve a demostrar que ni él mismo sabe lo que quiere. Es, necesario participar en las elecciones —clama. ¿Para qué? ¿Para instaurar el autogobierno revolucionario preconizado por los mencheviques o para ir a la Duma?

Plejánov da vueltas, maniobra, se escurre y elude con sofismas estos simples, directos y claros interrogantes. Durante meses y meses guardó silencio, cuando los mencheviques desde las páginas de Iskra predicaban ya el autogobierno revolucionario (y cuando él daba muestras inequívocas de su simpatía por la táctica menchevique); y ahora lanza de pronto la frase más despectiva contra ese "famoso autogobierno revolucionario” de los mencheviques. ¿Famoso por qué, cama rada Plejánov? ¿No han contribuido a darle “fama” los mismos bolcheviques contra quienes Plejánov quiere ahora guerrear y que desde hace tiempo señalaban la insuficiencia, la impre cisión y Ja ambigüedad de esa consigna?

A esto no hay respuesta. Plejánov no da explicación alguna. Se limita a pronunciar una sentencia de oráculo y a seguir de largo. Claro que en este caso hay una diferencia entre un oráculo y Plejánov: aquél predice los acontecimientos: éste da sus veredictos después que los acontecimientos se han producido, es decir, ofrece la mostaza una vez terminada la cena. Cuando los mencheviques, aun antes de la revolución de octbre, antes de la insurrección de diciembre, antes de iniciarse el ascenso revolucionario, hablaban del “autogobierno revolucionario”, Plejánov callaba, aunque aprobaba la táctica menchevique en general; callaba como si esperara algo, como desconcertado, y no se decidía a formarse una opinión mediana mente definida. Cuando se produjo el descenso de la ola revolucionaria, cuando pasaron los “días de libertad” y los días de insurrección, cuando desaparecieron de la escena los diversos soviets de diputados obreros, soldados, ferroviarios, etc. (soviets que los mencheviques consideraron como órganos de autogobierno revolucionario y que los bolcheviques consideraron como órganos de poder revolucionario embrionarios, dispersos, espontáneos y, por lo tanto, impotentes),en una palabra, cuando el problema dejó de ser candente, cuando la cena ya ha terminado "aparece Plejánov con la mostaza, pone de manifiesto su sabiduría y perspicacia —tan grata a los señores Struve y Cía.— ...con respecto al día de ayer.

Por qué el camarada Plejánov está disconforme con el autogobierno revolucionario sigue siendo un misterio. Plejánov coincide ahora ccn los bolcheviques en que el autogobierno revolucionario, “desorienta” a muchos (Dnievnik. núm. 5), pero los hechos demuestran que esa consigna es para Plejánov demasiado grande, mientras que para los bolcheviques es demasiado pequeña. Plejánov cree que esa consigna va demasiado lejos, pero nosotros creemos que no va lo suficientemente lejos. Plejánov tiende a apartar a los mencheviques del “autogobierno revolucionario” a hacerlos retroceder, hacia una labor sensata y práctica en la Duma. Nosotros tendemos —y no sólo tendemos sino que exhortamos conciente y claramente— a que del autogobierno revolucionario se dé un paso adelante hacia el reconocimiento de la necesidad de órganos de la insurrección y de órganos de poder revolucionario íntegros, permanentes, capaces de emprender operaciones ofensivas. Plejánov descarta virtualmente la consigna de la insurrección (aunque no se decide a decirlo en forma franca y categórica); resulta, pues, natural que rechace también la consigna del autogobierno revolucionario, ya que esta consigna, sin insurrección y fuera de una situación insurreccional, sería un juego ridículo y pernicioso. Plejánov es algo más coherente que sus compañeros de ideas, los mencheviques.

Así, pues, camarada Plejánov: ¿para qué y cómo participar en las elecciones? No para instaurar el autogobierno revolucionario, que sólo sirve para “desorientar”. ¿Será entonces para participar en la Duma? Al llegar a este punto, se apodera de pronto de Plejánov, una gran timidez. No desea responder, pero como n + 1 camaradas de Rusia no sólo desean “leer” el Dnievnik que “escribe” el escritor, sino también actuar de algún modo definido entre la masa obrera, como esos n + 1 corresponsales inoportunos exigen de él una respuesta precisa, Plejánov comienza a enfadarse. Es difícil imaginar algo más desvalido y chocante que su airada declaración de que sería pedante, esquemático, etc., etc., exigir de los votantes que sepan para dónde y para qué eligen. ¡Por favor, camarada Plejánov! Sus propios amigos, los kadetes, y también nuestros obreros, sencillamente se reirán si usted pretende defender seriamente ante las masas este magnífico programa; participan en las elecciones; elijan, pero no pregunten para qué ni a quién. Elijan sobre la base de la ley electoral a la Duma, pero no se atrevan a pensar (eso sería pedantería y esquematismo) que van a elegir candidatos para la Duma.

¿Por qué razón se ha confundido, de un modo tan evidente el camarada Plejánov, que en otros tiempos sabía escribir con claridad y dar respuestas precisas? Porque debido a su juicio erróneo acerca de la insurrección de diciembre se ha formado una idea radicalmente falsa del momento político actual. Ha caído en una situación que lo lleva a temer el desarrollo consecuente de sus pensamientos, a temer mirar de frente la realidad.

La realidad sin adornos de la "campaña de la Duma” aparece ahora en forma completamente clara. Los hechos han respondido ya a la pregunta de cuál es el significado objetivo de las elecciones y de la participación en ellas, al margen de la voluntad, la conciencia, los discursos y las promesas de los propios participantes. El más decidido de los mencheviques, el camarada Plejánov, teme pronunciarse con franqueza a favor de la participación en la Duma, precisamente porque ya es evidente el carácter de esta participación. Participar en las elecciones significa, o bien apopar a los kadetes y entrar en componendas con ellos, o bien jugar a las elecciones. La vida misma ha  ....................................

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