"La Cuestión Vasca"
por F. Sarraill
NOTA a LA CUESTION VASCA
Este libro de F. Sarraill fue publicado por vez primera en la Editorial de "Mundo Obrero revolucionario" (escisión del PCE m-l ) en 1967. La segunda edición es la que se reproduce a continuación y corresponde a la realizada por ETA-ASKATASUNA ALA HIL, a comienzos de 1971.
AINTZIN SOLASA
Huna hemen, berriro zure eskuetan, askotan aipatu izan eta gutti zabaldua den liburu hunen bigarren argitarapena.
Liburu hunen lehen edizionea, Españako Alderdi Komunista marxista leninistak egin zuen. Españak alderdien politikan lehen aldiz, espñolen diruaz eta ahaleginez Euskalherriaren kausa iakin-araztekotz, Euskalherriaren alde mintzatzen, liburu bat publikatzen zen. Liburu hau españoletan batez ere zabaldu izan da; hala-ere gutti, Españako Alderdi Komunista marxista-leninistaren nahi onagatik ere.
Españar alagia-progresistarik askok zabaldu nahi ukhan etzuen, zeran-eta haulk batez ere españolak eta. Euskalherriko etsaiak baitira.
Españako Mao-zaleak, Marxen, Leninen eta Maoren lanak publikatu ukhan dituzten liburuen erronkadan argitaratu ukhan dute euskal kausaren aldeko liburu hau, eta hunela izanaz, alderdi hunen kurraddea handia izan dela erran behar dugu.
Baiñan likburu hunek euskal irakurlearentzat ere bere balorea ba du, hortakotz geuk Euskatlherriaren problemari buruzko ideia argia ardiesteko berriro atheratzen dugu. Gure herriari buruzko lan theorikoak behar baiditugu.
Gure herriaren problema argiaraztekotz, Sarrailhen liburu haur hautatu dugu, iakinaren gaiñean; zeren-eta Sarrailhek Euskalherriaren askatasun, eskukotasun eta iaregintza osparen ardiestekotz egin duen lana ezagut dezagun garaia, baita.
Berriro ta berriro gure herriaren kausaren alde lan egiten duten erronkadetan konfusionismua sartzen baita, —sartzen baiteraukute— españolkaria ta españolismua bide sotiletan eta ezkutuetan gainti abertzaleenganat eukharten baiteraukute, euskal kausari buruzko theori iraultzailearen egilearen lanak behin eta berriro irakurri behar ditugu.
Sarrailhen lan hau español progresistek lehen aldiz argitaratu dute, ahalkegarria lizateke baldin-eta euskal progresistek lan theoriko hunen bigarren edizionea egiten ezpagenu.
Euskal Historiaren aurrean euskaldunok dugun beharkizun hunen bethetzekotz irakurle horren eskuetan, lan hau ezarten derautzugu.
Editorialak.
INDICE
PRIMERA PARTE. La teoría de la nacionalidad
— Estado
— Nación y nacionalidad
— Nación y nacionalidad en la concepción marxista
— Starhushenko
— Etnias en Europa Occidental
— Acerca de la lengua
— Raza
— Etnias y religión
— Economía
— Recapitulación de la teoría de la nación.
SEGUNDA PARTE. El derecho de autodeterminación de los pueblos
TERCERA PARTE. Ideólogos del nacionalismo vasco
— Agustín Chaho
— Sabino de Arana Goiri
— Escuela aranista
— Ramón Goikoetxea Orokieta
— Elías Gallastegui
— Francisco Javier de Landaburu
— Marc Legasse
— Enbata
— Guillermo Uitzinlarre
— Acción Nacionalista Vasca
— Euskadi Ta Askatasuna
— Eusko Gaztedi
CUARTA PARTE. La cuestión vasca y la revolución socialista
— Movimientos de liberación nacional
— Lucha
— La independencia vasca y el socialismo
— Qué hacer?
— Tipo de lucha
— Desarrollo dialéctico de la insurrección
— Táctica de la guerra
— Resistencia cultural
— Política y resistencia
PRIMEA PARTE. La teoría de la nacionalidad
ESTADO
Por Estado se entienden dos cosas diferentes que conviene tengamos siempre, presentes. Primeramente se llama Estado a una superficie geográfica delimitada en la que una organización política ejerce en su soberanía.. Esto es lo que generalmente se entiende en la terminología burguesa por Estado. Así cuando se habla, por ejemplo, de los «Estados Unidos de Venezuela», se quiere decir una unión federal de una serie de territorios geográficamente delimitados en los que existen unas (organizaciones políticas soberanas. En tal sentido el «Estado» podría ser democrático, despótico, aristocrático, etc. Este concepto de Estado es en si una ampliación del griego πόλις. Para los griegos la soberanía se extendía al ámbito de la ciudad. De aquí que el arte de regir la POLIS se llama la política.
En la terminología marxista tiene la palabra Estado y además otro sentido. Se llama el Estado. no ya al territorio sobre el cual se ejerce la autoridad, sino al aparato político por medio del cual se ejerce la soberanía.
Engels en su obra sobre «El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado» desarrolla la idea según la cual el «Estado» nace de una contradicción entre las diferentes clases sociales que integran la sociedad, y constituye un instrumento de dominación de clase.
NACION Y NACIONALIDAD
Si, como hemos visto, con la palabra Estado se designan dos ideas diferentes — a saber, territorio políticamente soberano y al instrumento del poder político sobre el territorio y las personas que en él viven— los conceptos de nación y nacionalidad también son plurivalentes. Nación ha pasado a significar en los países de Europa occidental la «suma de los ciudadanos» y por nacionalidad se entiende en esta parte del globo : «calidad de ciudadano». También se suele usar para designar nacionalidad el término de ciudadanía. Este concepto equivale a lo que en alemán se llama «staatsangehorigkeit».
En los países de Centro-Europa la palabra nacionalidad tiene en cambio un sentido muy diferente. Con ella se designa a un grupo humano unido por factores étnicos, de los que el principal es la lengua propia.. De aquí que entre estos pueblos el concepto de nacionalidad sea de índole cultural, mientras que en Europa occidental es jurídico.
A este termino de «Nationalitat» le corresponde en Europa Central generalmente otro de «colk», «narod». En muchos diccionarios se traduce «volk» por «pueblo» que no es muy justo, ya que el concepto de volk ha evolucionado espiritualizándose, viniendo a significar el pueblo en su cultura y su vida espiritual», mientras que la palabra «pueblo» en los pueblos de habla latina ha sufrido una evolución en sentido inverso, pasando en muchos casos a equivaler a vulgo.
NACION Y NACIONALIDAD EN LA CONCEPCION MARXISTA
Como Marx y Engels eran alemanes, resulta de ello que en la Filosofía marxista estos conceptos se sitúan en el ámbito ideológico de la cultura alemana. De esta forma los fundadores del socialismo científico desmitificaron los conceptos de «nación» y «nacionalidad» que en el uso burgués se habían convertido en unos fetiches de la burguesía vencedora especialmente después de la Revolución Francesa. Como en Alemania y en los países de cultura alemana estas palabras no habían sufrido aun la mitificación burguesa, los conceptos de nación, nacionalidad etc., tenían un sentido social diferente.
En la concepción marxista, el concepto de nación (y de nacionalidad) es un concepto cultural que se desarrolla dialécticamente sobre una base étnica.
Como en la época que precedió inmediatamente a la Primera guerra mundial, estos conceptos y los problemas a ellos inherentes adquirían una gran actualidad en la lucha ideológica del socialismo ruso, Lenin le encargó al joven J. Djugashwili (Stalin) que hiciese un estudio sobre esta cuestión. Este tratado apareció en 1913 firmado por Koba-Stalin bajo el titulo de «La cuestión nacional y la socialdemocracia».
Este estudio de Stalin aportó la base sobre la que iba a desarrollar la concepción marxista de la nacionalidad. Ha sido posteriormente rectificado en algunos puntos, perfeccionado y completado en otros. Entre otras cosas convendrá muy en especial considerar las propias correcciones hechas por Lenin. Esta base de la teoría de la Nacionalidad se basaba en lo esencial, en datos relativos a Austria, Hungría y Rusia, como corresponde a la naturaleza de toda investigación dialéctica; igualmente, la teoría de la Nacionalidad tiene que ser ampliada y adaptada a las condiciones concretas de Europa Occidental.
El estudio de Stalin empieza a delimitar lo que es la nacionalidad, haciéndolo de forma negativa, es decir diciendo lo que NO es. Su primera afirmación es que la «nacionalidad» no es una tribu o una raza... y para ello cita como ejemplo el que la nación italiana se haya formado de etruscos, griegos, romanos, etc. En este sentido hay que aportar una aclaración al punto de vista de Stalin, ya que en su tiempo tampoco los griegos, etruscos, romanos, etc. eran «tribus», sino que correspondían exactamente a lo que en la ciencia actualmente se considera ser etnias. De aquí que la afirmación de Stalin sea verdadera pero restringidamente verdadera. Las etnias antiguas. tampoco Elías mismas estaban compuestas por una raza en su totalidad (a lo menos en lo que se refiere a Europa y a los países del Mediterráneo), como tampoco lo estaban compuestas las «naciones» medievales. Como se supone, al igual que Engels lo hace en su abra sobre el «Origen de la Familia, la Propiedad privada y el Estado», que a las etnias les ha correspondido en principio una comunidad de ascendencia, se está con ello mismo afirmando que antiguamente las etnias tenían una comunidad racial, pero que en el transcurso de la historia fueron mezclándose. Esta mezcla de hombres de diferentes orígenes raciales sería una de las características del desarrollo de las primitivas tribus hasta convertirse en naciones.
Engels, al tratar de la existencia primitiva de las tribus, dice que éstas estaban subdivididas en «gentes». Se trataba de divisiones internas, que se hallaban ligadas por un origen común. El paso de la tribu y sus gentes a un orden de tipo estatal no se desarrolla en ninguna parte por medio de u corta; se produce: por medio de cambios paulatinos. Por esto la afirmación de Stalin de que la nación no es una tribu, debe ser considerada a la luz de la concepción dialéctica de la Historia. Plantear, pues, al tratar de definir lo que es una nación, el problema de una forma metafísica, diciendo «no» o «si» en absoluto, es falso. Tal planteamiento es lo que Engels consideraba clásico de la mentalidad, metafísica y falto de espíritu dialéctico.
Dice Engels en efecto:
«Fü den Metaphysiker sind die Dingen un ihre. Gedankenahhilder, die Begriffe, vereinzelte, eins nach dem anderen und ohne das andere zu betrachtende, feste starre, ein für allemal gegebene Gegenstände der Untersuchung. Er denkt in lauter unvermittelten Gegensätzen seine Rede ist ja, ja, nein, nein.
Was darüber ist, ist vom Uebel. Für ihn existirt ein Ding entweder, oder es existirt nicht: ein Ding kann ebensoweing es selbst und ein anderes sein. Positiv und Negativ scliessen einander absolut aus; Ursache und Wirkung stehen ebenso in starrem Gegensatz zueinander». (Anti-Dühring, p. 24.
«Para el metafísico, las cosas y sus reflejos en el pensamiento, los conceptos, son objetos de estudio aislados, que hay que considerar unos tras otros, y los unos sin los otros, fijos, rígidos, dados de una vez para todas. Piensa por antítesis sin términos medios, dice si, si, no, no, lo que va más allí, no vale nada. Para él una cosa, o bien existe, o no existe; una cosa tampoco puede ser, a la vez, ella misma y ser una otra. Lo positivo y lo negativo se excluyen en absoluto, la causa y el efecto se oponen igualmente de una forma rígida».
La nación, como veremos posteriormente, en efecto, no es una tribu, ni un conglomerado de tribus, como nos dirá Starushenko, pero no por ello deja de ser una nueva entidad surgida de una base étnica.
Este desarrollo de la nación, a partir de una base étnica, es en efecto lo que le inducía a Stalin a afirmar que: «una nación no es un conglomerado accidental, ni efímero, sino una comunidad estable de hombres».
Luego Stalin se hará a sí mismo la pregunta que él responde:
«¿Qué distingue una comunidad nacional de una comunidad de Estado? Entre otras cosas, el que no se puede concebir una comunidad nacional sin una lengua común, mientras que para la existencia de un Estado la lengua común no es obligatoria. La nación checa en Austria y la polaca en Rusia serían imposibles sin una comunidad de lengua, mientras que la existencia de una serie de diferentes idiomas en Rusia o en Austria no obsta para que exista la unidad de estos Estados. Se trata evidentemente de las lenguas populares habladas y no de las lenguas oficiales de la administración». (Stalin, «Le Marxisme et la Question Nationale», n. 30).
Así pues, según Stalin, el primer factor determinante de la nacionalidad es la lengua. Stalin pone por condición en que esta lengua haya de ser común. Luego, en cambio, nos da una nueva faceta, pues, al tratar de los ingleses, irlandeses y norteamericanos, nos dirá que puede haber diferentes nacionalidades con una lengua que sea coma a todas Elías. Esta posición del punto de vista de Stalin se deriva evidentemente de una aparente contradicción, ya que la comunidad de lengua esta derivada del caso de la Europa central y oriental, en cambio los ejemplos de diferentes nacionalidades con un mismo idioma los toma de Europa occidental. Como explicación para esta diferencia, Stalin dirá que el segundo criterio es el del territorio. Así pues, aun con la comunidad de lengua, cuando hay separación territorial, los pueblos tienden a convertirse en diferentes nacionalidades. La ausencia, empero, de un territorio común es lo que, según Stalin, hace que los judíos en el Imperio zarista no fuesen una verdadera nacionalidad.
Antes de pasar a considerar estos factores más de cerca, expondremos aun los demás que nos da Stalin: El tercer factor sería la «cohesión económica» y el cuarto la «formación psíquica». Este último factor adquiere justamente en Europa occidental, y en general también para otros pueblos, una importancia tal que Stalin, al formularlos, no pudo darse cuenta, ya que las investigaciones sobre la estructuración lingüística han aportado una gran luz sobre este tema.
De la formación psíquica dice:
«Se necesita aún tener en cuenta las particularidades de la psicología de los hombres reunidos en una nación. Las naciones se distinguen las unas de las otras no solamente por las condiciones de vida, sino también por su mentalidad, que se expresa en las particularidades de su cultura nacional...
«Evidentemente la formación psíquica en sí misma, o como se llama de otra forma, el "carácter nacional" aparece para el observador como algo inagarrable, pero en tanto que exprime la originalidad de una cultura común de la nación, es agarrable y no debería ser desatendida».
Es justamente en la investigación de este punto de la psyque nacional, por el que han avanzado las investigaciones posteriores y se ha llegado a une complementación y mayor comprensión de lo que Stalin en este tratado de 1913 exponía.
Así llega Stalin a establecer como definición de la nación, la siguiente:
«La nación es una comunidad estable, históricamente constituida, de lengua, territorio, vida económica y formación psíquica, que se traduce en una comunidad de cultura».
STARUSHENKO
Establece este investigador del problema nacional en su obra «El Principio de la Autodeterminación de los Pueblos y Naciones», al tratar la teoría de la nación, lo siguiente:
«La definición científica y jurídica del origen y la esencia de la nación es de importancia capital para la solución práctica y teórica de la cuestión relativa a la autodeterminación. No hablaremos de la autodeterminación sin antes haber dado una definición exacta de la nación.
«Dos teorías de la cuestión nacional corresponden a los campos en que se divide el mundo: la teoría histórica y económica marxista, conforme a las ideas científicas de la clase obrera, y la teoría psicológico-idealista de la burguesía. Estas dos tendencias definen a su manera el origen y la esencia de la nación. Los marxistas rusos, y Lenin, jugaron un papel decisivo en el establecimiento de la teoría marxista de la nación».
Luego Starushenko estableciendo el desarrollo histórico que ha conducido el establecimiento de las naciones, empieza por la comunidad tribal y dice:
«La comunidad tribal o racial ha existido tanto tiempo como el propio género humano. La raza es un gran grupo humano que posee índices biológicos comunes (constitución del cuerpo, color de la piel, cabellos, etc...). La tribu es una asociación de hombres de una sola y misma raza basada sobre el principio del parentesco. Tenía su propia lengua, sus costumbres, sus usos, sus tradiciones, etc. La comunidad tribal es, por lo tanto, una comunidad etnológica.
«En la sociedad primitiva, constatamos que no existían naciones; las que se han formado sobre una forma completa, no han existido ni en la sociedad esclavista, ni en la sociedad feudal antigua. Estas sociedades han conocido únicamente dos tipos de Estado el constituido por un conglomerado de tribus bajo el poder de un conquistador y el constituido por una sola ciudad. En ello no podía jugar ningún papel la conciencia nacional. Hablando de la "ciudadanía romana" Engels dice que ella "expresaba no una nacionalidad, sino la ausencia de nacionalidad".
«Los elementos de la nación no han nacido de golpe. Elementos tales que la formación psíquica, la mentalidad, el territorio común comenzaron a formarse antes que la nación y se encontraban, en un principio, en Estado embrionario; no se trataba aún más que de una nación en potencia. Estos elementos fueron la base sobre los que comenzó a formarse la comunidad nacional, aún frágil y débilmente expresada. Al principio, la nación se expresó como nacionalidad.
«El principio de la nacionalidad remonta a la consolidación y unión de tribus, por lo tanto a la época de la disgregación de la comunidad tribal, cuando las fuerzas productivas permitieron al hombre producir más que lo que podía consumir él mismo sólo. De esto nació la posibilidad de apropiarse del producto del trabajo ajeno: es decir, la propiedad privada nació. Una vez consolidada la propiedad privada, se asistió a una nueva división de los hombres, en relación a propiedad, se estableció una relación de clases. La antigua división, según el origen (la división por tribus), comenzó a desaparecer. Los habitantes de un mismo territorio, independientemente de la tribu a que pertenecían, se mezclaron y así empezó a nacer la nacionalidad.
«Una nacionalidad no es, empero, una mezcla mecánica de tribus, sino una asociación sobre una nueva base, no ya sobre el principio de la parentela, como en las tribus, sino sobre el territorio». (Pag. 10, 11).
Hasta aquí expone Starushenko el desarrollo histórico de la «nacionalidad». Como hemos dicho, en la literatura de Europa occidental, dada la confusión de los términos de «nacionalidad y de «nación» en sus acepciones de comunidad cultural y comunidad política, se emplea hoy el término a ETNIA» con el sentido que se da en la literatura de Europa central y oriental el termino de «nacionalidad». Etimológicamente nos viene de la palabra griega έθνοσ (ethnos) que significa lo mismo que «nación». Concluye Starushenko sobre este término diciendo :
La historia de la génesis de la sociedad nacional muestra que no se trata de una comunidad de raza o de tribus, sino de una comunidad histórica
De ello deduce Starushenko que «la noción de nacionalidad (etnia) como la de nación son categorías históricas».
Esta aseveración conviene, empero, tratarla mas de cerca, puesto que pueda llevarnos a erróneas consecuencias, que, en efecto, se han dado, especialmente en los tratados de aquellos que, malinterprentando al materialismo dialéctico, rebajaron a este a un burdo materialismo mecánico. Como esta degradación de la filosofía ha hecho escuela entre muchos «filósofos» soviéticos, tendremos que tomar todas las precauciones para que sus deducciones no nos ofusquen.
En efecto, la nacionalidad es —así corno también la nación— una categoría histórica, corno lo es todo lo que sucede sobre la tierra a escala humana, ya que todo ello esta en un constante desarrollo. Es, como dijera Heráclito, un χαγςα ρει.. Pero seria un grave error querer deducir de ello que es únicamente un acontecimiento histórico, pasándose luego a entender por «Historia como se acostumbra : la Historia de las guerras entre los pueblos. o de lo que por medio de guerras se establece. El concepto «nacionalidad» por su origen corresponde a la etnología, puesto que la comunidad nacional sale, como el propio Starushenko admite, de una asociación de tribus y éstas, a su vez agrupaciones humanas basadas en gran parte en la comunidad de origen. Tampoco la «nacionalidad» sale por arte de prestidigitación de la nada. En el proceso dialectico no se puede olvidar que lo concreto precede a la abstracción. La nacionalidad es un algo histórico. Es histórico en tanto que es un desarrollo histórico de algo concreto. De olvidarse que en la base esta algo concreto se sacan conclusiones falsas.
De aquí que el propio concepto de «ethnia» empleado en la literatura occidental mas moderna como equivalente de «Nationalitat» o de «volk», sea, en este sentido, mas apto, puesto que nos recuerda que la nacionalidad (o etnia), que, en su evolución pasara a ser «nación», es una entidad que tiene un origen basado en una serie de factores que acostumbramos a denominar «etnológicos», y no de otro orden.
Antes de pasar a examinar lo que debemos entender por étnia, aclararemos la exposición de Starushenko sobre esta tema.
Sigue Starushenko. copiando a Stalin. diciendo que : «La comunidad de lengua es uno de los índices de la comunidad nacional a. Esta aseveraci6-n debe.empero, sir considerada mas de cerca. Puesto que el mismo Stalin nos ha dicho que hay pueblos que, hablando el mismo idioma, puede ser que correspondan a dos nacionalidades o naciones diferentes. De donde tenemos que deducir que puede haber dos pueblos que tengan una misma lengua, pero que, a pesar de ello, no correspondan a la misma nación. A Stalin le parecía que, en este sentido, una de los condiciones que podrían constituir una diferencia esencial es la diferencia de carácter nacional, o lo que hoy llamaríamos «diferencia etnotípica».
Esta diferencia, en sí, está en gran parte basada sobre la mentalidad. Y ésta se deriva, en la mayor parte de los casos, de las diferencias estructurales de las lenguas. A veces puede hasta haber influenciado en lenguas extrañas, especialmente cuando una nacionalidad oprimida se vea o haya visto obligada a emplear una lengua que no es la suya. De aquí que inclusive la «formación psíquica» esté, en principio, subordinada a la lengua propia de la etnia.
En el caso tratado por Stalin y Etarushenko, el de los irlandeses, se está hablando siempre de que los irlandeses se diferencian de los ingleses y de que forman una nacionalidad aparte, a pesar de que los irlandeses hablan el ingles. Esto es olvidarse por completo que los irlandeses poseen una lengua céltica propia.
En un estudio del problema nacional desde el punto de vista dialéctico, a los vascos nos interesa especialmente el caso de los irlandeses, ya que este pueblo por razones históricas y geográficas ofrece muchas similitudes con nuestro caso,
Stalin en su citado estudio dice:
«Si Inglaterra, América del Norte e Irlanda que hablan la misma lengua, forman, no obstante, tres naciones diferentes, un papel importante ha jugado en ello la formación psíquica original que se ha elaborado, de generación en generación, a consecuencia de condiciones de existencia diferentes».
Sin negar lo más mínimo que las condiciones de vida diferentes pueden lugar un importante papel, hay algo que en todas esta exposiciones se olvida, a saber, el papel que juega la construcción lingüística de la lengua de que naturalmente nos servimos en nuestra concepción del mundo. Evidentemente que estaría fuera de lugar achacarle ignorancia a Stalin sobre este punto, puesto que el descubrimiento de la lingüística estructural es posterior a la fecha en que Stalin compuso su escrito. Pero sería la negación de la propia base de la concepción dialéctica de la Filosofía, el olvidarse que los nuevos descubrimientos aportan nuevas perspectivas.
La estructuración lingüística obliga al sujeto pensante a una concepción dada. A este respecto señalaremos el resultado a que llegaba el investigador alemán Edward Sapir, eminente lingüista y conocedor de lenguas de indios norteamericanos. Estas lenguas presuponen una forma diferente de concebir el mundo que la de los europeos,
Dice Edward Sapir:
«Vemos y oímos y, en principio, hacemos todas nuestras experiencias en dependencia de los hábitos idiomáticos de nuestra comunidad, la cual nos impone de antemano una serie de interpretaciones».
Será de señalar que los estudios sobre las estructuras lingüísticas están aportando una confirmación indudable a la Filosofía dialéctica, por más que ciertos materialistas, pensando en un materialismo vulgar, contemplen con un recelo de hombres poco iniciados, a todo lo nuevo. La propia posición y actitud de tales pseudo-filósofos oficiales, es un insulto a la Filosofía dialéctica, cuya esencia consiste justamente en examinar el «devenir» y en estar espiritualmente abierto a todos los nuevos avances gnoseológicos. A estos filósofos materialistas, de un materialismo pre-idealista, les está pasando, una vez más, con las nuevas concepciones aportadas por la Lingüística Estructural, lo mismo que hace, aún no poco tiempo, les pasó con las concepciones aportadas por la Cibernética. Al principio, las condenaron por enemigas del «marxismo-leninismo»... hasta que tuvieron que aceptarlas, nolis velis, puesto que la realidad se imponía con mayor fuerza que una condenación dogmática proclamada ex catbedra, como por un Papa romano. Las condenaciones de esos «filósofos» recordaban mucho a las de la Iglesia Católica contra Galileo.
De aquí que conviene que también en un problema tan importante como el de la teoría de las nacionalidades y naciones, debamos adueñarnos de los avances de las investigaciones científicas para que no condenemos a nuevos Galileos.
Pero sigamos con Starushenko:
La lengua nacional se forma, en su proprio afianzamiento, a partir de las lenguas de las tribus que la constituyen. Más tarde, cuando las nacionalidades se fusionan y otras nuevas nacionalidades se constituyen, otras lenguas se forman igualmente, Los pueblos emparentados por su origen hablan idiomas parecidos que se asemejan, a saber, dialectos. Los dialectos muestran que el proceso de la formación de la comunidad nacional aún no se ha terminado. En un grado superior, la comunidad nacional se basa igualmente sobre la formación psíquica común, lo que encuentra, en especial su expresión en una cultura común. Todos conocen, por ejemplo, la alta cultura de la Grecia antigua. Los valores culturales que ella creó son, aun hoy en día, la admiración de la humanidad antera.
Los factores económicos tienen una importancia capital en la formación de la comunidad nacional. Hemos indicado ya más arriba que el cambio del modo de producción había dado el primer impulso a la génesis de esta comunidad. Las estrechas relaciones económicas son una condición obligatoria para la transformación de la nacionalidad en nación. Las nacionalidades ignoraban la comunidad económica. (O. cit. pág. 12-13).
De todo ello deduce Starushenko que la etnia o nacionalidad:
«Es una comunidad históricamente constituida, bastante estable, que precede a la formación de la nación. La nacionalidad está constituida en base a tres factores de la nación en vías de formación y de desarrollo: la comunidad de lengua, el territorio y la formación psíquica que se traduce por una formación cultural.
(Ibidem, pág. 13).
Luego entra Starushenko a tratar del paso de la etnia a nación. Y con justeza empieza afirmando que:
«Las clases dominantes de la nación más fuerte impidieron por todos los medios el que otros pueblos se constituyesen en naciones, por medio de divisiones administrativas que ignoran deliberadamente la composición nacional (Turkestán) o, por el reparto entre diferentes Estados (Polonia dividida entre Austria, Prusia y Rusia) etc. Por tales procedimientos fue frenada la transformación de ciertas nacionalidades en naciones, pero nunca fue parada». (Ibídem, pág. 15).
Este párrafo nos es de gran importancia para considerar la cuestión vasca. Y él nos demuestra una vez más cómo el P C. español revisionista de marxista-leninista no tiene más que el nombre. En efecto, tales procedimientos de dividir a un pueblo en diferentes soberanías entre diferentes Estados es lo que en la actualidad nosotros estamos sufriendo. Evidentemente que un partido de vanguardia, que se dice inspirar en los principios de Marx y de Lenin, no puede aceptar como definitivas tales fronteras anti-naturales, consecuencia de guerras de rapiña y de opresiones. Si aceptara tales injusticias históricas, estaría negando su propia esencia marxista-leninista. Pero el P.C. revisionista español, no sólo se contenta ya con la división del País Vasco sometido a España y a Francia, sino que, es más, hace exactamente lo que Starushenko dice ser característico de las clases dominantes de las naciones explotadoras a saber establecer divisiones administrativas que ignoran deliberadamente la composición nacional, citando el caso de Turkestán. De igual forma el P.C. español revisionista ignora deliberadamente que «Euzkadi» el algo más que las tres provincias Vascongadas, y que Navarra es el núcleo central de «Euzkadi», en realidad, la tierra madre de toda la nación vasca. La forma de actuar del partido revisionista español es, pues, característica, de acuerdo con lo que Starushenko nos dice, de una clase dominante en una nación expoliadora.
En la práctica, no sólo no se consideró que estas divisiones debidas a desgracias históricas eran contrarias al derecho de la autodeterminación, sino que se supuso que la justa resolución del problema nacional, presupone la reunificación nacional de las etnias oprimidas. Me bastará citar el caso de Ucrania, entregándosele los territorios de Galicia oriental y de Ucrania transcarpática, aún cuando estos territorios históricamente nunca han formado parte de un Estado ucraniano unificado.
NACION
Starushenko opina que la nacionalidad se transforma en nación como consecuencia de un prolongado comercio entre las diferentes partes de la etnia y dice:
«Los rasgos comunes del carácter nacional se forman sobre la base de la comunidad de la vida económica influenciada por las condiciones de existencia comunes. Simultáneamente, el contacto permanente de grandes masas de población, entre sí, hace posible, gracias al desarrollo de los medios de comunicación y concentración de poblaciones en ciudades, el que nazca una cultura nacional, común por sus formas. Pero son justamente los rasgos comunes que se manifiestan en la cultura común los que constituyen la comunidad de mentalidad... › (Ibidem, pág. 16).
Y volviendo de nuevo al caso de los irlandeses
dirá:
«El hecho de que los irlandeses y los ingleses que hablan la misma lengua y que residen en territorios vecinos y que mantienen estrechas relaciones económicas, constituyan, no obstante dos naciones, se explica principalmente por la diferencia de formación psíquica».
En su definición de lo que es una «nación» frente a los que antes hemos visto sobre lo que es una nacionalidad (o etnia) dirá Starushenko:
«La nación es una comunidad estable nacida en base a cuatro índices esenciales: comunidad de lengua, de territorio, de vida económica y de formación psíquica, la que se expresa por una comunidad de particularidades especificas de la cultura nacional».
ETNIAS EN EUROPA OCCIDENTAL
A este respecto nos conviene examinemos para el
caso de Europa occidental la opinión de los científicos en la materia. Guy Héraud, en su libro llamado «l’Europe des Ethnies», trata de los criterios de la etnia y da los siguientes:
1°. Etnia, raza y carácter
2° Etnia y religión
3° Historia
4° Geografía
5° Economía
6º Lengua.
Aunque la enumera en último lugar, al tratar de la lengua, dirá de ésta:
«La lengua es el más importante de los componentes objetivos de la etnia. Si no constituyese más que un simple medio de expresión, su significación sería limitada; pero la lengua es el vehículo de una cultura y refleja una sensibilidad, se afirma como el santuario de los valores étnicos».
Esta declaración que hace Guy Héraud sobre la lengua, estando de acuerdo con los factores nacionales que hemos visto tratar a Starushenko, aporta, además, una serie de importantes precisiones, más de acuerdo con la realidad objetiva —al menos en Europa occidental— que ciertas aseveraciones un tanto vagas de Starushenko.
Es más correcta puesto que, como nos han demostrado los estudios modernos sobre el estructuralismo lingüístico, la lengua actúa sobre la forma de concebir el mundo exterior del pueblo que la emplea. Este hecho objetivamente establecido por las investigaciones científicas, demuestra y explica con claridad, por otra parte, la importancia y condicionamiento del factor «carácter nacional», «formación psíquica» que en la exposición de Starushenko aparece de una forma mística y misteriosa, como si el simple hecho de la convivencia de grandes masas en las ciudades, ya de por sí, diese origen al nacimiento de una serie de rasgos comunes nacionales que diferencie a un pueblo de otro. Evidentemente, si este juicio fuese objetivamente verdadero, se debería de ello deducir que pueblos agricultores no pueden diferenciarse en su carácter nacional, ni en su formación psíquica. La concentración urbana, lo único que puede hacer es desarrollar lo que va en potencia existía en la masa de agricultores que se reunirán en las grandes poblaciones. Como, además, las diferencias de carácter nacional existen tanto y más acusadas entre la población rural que en las urbanas, la afirmación de que el carácter nacional, como tal, se forme en las urbes, es completamente gratuita y falsa.
Sigue Guy Héraud:
«Incumbe a la psicología de los pueblos el precisar su papel (el de la lengua, F.S.I.) en la formación del carácter nacional y de los tipos que la integran: consideramos que, tributaria de datos psicológicos, la lengua reacciona por su parte sobre el etnotipo. Existen, en todo caso, innegables y sutiles correlaciones entre la lengua, la literatura y los demás componentes de las culturas nacionales. Aunque estas materias sean de las que escapan a un análisis exacto, que no percibe el simbólico y profundo parentesco que liga entre sí a las diversas formas del Arte de un mismo país, literatura, música, pintura, y arquitectura.
La influencia unificante de los modos y estilos no altera, en nada, la permanencia de las singularidades fundamentales, que están acordadas sobre la originalidad lingüística. Sería interesante se llegase a una notación precisa de estas «atmósferas» nacionales, y encontrar sus elementos constituyentes, ordenándolos en primarios y derivados, y apreciar su eficacia variable. La Psicología de los pueblos, hoy aún en sus comienzos, llegará a ello algún día.
Algunas etnias, se objetará, han cambiado de lengua, sin abandonar por ello su genio propio. Esto sería olvidar que los elementos de continuidad de lo galo en lo francés tiene su equivalente en lo lingüístico. Si la lengua francesa ofrece una fisionomía tan particular dentro del seno de las lenguas románicas, ello es debido a la existencia de un substrato célico y un superstrato franco. Estas acciones —cuyo interés descubre la lingüística contemporánea— se dejan sentir ante todo en la fonética, es decir, en el grupo de propiedades lingüísticas que reflejan el alma de un pueblo de la forma más inmediata y simbólica.
Subestimada o negada por finalidades interesadas con el fin de absorber los alóglotas, el papel de la lengua se encuentra, de esta misma forma, implícitamente confirmado. Si la lengua no fuese uno de los componentes primordiales del alma nacional ¿se harían entonces tantos esfuerzos por asimilar a las minorías?».
(«L'Europe des Ethnies», pág. 44-45).
La influencia primordial de las estructuras lingüísticas en la concepción del mundo se ha visto confirmada por las investigaciones modernas, de suerte que la afirmación de Marx de que el idioma sea la realidad inmediata del pensamiento recibe su confirmación por esta ciencia.
Dice Benjamín Lee Whorf en su artículo sobre «La Ciencia Natural y la Lingüística»:
«Se halló que el sistema lingüístico (es. decir la gramática) de cada idioma no era solamente un sistema reproductivo de los pensamientos, sino que más bien formaba él mismo los pensamientos: es un esquema y conducción de la actividad espiritual del individuo que es empleado en el análisis de las impresiones y para la síntesis de aquElías cosas que están a su disposición como representación. La formulación de los pensamientos no es nada que sea racional — en el antiguo sentido de esta palabra —sino que está influenciada por las respectivas gramáticas. Es por lo tanto para las diferentes gramáticas, más o menos, diferente. Nosotros estructuramos la naturaleza en base a una líneas que nos son prescritas por nuestras lenguas maternas. Las categorías y los tipos que sacarnos del mundo fenoménico, no tos encontramos simplemente en él, de tal forma que saltasen a la vista a cualquier observador; todo al contrario, el mundo se nos presenta como en un torrente calidoscópico de impresiones que tienen que ser puestas en orden por nuestro espíritu, lo cual equivale a decir, en gran parte, que tiene que ser ordenado por el sistema lingüístico de nuestro espíritu. La forma en que subdividimos la naturaleza, la organizamos en conceptos y concedemos a éstos un significado, está determinada, en gran parte, por el hecho de que somos partícipes de un convenio con el fin de organizarlos de tal forma, un convenio que es válido para nuestra entera comunidad lingüística y que se halla codificado en las estructuras de nuestra lengua. Esta convención es, evidentemente, un hecho implícito y no explícito, PERO SU CONTENIDO ES ABSOLUTAMENTE OBLIGATORIO; nosotros no podríamos, ni siquiera hablar, sin someternos al orden y a las clasificaciones de los datos, según nos prescribe esta convención»,
Evidentemente esta convención lingüística condiciona la forma de concebir el mundo exterior. De aquí que la realidad inmediata del pensamiento, sea el lenguaje. V Afanasiev en «Los Principios de la Filosofía» dice:
«Marx llamó a la lengua la realidad inmediata del pensamiento. Y ello en razón de que el pensamiento no puede existir sin el envoltorio material de la palabra. Que el hombre piense para sí, emita sus pensamientos en alta voz o los exponga por escrito, su pensamiento siempre revestirá la forma de la palabra. Gracias al lenguaje, las ideas se forman, gracias a él son transmitidas y concebidas. Por medio de las palabras y grupos de palabras el hombre fija los resultados del reflejo del mundo objetivo en su conciencia, lo cual le permite, no solamente un intercambio de pensamientos entre los hombres de una misma generación, sino igualmente la transmisión de los pensamientos de generación en generación. Si no existiesen el lenguaje y la escritura, la preciosa experiencia de numerosas generaciones estaría irremediablemente perdida para las nuevas generaciones y éstas se verían obligadas a rehacer de nuevo el trabajo tan difícil del estudio del mundo».
(V. Afanasicv, «Los Principios de la Filosofía», pág. 106).
Esto nos muestra la gran importancia que tiene el idioma en la formación de la nacionalidad y cómo el etnotipo se halla lingüísticamente condicionado.
Ahora bien, de esta misma realidad sacamos la consecuencia que, si bien los diferentes idiomas subdividen y ordenan la Naturaleza, según diferentes esquemas, no existe, en cambio el «esquema perfecto», «el esquema modelo» que deba servir a todos los pueblos. Es una petulancia la de los pueblos que han llegado por razones circunstanciales a adquirir un dominio material sobre la naturaleza mayor que otros pueblos, el creer que su idioma es el idioma superior y el único lógico. Como muy bien decía Marx, refiriéndose a esa pretensión chovinista, típicamente jacobina, que tenían —y por desgracia suelen aun seguir teniendo— muchos franceses de pensar que la lengua de ellos es «maravillosamente lógica», ¡quién sabe si, quizá, la única lógica!.
Al referirse Marx a tal pretensión expresada por los delegados franceses en une reunión de la «Internacional» comentaba en una carta dirigida a Engels:
«Los ingleses se rieron mucho cuando yo comencé mi discurso diciendo que nuestro amigo Lafargue y otros que han suprimido las nacionalidades, nos hablaban en francés, es decir, en una lengua incomprensible para las 9-10 partes de los reunidos. Luego le di a entender que Lafargue, sin darse cuenta él mismo de ello, entendía por negación de las nacionalidades, al parecer, su absorción en la ejemplar nación francesa».
Los estudios lingüísticos-modernos nos han mostrado que no existen «naciones ejemplares», ni lenguas ejemplares. De aquí que la teoría socialista del respeto a las nacionalidades sea una contribución al acervo cultural de la humanidad y que la justa política en este punto haya servido para conservar riquezas espirituales de la Humanidad.
Los idiomas son como los diferentes objetivos que se pueden poner a un aparato para fotografiar la naturaleza. Hay diferentes ángulos de percepción, sin que se pueda decir, que ninguno de ellos sea el objetivo ejemplar o modelo. Pero según el objetivo que empleemos, la perspectiva que obtendremos del mundo será diferente. Solamente llegando a combinar las diferentes perspectivas — dadas por los diferentes idiomas — es la forma en que podremos llegar a acercarnos a la realidad objetiva. Está seria una prueba más de la forma dialéctica con que hay que tratar a la naturaleza. Así llegaremos a obtener diferentes apercepciones, y por comparación, tesis, antítesis y síntesis, obtendremos una noción que, cada ver, se acercará, más y más, a la realidad objetiva. Mientras que la desaparición de un solo idioma privaría a la Humanidad de una forma sui generis de concebir las cosas y la empobrecería en este punto.
En este sentido Cuy Héraud dirá aún:
«En su significación correcta el principio de las nacionalidades se limita a exigir el derecho para cada etnia a un tratamiento idéntico por parte del Estado. El Estado tiene que estar al servicio de todos los grupos establecidos en su territorio y no ser únicamente para el provecho de la etnia dominante». (Cuy Héraud, «L'Europe des Ethnies», pág. 47).
Y se pregunta:
«¿Cuál es el gobierno que hace de este principio su ley? En la sociedad internacional actual, la legítima defensa ordena, con frecuencia, la separación».
Los factores de la nacionalidad y de la nación que en la teoría marxista de las nacionalidades se denominan «formación psíquica», está condicionado por la base étnica. Si, además, la lengua es, en sí, la característica principal de la nacionalidad, podríamos formular este principio de la nacionalidad, de una forma más exacta y científica diciendo que «la etnia es un grupo humano unido por factores antropológicos y culturales objetivamente determinables».
ACERCA DE LA LENGUA
Las investigaciones modernas han demostrado la importancia del lenguaje articulado en las relaciones humanas. Asimismo se ha visto confirmada la opinión de Engels de que el lenguaje era la base del pensamiento. A pesar de las afirmaciones científicas de los fundadores del materialismo dialéctico, no podemos decir que muchos de sus seguidores —especialmente aquellos que sacan punta a todo para darlo una razón de política de partido— se hayan mantenido cm los límites seguros estrictos que reclama la ciencia. Queriendo hacer intempestivamente teorizaciones a largo alcance sobre la evolución de la sociedad, en especial algunos teorizantes a largo plazo, han predicho, de una forma utópica, algo como la «unificación lingüística de la humanidad creyendo que la futura sociedad comunista iba a ser de igual forma una comunidad (unitaria) de medios de expresión lingüísticos. Hoy podemos decir, que, si tal cosa sucediere, la Humanidad perdería en su riqueza espiritual y ello significaría, en cierto sentido, un retorno a la animalidad. No hay duda de que estos puntos de vista mantenidos por chovinistas de gran potencia entre los teóricos «marxistas» están desprovistos de toda base científica y no hacen más que reproducir una de las muchas máculas de la sociedad anterior, de la sociedad zarista, que se injertaron en el sistema ruso soviético.
Lenin, que veía en los último años de su vida, renacer este chovinismo ruso de gran potencia, lo atacó. Basta que recordemos su últimos escritos del 30 y 31 del XII de 1922 (Véase, parte II, pág. ).
En este escrito ataca Lenin a todas las pretensiones de chovinismo gran ruso que se ocultaban bajo pretensiones «internacionalistas», atacaba el menosprecio de los alógenos en la Unión Soviética y muy especialmente a ciertos internacionalistas rusificados, hilos de etnias oprimidas, que suelen ser los mayores verdugos de sus propios pueblos. Por desgracia para los pueblos oprimidos, los pueblos alógenos, el fundador del Estado soviético murió prematuramente... y sus seguidores se olvidaron pronto de las enseñanzas del maestro sobre estos puntos y, si bien es verdad que en el papel seguían escritos los Derechos, en la práctica eran ignorados. La invasión granrusa en las Repúblicas federales, la rusificación de tipo zarista vuelven a aparecer y se cree que por llamar «virtud soviética» a lo que es un defecto zarista, se ha eliminado el mal... es decir puro fetichismo, pero que causa grandes males a los alógenos. El fetichismo anti-marxista ha penetrado en todos los chovinistas granrusos. Por ejemplo, en Letonia, que antes de su anexión, a la Unión Soviética, apenas tenía habitantes rusos, ha sido invadida por una cantidad tal de granrusos que ponen en peligro la vida y la idiosincrasia de este pueblo, Frente a los 1.298.000 letones, han emigrado 556.000 rusos invasores. Y si Lenin reclamaba la supresión de todo privilegio para cualquiera lengua de que se tratase, en la época actual, se ha llegado a degeneraciones chovinistas granrusas que debieran avergonzar a cualquier internacionalista. Al oponerse los letones al genocidio cultural efectuado por los granrusos responden los chovinistas de Moscú:
«Condenan igualmente la enseñanza y difusión de la lengua rusa. Este problema es esencial: la cooperación fraternal de los pueblos soviéticos exige una lengua común y esta únicamente puede ser la lengua rusa que puede ejercer ese papel; en ella están escritas las obras inmortales de Lenin, y es el pueblo ruso el que, principalmente, ha tenido que soportar la lucha contra los enemigos de la clase obrera...».
Las razones que aquí dan los chovinistas rusos que defienden estas tesis... no son tales razones; en una palabra, se están mezclando cosas que nada tienen de común, se está confundiendo como dice el adagio castellano «la velocidad con el tocino». La mala le de esta formulación chovinista, corno lo hacen los jefes comunistas gran rusos, le hubiera indignado a Lenin... y que su nombre se emplee para justificar el genocidio de los alógenos, es un insulto y un escarnio de la memoria del propio Lenin.
Estas razones chovinistas, como el que las obras de Lenin están escritas en ruso, a parte de ser de una pobreza raquítica desde un punto de vista de argumentación lógica, son de un rezumante chovinismo, que de puro absurdo, muestran hasta que punto se puede ensuciar a un personaje como Lenin. Si las obras de Lenin están escritas en ruso, la de los fundadores del materialismo, las de Marx y Engels (e incluso alguna de proprio Lenin) están escritas en alemán ¿por qué no proclaman los chovinistas gran rusos, por lo tanto, que la lengua que debe servir de unión es el alemán... ¿es que esto es naci-fascismo y lo otro no?
Pero ¿qué opinaba el propio Lenin sobre esto? En el tomo XX (pág. 67) de las Obras completas hay un artículo que se intitula «¿Es necesaria una lengua oficial obligatoria?» y oponiéndose tanto a los chovinista como a los liberales dirá de éstos:
«Pero estos preconizan al mismo tiempo el empleo de una lengua obligatoria oficial, necesaria, según ellos, en interés de la «cultura» de la Rusia una e indivisible.
Y después de oponerse claramente a la pretensión de llevar a golpe de látigo a todos los alógenos al paraíso ruso, acaba este artículo diciendo:
«Por esta razón los marxistas rusos dicen que no debe existir una lengua oficial obligatoria, sino que hay que poner a disposición de la población escuelas en las que la enseñanza será dada en todas las lenguas locales y que se debe incluir en la Constitución una ley fundamental que abolirá los privilegios, cuales quiera que sean, acordados a cualquiera que sea la nacionalidad, y que suprimirá todas la violaciones, cualesquiera que sean, de las minorías».
Como se ve oposición mayor y mayor escarnio no puede haber. Donde Lenin decía blanco, ponen negro, y donde Lenin decía negro, ponen blanco... es decir donde Lenin combatía al chovinismo gran ruso, ahora se llama a este chovinismo granruso «virtud soviética» o, si se quiere, «cooperación fraternal de los pueblos soviéticos» y se afirma «que ello precisa una lengua común» que claro está se impone a latigazos y deportaciones... y a los que defienden su derecho natural contra el genocidio... se les llamará «enemigos del pueblo».
Estos ejemplos chovinistas, estas burlas a todos los principios proclamados por el marxismo-leninismo, es la causa de que ningún pueblo minoritario pueda tener confianza en las bellas palabrejas de revisionistas representantes de las etnias opresoras.
De la importancia de la lengua nacional para cada pueblo y cada hombre nos habla Bejamin Lee Whorf cuando nos dice:
«Dividimos y ordenamos unos frente a los otros y detrás de otros, los acontecimientos que suceden, de la forma en que lo hacemos, a causa de que a través de nuestra lengua materna participarnos a un convenio en tal sentido, pero nunca, porque en la Naturaleza las cosas estén ordenadas de esa forma para todo observador. Las lenguas se distinguen, no solamente por la forma en que construyen las frases, sino también, por la forma en que cortan la Naturaleza con el fin de obtener aquellos elementos con los que van a construirse las frases...».
Y oponiéndose a aquellos que quisieran reducir el número de las lenguas, opone :
«Pero pensar sobre los esquemas del inglés y muy en especial, limitándonos a aquellos esquemas estructurales que llevan la corona de la simplicidad, equivale a prescindir de posibilidades de pensar, que una vez perdidas ya no podrán ser recuperadas».
Esto mismo, evidentemente, sirve otro tanto para el castellano, ruso, o cualquiera otra de las grandes lenguas. Del pensar, nos dice:
«En realidad, el pensar es una cosa muy enigmática, de la que por ningún otro proceder llegamos tanto a enterarnos de algo como por el estudio comparativo de los idiomas. Estos estudios nos demuestran que las formas personales del pensamientos están dominadas por inexorables leves estructurales, de las que el sujeto pensante no se da cuenta. Los esquemas estructurales son la esquematizaciones complicadas, pero no sentidas, de la propia lengua. Estas pueden ser mostradas por comparaciones, hechas sin prejuicios, con otros idiomas, especialmente con aquellos que corresponden a otros troncos lingüísticos. El pensar tiene siempre lugar en un idioma determinado, en inglés, en alemán, en sanskrito, en chino... Y cada idioma es un gigantesco sistema de estructuras, en que las categorías están culturalmente predeterminadas, sobre cuya base no solamente comunica el individuos, sino que también organiza la Naturaleza, observa los fenómenos y las relaciones, o los supervisa y canaliza a su meditación, construyendo el edilicio de su conciencia»,
(Benjamin Lee Whorf «Idioma, Espíritu y Realidad»).
De aquí que los sujetos pensantes estén convencidos de que su propia lengua materna es la verdaderamente lógica, mientras que juzgan que los demás piensan «al revés». Cada idioma es como un par de gafas que obligatoriamente hemos de llevar, que siempre nos filtran el mundo exterior por un color especial. Solamente empleando diferentes filtros es como llegamos a darnos cuenta de cuál es la realidad. Volvemos de nuevo al proceso dialéctico, que nos dice de observar una cosa de esta y aquella forma, de separar lo que vemos, de considerar de este o aquel ángulo, haces análisis y luego en la síntesis, para librarnos de prejuicios de la aprensión idiomática forzada, la mejor forma es dominar varios idiomas.
Como ningún idioma es superior a otro (ni el inglés, ni el español, ni el ruso, ni el chino...), resulta por ello mismo, que cada grupo nacional tendrá de las cosas exteriores una diferente idea según el prisma con que está obligado a interpretar la naturaleza. Corno solamente se puede hablar un idioma materno, que a la fuerza ha de teñir toda la aprensión posterior, resulta que cada grupo nacional tiene diferente concepción. De aquí que la forma propia de pensar de los vascos sea la del euskara y que, dadas las diferencias estructurales mucho mayores, asimismo tenga que tener el pueblo vasco más interés que otros, como pudieran ser el catalán, de salvaguardar su propia personalidad. Este orgullo natural a todo hombre, es una razón de su dignificación. El pueblo que renuncia a él decae en la escala de los valores humanos. Lenin consideraba justo y beneficio, este amor proprio de cada pueblo.
Para un vasco es, pues, la cuestión de la lengua propia un valor absoluto, al que no se le puede tocar. Es más no puede tolerarse se le toque, ni ponga en tela de juicio, puesto que ello equivaldría a insultar a su propia naturaleza. Si el socialismo ha de ser un medio para dignificar al hombre, el genocidio cultural es un pecado anti-socialista. Matar a un pueblo en su expresión espiritual, en su lengua, es aniquilarlo... De aquí que con razón diga F. Leonidow:
«Pero sería falso el creer que el genocidio solamente es la exterminación pura y simple de tales o tales grupos nacionales. Las tentativas de hacer desaparecer las lenguas y las civilizaciones nacionales constituyen asimismo una de las variantes del mismo, mejor conocido bajo el nombre de genocidio nacional y cultural. Esta forma de genocidio representa asimismo un medio de matar la independencia nacional y el espíritu de unidad de las gentes.
Destruyendo las lenguas nacionales y las civilizaciones nacionales, los imperialistas buscan socavar el, potencial de resistencia de los pueblos colonizados. Quieren hacer desaparecer en ellos la voluntad de liberación».
(F. Leonidow, «Racismo, Arma ideológica del Imperialismo», pág. 23).
RAZA
Entre los otros criterios de la etnia, hemos visto que Guy Héraud habla de la «raza». La raza es asimismo algo objetivamente dado. Ei científico soviético Mikhail Nestourkh, en su abra «Las Razas Humanas» (Ed. Moscou), dice:
«La antropología soviética concibe las razas como subdivisiones biológicas de la Humanidad, aparecidas en el curso de una evolución larga y compleja. El estudio de las razas se funda ante todo, en la anatomía, la fisiología, la embriología y la paleontología„ pero no es por ello menos importante para un antropólogo el tener en cuenta la etnografía, la arqueología, la historia y la lingüística.
Una gran contribución a la comprensión del término «raza» y sus relaciones con los grupos sociales tales como tribus, los pueblos y las naciones, ha sido hecha por los tratados marxistas sobre la cuestión nacional.
El primer objetivo que nos proponemos aquí es e! de definir y analizar, a partir ante todo de datos antropológicos, aquello que son las razas humanas.
La mayor parte de los antropólogos soviéticos acepta el punto de vista, según el cual la Humanidad está dividida en tres grandes razas: la mongoloide ("amarilla"), la europoide ("blanca") y la negroide ("negra"). En el seno de las mismas grandes razas se distinguen razas propiamente dichas, subdivididas éstas, a su vez, en tipos antropológicos. Dado que existen diferentes grupos mixtos (o de transición) se puede considerar la humanidad moderna como un mosaico de tipos antropológicos y de razas que forman, no obstante, un conjunto biológicamente homogéneo. Esto es lo que explica, en parte, el hecho de que un pueblo pueda estar compuesto de representantes de diferentes razas y que se encuentran representantes de una misma raza entre los diferentes pueblos. Dicho de otra forma, el hecho de que las reparticiones étnicas y antropológicas de la humanidad no coincida».
(Mikhail Nesturkh, "Les Races Humaines", Ed. Moscou, pág. 6/7).
El antropólogo francés Henri V. Vallois para tratar el estudios de las razas humanas en su justa acepción se elevará tanto contra los que abusan del término raza en un sentido corno en el contrario. Empieza su obra "Les Races Humaines" (P.U.F., Paris 1957), contestan. do a la pregunta "Que es la raza" y expone entre otras cosas:
«Hay que ponerse en guardia contra todas las falsas interpretaciones que acarrea frecuentemente el abuso del término raza.
Primeramente se ve muy claramente que la raza no tiene que ser confundida con las organizaciones políticas como son los Estados o naciones. Se emplea a veces la expresión "raza francesa". Desde el punto de vista antropológico, esto es un sinsentido: Francia contiene, al menos, tres razas que se separan netamente por sus caracteres físicos.
Una confusión aún más frecuente es de la raza con los grupos basados en una comunidad de caracteres de civilización, principalmente la lengua. Así es clásico el repartir a los pueblos de Europa en latinos, germanas y eslavos. Esta repartición posee un valor inatacable desde un punto de vista lingüístico. No posee en cambio ningún valor desde un punto de vista racial». (Henri V. Valois, «Les Races Humaines», pág. 7).
Y después de explicar cierto términos añadirá:
«Los grupos humanos pueden ser considerados desde puntos de vista muy diferentes. Se reserva el nombre de razas a los que se establecen en base a los caracteres físicos, solamente éstos poseen un valor antropológico. Por otra parte, se suele llamar naciones o Estados a los que corresponden a una comunidad política. Vienen finalmente aquellos que están basados en caracteres de civilización, en particular, la lengua o un grupo de lenguas idénticas, para éstos se ha creado un nuevo término, que tiende, más y más, a imponerse: se trata de las etnias. Razas ,naciones y etnias forman tres entidades diferentes que no deben ser confudidas».
(Henri V. Vallois, «Les Races Humaines , pág. 8).
Como vemos aquí el mismo investigados francés da el nombre de "etnia" a lo que en la terminología marxista (europea central y oriental) se llama "nacionalidad". Pero en cualquier caso establece una clara distinción entre todos estos términos, cuya confusión suele llevar lamentablemente entre personas de mediana cultura a establecer teorías absurdas sobre el racismo y el etnismo. Estos absurdos pueden ser cometidos tanto en un sentido como en otro. Hay personas para quienes la sola afirmación de que existan tazas humanas —lo cual es un hecho científico— sirve para que califiquen de "racista" a quien únicamente está tratando una realidad objetivamente dada. Racismo no es el estudio de las razas, sino la imposición legal de privilegios en favor de los miembros de una raza dada y, por consiguiente, la persecución de otros hombres, por el mero hecho de pertenecer a una raza u otra. Pero negar la existencia de razas humanas equivale a negar la evidencia.
Un investigador marxista no puede rechazar la existencia de razas, ni siquiera dejar de considerar la influencia que la raza puede tener como factor nacional. Si el factor racial no puede ser discriminante individualmente, tiene en cambio una importancia científica al estudiar la «infraestructura étnica» de la nación. Las reparticiones raciales pueden dar luz sobre la perduración de los factores primitivos que han conducido a la formación de las nacionalidades. Si, corno Starushenko nos dice, la nacionalidad nace de una mezcla de diferentes tribus y éstas a su vez son categorías etnográficas, podremos a través de la investigación de los componente antropológicos, en muchos casos, llegar a establecer las bases de las que partió una nacionalidad en su desarrollo histórico. Es decir que, si por una parte, refiriéndose al individuo, en concreto, en cada caso, la pertenencia racial, no puede ser un factor discriminante, en cambio en el estudio de las «etnia» o «nacionalidades», como grupos, los factores antropológicos pueden ser datos científicos que ayuden a comprender ciertas particularidades nacionales.
Algunos investigadores han creído ver en un factor antropológico, como el de la pertenencia mayoritaria de una etnia a un grupo sanguíneo u otro, una condición básica de ciertas particularidades caracterológicas. En el caso vasco, en concreto, tenemos que, a cuenta de la alienación a que se ha sometido al pueblo vasco, algunos caracteres culturales, como la lengua, han sido en algunos lugares borrados pero que otros, como lea raciales, han perdurado contra todas las persecuciones. Otro tanto pasó en Irlanda, donde la lengua céltica propia fue arrinconada, pero que la conciencia nacional se mantuvo por una especie de «fraternidad» de los desnacionalizados por pérdida de la lengua, con los individuos que aún la seguían hablando y a quienes los desnacionalizados se consideraban nacionalmente unidos, especialmente por una mayor similitud racial. Otro tanto pasa en el País Vasco, donde mucho se consideran «vascos» a pesar de no poseer ya la lengua nacional, aunque mayormente consideren a ésta como la expresión de la nacionalidad vasca. Estos individuos, evidentemente, para pertenecer de entero al grupo cultural al que se consideran pertenecer, deberán aprender la lengua nacional. Este sentimiento, como decimos, se funda a veces vagamente en consideraciones «raciales». Debiendo tenerse en estos casos la misma indulgencia que Lenin reclamaba contra los nacionalismos de los pueblos oprimidos.
Para el estudio, pues, de la extensión de una etnia que ha sido perseguida, puede tener In investigación de la raza un valor «cultural» y, en muchos casos, «político». Como ejemplo citaremos el de la llamada «Gascuña». Este nombre se deriva de Vasconia, como el gascón equivale al vascón. El pueblo gascón, que, como hoy se sabe, en principio es una tribu vasca, fue desnacionalizado y adoptó una lengua de tipo neolatino.
Pues bien, debajo de esta desnacionalización forzada, aflora siempre de nuevo el fondo vasco. Pierre Bec, presidente del Instituto de Estudios Occitanos, al tratar del lenguaje gascón dirá:
«El gascón constituye, en el conjunto occitano-románico, una entidad étnica y lingüística por lo menos, tan original, sino más, que la catalana».
(Pierre Bec, «La Langue Occitane», pág. 47)..
Y después de examinar las características de la lengua gascona, vendrá a concluir:
«Pero ¿cómo explicarse esta originalidad lingüística del gascón? ¿A qué corresponde en primer lugar la delimitación geográfica de este dialecto? Ya hemos señalado la importancia del thalweg del río Garona como línea de demarcación. Pero es evidente que un río no sirve, desde hace mucho tiempo, para crear una fragmentación linguistica tan importante como la que venimos de exponer. Esta diferenciación es muy antigua y reposa sobre una particularidad étnica. Todo el mundo sabe que los antiguos historiadores están de acuerdo en constatar la presencia en Galia de pueblos diferentes entre sí, tanto por su lengua como por sus instituciones. En el tiempo de César y el primer signo después de J. C. los aquitanos, que debieron de haberse extendido anteriormente todo a los largo de los montes Pirineos se distinguían netamente de los celtas o de los pueblos más o menos celtizados de los que estaban separados a grosso modo por el río Garona. Baste recordar la frase de César: «Gallos ab Aquitanos Garumna flumen dividit». Esta Aquitania propiamente dicha se llamó primeramente provincia aquitanoa tertia, posteriormente «Novempopulania» y finalmente, fue designada por el nombre de Vasconia, derivado del nombre de los vascones, pueblo hispánico, antepasado de los gascones actuales que hizo en el curso del siglo VI frecuentes incursiones en el Sud-Oeste de Galia.
Es, por lo tanto, esta particularidad étnica lo que explica los caracteres particulares del gascón y de su parentesco, al cual hemos hecho frecuentes alusiones con los idiomas hispánicos (catalán, castellano, aragonés y gallego-portugués) así como con el éuskaro. Se piensa, en efecto, que la lengua de los aquitanos era de la misma familia que la de los vascos actuales y que su dominio se extendía, en tiempos de César y de Estrabón, poco más o menos, por todo el territorio sobre el que hoy se habla el gascón. Este idioma suplantado por el latín popular, pero siempre subyacente, es el que ha suministrado al gascón su sistema fónico muy original y ese fondo lexical particular del que muchos elementos se encuentran igualmente al otro lado de los Pirineos».
(Pierre Bec, «La Langue Occitane», pág. 51/52).
Si a este factor lingüístico se le añade uno serológico, que nos muestra que el mismo territorio en que se habla la lengua gascona, ofrece además una distribución de grupos sanguíneos que separan a estos territorios de sus vecinos más allá del río Garona, pero que los unen a los éuskaros, es evidente que, desde un punto de vista de la investigación etnológica y antropológica, nos encontrarnos ante un hecho incuestionable, que nos habla de un origen común de la población de lengua euskara y de lengua gascona.
Un factor que igualmente tiene una significación étnica, para el grupo, aunque no para el individuo aislado, considerado en la investigación de las nacionalidades es el llamado factor Rh. De él dirá Pierre Morel:
«En la raza blanca (excepción hecha de los Vascos) la proporción de Rhesus es de un 85% y de 15% del Rh—, mientras que la proporción de los Rhesus negativos cae a un 2%) entre los negros y amarillos. Parece pues por ello que el carácter Rh— sea propio de la raza blanca, lo cual explica que el 8% que se encontró entre los negros de América y la cantidad de 5 á 6% entre los hindúes, venga de impurezas raciales. Entre los vascos la frecuencia de los Rh— es considerable (30%). (Pierre Morel, «L'Anthropologie Psysique», P. U.F., Paris 1962).
ETNIA Y RELIGION
La religión ha jugado algún papel en las cuestiones nacionales en épocas en que su influencia se hacía sentir sobre los grupos humanos. Ella contribuyó con sus prescripciones en lo referente a los matrimonios a que ciertos pueblos se mezclasen y, en cambio, otros no lo hiciesen. Además la concepción mental que supone cada religión ha influido en la mentalidad de los pueblos. En tal sentido se ve que, a veces, ciertas diferencias que existen entre pueblos parecidos y que llegan a imponer normas de conducta que se convierten en formas de reacción sociales, están en gran parte basadas en la forma de actuar que se deriva de un sentimiento religioso dado. Si los flamencos, que son todos ellos miembros de la etnia neerlandesa, a igual título que los holandeses, se sienten en cierto sentido extraños entre los holandeses, ello es debido a los usos y costumbres típicamente católico de los unos, frente a los modos de vida protestantes de los otros. La diferente pertenencia religiosa puede llevar a miembros de una etnia a considerarse pertenecer a otro pueblo. La diferencia entre serbios y croatas esta basada en la religión, asimismo la diferencia entre hindúes y pakistaníes. El que los malteses —que hablan un dialecto árabe— se consideraren europeos y, en todo lugar donde se encuentren, se unan a las comunidades étnicas europeas, aún cuando éstas y los propios malteses se hayan olvidado de toda religión, es debido a la religión católica de los malteses, en su conjunto, frente a la pertenencia islámica de los árabes.
ECONOMIA
Hemos visto que en la definición de Stalin, recogida por Starushenko, encontramos cuatro elementos formadores de la nacionalidad: la tierra, que es el geográfico, la vida económica (de la que aquí trataremos) y otros dos llamados lengua y formación psíquica. Los dos primeros son exteriores a la «etnia» (o nacionalidad) y, de por si, no significan en nada la existencia de una nacionalidad ni grupo étnico. Hay, en efectos, regiones, partes integrantes de una nacionalidad que están tan unidas y separadas entre sí como lo están dos nacionalidades diferentes. En cuanto al territorio, en muchos casos en Europa Oriental y Asia, vemos que un mismo territorio puede estar ocupado por dos etnias diferentes.
En cuanto al factor economía, es introducido, nolis velis, en la definición de la nacionalidad a fin de dar a ésta una apariencia (aunque este criterio económico sea aquí más que superficial) de «materialismo histórico». Evidentemente hay autores soviéticos que han querido explicarse el hecho real de la existencia de la nacionalidad, por factores económicos (suponiendo que de esta forma incluían el estudio de la cuestión nacional en los problemas «materiales»), empleando a tal fin un criterio muy superficial.
Esta es una prueba de falta de preparación filosófica de muchos teorizantes, para quienes los criterios «dialéctico» y «metafísico» han de estar determinados por factores que parten de una base material, entendiendo por materialismo, con demasiada frecuencia, no al materialismo dialéctico, sino al materialismo vulgar.
Es, en cambio, la quinta esencia de la Dialéctica el que a cada rama de la investigación le corresponda su método. Una generalización pueril como la que suelen efectuar ciertos investigadores, que aún no han sido capaces de asimilar lo que es la «Dialéctica», no puede hacer más que mal al estudio serio de las disciplinas. En la época post-leninista el materialismo dialéctico quedó rebajado en la Unión Soviética a un materialismo vulgar mecanicista de índole pre-idealista. Dice Havemann hablando de esta degradación del Materialismo dialéctico por los representantes oficiales:
«...en muchos círculos de los científicos de la Naturaleza y. en general, en la opinión pública, se suele considerar por Materialismo dialéctico algo que no es en ningún sentido Materialismo dialéctico. La culpa de esta falsa opinión sobre el materialismo dialéctico no les es imputable a los Físicos, sino justamente, a los representantes «oficiales» del Materialismo dialéctico». (Robert Havemann, «Dialektik ohne Dogma?», pág. 24).
De aquí, que, basados en un pseudo-marxismo, los «científicos» (llamémoslos de alguna forma) de la Filosofía soviética post-leninista redujeron las aportaciones hechas por Marx y Engels a un galimatías ridículo y jactancioso. Y no supieron avanzar en las concepciones filosóficas. Volvieron de nuevo a una forma metafísica en la interpretación del mundo. Dice Havemann:
«Para el materialismo mecánico son todas las cues, tiones referentes a la esencia de nuestro conocimiento, en el fondo, metafísicas». (Robert Havemann, ibidem pág. 30).
No sabiendo cómo obtener un criterio «materialista» en la cuestión de las nacionalidades, tienen que introducir, a la fuerza, el factor «económico» para determinar la separación realmente existente entre lo que venimos llamando «etnia» (nacionalidad) y «nación». Su materialismo es hasta ¡crematístico!
Se olvidan que ya Lenin, con más profundidad de concebir las cosas, se oponía a Rosa Luxemburg, cuando ésta quería aplicar igualmente .de una forma «crematística» ese factor de la economía para justificar o negar la independencia óntica de la entidad nacional. Dice Lenin:
«No solamente los pequeños Estados, sino igualmente Rusia, por ejemplo, dependen enteramente, desde el punto de vista económico, de la potencia del capital financiero imperialista de los «ricos» países burgueses. No solamente los Estados miniatura de los Bálcanes, sino también América en el siglo XIX era, desde el punto de vista económico, una colonia de Europa, tal y como Marx lo dice en el Capital. Todo eso pensamos, Kautsky y todo marxista lo sabe perfectamente, pero estas son cuestiones que en nada tienen que ver con el movimiento nacional y el Estado nacional». (Lenin, Obras Completas, Tomo XX, pág. 421).
Y con razón se opone Lenin a que se involucren en las consideraciones referentes a la autodeterminación de los pueblos esos factores «económicos que, por desgracia, fueron introducidos posteriormente por algunos pseudo-marxista, pero muy oficiales: O sea que para Lenin estaba bien claro que la «independencia» nacional en nada dependía del factor «económico», puesto que éste aquí no crea nada, ni une o desune nacionalmente a los pueblos, por encima de las realidades objetivas. Querer subordinar la «libertad» de un pueblo a tales factores es algo de cerrazón mental que está en sus raíces impregnando el chovinismo «estatal» de las naciones y castas opresoras.
A Rosa Luxemburg que esgrimía tales falsos argumentos para negar el derecho polaco, Lenin le impone un correctivo, cuya justa exposición debería ser considerada por todo marxista. Esa pretendida «unidad» la veía Rosa Luxemburg hasta en las relaciones comerciales entre Rusia y Polonia. Lenin le contesta acertadamente:
«Levantándose contra el lema de la independencia de Polonia, Rosa Luxemburg se refiere en su obra publicada en 1848, en la que ella demostraba el rápido desarrollo industrial de Polonia debido a la venta de productos manufacturados a Rusia. Inútil será decir que esto no prueba absolutamente nada en lo referente al derecho de autodeterminación de los pueblos; lo único que nos prueba es la desaparición de la vieja Polonia señorial, etc. Empero, Rosa Luxemburg llega cada vez a la conclusión de que entre los factores que unen Rusia a Polonia, predominan en el presente los factores puramente económicos de las relaciones capitalistas modernas. Pero, he aquí que nuestra Rosa se pasa a la cuestión de la autonomía —y por más que su artículo se intitule «La cuestión nacional y la autonomía «en general— empieza a demostrar el derecho excepcional del reino de Polonia a la autonomía (véase a este respecto la revista Prosvcshchenye n. 12, 1913). Con el fin de confirmar a Polonia el derecho a la autonomía, Rosa Luxemburg caracteriza el régimen político de Rusia, sin duda, según índices tornados a la economía, a la política, a las costumbres y a la sociología, como un conjunto de rasgos, cuya suma nos da la noción de un «despotismo asiático» (N. 12 de Przeglad, pág. 137).
Cada cual sabe que este tipo de régimen político posee una gran estabilidad en un país en el que la economía está caracterizada por rasgos de predominio enteramente patriarcales, precapitalistas, y por un débil desarrollo de la economía mercantil y diferenciación de clases. Si en uno de estos países, cuyo régimen político se distingue por un carácter precapitalista netamente acusado, existe una región nacionalmente determinada en la que el capitalismo se desarrolla rápidamente, se puede decir que tanto más que el desarrollo del capitalismo sea rápido, tanto mayor será la contradicción entre éste y el sistema precapitalista, tanto más probable será entonces la separación de la región desarrollada del conjunto, a la que le unen no ya lazos de «capitalismo moderno», sino de un «despotismo asiático».
Así Rosa Luxemburg se ha mostrado completamente incapaz de caer sobre sus propios pies, incluso en la cuestión de la estructura social del poder en Rusia en relación con la Polonia burguesa...». (Lenin, Obras Completas, tomo XX, págs. 425/ 426).
Estos párrafos de Lenin parece ser que nunca leyeron los comunistas españoles. Siempre que atacaban al nacionalismo vasco, se referían a los lazos que unen a la Economía vasca (como a la catalana) con España... y no se deban cuenta que justamente el que el País Vasco y Cataluña estuviesen económicamente desarrollados de una forma burguesa (como en el caso de Polonia) y el que el resto de territorio del Estado español predominasen la características de orden feudal (come en Rusia), era desde el punto de vista marxista-leninista, un factor coadyuvante de la nacionalidad.
Por otra parte lo que los comunistas pasionarios nos decían que era un factor económico «negativo», resulta que Lenin lo juzga positivo en su oposición a la sumisión de Polonia a Rusia. Así pues, el factor que Starushenko, siguiendo a Stalin, cree imprescindible, para la formación de una nación es, en la práctica, rechazado por Lenin, quien juzga que los lazos «mercantiles» no tienen importancia, pero que juzga, por el contrario, que el modo de vida económica que sirve de diferencia entre dos pueblos coadyuva a la separación.
Convendrá recordar que Lenin escribió este escrito un año después de que Stalin publicase sus tesis sobre la «Cuestión Nacional». Este escrito de Lenin fue publicado por primera vez en junio de 1914.
RECAPITULACION DE LA TEORIA DE LA NACION
Hemos visto que Marx concede una importancia capital al problema de las nacionalidades y se pronuncia por el derecho de autodeterminación de Irlanda. Sin entrar en la definición de lo que es la nación, no existen dudas para Marx de que Irlanda es un pueblo aparte, que quiere vivir según sus propios designios y no sometido a Inglaterra. El caso de Irlanda en la cuestión nacional tiene una importancia capital para el estudio de este problema. Tiene además doble interés para el estudios del caso vasco, ya que Irlanda ofrece muchos puntos comunes con Vasconia, no sólo por encontrarse en Europa occidental, sino por haber sufrido parecidas opresiones en el curso de la Historia y por haber sido sus territorios parcialmente alienados.
Encargado por Lenin, estudió Stalin en Viena el problema nacional desde la óptica de Europa central y ensanchó sus conclusiones para Europa oriental. La aportación de Stalin es importantísima en esta cuestión.
Tiene una importancia decisiva además por el hecho de que, efectuando este estudio sobre las aspiraciones nacionales de los pueblos de Europa central, la concepción mental con que se aborda, está libre de los fetiches que la burguesía había entronado en Europa occidental en torno al dios del «Estado». El estudio de Stalin aporta a la corriente liberadora del socialismo, un aire vivificador y fresco que barre con los conceptos proclamados por las burguesías para servir a sus intenciones colonialistas.
Así, mientras en Europa occidental se está teorizando acerca de la nacionalidad sobre una base jurídica — es decir, come todo lo que jurídicamente sirve al Estado de la burguesía, con alienaciones mentales, con fetiches creados para la expoliación del hombre por el hombre — el socialismo parte de una base real en el estudio de la sociedad humana, en lo que ésta tiene de vivo y no parte de formulaciones intencionadas, para servir a los intereses de rapiña de la burguesía.
Hemos visto que en los Estados burgueses de Europa occidental se da contenido jurídico a la noción de nación y nacionalidad, de forma que el primero viene a significar «conjunto de seres que viven en un Estado» y nacionalidad equivale a ciudadanía.
En cambio en la terminología socialista nación es un concepto cultural, por el que se entiende un conjunto de personas ligadas por una serie de factores étnicos. Los mismos teóricos marxistas-leninistas, al estudiar estos problemas, descubren que la nacionalidad es una comunidad que se desarrolla históricamente a partir de una mezcla de tribus, lo que equivale a decir que la base de la nacionalidad es racial.
Pero en la evolución histórica hay que considerar que la mezcla de diferentes tribus, es causa de un «bond» (salto) dialéctico, de suerte que la nacionalidad, aun cuando su base sea racial, en adelante será una comunidad de otra índole. Al llegar a este punto es conveniente que se siga el método dialéctico escrupulosamente y teniendo presente, en cada caso, los datos concretos, ya que sin éstos se corre el peligro de teorizar en el vacío, tanto más cuanto que, desde este momento, el desarrollo histórico no es idéntico en todas las partes del globo.
La primera afirmación sería, por lo tanto, la de reconocer que la nacionalidad —para cuyo término se emplea hoy como equivalente en la literatura de Europa occidental, ciñéndose más estrechamente a la realidad objetiva en esta parte del mundo, el término "etnia"— tiene una base racial.
Así que se impone un estudio de la base para saber qué es una etnia en Europa occidental. Nuestra definición apenas varía de la clásica marxista; es más en muchos casos está completada por las opiniones de Lenin, que en la definición clásica marxista han sido olvidados; pero habrá que analizar los componentes de los factores tales como el de «formación psíquica».
Por etnia se entiende en Europa occidental un grupo humano que está caracterizado por un origen común y que tiene una lengua propia Como en Europa occidental el triunfo de la burguesía de ciertas etnias (opresoras) es anterior al de Europa central u oriental vemos que las etnia opresoras han llegado a desnacionalizar en parte a las etnias oprimidas o frustradas. Esto no obsta para que la parte de la etnia que desconoce su lengua nacional, considere a esta lengua —que estos miembros ignoran—, ser la verdadera lengua propia. En este sentido vemos que la alienación lingüística ha avanzado con el desarrollo de la burguesía, pero que justamente el deseo de una «re-nacionalización» y una defensa del resto del pueblo que aun conservaba la propia lengua contra la alienación, es un motivo que impulsa en esta parte de Europa a las etnias oprimidas a oponerse al Estado explotador, y que, en este sentido, el combate de las etnias frustradas, objetivamente considerado, es un combate progresista. En el País de Gales hablaban en 1810 más de 80% de la población la lengua céltica, en 1901 sólo será el 50% y en 1951 únicamente el 28,4%. La desnacionalización de Irlanda y de la Isla de Man es aun mayor y en Escocia, que fue una entidad nacional que siempre estuvo poblada por dos etnias, veremos que de los 354.000 escoceses que en siglo pasado hablaban aun su lengua céltica, en 1951 tan sólo quedaban 94,000 y en la actualidad son tan sólo unas 80.000 personas las que dominan la lengua céltica, las cuales, además, todas Elías son bilingües).
Estas desnacionalizaciones son debidas a la política aplicada por la burguesía. Ahora bien, tanto en Irlanda como en Gales, se considera que la lengua céltica corresponde al núcleo del alma popular y se hacen esfuerzos por salvarla. Así la protesta nacionalista del pueblo oprimido, que es muy diferente del nacionalismo del pueblo opresor, como veremos que Lenin distinguía, nace contra la alienación étnica.
Esta alienación ha avanzado mucho más en Occidente que en Europa Oriental o central, sin que los pueblos de Europa occidental hayan aún logrado establecer un régimen de justicia social y nacional. El Estado era más débil en Europa central y, por lo tanto, la opresión más fácil de derribar. No por ello el sentimiento nacional del pueblo oprimido ha desaparecido en los pueblos frustrados de Europa occidental. El despertar de las etnias oprimidas ha despertado de su letargo a más de un teórico dogmático del marxismo y de la burguesía que no querían ver las realidades objetivas.
De aquí que las mismas condiciones generales teóricas aplicadas a Europa occidental adquieran un giro especial. Por mas que en Europa occidental, al igual que en Europa central, hayamos de entender por «nación-etnia» «una comunidad históricamente constituida de lengua, territorio, formación psíquica que se revela por una comunidad de cultura».
En cambio, en el momento de plantearse el problema, vemos que, en esa comunidad humana históricamente constituida (si bien es verdad que la lengua constituye el factor primordial), justamente muchos miembros de la comunidad nacional han sido alienados de este factor decisivo. Es falso estar repitiendo, como se hace clásicamente por los teorizantes marxistas del problema de nacionalidades, el ejemplo de Irlanda como país de «lengua inglesa», para hablar luego de que, a pesar de ello, constituye una nacionalidad separada, a causa de la diferente formación psíquica.
(Starushenko dice:
«El hecho de que los irlandeses e ingleses que hablan el mismo idioma y residen en territorios vecinos que mantienen estrechas relaciones económicas, constituyan, a pesar de ello, dos naciones, se explica principalmente por la diferencia de formación psíquica»).
Una tal formulación está en desacuerdo con las realidades objetivas y por lo tanto en pugna con los principios de la Filosofía dialéctica. Aquí lo que pretende Starushenko, al igual que otros, es corregir la realidad, por medio de una cama de Procustes, para hacerla entrar dentro de una teoría que no es enteramente aplicable y, por lo tanto, es falsa en este punto, y tiene que ser corregida. Es falsa ya que la «formación psíquica» diferente se basa, cuando no exclusivamente, casi siempre preferentemente, en la diferencia de las lenguas nacionales. Además es falsa, por el hecho de que, si bien es verdad que la mayor parte de los irlandeses hablan inglés, nadie considera que el inglés es (o puede ser) la lengua nacional de Irlanda. Y es falsa, porque en la lucha de liberación nacional irlandesa, la defensa de la propia lengua ha jugado un gran papel. En 1830 aun hablaban la mayoría de, los irlandeses su lengua (es decir la céltica y no la inglesa). Fue a causa de las persecuciones y del hambre que fue perdiendo su importancia. La Liga Gaélica, fundada en 1893 y cuyo presidente fue el Dr. Douglas Hyde, hizo grandes esfuerzos por la enseñanza del gaélico en todo el país. Y fueron los partidarios de la restauración de la lengua irlandesa justamente la fuerza propulsora del movimiento nacionalista libertador.
La existencia de la propia lengua es la que determina la personalidad en la formación psíquica, aun cuando esta lengua haya sido menguada. Pero es de tal importancia que este factor exista, que, sin él, faltaría el criterio discriminante.
Hasta aquí la definición occidental no difiere fundamentalmente de las de Europa central. Pero al dar un paso adelante, vernos que en Europa occidental se considera que la existencia de los factores étnicos objetivos es la causa de la dinámica nacional que engendra en los miembros de la etnia la conciencia nacional. De la conciencia del particularismo étnico surge el amor a la propia idiosincrasia y la voluntad de proteger las propias características nacionales y de cultivarlas.
Mientras Starushenko ve en el paso del concepto de nacionalidad (etnia) al de nación una simple consideración de orden económico, los europeos occidentales ven en ello: voluntad. Es falso querer atribuir a la posición de Europa occidental el carácter de «idealista» por el hecho de tener conciencia nacional que está determinada por la voluntad nacional. Quien así ésta juzga cae en un grave error, que consiste en rebajar el materialismo dialéctico a un materialismo vulgar. Esta descalificación desgraciadamente ha tenido lugar, con harta frecuencia, entre «filósofos» soviéticos.
Tampoco, se podrá objetar contra la voluntad nacional-étnica el que se haya hecho abuso por parte de los opresores y de las etnias desnacionalizadoras de la famosa voluntad de vivir unidos, por medio de la que se quería justificar las anexiones de pueblos oprimidos a quienes se los drogaba en la escuela. Esa voluntad de vivir unidos tiene que partir de una base étnica real propia. Es decir que la base tiene que ser objetiva. La voluntad de vivir unidos empleada por los anexionistas burgueses solo se funda en el derecho de conquista y en la alienación. De donde resulta que mayormente ni existe, pretendiéndose obtenerla por la alienación nacional de los anexionados. En cambio, la forma materialista del planteamiento del problema nacional de Europa occidental da una base sociológica más íntima y profunda a este problema.
Por una parte tenemos el hecho objetivo de la existencia material de la etnia. Esto se determina científicamente, en base a factores étnicos. Pero, por otra parte, tenemos el hecho de que, existiendo objetivamente las etnias, éstas se trasforman en naciones tan pronto como existe la conciencia nacional, la voluntad nacional. De acuerdo con la concepción materialista de la conciencia individual, podernos aplicar, por extensión, esta noción a un grupo humano organizado. O. Yajot, al tratar de la conciencia, nos dice que
«La conciencia no existe ni puede existir sin la materia» (O. Yajot, «Qué es el materialismo dialéctico», pág. 70).
Al tratar de la conciencia, comprobará, que, a pesar de ser un producto de la materia, no obstante no toda materia tiene conciencia, para acabar en este punto con la formulación siguiente:
«La conciencia no es producto de cualquier materia, sino de la materia altamente organizada: es producto de la actividad del cerebro. La conciencia es una función del cerebro. No puede existir sin el cerebro que es su portador material». (O. Yajot, «Qué es el materialismo dialéctico», pág. 72).
De igual forma la conciencia nacional es un producto de una sociedad organizada. Las etnias que viven en estado tribal no pueden tener conciencia nacional. Así, de igual forma que la conciencia individual es una función del cerebro, la conciencia nacional tiene que ser una función de una etnia, realmente organizada y no puede existir sin ese portador que tiene que ser una etnia. Esta voluntad nacional y esa conciencia nacional, raramente, dejan de aparecer cuando una etnia ha adquirido personalidad y se ha organizado. Evidentemente que hay etnias que, con menos características, ofrecen mayor voluntad y conciencia nacionales que otras y que, por otra parte, se llegue al caso de que existan etnias sin orgullo nacional, que menospreciando su propia personalidad, deseen ser absorbidas. Esta alienación, esta voluntad de suicidio nacional, casi siempre viene como consecuencia de una política de genocidio practicada por el Estado opresor. Así se ve que los lapones pretenden integrarse en los pueblos noruego o finlandés o que hay descendientes de flamencos (o incluso pequeñas regiones flamencas, como la de los Furones y Enghien) que se proclaman francesas, o que en Navarra, debido a la propaganda anti-vasca por parte de los españoles, haya habido navarros que se declararen «no ser vascos, sino únicamente navarros», lo cual es tan absurdo como que un guipuzcoano se declarase «no ser vasco, sino únicamente guipuzcoano». Estas degeneraciones, estas ansias de suicidio son efectos de la propaganda genocida por parte del Estado opresor.
En cambio, el hecho de que, una vez establecida la existencia objetiva de la etnia, se considere miembro de la misma nación-etnia a quien tenga conciencia nacional, hace ya pasar al problema étnico —que fácilmente por determinación materialista vulgar pudiera caer en un racismo— a un status superior. Así una comunidad fundada sobre el origen racial común pasará en adelante a ser una comunidad cultural.
Juega un importante papel en ese paso, la asimilación de elementos extraños. En cierto sentido son estos elementos asimilados los que dan una superior categoría a la etnia. La integración de los elementos extraños se da históricamente de una forma natural, de suerte que la primitiva comunidad casi absolutamente racial desaparece. En su desarrollo histórico no se podrá hablar luego de una «unidad de origen», sino que las etnias no ofrecerán ya otra cosa que una «preponderancia» de ciertos elementos, o incluso sólo combinaciones raciales características.
Por sus factores de origen racial las etnias europeas no tienen ya un absoluto discriminante. En los pueblos europeos se hallan representados miembros de todas las razas blancas. Ahora bien, también en este punto, un investigador que sigue el método dialéctico, deberá abstenerse de tomar criterios «metafísicos». La posición de decir que lo que no es blanco tiene que ser negro es características de una mentalidad metafísica, mientras que la mentalidad dialéctica sabe que una cosa puede ser al mismo tiempo ella y dejar de serlo.
En lo referente a este factor tenemos pues que concluir, que si bien la raza no es una factor discriminante de la etnia, sí que es un factor constitutivo.
Este mismo criterio empleamos con la lengua. La existencia del factor de la lengua propia es el más importante de la etnia, pero puede haber individuos que ignoren la lengua nacional, a quienes por ello no se les puede negar su condición de miembros de esta o aquella etnia.. Lo que en tales casos pasa —y lógicamente tiene que pasar— es que el individuo que se considera miembro de una etnia, cupé idioma ignora (porque en su juventud no le fue enseñado), aprenda la lengua de su patria. justamente estos individuos suelen ser aquellos que con más ahínco defienden luego la lengua nacional. Quisiera en este respecto recordar el caso de los poetas húngaros Eötvös y Szechenyi que aprendieron la lengua magyar de mayores. En aquella época la aristocracia húngara hablaba en alemán. También el promotor del renacimiento checo, Palacky, hablaba normalmente en alemán y nunca llegó a hablar la lengua checa sin acento. En el caso de los vascos tenemos a Sabino de Arana Goiri que, aunque hijo de euskaldunes, ignoraba la lengua vasca, pero que la aprendió y luchó por ella, aunque nunca llegó a dominarla.
Esta distinción teórica tiene en el caso vasco una importancia primordial, resultando de ella que los individuos arraigados en la tierra poblada por los vascos, no han de ser por su origen forzosamente hijos de las primitivas tribus euskaldunas. Pero tan pronto como se consideren ligados al tronco vasco, deberán hacer suya la lengua de la etnia a que se dicen pertenecer, como condición ineludible de su conciencia nacional. El planteamiento racista de los sabinianos eliminaba esta absorción de pleno derecho.
Por otra parte, empero, como los factores «originarios» de los que se desarrolla la etnia para convertirse en nación, no están en todas las partes -representados con igual fuerza, siempre podrá darse una dualidad étnica, de individuos que por su origen puedan ser considerados de igual forma pertenecer a una etnia u otra.
Esta dualidad de pertenencia étnica puede darse, incluso, en lo referente a comarcas enteras, en las que estén presentes algunos factores étnicos, pero no todos, en que falten algunos de los más importantes. En esto caso se hallan regiones como Rioja, Alto Ebro, Huesca, Bearne y Gascuña, en las que evidentemente existen factores étnicos vascos, especialmente de origen básico, pero que, lingüísticamente, ya no son vascas. En estas regiones se ha dado en muchos casos «voluntad nacional vasca». Esto que nace de una unidad profundamente sentida, a pesar de la política alienatoria del Estado opresor, es algo muy diferente de lo que cacarean los miembros de las castas opresoras.
SEGUNDA PARTE. El derecho autodeterminación
Las obras ideológicas de Lenin (1) son el arma más potente con que pueden contar los pueblos oprimidos por el colonialismo, el capitalismo y todos los sistemas de explotación, con el fin de derrocar la injusticia que vienen sufriendo desde siglos.
La aplicación de los principios leninistas permitiría el establecimiento de un sistema justo en las relaciones entre los pueblos. Recordemos que Lenin no establece dos normas, una para Rusia y otra para los demás, como suele pasar con esos burgueses que comprenden tan bien los problemas nacionales del vecino... pero ¿los propios? ¡De eso nada! .Y en esto no son diferentes los burgueses de los socialistas aburguesados.‑
«Ayer —escribe Marx el 20 de junio de 1866— hubo en cl Consejo de la Internacional un debate sobre la guerra actual... Como era de esperar: la discusión giró en torno al problema de las "nacionalidades" y a nuestra actitud ante él... Los representantes de la "joven Francia" (no obreros) defendieron. el punto de vista de que toda nacionalidad y la nación misma son perjuicios anticuados. Stirnenismo proudhoniano... Todo el mundo debe esperar a que los franceses maduren para realizar la revolución social... Los ingleses se rieron mucho cuando yo comencé mi discurso diciendo que nuestro amigo Lafargue y otros, que han suprimido las nacionalidades, nos hablaban en francés, es decir, en una lengua incomprensible para las 9/10 partes de la reunión. Luego di a entender que Lafargue, sin darse el mismo cuenta de ello, entendía por negación de las nacionalidades, al parecer, su absorción por la ejemplar nación francesa» (Obras Completas, tomo XX, pág. 430).
Esto que ya decía Marx y que Lenin lo repite, cuántas veces no hemos podido observarlo nosotros, los socialistas vascos, tratando con españoles o franceses. Ambas naciones se creen aún hoy en día la nación ejemplar y sobreentienden «internacionalismo» como absorción de los vascos, catalanes, bretones, etc., por España o por Francia. Su absurdo chovinismo es tal que se hace imposible el tratar con esos «socialistas» hispanistas o galos.
Comentado esto dirá Lenin:
«La posición de Marx en este problema está expresada con la mayor claridad en los siguientes fragmentos de sus cartas:
«He tratado de suscitar por todos los medios una manifestación de los obreros ingleses a favor del denianismo... Antes, yo consideraba imposible la separación de Irlanda de Inglaterra. Ahora la considero inevitable>». (Obras Completas, T. XX, p. 462).
Como se ve, Marx apoyaba al movimiento separatista irlandés, pues bien sabía que la opresión nacional es una de las formas mas patentes de la opresión social. Y nosotros como socialistas vascos, propugnamos abiertamente por la separación de Euskadi de España, y con esta tesis, no sólo somos bastante más internacionalistas que el P.S.O.E., sino que además estamos en la ortodoxa línea del socialismo marxista.
Comenta Lenin:
«Y Marx, al hacer aprobar en la Internacional una resolución de simpatía hacia la "nación irlandesa", hacia "el pueblo irlandés" (¡el inteligente L. V, haría seguramente trizar a Marx por haber olvidado la lucha de clases!) propugna la separación de Inglaterra». (Obras Completas, tomo XX, pág. 465).
Nihil novum sub soie dirá un socialista vasco, también los socialistas españoles, incluyendo entre ellos los socialistas imperialistas del P.S.O.E. en Euskadi, se hacen trizar cuando reclamamos para nuestro pueblo el mismo derecho, que ellos pretenden ser inalienable para España. Y, mutatis mutandis, lo mismo no pasa con la Euskadi sometida al imperialismo francés.
En su escrito sobre «La Revolución Socialista y el Derecho de las Naciones a la Autodeterminación» dice Lenin:
«El socialismo triunfante debe implantar necesariamente la democracia completa y, por consiguiente, no sólo hacer efectiva la plena igualdad de derechos de la naciones oprimidas, también convertir en realidad el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, es decir, el derecho de libre separación política. Los partidos socialistas que no demuestren con roda su actividad, tanto hoy como durante la revolución y después de triunfar ésta, que liberarán a las naciones oprimidas y establecerán con Elías relaciones basadas en la libre alianza — y las libre alianza no es más que una frase embustera sin la libertad de separación —, esos partidos cometerán una traición al socialismo». (Obras Completas. t.. XX, p. 1551.
Esto nos hace que aún hace poco había ingenuos nacionalistas vascos de tendencia mis o menos (mas bien menos que más) izquierdista, que pensaban que la sección vasca del partido socialista español iba ¡al fin! A convertirse en un partido socialista vasco autocéfalo. ¡Ingenuos! La socialdemocracia española es un tipo de imperialismo (¡y no mejor que otros!) en Euskadi.
Dice Lenin:
«El derecho de autodeterminación de las naciones significa exclusivamente el derecho a la independencia en el sentido político, á la libre separación poli-tica de la nación opresora. Concretamente, esta reivindicación de la democracia política significa la plena libertad de agitación en pro de la separación, y de que ésta sea decidida por medio de un referéndum de la nación que desea separarse». (Obras Completas, t. XXII, p. 158).
Quizá esto convendría recordárselo no sólo a los socialistas españoles, sino también a aquéllos que se reclaman de Lenin, quienes aún no han aprendido que Navarra forma parte de Euskadi... ¡y que no decir de la Rioja! Lenin en cambio reclamaba el derecho de agitación y propaganda para abrir los ojos del proletariado de los pueblos oprimidos. Ya que una de las características de la opresión suele ser la del embrutecimiento nacional..., en la que parte de los oprimidos ni se dan cuenta de la ignominia que el estado explotador lleva a cabo con ellos.
Como, sin el derecho a la separación, es una huera palabra el derecho que se reconoce en abstracto a los demás pueblos, añade Lenin:
«El proletariado de las naciones opresoras no puede limitarse a frases generales y estereotipadas, repetidas por cualquier burgués pacifista, contra las anexiones y en favor de la igualdad de derechos de las naciones a abstracto. El proletariado no puede guardar silencio acerca de la cuestión, particularmente "desagradable" para la burguesía imperialista, de las fronteras del Estado basado en la opresión nacional. El proletariado no puede dejar de luchar contra la retención violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado dado, y eso significa luchar por el derecho a la autodeterminación. El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por "su" nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y los de la nación opresora; quedará sin desenmascarar la hipocresía de los defensores reformistas y kautskistas de la autodeterminación, que no hablan de las naciones oprimidas por "su propia" nación y retenidas por la violencia en "su propio" Estado» (XXI, p. 160).
Aun hace poco nos dicen, creo de buena fe, que los obreros españoles en Euskadi comentaban que los socialistas vascos anteponían la liberación nacional y se unían a los "burgueses" vascos en su lucha, antes que a los proletarios españoles. No sé si clasificar de cándida o de mal intencionada una tal formulación... pues la culpa de ello no está en el lado vasco, sino evidentemente en el español. Para un pueblo nacionalmente oprimido, es imposible entrever otra posibilidad de liberación social que la que vaya unida a la liberación nacional. Y es obligación internacionalista del proletariado español el sostener una tal reclamación. Mientras el proletariado español haga causa común con la opresión española (o francesa) en Vasconia, la falta de política proletaria está en el lado español. En tales circunstancia es más progresista un burgués vasco (por muy reaccionario que pueda ser) que un proletario español... pues el ser imperialista (aunque no lo afirmen o lo reconozcan) es por parte del proletariado español la máxima burla del internacionalismo. Así que ya Marx mismo lo decía y Lenin lo comenta:
«Marx, teniendo en cuenta sobre todo los intereses de la lucha de clase del proletariado en los países avanzados, destacaba al primer plano el principio fundamental del internacionalismo y del socialismo: el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre». (XXII, p. 162).
Así que, si los españoles y franceses oprimen al pueblo vasco, su internacionalismo es una huera palabrería... y su pretensión chovinista no es mejor que la del reaccionario de la extrema derecha patriotera. Y esto vale tanto para el P.S.O.E., como para el P.C. Español, para los partidarios de Bakunin, como para la S.F.I.O. y el P.C. francés. Su internacionalismo no es más que un manto tras el que se oculta un descarado y desvergonzado españolismo anti-vasco. Nosotros, los nacionalistas vascos, somos lo verdaderos internacionalistas socialistas.
«Precisamente —dice Lenin— en el siglo XX se han desarrollado en ellos de modo singular los movimientos nacionales democrático-burgueses, y se ha exacerbado la lucha nacional. Las tareas del proletariado de esos países, tanto en la culminación de sus transformaciones democrático-burgueses como en la ayuda en la revolución socialista de otros Estados, no pueden ser cumplidas sin defender el derecho de las naciones a la autodeterminación. En ellos es singularmente difícil e importante la tarea de fundir la lucha de clase de los obreros de las naciones opresoras y de los obreros de las naciones oprimidas». (XXII, p. 164).
Leyendo a Marx y Lenin y, luego, viendo en la práctica la forma en que actúan en Francia y España aquellos que se dicen sus discípulos, se pregunta uno si los tales socialistas (?) y comunistas (?) en el jamás de los jamases abrieron un libro de Marx y de Lenin. Tal es la aberración social-imperialista que tenemos que sufrir los vascos de esos innobles discípulos de tan preclaros maestros no es de extrañar que el P.C. francés se haya convertido en una masa informe que sólo sepa danzar al son de la batuta extranjera; que el P.C. español jamás llegase a tener fuerza... y de las caricaturas de partidos socialistas que representan hoy el P.S.O.E. y la S.F.F.O. mas vale ni hablar, de tales lacayuelos de la burguesía.
Lenin ya dice de ellos:
«Por una parte, vemos a los lacayos bastante descarados de la burguesía que defienden las anexiones, alegando que el imperialismo y la concentración política son progresivos, y que niegan el derecho de autodeterminación, calificándolo de utópico, ilusorio, pequeñoburgués» (XXII. p. 165)
Y resulta que esos partidos modelos de naciones «modelos» como la francesa y la española, han heredado de la burguesía y del absolutismo todos los vicios patrioteros de los que no pueden desprenderse. Así también ellos son, al igual que sus burguesías y sus respectivas naciones, «ente modelos» que deben servir de ejemplo al mundo entero. El centralismo francés que nació bajo el absolutismo es contrario a todo pensamiento socialista, y pretender que el socialismo deba ser centralista a la francesa es una aberración chovinista. El centralismo francés, su jacobinismo, no son nada progresistas... son tan vanos y jactanciosos como la patriotería de sus generalitos y generalotes.
Estos partidos son, como una vez más, muy bien dice Lenin:
«Por igual oportunistas que prostituyen el marxismo, pues han perdido toda capacidad para comprender la importancia teórica y la esencia práctica de la táctica de Marx, explicada por él con el ejemplo de Irlanda». (XXII, p. 166).
Comentando Lenin las tesis sobre el desarme dice. dirigiéndose a Rosa Luxemburg:
«De ella se deduce asimismo la indiferencia, más estúpida todavía y claramente reaccionaria, ante los movimientos nacionales. Esa indiferencia, se convierte en chovinismo cuando los miembros de las "grandes" naciones europeas, declaran con aire de sabihondos: "¡No puede haber ya ninguna guerra nacional!". Las guerras nacionales contra las potencias imperialistas no sólo son posibles y probables sino también inevitables y progresivas, revolucionarias, aunque, claro está, para que tengan éxito es imprescindible aunar los esfuerzos de un inmenso número de habitantes de los países oprimidos... o que se dé una conjugación especialmente favorable de la situación internacional (por ejemplo, paralización de la intervención de las potencias imperialistas como consecuencia de su agotamiento, de su guerra, de su antagonismo, etc.), o la insurrección simultánea del proletariado de una de las grandes potencias contra la burguesía». (XXII, p. 335, 336).
Esto convendría una vez recordárselo a los socialoimperialistas de todos los matices de izquierda que se abrigan en partidos españoles y franceses. Su sabihondez pretenciosa habla de su falta de internacionalismo, de su espíritu lacayuno y rastrero ante la burguesía imperialista.
Lenin, con una lógica irreprochable, pone en claro el cinismo de las llamadas «grandes» naciones... o etnias opresoras. En muchos casos, esas etnias opresoras llamadas «grandes» naciones no suelen ser mayores que algunos de los pueblos por Elías oprimidos. Lenin pone el dedo en la Haga cuando trata del problema de la secesión de los pueblos minoritarios e insiste en que los socialistas han de combatir por que tal derecho les Sea concedido a los pueblos oprimidos. Sin el derecho de separación el derecho de autodeterminación es una hipocresía. Para alcanzar el derecho de secesión, dice Lenin que los pueblos oprimidos tienen razón en aplicar la guerra justa de liberación nacional.
«Surge una pregunta: ¿pueden los social-demócratas ser enemigos de la violencia en general? Está claro que no. Entonces, no estamos contra las anexiones porque representan una violencia. sino por alguna otra cosa. De la misma manera que los social. demócratas no pueden ser partidarios del status quo. Por muchas vueltas que se le dé, no podréis rehuir la conclusión: la anexión es una violación de la autodeterminación de las naciones, es la delimitación de las fronteras de un Estado en contra de la voluntad de la población». (XXII, p. 353).
No hay duda que en nuestro caso la inclusión de Vasconia en los límites del Estado español o del Estado francés es una tal violación, es evidentemente una violación del pueblo vasco, es un escarnio a la democracia, un insulto de los sagrados derechos de la humana criatura.
Sigue Lenin diciendo:
«Ser enemigo de las anexiones significa estar en favor del derecho de autodeterminación: Estar "contra la retención violenta de cualquier nación dentro de las fronteras de un Estado dado"... es lo mismo que estar en favor de la autodeterminación de las naciones». (XXII, p. 353).
Para que estas palabras no sean puro cinismo, corno nos pasa a nosotros en Vasconia con las izquierdas colonialistas, que en tanto que francesas o españolas son tan colonialistas y cínicas como los partidos anexionistas de derecha, añade Lenin:
«Si un partido socialista declara que está "contra la retención violenta de una nación oprimida dentro de las fronteras del Estado anexionista", ese partido se compromete, con ello, a renunciar a la retención violenta cuando llegue al poder». (XXII, p. 354). Muy poco tenemos los vascos que esperar de socialistas como Guy Mollet y otros belicistas, así como de partidos pseudo-socialistas y pseudo-comunistas, que aun proclamándose partidos de vanguardia tan sólo saben ir a remolque de los hechos. Nada más contrario al espíritu de vanguardia que sólo saber tornar posiciones cuando no queda otro remedio.
Los comunistas revisionistas españoles no se han tomado el trabajo de leer a Lenin... y han seguido a todo momento con su trayectoria chovinista de gran potencia, no sólo antes de la guerra del 36, sino aún después de la derrota. Así redujeron al llamado "Partido Comunista de Euskadi" a ser una simple sección del partido comunista de España, en el que el nombre de "Euskadi" no tiene otro sentido que el que podría tener el de "provincia de Córdoba". Todo ello es pues una posición anti-leninista, anti-internacionalista y francamente en pugna con los altos ideales que debe defender un partido del proletariado.
Aún hoy nos vienen con "autonomías" con tal de dar satisfacción a los sentimientos imperialistas de las castas burguesas españolas. En esto en nada se diferencian, de los fascistas. Parece que ignoran a Lenin, quien decía: «Una nación "autónoma" no tiene los mismos derechos que la nación "dominante"». (XXII, pág. 370).
Y los "comunistas" españoles nos quieren tener siempre bajo la bota de alguien, de la burguesía o del "proletariado", con tal de que sea español. Y nosotros decirnos a una conducta tan anti-marxista, rotundamente: NO. Para estar sometidos a la bota de otros NO. Ni aun de un supuesto Estado proletario, en el que el proletariado engañado seguiría a una casta con un chovinismo pequeño-burgués.
No queremos autonomía, no queremos estatuto: queremos independencia, y para ello necesitamos separarnos de Francia y de España. Que esto quede bien claro a los chovinistas que se esconden en los partidos "socialistas" y "comunistas" hispano y galos. Refiriéndose a Noruega decía Lenin:
«La Noruega autónoma, como parte de Suecia, gozaba, hasta 1905 de la más amplia autonomía, pero no tenía derechos iguales a Suecia. Sólo su libre separación reveló de hecho y demostró su igualdad de derechos (agreguemos, entre paréntesis, que fue precisamente esta libre separación la que creó las bases para un acercamiento más estrecho y más democrático, asentado en la igualdad de derechos). Mientras Noruega era únicamente autónoma, la aristocracia, sueca tenia un privilegio más, que con la separación no fue debilitado (la esencia del reformismo consiste en atenuar el mal, pero no en eliminarlo) sino eliminado por completo (lo que constituye el exponente principal del carácter revolucionario de un programa)». (XXII, pág. 370).
Esta opresión, esa incomprensión a las justas reclamaciones que sentimos los pueblos oprimidos por el imperialismo pseudo-proletario, además del burgués, no es que nos afecte a nosotros únicamente y que por ello protestemos. Lenin consideraba que era primordial la lucha en favor de los pueblos oprimidos.
«El centro de gravedad de la educación internacionalista de los obreros de los países opresores tiene que estar necesariamente en la prédica y en la defensa de la libertad de separación de los países oprimidos. De otra manera, no hay internacionalismo. Tenemos el derecho y el deber de tratar de imperialista y de canalla a todo social-demócrata de una nación opresora que no realice tal propaganda». (XXII, pág. 373).
Según estas claras palabras del gran Vladimir Ilyich Ulyanow, nosotros los vascos, no sólo tenemos el derecho de llamar canallas a los partidos social-demócratas... sino que debemos hacerlo.
Decía Lenin:
«Para ser socialdemócrata internacionalista hay que pensar no sólo en la propia nación, sino colocar por encima de ella los intereses de todas las naciones, la libertad y la igualdad de derechos de todas. "Teóricamente", todos están de acuerdo con estos principios; pero, en la práctica, revelan precisamente una indiferencia anexionista. Ahí está la raíz del mal». (XXII, pág. 373).
En una carta a Kautsky le dice:
«Las antipatías nacionales no desaparecerán tan pronto, el odio —completamente legítimo— de la nación oprimida a la nación opresora continuará existiendo durante cierto tiempo; sólo desaparecerá después de la victoria del socialismo y después de la implantación definitiva de relaciones plenamente democráticas entre las naciones». (XXII, pág. 380).
Así que si en el lado del proletariado vasco hay odio hacia la nación opresora, es decir España o Francia, odio que Lenin lo califica de completamente legítimo la culpa de ello no es de los vascos. La culpa está no sólo en las burguesías española y francesa —de éstas ¡qué se podrá esperar!— sino igualmente serán culpables esos partidos revisionistas que proclamándose "comunistas" hacen burla de los principios básicos del marxismo-leninismo.
¿Que somos separatistas? Sí, queremos un derecho que nos es natural... no somos anti-nadie pero somos vascos. No queremos ser explotados, ni explotar a nadie. Es de un cinismo desvergonzado insinuar, como lo hacen los socialistas y los revisionistas, que con la proclamación del derecho de autodeterminación y separación, que es un derecho natural de todo grupo humano, estarnos haciendo política "racista" o "segregacionista"... quienes segregan a los obreros españoles inmigrados en Euskadi... son aquellos que no les enseñan a estos inmigrantes, hijos de una nación opresora... cuáles son sus obligaciones internacionalistas, cuáles son los derechos naturales de un pueblo oprimido... y que ellos deben respetar. Quien no hace tal propaganda entre los obreros de las naciones opresoras, especialmente cuando estos obreros se desplazan a vivir entre las naciones oprimidas, quienes por omisión de tal obligación internacionalista están efectuado objetivamente una política imperialista son los partidos de "vanguardia". ¿Qué otra mentalidad podrían traer estos obreros inmigrados que la que les dieron en las escuelas burguesas? Si la burguesía es imperialista, anti-vasca, partidaria del genocidio ¿qué ideas puede tener el proletariado que las de su burguesía, si no hay un partido de vanguardia que les eduque? Es que no sigue teniendo valor la frase de Marx y Engels de que "las ideas dominantes de una época han sido siempre las ideas de la clase dominante"? Mientras un partido de vanguardia no cumpla con su deber, que en esta caso consiste en educar a los obreros, hijos de la nación opresora, los obreros que están alienados, son objetivamente considerados, brazos ejecutores de los designios del imperialismo. Esto lo hemos podido observar en Argelia, donde obreros, trabajadores con ideas justas en otros campos de la cultura, hicieron causa común con los imperialistas franceses oponiéndose a las justas reclamaciones del pueblo argelino.
Tiene razón Mao Tse-tung al decir que la fuerza revolucionaria ha pasado a los pueblos oprimidos por el imperialismo.
Lenin escribía refiriéndose a la insurrección irlandesa de 1916:
«Los puntos de vista de los enemigos de la auto-determinación llevan a la conclusión de que se ha agotado la vitalidad de las naciones pequeñas oprimidas por el imperialismo, de que no pueden desempeñar ningún papel contra el imperialismo, de que el apoyo a sus aspiraciones puramente nacionales no conducirá a nada, etc. La experiencia de la guerra 1914-16 regata de hecho semejantes conclusiones». (XXII, pág. 381).
Porque en Vasconia es todo un pueblo el que protesta contra el colonialismo de España y de Francia son posibles esas manifestaciones de masas, que hasta hoy no ha sido capaz de organizar ningún partido en España. Pero esto no es nada nuevo, ya Lenin lo sabía:
«La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que una explosión de la lucha de masas de todos y cada uno de los oprimidos y descontentos.
En ella participarán inevitablemente partes de la pequeña burguesía y de los obreros atrasados —sin esta participación no es posible una lucha de masas, no es posibles ninguna revolución — que aportarán al movimiento, también de modo inevitable, sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y sus errores. Pero objetivamente atacarán al capital». (XXII, pág. 384).
Y sigue Lenin:
«La lucha de la naciones oprimidas en Europa (y es el mismo Lenin quien lo subraya, N.B. de F.S.) capaz de llegar a insurrecciones y batallas de calle, de quebrantar la férrea disciplina de las tropas y el estado de sitio, esta lucha "exacerbará la crisis revolucionaria en Europa" con una fuerza incomparablemente mayor que una insurrección mucho más desarrollada en una colonia lejana. El golpe asestado a la burguesía imperialista por la insurrección en Irlanda tiene una importancia política cien veces mayor que otro golpe de igual fuerza en Asia o en África. (XXII, pág. 384).
Pero los chovinistas de las naciones occidentales opresoras siempre parlotean de sus pueblos opresores y de sus proletariados, aunque ellos mismos no han sido, hasta ahora, capaz de hacer la revolución socialista. Así que seguimos copiando a Lenin:
«La dialéctica de la Historia es tal, que las pequeñas naciones, importantes como factor independiente en la lucha contra el imperialismo, desempeñan su papel como uno de los fermentos, como uno de los bacilos que ayudan a que entre en escena la verdadera fuerza contra el imperialismo: el proletariado socialista». (XX, pág. 385).
No se deberá creer que Lenin predicaba únicamente para los demás y se olvidaba de Rusia. Así son varios los lugares donde reclama el derecho de autodeterminación para Finlandia, Polonia, Ucrania, etc.
«Si Finlandia, Polonia, o Ucrania se separan de Rusia, no hay ningún mal en ello. ¿Qué mal puede haber? Quien lo afirme es un chovinista.
¡No pueblo ruso, no te atrevas a avasallar a Finlandia: el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre!». (XXIV, pág. 27).
En un informe presentado al VII Congreso del P.C. bolchevique de Rusia dice:
«Cuando el camarada Bukharin decía: "Se puede reconocer este derecho a algunos", anoté que en su lista figuraban los hotentotes, los bosquimanos y los hindúes. Oyendo esta enumeración pensaba ¿cómo ha podido el camarada Bukharin olvidarse de una pequeñez, de los bashkires? En Rusia no existen bosquimanos, tampoco he oído que los hotentotes hayan pretendido una república autónoma, pero tenemos bashkires, kirguizes y toda una serie de otros pueblos a quienes no podemos negarles este reconcomiento. No podemos negárselo a ninguno de los pueblos que viven dentro de las fronteras del antiguo imperio ruso». (Obras Selectas, tomo III, pág. 199). .
Y así plantea la cuestión Lenin en su justos términos. Se opone a toda una serie de pseudo-revolucionarios imperialistas, que bajo el manto del comunismo querían —y lamentablemente aún hay muchos en Europa occidental que siguen queriendo— practicar un descarado colonialismo contra las etnias oprimidas dentro de los Estados actuales.
Estos falsos revolucionarios siempre trastocan los términos, se oponen a la autodeterminación de los pueblos oprimidos, diciendo que ellos ignoran las «patrias» (aunque de hecho no ignoren la propia si es imperialista) y que sólo luchan por la autodeterminación de la clase obrera. Por ello Lenin se oponía a tales embarulladores. Nada de autodeterminaciones de la clase obrera; lo cual es falso y es únicamente una manera «aparentemente revolucionaria» de querer hablar, cuando lo que en realidad lo que se está pretendiendo es eludir el problema, y lo que se pretende es proseguir con la política imperialista y colonialista de la burguesía explotadora. Por eso Lenin dice:
«Nuestro programa no debe hablar de autodeterminación de los trabajadores, porque es inexacto. Debe decir las cosas como son. Y por cuanto las naciones se encuentran en diferentes etapas del camino que va del régimen medieval a la democracia burguesa y de la democracia burguesa a la proletaria, esta tesis de nuestro programa es absolutamente exacta. En este camino hemos tenido muchos zig-zags. Cada nación debe obtener 'el derecho a la autodeterminación, y esto contribuye a la autodeterminación de los trabajadores». (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
No es la primera vez que los vascos estarnos proclamando que la liberación social de nuestra clase obrera sólo se puede efectuar en consecuencia y en función de la liberación nacional del pueblo vasco. Sin liberación nacional, no hay liberación social posible, como muy bien dice Lenin; per como quieren negarlo los epígonos de los partidos comunistas de España y Francia, que en su ofuscación chovinista hacen una política que en nada se diferencia de la del imperialismo burgués. Son tan opresores de las etnias sometidas al colonialismo en Europa, como puedan serlo los expoliadores burgueses.
Por ello Lenin ponía en claro:
«Sin dijéramos que no reconocemos ninguna nación finlandesa, sino únicamente a las masas trabajadoras, diríamos el mayor de los absurdos. No se puede dejar de reconocer lo que existe: la realidad se impone por sí misma. El deslindamiento de los campos entre el proletariado y la burguesía, sigue vías peculiares en los distintos países. En este camino tenemos que actuar con la máxima prudencia. En especial en relación a las diferentes naciones, porque nada peor que la desconfianza de una nación». (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
De la desconfianza que todo partido cuyo mando superior esté en Madrid tenemos los vascos, nunca se han preocupado nuestros «vanguardistas». Como el deslindamiento entre el proletariado y la burguesía es en cada país diferente, el querer imponernos a los vascos un tipo de socialismo español o francés, es, a todas luces, un ejemplo de imperialismo. Lenin era consecuente en su pensamiento, sin pararse en querer llamar país» el Estado, como pretenden hoy algunos comunistas jacobinos de Occidente. Lenin no consideraba que todo territorio que estuvo dentro de los límites del impero zarista era un mismo país.
«En las Repúblicas del Cáucaso, a diferencia de la RSFSR, es posible y necesaria una transición más lenta, más cautelosa, más sistemática hacia el socialismo. Esto esa lo que hay que comprender y saber aplicar a diferencia de nuestra táctica.
Nosotros hubimos de abrir la primera brecha la muralla del capitalismo mundial. Esta brecha esta abierta. Hemos defendido nuestra existencia en una guerra furiosa, sobrehumana, ardua y difícil, en una guerra cruentísima contra los blancos, los socialrevolucionarios y los mencheviques, apoyados por toda la Entente, por el bloqueo de ésta y por su ayuda militar...
No debéis copiar nuestra táctica, sino analizar por cuenta propia las causas de su peculiaridad, las condiciones y los resultados de esta táctica, aplicando en las condiciones locales no la letra, sino el espíritu, el sentido, las lecciones que brinda la experiencia del período 1917/1921. En el terreno económico, debéis apoyaros inmediatamente en el intercambio con el mundo capitalista, sin regatear: no importa que grandes cantidades de minerales muy valido vayan a parar a sus manos». (XXXII, pág. 297).
Este problema, el de la Justicia y del respeto que deben observar las naciones opresoras que se dicen socialistas con respecto de las naciones oprimidas le preocupó hondamente a Wladimir I. Ulyanow. Tanto que aun durante el tiempo de convalecencia durante la enfermedad que le iba a llevar prematuramente a la tumba, redactó una serie de notas en las que se quejaba contra muchos errores, muchos claros ejemplo de chovinismo gran ruso que por parte de los dirigentes comunistas de su tiempo, entre sus propios compañeros, se estaban infiltrando. En la euforia revolucionaria de la lucha contra el imperialismo, en la época de la inmediata victoria, se hacía patente de nuevo una llama de chovinismo centralista que no respetaba los derechos de los pueblos oprimidos, por lo que los mejores hijos de estos pueblos hubieron combatido al lado de las fuerzas revolucionarias bolcheviques. Lenin, quien con una atención cada vez más fija contemplaba esta degeneraciones, quiso aun en los último días de su vida, redactar notas para que el mal que estaba infiltrándose en las líneas de los propios comunistas fuese eliminado.
En este sentido pudiéramos decir que estas notas de Lenin están escritas con su propia sangre, son como un testamento del gran revolucionario. Para combatir contra esos males no dudó en acortar su vida, quitándote el reposo que necesitaba. Los chovinistas, bajo el manto del comunismo, que estaban en torno del gran jefe de la Revolución, no comprendían el gran valor humano que representaba este trabajo, arrancado por Lenin a su propia vida.
Así que creemos que merecen citarse esta páginas testamentales en su integridad.
«ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES o DE LA CUESTION DE LA "AUTONOMIA".
Me parece que he incurrido en una grave culpa ante los obreros de Rusia por no haber intervenido con la suficiente energía y dureza en el famoso problema de la autonomía, como oficialmente se denomina, creo, el problema de la unión de las repúblicas socialistas soviéticas.
Este verano, cuando surgió el problema, yo me encontraba enfermo, y luego en el otoño, confié demasiado en mi restablecimiento y en los "Plenos" de octubre y diciembre me iban a brindar la oportunidad de intervenir en el problema. Pero no pude asistir ni al "Pleno" de octubre, ni al de diciembre, por lo que no he llegado a tocarlo en absoluto. He podido sólo conversar con el camarada Dzerzhinski, que ha vuelto del Cáucaso y me ha contado cómo se halla este problema en Georgia. También he podido cambiar un par de palabras con el camarada Zinoview y expresarle mis temores al particular. Lo que me ha dicho el camarada Dzerzhinski, que presidía la comisión enviada por el Comité Central para "investigar" el incidente de Georgia, no ha podido menos que dejarme con los temores más grandes. Si las cosas se pusieron de tal modo que Ordzhonikidze pudo llegar el. empleo de la violencia física, según me ha manifestado el camarada Dzerzhinski, podemos imaginarnos en qué charca barrizal hemos caído. Al parecer, todo este asunto de la "autonomía" era falso de raíz e intempestivo. Se dice que era necesaria la unidad del aparato. ¿De dónde han partido esas afirmaciones? ¿No habrá sido de ese mismo aparato ruso que, como indicaba ya en uno de los números anteriores de mi diario, hemos tomado del zarismo, habiéndonos limitado a untarlo ligeramente con los óleos soviéticos? Es. indudable que se debería demorar la aplicación de esta medida hasta que pudiéramos decir que respondemos de nuestro aparato como algo propio. Por ahora, en conciencia, debernos decir lo contrario, que nosotros llamamos nuestro a un aparato que en realidad nos es aún ajeno por completo y constituye una mezcolanza burguesa y zarista que no ha habido posibilidad alguna de superar en cinco años, sin ayuda de otros países, y en muchos momentos en que predominaban las "ocupaciones" militares y de lucha contra el hambre.
En estas condiciones es muy natural que la "libertad de separarse de la unión", con la que nosotros nos justificamos, sea un papel mojado incapaz de defender a los pueblos alógenos de Rusia de la invasión del "ruso genuino", del gran ruso chovinista, en el fondo un hombre miserable y dado a la violencia como es el típico burócrata ruso. Es indudable que el insignificante porcentaje de obreros soviéticos y sovietizados se hundiría en ese mar de inmundicia chovinista rusa corno la mosca en la leche.
En defensa de esta medida se dice que han sido separados los Comisariados del Pueblo cuya actividad está directamente relacionada con la psicología de las nacionalidades, con la instrucción de las nacionalidades. Pero a este respecto nos viene una pregunta, la de si es posible separar estos Comisariados por completo, y una segunda pregunta, la de si hemos tomado medidas con la suficiente solicitud para proteger de veras a los no-rusos del esbirro, genuinamente ruso. Yo creo que no las hemos tomado, aunque pudimos y debimos hacerlo.
Yo creo que en este asunto han ejercido una in-fluencia fatal las prisas y los afanes administrativos de Stalin, así como su saña contra el famoso "social-nacionalismo". De ordinario la saña siempre ejerce en política un papel desastroso
Temo igualmente que el camarada Dzerzhisnki, que ha ido al Cáucaso a investigar el asunto de los "delitos" de esos "socialnacionalistas", se haya distinguido en este caso también solamente por sus tendencias puramente rusas (sabido es que los no rusos rusificados siempre exageran en sus tendencias y manías puramente rusas) y que la imparcialidad de la comisión se caracterice suficientemente por el "guantazo" de Ordzhonikidze. Creo que ninguna provocación, incluso, ninguna ofensa, puede justificar ese guantazo ruso, y que el camarada Dzerzhinski es irremediablemente culpable por haber reaccionado ante ello con excesiva ligereza.
Para todos los demás ciudadanos del Caúcaso, Ordzhonikidze representaba la autoridad. Ordzhonikidze no tenía derecho a dejarse llevar por la irritación a la que él y Dzerzhinski se remiten. Al contrario, Ordzhonikidze estaba obligado a comportarse con un comedimiento que no se puede pedir a ningún ciudadano ordinario, tanto más si éste es acusado de un delito "político". Y la realidad es que los socialnacionalistas eran ciudadanos acusados de un delito político, y todo el ambiente en que se produjo esta acusación no podía calificarlo de otra forma.
A este respecto se plantea el importante problema de principio: cómo comprender el internacionalismo.
En mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que el planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de la nación pequeña:
Con relación al segundo nacionalismo, nosotros los integrantes de una nación grande, casi siempre somos culpables, como lo demuestra la experiencia histórica, de infinitos actos de violencia; e incluso más todavía: sin darnos cuenta, cometemos infinito número de actos de violencia y de ofensas. No tengo más que evocar los recuerdos de mi estancia en las regiones del Volga para poder mostrar con qué menosprecio se trata a los alógenos, que la única manera de llamar a los polacos es "poliachishka", que para burlarse de los tártaros siempre se les llama "principes", al ucraniano se le llama "khokhol" y al georgiano y demás naturales del Cáucaso los llaman "hombres del Cáucaso".
Por eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de la llamada nación "grande" (aunque sólo sea grande por sus violencias, sólo sea grande como lo esa un esbirro), no debe consistir solamente en respetar la igualdad formal entre las naciones, sino también en observar una desigualdad que, de parte de la nación opresora, de la grande nación, compense la desigualdad que prácticamente se produce en la vida. Quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la posición verdaderamente proletaria ente el problema nacional; en d fondo sigue manteniendo el punto de vista pequeñoburgués, y por ello no puede menos de deslizarse a cada instante al punto de vista burgués.
¿Qué es importante para el proletariado? Para el proletariado es no sólo importante, sino una necesidad esencial, asegurarse, en la lucha proletaria, la máxima confianza de los componentes de otras nacionalidades. ¿Qué hace falta para eso? Para eso hace falta algo más que una igualdad formal. Para eso hace falta compensar de una manera o de otra, con su trato o con su concesiones a las otras nacionalidades, la desconfianza, el recelo, las ofensas que en el pasado histórico les produjo el gobierno de la nación opresora.
Creo que no hacen falta más explicaciones ni entrar en más destalles tratándose de bolcheviques, de comunistas. Yo creo que en este caso, con relación a la nación georgiana, tenemos un típico ejemplo de cómo la actitud verdaderamente proletaria exige de nuestra parte extrema cautela, delicadeza y transigencia. El georgiano que desdeña este aspecto del problema, que lanza desdeñosamente acusaciones de "socialnacionalismo" (cuando el mismo es no sólo un "socialnacional" auténtico y verdadero, sino un brutal esbirro ruso), ese georgiano lastima, en esencia, los intereses de la solidaridad proletaria de dase, ya que para nada son tan sensibles los ofendidos componentes de una nacionalidad como par el sentimiento de igualdad y para el menoscabo de esa igualdad por sus camaradas proletarios, aunque lo hagan por negligencia o en son de broma. Por eso, en este caso, es preferible exagerar en cuanto a las concesiones y a la suavidad para con las minorías nacionales que pecar por defecto. Por eso, en este caso, el interés vital de la solidaridad proletaria, por consiguiente de la lucha proletaria de clase, requiere que jamás miremos formalmente el problema nacional, sino que siempre tomemos en consideración la diferencia obligatoria en la actitud del proletariado de la nación oprimida (o pequeña) hacia la nación opresora (o grande).
¿Qué medidas prácticas se deben tomar en esta situación?
Primero hay que mantener y fortalecer la unión de las repúblicas socialistas, sobre esto no puede haber duda. Lo necesitamos tanto nosotros mismos como lo necesita el proletariado comunista mundial para luchar contra la burguesía mundial y para defenderse de sus intrigas.
Segundo hay que mantener la unión de las repúblicas socialistas en cuanto al aparato diplomático, que, dicho sea de paso, es una excepción en _el conjunto de nuestro aparato estatal. No hemos dejado entrar en él ni a una sola persona de cierta influencia procedente del viejo aparato zarista. Todo él, considerando los cargos de cierta importancia, se compone de comunistas! Por eso, este aparato se ha ganado ya (podemos decirlo rotundamente) el título de aparato comunista probado, limpio, de los elementos del viejo aparato zarista, burgués y pequeñoburgués, en un grado incomparablemente mayor, que aquel a que nos vemos obligados a recurrir en los otros Comisariados del Pueblo.
Tercero, hay que castigar ejemplarmente al camarada Ordzhonikidze (digo esto con gran sentimiento. porque figuro personalmente entre sus amigos y trabajé con él en la emigración), y también terminar de examinar o examinar nuevamente todos los mate-riales de la comisión de Dzerzhinski, con objeto de corregir el cúmulo de errores y de juicios apasionados que indudablemente allí hay. La responsabilidad política de toda esta campaña de verdadero nacionalismo ruso debe hacerse recaer, claro, sobre. Stalin y Dzerzhinski.
Cuarto, hay que implantar las normas más severas acerca del empleo del idioma nacional en las repúblicas de otras nacionalidades que forman parte de nuestra unión, y comprobar su cumplimiento con particular celo. No hay duda de que, con el pretexto de unidad de servicio ferroviario, con el pretexto de unidad fiscal, etc., tal como ahora es nuestro aparato, se deslizará un sinnúmero de. abusos de carácter genuinamente ruso. Para combatir esos abusos se necesita un especial espíritu de inventiva, sin hablar ya de la particular sinceridad de quienes se encarguen de hacerlo. Hará falta un código detallado, que sólo podrán redactar con éxito personas de la nacionalidad en cuestión y que vivan en su república. A este respecto, de ninguna manera debemos afirmarnos de antemano en la idea de que, como resultado de todo este trabajo, no haya que volver arras en el siguiente Congreso de los Soviets, es decir, de que no haya que mantener la unión de las repúblicas socialistas soviéticas sólo en los aspectos militares y diplomático, y restablecer en todos los demás la autonomía completa de los distintos Comisariados del Pueblo.
Debe tenerse presente que el fraccionamiento de los Comisariados del Pueblo y la falta de concordancia de su labor con respecto a Moscú y a los otros centros pueden ser bastante paralizados por la autoridad del Partido, si ésta se emplea con la suficiente dosis de discreción e imparcialidad; el daño que pueda sufrir nuestro Estado por la falta de aparatos nacionales unificados con el aparato ruso es, incalculablemente, infinitamente menor que el daño que representa no sólo para nosotros, sino para toda la Internacional, para los cientos de millones de seres de Asia, que debe avanzar al primer plano de la historia en un próximo futuro, después de nosotros. Sería un oportunismo imperdonable si en vísperas de esta acción del Oriente, y al principio de su despertar, quebrantásemos nuestro prestigio en él, aunque sólo fuese con la más pequeña aspereza e injusticia con respecto a nuestras propias nacionalidades alógenas. Una cosa es la necesidad de agruparse contra los imperialistas de Occidente, que defienden el mundo capitalista. En este caso no puede haber dudas, y huelga decir que apruebo incondicionalmente estas medidas. Otra cosa es cuando nosotros mismos caemos, aunque sea en pequeñeces, en actitudes imperialistas hacia las nacionalidades oprimidas, quebrantado con ello por completo toda nuestra sinceridad de principios, toda la defensa que, con arreglo a los principios, hacemos de la lucha contra el imperialismo. Y el mañana de la historia universal será el día en que se despierten definitivamente los pueblos oprimidos por el imperialismo, que ya han abierto los ojos, y cuando empiece la larga y dura batalla por su emancipación».
31.XII.22
Tomado taquigráficamente por M.V.
(Obras Selectas. tomo III. pág. 889 a 895
Este escrito es seguramente lo último que dictó el gran jefe de la Revolución Rusa. Muestra, por una parte, corno le preocupaba a Lenin el desarrollo que tomaba esta cuestión, debido a una recrudescencia del chovinismo granruso en las propias filas de los comunistas, y, por otra parte, cómo esta misma cuestión ha sido tergiversada por los comunistas chovinistas de Occidente. Cuantos problemas trata Lenin, en este escrito, y contra los que quería prevenir, los hemos visto aparecer en Occidente y en la propia Unión Soviética después de la muerte de Lenin.
Lenin con razón veía con recelo ese «izquierdismo» de ciertos comunista alógenos que los lleva a ser traidores a su pueblo, so pretexto de internacionalismo... y llama a este pseudo-internacionalismo de los miembros de las etnias oprimidas, con su verdadero nombre. En el caso de Rusia se trataba de chovinismo ruso por parte de alógenos rusificados, como en el caso del Estado español hemos tenido ejemplos de chovinismo español por parte de los comunistas vascos españolizados.
También pone en claro Lenin que se debe tener mucho cuidado con esa conservación del aparato heredado del zarismo o de la burguesía. Así vemos que muchos creen que la administración centralizada del Estado burgués es en sí algo sagrado que debe ser mantenido por el régimen socialista.
Los hijos de las naciones opresoras tienen la maldita costumbre de condenar las justas reclamaciones de los pueblos oprimidos. Para ellos la única nación que tiene derechos dignos de ser respetados es la nación grande, la nación opresora. Lenin en cambio recuerda a los miembros de las" naciones grandes su deber internacionalista no sólo de respetar los derechos de los pueblos oprimidos, sino de compensar con una benévola tolerancia hasta los excesos.
Frente a esta justa posición de Lenin, ¡cómo destaca la posición chovinista del partido comunista (revisionista) español!. Este es más españolista que la propia falange. Resulta que en el Estado español, la nación dominante, está durante siglos practicando una política de genocidio, de embrutecimiento nacional de catalanes, gallegos y vascos, aplicando, como todo imperialista, el principio de «divide y vencerás»... y los «comunistas» españoles siguen con la misma táctica. Los imperialistas españoles dividen a Vasconia, no ya solamente las dos mitades en que una frontera sobre el Pirineo corta a Vasconia en dos partes, sino que aun a cada lado. Así al Sur de los Pirineos, históricamente dividían a Vasconia en «Reino de Navarra» y «Provincias Vascongadas», por no contar los territorios étnicamente vascos que fueron roídos a la unidad vasca. A los territorios de nacionalidad (etnia) catalana, los dividen en Principado de Cataluña, en Reino de Valencia y en Mallorca... y los comunistas, ignorando el principio de la nacionalidades, continúan con esa subdivisión imperialista hispana. Para ello evidentemente aducirán que en Valencia hay muchos que se dicen no-catalanes, olvidándose que este sentimiento anti-nacional de los propios nacionales es, únicamente, el producto de la política alienatoria, que desaparece con el primer despertar de los pueblos sojuzgados contra la alienación.
En el País Vasco, nos aducirán que «Navarra no votó el estatuto», como si el Estatuto ha sido el hecho que determinase la existencia de la nación vasca o su autodeterminación, cuando el llamado «estatuto vasco-navarro» estuvo viciado por componendas de la política reaccionaria. De la Rioja, que pidió ser incluida en tal estatuto... en cambio ¡ni palabra! Tampoco está delimitada la unidad nacional vasca por las fronteras de las provincias Vascongadas y Navarra, ya que muchos territorios limítrofes se consideran vascos. Pero de todo esto nada saben los social demócratas imperialistas, ni los revisionistas. Ellos son, ante todo, hijos de la nación opresora... o alógenos alienados, desnacionalizados, que se han pasado de cuerpo y alma a la nación opresora.
TERCERA PARTE. Los ideólogos del nacionalismo vasco
Se suele pretender erróneamente que el primer ideólogo del nacionalismo vasco ha sido Sabino de Arana Goiri. Nadie le quitará mérito al patriota abandotarra si constatamos que ha tenido precursores.
La idea nacional vasca en su forma moderna llega al País Vasco con el nacimiento de la burguesía. Anteriormente los pueblos tenían conciencia étnica, pero lo que modernamente se llama «conciencia nacional» nace con la Revolución Francesa. Así pues, también entre los vascos sólo se puede hablar de conciencia nacional, en este sentido, desde esta época. Quizá el primer hombre en quien florece la conciencia nacional en la forma moderna, sea el senador labortano Garat, quien propuso a Napoleón 1 la creación de un Estado vasco independiente que reuniese a todos los territorios de esta nacionalidad. Su proyecto no fue llevado a la práctica, aunque las fuerzas francesas, al cruzar el Bidasoa, reuniesen los territorios de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava en una entidad política dependiente de Francia. No obstante la idea de Garat tomará cuerpo en los escritos del escritor suletino Augustin Chaho.
AUGUSTIN CHAHO
Las guerras carlistas representan un nuevo paso en la configuración de la conciencia nacional vasca. En esta época la ideología del nacionalismo vasco encuentra un expositor en el escritor Augustín Chaho, quien publicó primeramente un librito titulado «Paroles d'un Bizkaïen aux libéraux de la Reine Christine». Chaho había nacido en la villa de Atharratze (en francés: Tardets) el 10 de octubre de 1811. De él dirá Eu. Goienetxea:
«Es hora de que se rinda justicia a Augustín Chaho, precursor del nacionalismo vasco. Hombre de izquierda, republicano e, incluso, socialista. Si tomó partido por los carlistas, no fue por espíritu tradicionalista, ni por superstición en la legitimidad —¿qué valía la legitimidad de los Borbones?— ni; por "catolicismo" de cortas vistas e interesado, tradicional resorte de "cruzadas" sangrientas en España —de las que la más innoble ha sido la de: 1936-1939— sino únicamente por patriotismo vasco»,
Pero es en su obra «Viaje en Navarra durante la Insurrección de los Vascos», donde Augustín Chaho expone un ideario completo de nacionalismo vasco progresista. Su posición, quizá, le parezca hoy a algún lector romántica y utópica, pero toda esta vestimenta de sus pensamientos es producto de la época. Merecerá, en cambio, destacar que los puntos de vista expresados por Augustín Chaho y sus opiniones científicas están, por lo general, más de acuerdo con las actuales concepciones que muchas de las ideas que medio siglo y un siglo más tarde, iban a defender Sabino de Arana y, muy especialmente, los post-sabinianos reaccionarios.
Tratando de la independencia vasca dirá: «Se trata de saber hasta qué punto los castellanos pueden obligar a los vascos sin herir el Derecho humano y la Justica a una unión vergonzosa, que acarrearía para los mismos la pérdida de la independencia nacional y de su libertad civil».
El punto de vista social defendido por Chaho aparece cuando compara la situación vasca con la opresión que sufría el pueblo español. Dice:
«Los vascos son todos iguales, todos libres de hecho en derecho... y entre vosotros (Nota de F.S., se refiere a los castellanos) el pueblo pobre se halla reducido a la situación de un ilota, no es más que un vil rebaño de individuos que no tienen nada de humanos».
Augustin Chaho canta el alto valor de la libertad, cuando en un diálogo con un viejo labortano expone:
«Señor labortano, nuestro país es una ruina viviente que los vizcaínos tienen ante sus ojos para anunciarles la suerte que les espera el día en que las instituciones opresivas hayan abolido en Cantabria la república secular de los hijos de Aitor. Todo pueblo que renuncia a su nombre es borrado de la Historia y sufre el destino de los vencidos. Aún medio siglo más, y los labriegos libres del Labort que se llamaban, con orgullo, señores y libres, cada cual en su casa, no serán más que aparceros y siervos de los hombres de la finanza que trabajan sórdidamente por la usurpación social, bajo el manto de la «justicia», más peligrosos que los antiguos bárbaros, cuyas hachas feudales fueron quebradas, en su día, contra nuestras rocas». (Voyage en Navarre», pág. 93).
El autor suletino sabía muy bien que el deseo de independencia y de unidad, de fraternidad entre los vascos era una realidad que les empujaba en la lucha de liberación nacional. Por ello todos los vascos de su época veían en Zumalakarregi el héroe nacional, independientemente de las ideas monárquicas que el caudillo vasco pudiera tener. Así para los vascos del Norte contaba esta fraternidad por encima de toda frontera trazada por los imperialismos a través de la patria.
«Si el Gobierno francés, interviniendo contra Zumalakarregi, declarara la guerra de exterminación de nuestra raza, tengo razón de creer que los vascos de Francia, en vez de marchar contra sus hermanos, no dudarían ni un momento en tomar una resolución dictada por los intereses de su gloria y libertad». («Voyage en Navarre», pág. 80).
Esta prueba del sentimiento de unidad nacional, bien sabía Chaho que los vascos la fundamentan en su comunidad lingüística. Ello lo comprobará Augustin Chaho, el sulentino, cuando se dirige a sus hermanos insurrectos tanto navarros como guipuzcoanos. El vascuence unía a aquellos navarros, guipuzcoanos, suletinos o labortanos. Así comprobará:
«El misterioso lazo de unión de la lengua nacional había sido suficiente para establecer entre nosotros desde el principio la. misma confianza y familiaridad que si nos hubiésemos conocido desde hace largas años». («Voyage en. Navarre», pág. 138).
El carlismo para aquellos insurrectos vascos era algo muy diferente que lo que hoy se presenta como carlismo por sus descendientes en Navarra. La causa del rey era muy secundaria para Zumalakarregi y sus generales. Zumalakarregi aparece en el libro de Chaho como el generalísimo de un Ejército vasco. Sus tropas enarbolan el pendón de Navarra.
El general Sagastibelíza le pide a Augustín Chaho que cuente la verdad a su vuelta a París, que exponga el auténtico espíritu de la causa vasca:
«La cuestión de conquista y unidad que ensangrienta los Pirineos Occidentales es grave. Fue planteada contra nosotros bajo el Gobierno precedente. El deseo de obligar a nuestras libres provincias a una fusión con Castilla, de robar a los vascos el privilegio de su independencia, dictó el testamento de Fernando, violador de la Constitución española. El rey moribundo preveía nuestra resistencia y, deseando evitar a la regente los conflictos y peligros de una guerra, resolvió preparar la ejecución .de su testamento, aboliendo los Fueros. Esta amenaza excitó, en las provincias vascas, una sorda fermentación, precursora de las sublevaciones populares. Diferentes diputaciones hicieron llegar al rey protestas respetuosas, pero enérgicas. Fernando como toda rts-puesta, hizo avanzar treinta mil hombres sobre el Ebro.
«...Mientras el ejército castellano avanzaba sobre las provincias vascas, la insurrección de julio estallaba en París. Bélgica y Polonia seguían el ejemplo de Francia. El Helvecio agitaba su bandera federal y, hasta en Oriente, los valientes pueblos montañeros respondían desde el Atlas hasta el Cáucaso con gritos de libertad. El momento no resultaba, pues, favorable para provocar a los vascos. El gobierno de Madrid retiró las tropas que tenía acantonadas a lo largo del Ebro. La cuestión quedó pendiente hasta la muerte de Fernando, de forma que la causa de la herencia legítima vino a complicarse en favor nuestro. La Ley Sálica, adoptada desde hace tiempo en España, priva a Cristina de todo medio de colorear su usurpación. El derecho de Carlos V no es atacable más que en un sentido democrático y revolucionario».(«Voyage en Navarre», pág. 183, 184, 185).
Esta manera de hablar del general navarro Sagastibeltza presenta muy de otra forma a los sublevados vascos que lo que hoy se pretende entender por carlismo, Por desgracia, lo que en aquel ambiente de la Santa Alianza le pudo parecer favorable a Sagastibeltza, resultó, en cambio, posteriormente ser pernicioso. Fue la vía por la que se iba a corromper en Navarra el fuerismo.
Mientras los navarros de aquella época, al igual que el resta de los vascos, no consideraban a! rey más que como un ejecutor de los que ordenaban soberanamente los Biltzarres (parlamentos o juntas) vascos, la causa monárquica iba a vencer posteriormente. Chaho cuenta que. las Juntas Soberanas de Navarra enviaban sus órdenes con una nota que decía: «La Nación ordena, el Rey ejecuta»
Aquella libertad de los vascos estaba salvaguardada por la propia constitución. La base de la libertad estaba dada por el armamento del pueblo. Refiriéndose a los vizcaínos escribirá Chaho:
«El vizcaíno goza de la libertad individual en toda su extensión del derecho social. Leyes sabias protegen la dignidad del hombre. Las armas y su caballo no pueden ser embragados bajo ningún pretexto. No puede ser encerrado jamás en prisión por deudas («Voyage en Navarre», pág. 390).
«Vizcaya es de todas las provincias éuskaras, aquélla en que las costumbres patriarcales menos alteraciones han sufrido». («Voyage en Navarre», pág. 385).
«En cualquier caso los vizcaínos, educados en los sentimientos de fraternidad republicana, no sabrían gustar del bienestar, si éste hubiere de ser exclusivista. No son sensibles al egoísmo». («Vovage en Navarre», pág. 387).
Chaho sabe además darse cuenta que la liberación ha de ser universal. Así constata que en Vasconia la mujer es, en derechos, igual al hombre:
«La mujer cántabra goza de una perfecta igualdad en el orden social. Recibe el título de etxekandere y puede ser heredera de la casa patriarcal». («Voyage en Navarre», pág. 384).
Chaho, como hombre de altos ideales humanitarios, al mismo tiempo que es un patriota vasco sabe respetar los sentimientos patrióticos de otros pueblos. Al comentar que los voluntarios carlistas llamaban beltzak (negros) a los cristinos dirá:
«Los navarros dan a los constitucionales el mote de negros, y comparan la revolución española con la sublevación de los negros: comprenden muy bien la emancipación de los castellanos, pero se niegan a asociarse a ella, y rechazan una comunidad social que traería para los montañeros, la pérdida de su independencia nacional y su libertad social». («Voyage en Navarre», pág. 144).
Esto que aquí relata Augustín Chaho, es una constante que perdura aún hoy. Justamente los elementos progresistas entre los nacionalistas vascos son quienes más altamente proclaman el derecho a la independencia nacional. Pero al mismo tiempo que proclaman su derecho de autodeterminación, su derecho y voluntad de vivir en un estado separado, son los elementos progresistas quienes más respeto y comprensión tienen por la lucha de liberación social de los pueblos vecinos. En cambio, lo contrario es igualmente verdadero. Los «estatutistas», los seguidores y contemporizadores del «Gobierno de Euskadi», quienes, mezclados en un Gobierno con socialistas, revisionistas, anti-vascos, con sus trapicheos y cambalaches de politiquería de baja estofa, aparentemente dan pruebas de tener buenas intenciones de vivir en una entente cordial con los pueblos españoles dentro de un mismo Estado, condenando extremismos, son en realidad quienes no respetan los derechos del pueblo español, ni tienen comprensión para la justa lucha de liberación social de los oprimidos en España.
Augustín Chaho ofrece en toda su concepción nacionalista puntos de vista más humanistas y científicos que los sabinianos que iban a seguirle. Para Chaho es; como para todo socialista, la base de la nacionalidad, la lengua. Así dirá refiriéndose a los vascos:
«Los vascos desde su establecimiento en los Pirineos nada tienen que no haya variado tan sólo su lengua divina y la libertad originaria de sus antepasados. La larga estancia en las montañas ha modificado fuertemente su ser físico». («Voyage en Navarre», pág. 268).
Contrariamente a las teorías racistas de los discípulos de Arana-Goiri, o incluso de los actuales seguidores,' de Acción Nacionalista Vasca, quienes todos intentan fundamentar su punto de vista nacional sobre misteriosas entelequias raciales, Augustín Chaho nos hablará de la influencia que ejerce en la criatura el medio ambiente y la cultura. Comentando la educación de los niños dirá:
«El niño recibe aún en la sociedad cántabra otras modificaciones que influencian su carácter. La consideración con que se rodea su debilidad, el derecho y la justicia que en él se respetan, elevan su alma. Las ocupaciones habituales de un pueblo agrícola y pastor, le permiten hacerse útil, desde su tierna infancia, y él se cree así un miembro indispensable en la familia. Se lo trata en consecuencia; y la buena opinión que de sí mismo él se forma aumenta cada vez que se le dirige, con admiración, el glorioso título de hombre: gizona.
«...Estas escenas patriarcales no se parecen en nada a las de las grandes urbes civilizadas, en las que todo es desmoralizador. El vasco, educado en un medio social diferente, crece para honrar su virilidad por medio de las más nobles virtudes. Libertad, derecho y justicia, son tres ideas naturales que se encarnan en él profundamente. Es necesario haber estudiado éste tipo de educación para comprender la inteligencia precoz del pequeño cántabro, el orgullo natural del montañero de veinte años de edad y su indomable energía a los cuarenta años». («Voyage en Navarre», págs. 127, 128).
El libro de Augustín Chaho merece asimismo ser estudiado desde otros puntos de vista, tales como el de la guerra de guerrillas. Muchas de las tácticas guerrilleras empleadas por Zumalakarregi, Sagastibeltza y otros jefes carlistas, encontraremos hoy en libros como el Manual de Che Guevara.
Estos aspectos, sociológicos, nacionales, filológicos etc. hacen que hoy merezca este socialista utópico un puesto de honor entre los ideólogos del primitivo nacionalismo vasco.
SABINO DE ARANA GOIRI
Si no el fundador del nacionalismo, al menos aquél quien le dio una organización política por primera vez, fue Sabino de Arana Goiri. Natural de la Anteiglesia de Abando (hoy incorporada a Bilbao) vio la luz el 26 de enero de 1865. Como procedía de una familia carlista, hizo entrar en su concepción nacionalista de fines de siglo todos los defectos de intolerancia religiosa que, había adquirido el carlismo durante medio siglo de luchas fracasadas. Tomó de los carlistas el lema «Jaungoikoa eta Foruak» que él alteró en «Jaungoikoa eta Lagi-Zarra». Su ideario político será así influenciando, por una concepción religiosa clerical, que no era nada tradicional en el País Vasco. Otro componente básico de su concepción romántica de la política es el purismo en todo sentido: pureza de raza, pureza de costumbres, pureza de lenguaje. Y como su pureza era como todo ideal moral la concepción ideológica de una clase resultó que Sabino de Arana, con toda su pureza, lo que hizo fue introducir otros tantos puntos de vista burgueses. Su pureza de sangre es una concepción medieval recista, su pureza de costumbres es la encarnación de la moral burguesa predicada a los somentidos y su pureza de lenguaje le lleva a querer aplicar a las estructuras lingüísticas vascas una «lógica» que el deriva de su lengua materna castellana, donde resultó ser — con toda su buena intención — el mayor castellanizador y desvasquizador del vasco escrito: el vasco hablado nunca llegó a dominarlo.
Junto a estos defectos surgidos de su base religiosa, merecerá, empero, destacarse la gran labor realizada en su predicación política. Su obra «Vizcaya por su independencia» que, aparecida en 1892, hace de esta fecha una piedra miliar de la Historia patria. Sabino de Arana Goiri inaugura con sus trabajos la tendencia «bizkaitarra» del nacionalismo vasco, frente a lo que podríamos llamar «navarrismo». Poco importa que el nombre «bizkaitarra» tenga su origen en un periódico que así se llamara. Lo principal es que el sabinianismo girará en torno a Vizcaya. Ello tiene cosas contraproducentes, pero, evidentemente, muchas buenas, ya que es en aquella época, cuando Vizcaya empieza a industrializarse, de forma que el nacionalismo vasco tendrá, de esta forma, que recibir una forma más moderna que lo que aun se expresaba por el carlismo.
El ideario del sabinianismo está condensado en los Estatutos del Euskeldun Batzokija fundado por los hermanos Arana Goiri. En los artículos de esta sociedad de establece:
Jaungoikua: Bizkaya será católica-apostólica-romana en todas sus manifestaciones de su vida interna y en sus relaciones con los demás pueblos.
Lagizarra: Bizkaya se constituirá libremente. Restablecerá en toda su integridad lo esencial de sus leyes y buenas costumbres de nuestros mayores. Se constituirá si no exclusivamente, principalmente con familias de raza euskeriana. Señalará al euskera corno lengua oficial.
Eta. En Bizkaya se establecerá una perfecta armonía y conformidad entre el orden religioso y político; entre lo divino y lo humano.
Distinción entre Jaungoikua y Lagizarra. Bizkaya se establecerá sobre una clara y marcada distinción entre el orden religioso y político, entre lo eclesiástico y lo civil.
Anteposición de Jaungoikua a Lagizarra. Bizkaya se establecerá sobre una completa subordinación de lo político a lo religioso.
Siendo Bizkaya, por su raza, su lengua, su fe, su carácter y sus costumbres hermana de Alaba, Benabarre, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra y Zuberoa, se ligará confederada con estos seis pueblos para formar un todo llamado Euskalerria (Euskaria), pero sin mengua de su particular autonomía. Esta doctrina se expresa con el principio: Bizkaya libre Euskaria libre.
Con estos artículos del Euskeldun Batzokija, ya tenemos todo el programa de lo que posteriormente iban a ser la Comunión Nacionalista Vasca y el Partido Nacionalista Vasco.
Restablecimiento de los Fueros, es decir, independencia vasca, puesto que todos los vascos, desde la izquierda hasta los carlistas, están acordes en que los Fueros equivalen a la independencia y que, por lo tanto, Vizcaya, Navarra, Guipúzcoa, etc. tan sólo estaban ligadas a Francia o España por medio de una mera unión personal.
Pero estos puntos preveían además una soberanía estatal con un marcado carácter clerical, un régimen teocrático. Bien es verdad que esta teocracia que aquí tan peligrosamente se formulaba, corría un peligro menor que en Castilla, de degenerar en un sistema de inquisición, en razón de que la tradición vasca era en sí contraria a toda intervención de la Iglesia en las cosas del Gobierno.
Una más clara exposición de la ideología sabiniana podremos obtener, considerando las siguientes frases tomadas de la antología llamada «De su Alma y de su Pluma», debida a Manuel de Egileor.
Nacionalismo - Racismo
Hablamos de raza en el sentido de conjunto de familias que proceden directamente de un mismo origen más o menos remoto.
Si nos dieran a elegir entre una Bizkaya poblada de maketos que sólo hablasen euskera y una Bizkaya poblada de bizkainos que sólo hablasen castellano, escogeríamos, sin dudar, esta segunda, porque es preferible la substancia bizkaina con accidentes exóticos que pueden asimilarse y substituirse por los naturales a una substancia exótica con propiedades vizcaínas que no podrán cambiarla.
Si fuese moralmente posible una Bizkaya foral y euzkeldun (o con euzkera) pero con raza maketa, su realización sería la cosa más odiosa del mundo. La más rastrera aberración de un pueblo, la política más inicua y la falsedad más estupenda de la Historia.
No es digno de ser libre el pueblo que sufre paciente la esclavitud. Mas el pueblo que tiene encadenado el cuerpo, pero libre y altivo el espíritu, es desgraciada víctima, pero no vil esclavo.
Mas el fuego patriótico existe: las cabezas tal vez no ven claro, pero los corazones laten coa fuerza a impulsos del patriotismo. Y es necesario no extinguir ese fuego; las pasiones no deben ahogarse, sino encaminarse: Ilústrese y diríjase los entendimientos y la fuerza se aplicará a sí misma.
No hay, tal vez, bizkaino de pura raza que, en el fondo, no simpatice con la doctrina separatista.
Lengua
Su lengua era maravilloso monumento de los tiempos primitivos. Era más que eso: elocuente testimonio de su innata independencia; timbre y sello firmísimo de su nacionalidad ¡noble ejecutoria! Pero los vascos no apreciaban su nacionalidad, ni amaban su independencia.
Los partidos extranjeros se han propagado en nuestra patria y, delante de ellos, huye el euskara.
Olvida esa tu lengua, sí. Pero si el maketo, penetrando en tu casa, te arrebata a tus hijos y a tus hijas para quitar a aquéllos su lozana vida y prostituir a éstas, ya entonces no llores.
Haced que el euzkera sea necesario en su patria, y, entonces, no dudéis, ningún hijo del pueblo lo ha de olvidar. Haced que sirva para educarse, para prosperar, para vivir, para ilustrarse y entonces el
FALTAN CUATRO PÁGINAS, 121,122, 123, 124
las almas, cada cristiano que tenga uso de razón es un sacerdote de Cristo, ordenado por el Bautismo.
ESCUELA ARANISTA
Entre los sucesores del Sr. Arana se establecen dos línea nacionalistas, que siguiendo diferentes avatares, iban a perdurar y renacer siempre de nuevo.
La primera, pudiéramos llamar «comunión», que es la que representó en principio la llamada Comunión Nacionalista Vasca, cuyo ideólogo principal ha sido Engracio de Aranzadi, quien durante muchos años fue redactor jefe del diario «Euzkadi». Su ideología está expuesta en las obras llamadas «la Nación Vasca», «La Casa Solar Vasca» y «Ereintza». Por este camino seguirá aun con más marcado clericalismo el sacerdote Ariztimuño (conocido con el pseudónimo «Aitzol»). La ideología de la comunión Nacionalista Vasca, difícilmente se puede llamar nacionalista, puesto que al fin de cuentas, lo que pretendía era servirse del sentimiento nacional vasco, para explotarlo en beneficio de fines religiosos y clericales. Esta tendencia era más que conservadora realmente reaccionaria.
La otra tendencia que llamaremos «Aberri» de acuerdo con el nombre de la publicación que la expuso, tuvo como jefe de fila al Sr. Elías de Gallastegui. Se trata de una tendencia nacionalista, sin lugar a dudas. Sin negar la religiosidad del pueblo, no insiste en este plinto. En esta tendencia pronto se mezclan puntos de vista sociales en la ideología nacionalista. Su propia afirmación del derecho de independencia y su teorización sobre la libertad vasca, como derecho a la independencia, le lleva a una comprensión mayor de los explotados y de los oprimidos que en cualquier campo luchan por la libertad. En cierto sentido esta tendencia fue iniciada por el propio Angel Zabala, compañero de Arana Goiri. Este ideólogo nacionalista, desarrollando la idea de libertad, llegaba a conclusiones muy dignas de consideración. Fue así uno de los mayores combatientes contra el caciquismo monárquico que reinaba en el País Vasco. Su especulación sobre el derecho de autodeterminación establecía que era solamente a Vizcaya a quien le incumbía determinar su propio futuro. Imbuido de ideas profundamente democráticas, como era de esperar, tenía que chocar con la Jerarquía de la Iglesia, inveterada enemiga del Pueblo Vasco, enemiga de todo lo que sea libertad y dignidad humana. Así pues, la lectura de su obra fue condenada por la Iglesia Católica.
Como hemos dicho, el más caracterizado representante de la tendencia «Aberri» ha sido Elías de Gallastegui. Su inspiración le viene de Gandhi, así como de los nacionalistas irlandeses. Acusado por los secuaces de la Comunión Nacionalista Vasca, fue una de las pocas personas que empleó su pluma, no solamente en defesa de la independencia y del derecho del pueblo vasco a separarse de España, sino asimismo en defensa de los obreros oprimidos por los capitalistas y —en general— de todos los expoliados, a los que algunos «nacionalistas» burgueses pretendían suministrar una especie de opio mezclado en el sentimiento nacional. Cuando, durante una de las múltiples huelgas habidas en Vizcaya, en que la clase obrera tenía que luchar por arrancar el pan cotidiano a las garras del capitalismo, la Guardia Civil asesinó en la zona minera a unos obreros comunistas, la pluma de Elías de Gallastegui salió en defensa de aquElías víctimas de un elevado ideal, atacando a los cobardes autores de aquel hecho.
Estas dos tendencias se repetirán en el nacionalismo vasco constantemente con unos u otros ingredientes. Hemos de constatar que la ideología nacionalista, que en la terminología de la burguesía española se denomina «separatista» y «extrema», a la par de reclamar el derecho de autodeterminación y separación siempre ha estado acompañada de la comprensión de los problemas sociales y de la defensa de los obreros oprimidos, mientras que las tendencias del tipo de la «comunión» que, aparentemente, son conciliadoras y partidarias de cierta componenda con el Estado español, al mismo tiempo siempre han representado los intereses de la clase dominante, la burguesía y la Iglesia. Su marcado sentido religioso actuaba siempre de opio de los oprimidos.
Estas dos tendencias se unieron posteriormente, de lo que resultó la nueva agrupación «Partido Nacionalista Vasco» que, ideológicamente, es el continuador de la «Comunión Nacionalista Vasca». Al cabo de algún tiempo, el Sr. Gallastegui y muchos de sus partidarios abandonaron el Partido Nacionalista Vasco, pero sin que procediesen a la fundación de una nueva agrupación. La mayoría de las agrupaciones juveniles llamadas «Mendigoizale Batza» siguieron al Sr. Gallastegui y editaron un periódico llamado «Jagi», como muchos de sus partidarios eran bilbaínos, que desconocían la lengua vasca, buscaron el fundamento de su nacionalismo en el concepto de raza. De aquí que entre los partidarios del «Jagi», se diese en bastantes casos, a consecuencia de la falsa óptica que proporcionaba la base sabiniana, una degeneración se deberá nunca olvidar que, aparte de esa degeneración, debida al mal planteamiento de la causa vasca que en sí es el sabinianismo, se han encontrado justamente entre los partidarios de «Jagi» a la gente que hoy pudiéramos llamar «nacionalistas revolucionarios».
RAMON GOIKOETXEA OROKIETA
Más conocido por el pseudónimo de P. Evangelista Ibero, o simplemente «Iber», con el que firmó un opúsculo llamado «A mi Vasco». De la obra de este capuchino navarro, todavía después de la muerte de J. A. de Aguirre y cuando ya lo substituyó en la presidencia del «Gobierno Vasco» en el exilio, ha dicho I. M. de Leizaola que su «plan daba a la doctrina del PNV. una perspectiva general que no había sido hecha hasta entonces y que después tampoco nunca volvió a ser hecha. Cabe pues considerar, según estas palabras del Sr. Leizaola, que el «A mi Vasco», es algo así como la Biblia o el Catecismo del Partido Nacionalista Vasco. En favor de una gran parte de seguidores del P.N.V. se deberá decir, empero, que el Sr. Leizaola representa el ala retrógrada y reaccionaria dentro el propio partido, mientras que personas, como los difuntos Aguirre y Landaburu, eran hombres más abiertos y de un horizonte más amplio que el muy cercenado del Sr. Leizaola.
El planteamiento del nacionalismo vasco que hace el capuchino navarro es a todas las luces racista. Lo paradójico es, en cambio, que para fundamentar su racismo el P. Ibero recurra al criterio lingüístico, que es algo cultural. A un marxista no debiera extrañarle esto, ya que el propio Starushenko dice que la «tribu es una asociación de hombres de una misma raza, basada en principios de parentesco. Tiene su propia lengua, sus costumbres, sus tradiciones, etc.». Sobre este principio es el que se basa el P. Ibero y que posteriormente será desarrollado por sus seguidores. En cambio, cabe cierta escusa científica a este falso planteamiento, si se considera que el desarrollo de la etnia vasca, no conoció grandes sistemas esclavistas ni feudales. De aquí que la etnia quedase relativamente separada y sin mezclas.
Esta condición conduce a errores, si, aún hoy, en 1966 la queremos justificar en su totalidad absoluta. Es, empero, una condición sociológica que tiene que, tenerse en consideración por todo sociólogo vasco ya que por esta misma razón en Vasconia el desarrollo del socialismo parte de una base concreta diferente a las de España o Francia.
Se puede decir, por más que parezca paradoja, que es justamente la asimilación y la mezcla de elementos extranjeros, la unión de elementos extraños al cuerpo de la etnia, lo que es el resorte que hace pasar a la «etnia» de su categoría puramente «etnográfica» a convertirse en «nacionalidad» o «nación». Es evidente que también esto pasa en el País Vasco. La llegada de inmigrantes españoles y otros impedirá, en adelante, un planteamiento tribal de la ideología nacionalista, tal y como lo hacía el Sr. Giokoetxea Orokieta, quien a principios de siglo nació en un pequeño pueblo entre Pamplona y Estella, en un ambiente patriarcal, con condiciones que, más que «nacionales». pudiéramos llamar «tribales». A pesar de todo su planteamiento sobre base tribal, al poner el P. Ibero a la lengua como segunda de las características de la nacionalidad y, por otra parte, aunque erróneamente, distinguiese a las diferencias raciales sobre las diferencias lingüística a pesar de todo, veremos que el P. Ibero ya daba entrada a un planteamiento «Cultural» del nacionalismo, por mas que más de uno de los que hicieron catecismo suyo a «A mi Vasco», a toda evidencia lo hayan olvidado. El P. Ibero mantenía uno posición justa en lo referente al empleo de la lengua nacional al decir (Part. V, art. 34):
«¿Cómo trabaja un patriota por la conservación de la lengua nacional? - Hablándola o si no la sabe y no está en edad de aprenderla, haciendo que la aprendan y hablen sus hijos».
Es un caso digno de considerar que muchos de loa oportunistas, muchos de los lacayos de la burguesía y el imperialismo internacional, tales como el actual presidente del llamado «Gobierno Vasco», hayan procedido de forma contraria, pues, sabiendo ellos la lengua nacional, ni la enseñaron a sus hijos, ni hicieron que la hablasen.
De las formulaciones de este catecismo del nacionalismo vasco reaccionario, sacamos las siguientes preguntas y respuestas, tales como las formula el capuchino navarro.
¿Qué es nación? El conjunto de hombres o de pueblos que tienen un mismo origen, una misma lengua, unas mismas costumbres, unas mismas leyes fundamentales, unas mismas glorias, unas mismas tendencia o aspiraciones, unos mismos destinos, De todas estas propiedades ¿cuáles son las que esencialmente constituyen la nacionalidad? - En primer lugar, la sangre, raza u origen; en segundo lugar, la lengua. Las otras propiedades no son más que consecuencia de estas dos, y, singularmente, de la primera.
¿Que es el Estado? Considerado no en su elemento formal y director, sino en su elemento material o dirigido, podemos definirlo así: «El conjunto de pueblos o individuos que viven sujetos a una misma autoridad soberana».
¿Es lo mismo Nación que Estado? - De ninguna manera. La Nación es una cosa natural es decir creada por la misma naturaleza, el Estado es algo artificial, dependiente de la voluntad humana. La Nación es indestructible, mientras subsista la raza; los Estados se forman y deshacen según los caprichos de reyes y conquistadores. La Nación liga a sus elementos con el vínculo de la sangre y de las lenguas; el Estado nada más que con el lazo de la autoridad que los gobierna.
¿Según esto podría una misma Nación formar diversos Estados, y al revés, un mismo Estado formarse de diversas naciones? - No cabe duda. De lo primero nos ofrece un ejemplo la Nación o raza anglosajona que forma dos Estados completamente independientes: Inglaterra y los Estados Unidos; de lo segundo, el Imperio ruso con su variedad de razas —diez o doce diferente nacionalidades— sujetas a una misma ley fundamental.
En conformidad con vuestros principios ¿podrá darse una nación o raza que no forme ningún Estado propio independiente, sino que esté sometida a Naciones extrañas? - Así es, y lo podéis probar con el ejemplo de las Naciones irlandesa, polaca, letona, vasca, finlandesa, lapona, etc.
¿Como se llama el sistema político que pretende reivindicar para cada Nación el derecho de gobernarse a sí misma, con las leyes que ella propia se ha creado con sus costumbres tradicionales, con su constitución histórica, sin injerencia de poder entraño? - Nacionalismo.
¿Cuáles son los enemigos principales del nacionalismo? Tres: el imperialismo, o afán inmoderado de conquista y expansión territorial que impele a una raza a avasallar a otras; el extranjerismo, o antinatural tendencia de una raza a repudiar todo lo característico de ella, así sea excelente y en alto grado loable, y a aceptar lo que de otras razas proceda, aunque sea reprobable y dañoso; el internacionalismo o pseudo-humanismo que aspira a fundir todas las razas humanas en una sola cloaca, borrando a la par los caracteres nacionales, en nombre del Dios de la mente humana.
¿A qué hay que mirar, pues, para conocer la Patria de un individuo? - A la raza a que pertenece, o lo que tanto monta, al apellido que lleva.
¿A qué se reducen los deberes de un hombre para con la Patria? - A trabajar sin descanso por la conservación o restauración de la raza, lengua, leyes, instituciones políticas, costumbres, carácter, tradiciones, arte, territorio y demás elementos constitutivos de la Patria o nacionalidad.
¿Como trabajará por la conservación dela raza? - Impidiendo o disminuyendo con sus consejo y diligencia los matrimonios de sus compatriotas con gentes de extraña razas. Esta obligación es más estricta tratándose de razas poco numerosas como la vasca; pues las que cuentan con muchos millones de individuos es más difícil, por no decir imposible, que desaparezcan.
¿Como debe trabajar un patriota por la conservación de la lengua nacional? - Hablándola, si no está en edad de aprenderla, haciendo que la aprendan y hablen sus hijos.
¿Qué pensáis de los padres que hablando la lengua de su Nación o raza no la enseñan a sus hijos?
Que aunque tal vez inconscientemente, son unos traidores a la patria.
¿Interesa mucho a una Nación el conservar su lengua? - Más que ninguna otra cosa, pues la lengua es como el alma de una raza, manifestación primera y esencial de su manera de ser, ejecutoria de su nobleza, testimonio irrecusable de su origen, su principal elemento diferenciador, prenda segura de su existencia.
Finalmente ¿qué debe hacer el patriota por la conservación del territorio nacional? - Tomar las armas y hasta perder la vida, si preciso fuera, para impedir que caiga en mano del enemigo.
¿Por manera que el Partido Nacionalista Vasco es un partido integralmente católico - Sí señor, este partido quiere para Euzkadi la unidad católica con todas sus consecuencias; quiere, ante todo y sobre todo, a Jaun-Goikoa, Dios; y si quiere que Euzkadi sea libre e independiente, es para que sirva mejor a Dios, como le servía antes de caer bajo la dominación española. Y que no os quepa la menor duda; entre ver a Euzkadi libre, pero apartada de Cristo y verla esclava, pero fiel a Cristo, el Partido Nacionalista Vasco optaría por lo segundo.
Pero ¿no se los ha demostrado mil veces que ni étnica, ni geográficamente, ni históricamente se puede sostener que el vasco es francés o español? - Si señor, mil veces se les ha demostrado eso que decís; mil veces se les ha demostrado que decir que el vasco es francés o español envuelve mayor contradicción que decir que el italiano es alemán o ruso; mil veces se les ha demostrado que pueblos que tienen diferentes Constitución, diferentes leyes, diferentes Cuerpos legisladores, diferentes organizaciones política, judicial, militar, administrativa y económica, no pueden en ningún modo constituir un solo Estado; mil veces se le ha demostrado que la parte peninsular de Euzkadi, antes de 1839, no tenía de común con España más que la persona del Rey, y que, por consiguiente, Euzkadi no era España, como no lo era Alemania en tiempo de Carlos V, ni lo sería Finlandia el día que, emancipada de Rusia, aclamara a Alfonso XIII, pero conservándose independiente del Reino español. Mil veces repito, se les ha demostrado todo esto; mas ¿qué queréis"? Los fueristas vascos se han empeñado en decir lo contrario y lo dirán, así comprendan que dicen un disparate. Son como el villano del cuento, empeñado en afirmar que el tren no podía moverse sino arrastando por animales. Pusiéronle, por sacarlo de su error, delante de una locomotora en marcha, y él entonces, no sabiendo qué decir, salió con la patochada «a mi no me la pegan; los caballos van dentro de la máquina».
Luego todo patriota que ame a su Patria (a su única Patria, porque la Patria como la madre que de la vida no puede ser más que una) debe alistarse sin demora en las filas del Nacionalismo y trabajar, una vez alistado en él, con bríos y entusiasmos que revelan en estas palabras de Arana-Goiri, pronunciadas cuando tenía nada más que 28 años, en un banquete que le dedicaron sus amigos en 1893:
«Pronto comencé a conocer a mi Patria en su historia y en sus leyes; pero no debe el hombre tornar una resolución grave sin antes esclarecer el asunto y convencerse de la justicia de la causa y la conveniencia de sus afectos. Mas al cabo de un año de transición, disipáronse en mi inteligencia todas las sombras con que la obscurecían el desconocimiento de mi Patria, y levantando el corazón a Dios, de Euzkadi eterno Señor, ofrecí todo cuanto soy y tengo en apoyo de la restauración patria, y juré (y hoy ratifico mi juramento) trabajar en tal sentido con todas mis débiles fuerzas, y, disponiéndome, en caso necesario al sacrificio de todos mis afectos, desde el de familia y de amistad hasta las conveniencias sociales, la hacienda y la vida., Y el lema Jaun- Goikoa eta Lagi-Zarra se grabó en mi corazón para nunca más borrarse... Yo no quiero nada para mí, todo lo quiero para Euzkadi; ahora mismo, y no una sino cien veces, daría mi cuello a la cuchilla sin pretender ni la memoria de mi nombre, si supiese que con mi muerte había de revivir mi Patria».
ELIAS GALLASTEGUI
Entre todos los seguidores de Sabino de Arana, se puede decir que Elias de Gallastegui ocupa una posición preeminente. De él se puede decir lo que generalmente nunca se puede decir de un discípulo, que sobrepasó en calidad al maestro. Pues bien es verdad que Luis de Arana Goiri es el padre de la idea, como decían los nacionalistas del Mendigoizle Batza, no cabe duda de que solo bajo Sabino de Arana Gairi adquiere esta idea cuerpo... Pero todo este proceso del Nacionalismo, con ser una fase muy importante se desarrolla bajo tierra. El verdadero tronco en quien se revelan los mejores furtos del nacionalismo aranista, es sin dejar lugar a dudas, Elías de Gallastegui. Y esto hace tanto más de destacar, la personalidad de Gallastegui, ya que la misma simiente que produjo el «gallasteguismo» produjo igualmente la sombra del nacionalismo vasco, la sombra obscura que tomó cuerpo en lo que ha dado en llamarse en la «comunión nacionalista vasca», y que con un término mas a la boga moderna, se podría llamar el «kiskitzismo».
Así pues, podemos decir que Gallastegui escarda y poda la planta que sembró Arana Goiri, le da nueva vida y le quita una serie de excrecencias, que al caer en la tierra van a producir la mala hierba, o sea el kiskitzismo.
Si por una parte ya hacia los años 20 de la pluma de Gallastegui sale un nacionalismo que en muchas cosas es precursor de los movimientos progresistas de liberación nacional, por desgracia, en aquella época de obscurantismo general, predominan las sombras.
El nacionalismo de Gallastegui está impregnado de un espíritu altamente humanitario y, a la par, revolucionario.
Su nacionalismo vasco le lleva a predicar el respeto a las patrias extrañas, escribe en efecto :
«Euskadi — la nación vasca — es la patria de los vascos.
«He aquí la gran verdad que nadie será de capaz de arrancar de nuestro corazón, ni de empañar su transparencia.
«La patria de los vascos Euskadi, de los vascos peninsulares y de los continentales, de los meridionales y de los traspirenaicos, de los ausentes y de los presentes.
«Lo ha sido en el pasado, cuando los Estados que hoy detentan la libertad vasca estaban aun por nacer, y lo es hoy, sobre la inconsciencia de los vascos adormecidos, que dan ante si mismos y ante el mundo, un ejemplo de incultura y de insensibilidad al llamarse hijos de la nación extraña; y precisamente de aquElías que contribuyen a hacer desaparecer su propia nacionalidad.
Querernos, por eso, reintegrarnos a nuestra propia vida ; hacer renacer y vigorizar nuestra nacionalidad originaria.
«Somos nacionalistas
«Mas, hablar hoy de nacionalismo es sumirse en confusión. Nacionalistas se llama los que, en nombre de poderosas naciones, pretenden someter nuevos territorios, a su dominio, o sujetar por la fuerza a los que malviven sacudiéndose en contorsiones bajo su planta, cuando tanto como aquellos merecen vivir. Nacionalistas también los que en nombre del orden, del capital o de problemas que se pueden o no compartir, tratar de humillar al hombre y de imponer con intransigencia y despotismo un solo cauce de expansión al pueblo ; un ritmo monótono y uniforme de vida... Nacionalistas se llaman los que confunden el nacionalismo con un frío y absurdo estatismo imperialista.
«Nosotros somos nacionalistas, porque llevamos incrustado en el alma un ansia más noble.
«Porque queremos que nuestra nacionalidad euzkadiana pueda desenvolver su alma, su cultura, su proprio espíritu a sin obstáculo ni deshonrosa mediatización.
«Queremos ser nosotros mismos,
«Y demandamos libertad para nuestra patria, que supo forjar vascos libres que llevaron por el mundo el germen de su cultura, de su hombría y de su libertad.
«Vibra en nosotros en deseo de soberanía ; nos inquieta el afán de saciar nuestro apetito de independencia nacional.
«Somos nacionalistas vascos amantes de la libertad ; de una libertad propia —respetuosa con la ajena libertad— que nazca en el hogar y se extienda a la escuela y a la calle y al taller, y cristalice en el instrumento de gobierno que pueda conducir a nuestro pueblo, a Euzkadi, — con plena facultad de soberano que ejerció en el pasado— hacia un desarrollo espléndido, siguiendo la ruta propia en cuyo cauce se fraguan las grandes creaciones.
«Podemos invocar ese derecho basado en la tradición.
«Mas, prescindimos si se quiere y si se puede, de tales derechos históricos.
«Hoy mismo ofrecemos a la consideración del mundo el hecho de un pueblo singular, con alma propia al que, sin entenderle ni amarle, pretenden otros pueblos formar y regir. Por eso nos rebelamos.
«Y si no nos amparan toda clase de derechos, pudiéramos aun invocar el nuevo derecho de nuestra voluntad: los vascos queremos ser libres, gobernar nuestro hogar.
«No tiene objeto comparar patrias y naciones.
«! Sienta cada uno orgullo de su propia nacionalidad !»
(Por la libertad vasca pág. 21/22.)
En estas palabras fija Gallastegui la razón íntima y moral del nacionalismo: el respeto de si mismo, la voluntad de desarrollar la propia personalidad, el respeto de la propia forma de ser, todo lo que fundamente Gallastegui con un sentido de respeto a la naturaleza del vecino.
Su sentimiento de respeto al vecino, le llevo a dar prueba en aquella época de obscurantismo genera), de un sentimiento de respeto y comprensión hacia el pueblo marroquí que luchaba en aquellos momentos por su independencia nacional contra la España imperialista, que so pretexto de cultura, pretendía ponerse algunas galas en su túnica frailuna y verduga. Contra aquel Rey que débil de mente, como última rama de un árbol decrépito, gobernaba en Madrid, Gallastegui acomete.
A toda aquella canalla hispana que presumía de un patriotismo que se basaba, como no ! como siempre en el sacrificio del oprimido, les dedica Gallastegui un artículo en que les llamaba por su nombre «Cobardes !» dice en efecto entre otras cosas
«! Cobardes !
«Sois todos vosotros, los españoles y españolistas, desde los veinte a los cuarenta y cinco anos, que aplaudís con estrépito, a vuestro ejército que pelea en África, y no sois capaces de alistaros en él,
«Todos los que llamándoos españoles, mostráis emboscados para redimiros del servicio, la papeleta y el esfuerzo de vuestro padre armado.
«Los que alegáis vuestro amor a España, y al ejército en tiempos de paz, para perseguirnos y denunciar a los nacionalistas vascos que proclamábamos a nuestra patria Euzkadi ofreciéndole nuestra vida. Mientras cómoda e impunemente vitoreabais, para acosarnos, a España, a la que siempre servisteis con vuestra lengua y jamás con vuestro sacrificio.»
Este patriotismo de los opresores que Gallastegui denunciaba aquí era el patriotismo que los españoles imponían en Vasconia, para hacer que los vascos sirviesen por causas extrañas, haciendo de senegalés de la potencia ocupante.
Pero quizá una de las tendencias que mas quepa destacarse en la ideología de Gallastegui, es el haber sabido resaltar, fructificar y dar cuerpo a todo aquello que el aranismo tenia de progresista. Mientras la tendencia que se le oponía, no sabía ver mas que la parte reaccionaria del punto de vista de Arana Goiri, y de ésta forma se forjaban con el aranismo, como expresión del profundo sentir del pueblo vasco, un arma al servicio de la reacción, de la opresión social y de un absurdo clericalismo obscurantista, frente a ese obscurantismo que representó la «Comunión Nacionalista Vasca». Gallastegui, purifica, al aranismo de esas escorias, y crea con él un nacionalismo vasco progresista, bastante avanzado para las concepciones de su tiempo. Esta posición le incita tanto a reconocer la igualdad de derechos y obligaciones del sexo femenino, como a tener una humana compresión frente a los obreros comunistas que luchaban por la liberación social, aun cuando fueran españoles. De aquí que escribiese.
«De ese dolor nace nuestro amor. En él forjamos la nueva Euzkadi, el nuevo pueblo, la nueva civilización, que exige, como instrumento de vida y triunfo, algo que va fascinando a nuestro pueblo y ganando su inteligencia, sus brazos y su corazón. Algo que le impulsa a luchar sin descanso, por la libertad vasca !... que es luchar por la libertad de la humanidad.»
Estas palabras que aquí con tanta claridad expresa Elías de Gallastegui, está en armoniosa consonancia con el punto de vista de los más destacados dirigentes y pensadores del socialismo, por más que los intereses chauvinistas de los socialistas españoles y franceses se ensucien en todas las concepciones más altas del socialismo.
Su comprensión por los que sufren le llevara a escribir unas páginas memorables, que nunca envejecen, y que aun hoy escritas, ante toda la iniquidad que representa la ocupación española de nuestra patria vasca y el avasallamiento de los trabajadores vascos, por esas castas estrujadoras, que aunque de «origen vasco, son sociológicamente clases al servicio de España.
«Ha corrido ayer en Bilbao sangre abundante y caliente. Y como siempre, ha sido sangre de gente humilde. Han sido los caldos unos hombres idealistas, unos hombres que luchan y sufren de continuo. Son los comunistas, como antes fueron los de Solidaridad. Muy lejos de nuestro campo ideal laboral, por el suyo; mas qué importa ? Las balas que atravesaron el pecho de los muchachos muertos parece que quedaron clavadas en nuestro corazón. Hemos sentido la tragedia como si fuera nuestra, porque nosotros también, como ellos, somos jóvenes, de ideal de sufrimiento, de condición modesta arrastrada si se quiere!... pero con dignidad en el cuerpo.
«Es en la Casa del Pueblo, casa del comunismo. El cuadro es imponente. Cercado el edificio, tiroteado con furia desatada; asaltado al amparo de los fusiles, ha estallado allí dentro, en los pasillos y recodos, una lucha sangrienta. Y unos hombres con un ideal en la frente, han caído muertos. Otros desfilan esposados. Esta es la lucha del descamisado, sufrir, sufrir y más sufrir! siempre en silencio y caídas las frentes al sucio suelo. Han pasado las camillas sucesivas al Hospital; los presos a la prisión; los muertos al hoyo !...»
Y después de hacer un exposición de contraste, exponiendo la despreocupación de los explotadores, acabará este memorable artículo Elías Gallastegui diciendo :
«Comunistas,
«Vuestros muertos han hecho sentir en nuestro pecho afectos finísimos de respeto, de admiración, de viva simpatía. Jóvenes como los caídos, y desinteresados como ellos, no podemos aunque sernos solos, menos que rendir ante sus cuerpos fríos este homenaje. Mas aun si nuestro aliento vale, hace que él encienda vuestro pecho, que no debe entibiarse jamás ante la lucha, ni ante la muerte.
«Hoy más que nunca frente a vuestro sufrir que ayer, os saludamos con esperanza.»
Es evidente que estas palabras no podían caer bien en los oídos de la harka de cavernícolas que se agrupaban en torno de la «Comunión Nacionalista Vasca», quienes llevando ya en sí la semilla de la traición tenían que clamar como fariseos que eran. Así, questó uno de esos nacionalistas defensores del capitalismo, que se firmaba con J. de E. acometió, como era de esperar. Gallastegui le responde :
«Nuestro artículo del viernes «Fiesta de sangre», ha puesto sobre el tapete, coninterés de actualidad y pasión, tema tan sugestivo como el de la relación del Comunismo con el Nacionalismo. J. de E. lo ha entendido así, dedicándole un extenso comentario. Y lo celebramos, porque lejos de plantear la cuestión en su verdadero terreno, da pié para que coloquemos las cosas en su punto. Vamos allá. En nuestro articulo aludido sembrábamos este espíritu: admiración, respeto, simpatía hacia una agrupación que por mantener un ideal —bien alejado del nuestro, según declarábamos— llega a todo sacrificio, incluso al de la muerte.
«Esto lo hemos hecho hoy y siempre, tratándose de blancos y cuando hablamos de negros. Y esto lo hemos hecho con igual derecho Que «Euzkadi» al ensalzar a los carlistas vascos que, defendiendo una causa extraña, antinacional y antipática, se entregaron a la muerte.
«Hemos querido además, señalar en nuestro artículo la lucha fatal del poderoso contra al humilde. Fatal, porque siempre se desarrollan así y siempre cuesta víctimas al obrero. Esa clase social poderosa tiene la fortaleza de su situación, de sus infinitos medios de lucha y opresión ; y además tiene siempre el apoyo decidido de la fuerza pública.
«El pobre tiene que buscar su defensa en sus propias manos y en su mismo pecho. Por esto, nosotros, que no creemos como «La Gaceta del Norte» que «la Guardia Civil siempre, siempre tiene razón, ante el caso del jueves», de irrumpir, fusil en mano, en una sociedad y tumbar a tierra a unos obreros... no hemos querido silenciar nuestra protesta. Como tampoco silenciamos esta misma protesta cuando esta misma Guardia civil y no los comunistas, —entiéndalo bien J. de E. en un incidente ajeno por completo al pleito por él aludido—, atravesaron por la espalda el cuerpo de Txarterina en Erandio.
«Aquellos días, precisamente, los necesitaban los capitalistas —que llenaron sus arcas de millones extraídos de unas minas que antes fueron del pueblo— para pasear su abundancia y comodidad: En este momento preciso en que mueren obreros que luchan por hacer posible la vida de sus compañeros... hacen alarde, con ostentación, de todo su lujo, de toda su riqueza, de toda su inhumanidad, en el paseo de lujosos y espléndidos, automóviles que provocan la anarquía.. Este contraste anticristiano, antifraterno, antipatriota, quisimos señalar y lo señalamos. Con dureza desusada, si se quiere, mas con sinceridad y verdad, aunque ello desagrade a los poderosos. Y es que nuestra acerva pluma no se ha hecho para reblandecerse cuando peligran los intereses materiales ni para el calculado cultivo del poderoso, ni el halago del humilde. Sino para protestar contra todo caso de brutal injusticia que pese sobre nuestra patria. Hemos dicho antes que en este caso concreto se trata de un pleito en el que el Nacionalismo tiene mucho que ver. Y es fácil demostrarlo. Este problema del comunismo, sus pretensiones, su propósito, en el caso que señalábamos de los mineros, esta planteado en tierra vasca. Las minas yacen en nuestra jurisdicción son patrimonio nuestro, aunque actualmente nos lo han usurpado; muchos de sus obreros son vascos; los patronos también; el problema a resolver, este problema societario está pues latente en Bizkaya. Como resolverlo ? —Que hemos de hacer? Alejar al Nacionalismo de él, quedándonos, como quiere «J. de E.». mirando plácidamente a los rayos de la luna, que no se verá en los días tormentosos ? Decir campanuda y cómodamente « ni con unos ni con otros ?... No puede ser. Hay injusticias en la actual situación del obrero. El Nacionalismo debe evitarlas afrontado cara a cara la cuestión. Por esto hemos señalado esta caso palpable de tremenda, anticristiana y antipatriótica injusticia. Habríamos de callarlo como dice «J. de E.» por ser exótico ?
«Cómo había de manifestar el Nacionanalismo indiferencia ante el caso de nuestra Patria, si hoy mismo en un grave problema exótico como el de Marruecos, de un pueblo que no es de nuestra Patria; de un pueblo que no es de nuestra religión, de ese pueblo separado del nuestro por centenares de kilometres... — que parece que nada debiera importarnos— como no fuera el sólo egoísmo de salvar víctimas dolorosísimas de vascos... como, repetimos, a pesar de estos muertos que caen atravesados, como el desgraciado tranviario Zugasti aquí, se comprende la admiración del Nacionalismo se entregue sin limites, se rompa desbordada; que su respeto se llene de emoción, que su simpatía se manifieste con el mas vendido homenaje de adhesión a la gloriosa tierra del Riff y de sus hijos ?...
«Como aplaudir a estos, si es pleito exótico y enemigo... que a la raza cuesta sangre abundante ?...
«Pleito exótico y enemigo es inciertamente ! este de la guerra que sostiene Marruecos, pero pleito también de una injusticia brutal que no la podemos amparar, máxime si crea victimas en nuestros hermanos que llegan al Riff.
«Pleito exótico dicen también que es el comunismo, pero pleito de una bárbara injusticia, que trae la muerte social a nuestros hermanos obreros.
«Y si nuestro gesto de admiración, respeto y simpatía a Marruecos —contra el atropello— no puede censurar un sólo patriota ni un solo hombre, nuestra actitud de simpatía, respeto y admiración por los luchadores sociales contra la opresión, no debe censurarla ningún nacionalista que pretenda implantar en Euzkadi independiente, un régimen de justicia social. Callar ante esto ?
«Si se quieren, al amparo de la responsabilidad ante el nombre de dios y ante el de la patria, ocultarse injusticias; si quieren mantenerse situaciones inhumanas; si quiere seguirse siempre el camino de humillar al humillado, alimentando esta situación de inconfesable temor que ampara con su tembleque al poderoso... hágalo el diablo; Yo romperé mi pluma en veinte mil pedazos, y amordazaré mi boca, y cerraré mis ojos a la luz, y apagaré los latidos de mi corazón, antes de poner una cadena más a los arrastrados y miserables, favoreciendo causas que se derrumbarán, porque llevan gérmenes de la más cruenta y criminal injusticia.
«Porque librar a nuestro pueblo de toda injusticia, es hacer libre y feliz a la patria.» Esta posición de un nacionalismo de pueblo oprimido que lucha por la causa de la libertad, pero de la libertad del oprimido y que no quiere buscarle a la patria un nuevo opresor, no cara muy bien con aquellos cavernícolas que querían defender los intereses de su Dios, que era el dinero.
Así, so pretexto de unidad nacional, habla gente que quería suministrar al pueblo vasco una especie de opio de región y «patriotismo»... contra este falso patriotismo volverá Elías Gallastegui a clamar con toda claridad. Escribe :
«J. de E. quiere con su escrito salvar, sobre todo, su responsabilidad ante Dios y ante la Patria, a la vista de este desencuadramiento social que se avecina.
«Pero... dónde ha estado «J. de E.» cuando el capitalismo vasco y el hispano han causado, a Dios y a la Patria, dolores y quebrantos que no tienen medida ? Ah ! Cómo proceder contra la clase escogida de la sociedad, el poderoso capitalismo !...
«Bah, los obreros !... Confirmemos aquel histórico telegrama «Afortunadamente todos los viajeros muertos en el descarrilamiento eran de tercera...»
«J. de E. se retrata de cuerpo entero en unos párrafos que no tienen desperdicio y que ponen de manifiesto, a las mil maravillas, el espíritu y la razón de su concepto de religión y de Nacionalismo.
«Leedlos con detenimiento :
La lucha de clases que todos, todos escritores nacionalistas han pretendido contar, va en simiente a desparramarse sobre los corazones obreros. Si no arraiga, acháquese a la tierra que no al sembrador.
«Si hay una obra antinacionalista, es ésta. Porque es desconocer la íntima trabazón de los cuerpos sociales de una nación, es dibujar las castas entre hermanos y hacer desde ahora aborte una fraternidad sobre la que ha de basarse todo nacionalismo. Es falsear desde sus cimientos el esqueleto del edificio que nos hemos propuesto levantar.
«! Ese párrafo se ha escapado cándidamente de su pluma ! — Y es su condenación ! Es antinacionalismo dibujar las castas entre hermanos !... Cómo podrán atreverse a estampar esto, quienes son los creadores de esa división de castas y clases ?
«Hay pobres y hay ricos. Gentes que laboran con los brazos, con los hombros, con su inteligencia.., y otros que viven sin producir un adarme. Aquellos viviendo una vida de privación, arrastrada ; éstos gozando de toda abundancia y comodidad. ! Ahí tenéis, una frente a otra, una causante de la otra, dos castas, dos clases sociales ! — Podrá negarse esto ? — Esta situación de la sociedad separada así en dos castas, de las que una se queda con lo que a la otra la pertenece, es criminal; propia del bandidaje que encuentra su vida en los senderos de Sierra Morena. Es anticristiana, como la de quien en nombre de cristo, van a la conquista de hombres con pistola al cinto y el lazo de cazador de negros a la cintura. Es antinacionalista, porque nacionalismo es justicia y es libertad y es amor y respeto, y es en fin antihumana porque no se concibe que hombre harto, vea a sus pies morir a un hambriento..
«Que hacer ante esto ? — Dibujar esas castas tal como son en toda su desnudez y crudeza — ! en toda, hemos dicho ! — para corregirlas e igualarlas en la nobleza y en el amor, como lo hicimos ?... Eso creíamos nosotros que era el camino acertado. Más acertado, cuanto mayor es la cobardía y respetos criminales que asfixian el ambiente de la patria. Pero «J. de E.» nacionalista, no lo entiende así. Dice que con esto vamos a conseguir abortar esta «fraternidad» sobre la que ha de basarse el nacionalismo. ! Que horrible confesión ! No puede un nacionalista quejarse ! Ni señalar ! la división de clases existente, que crea una situación de reconocida injusticia anti-vasca y anti-cristiana por demás. ! Tiene que subsistir fatalmente la tiranía del de arriba sobre el de abajo ? Y este debe dejarse pisotear y morir, si no quiere hacer abortar ese ideal de «fraternidad de J. de E.».
«Maldito mil veces el Nacionalismo, si tiene que buscar su gloria y su triunfo en una a fraternidad» así entendida ! Ni el cielo ni la tierra pueden aprobar semejante crimen, crimen amparado hoy por todas las fuerzas y todos los poderes. Por todas, menos por las organizaciones obreras ni por el Nacionalismo, que debe entrar de lleno y con el pecho descubierto, en este campo ideal.»
Era claro que quien tanta resolución defendía a los oprimidos, quien supo sacar el mejor metal de la vena de Arana Goiri, tendría que sufrir la persecución española en la primera ocasión. España imperialista no podía soportar que Elías Gallastegui proclama en el periódico Aberri, lo que la ciencia ha reconocido, a saber que los vascos no son ni españoles, ni franceses, que son un pueblo con propia personalidad... y que en esa misma publicación se proclamase el derecho a formar un propio Estado, ya resultaban inaceptables para los españoles, estos veían aún en Elías de Gallastegui otro peligro mayor, que consistía en que gracias a él, el nacionalismo vasco iba acercándose a puntos de vista progresistas y empezaba a comprender que la opresión nacional no es otra cosa, que el reverso de la opresión social. Gallastegui, lo proclama al protestar contra todas las injusticias que sufrían los socialmente oprimidos. Evidentemente que aquellos que querían servirse del nacionalismo para apuntalar el capitalismo vizcaíno, tenían que ver igualmente en Gallastegui un enemigo que había que abatir. De esa propaganda sucia se iba a encargar la «Comunión nacionalista» quienes de la vena de Sabino de Arana Goiri, no sacaron el mineral puro, sino que la ganga y zaborra. Esos, los «comunionistas» tenían una predilección morbosa por todo que en el nacionalismo vasco habla de no-nacionalista en su primera época. Para ellos lo principal era el cavernicolismo, la defensa de los intereses del opresor aludiendo a esa a fraternidad que Gallastegui con tanto acierto pone al descubierto... y al última hora, ya renunciaban hasta a la lucha por la independencia y se quedaban con un Estatuto de graciosa concesión.
Es evidente que siendo la lucha por la liberación del hombre vasco, una y la misma, aunque tenga dos aspectos, dos personas, una social y otra nacional, que quien defiende el cambio revolucionario y la supresión de las estructuras al servicio de la opresión nacional, consecuentemente también defenderá la supresión de dichas estructuras de opresión social, en su faz social, Y esto es lo que pasaba con Elías de Gallastegui. Por otra parte es igualmente consecuente, que quienes entran en reformismos sociales, pronto caen en reformismos nacionales, y esto es lo que pasaba con la «comunión» nacionalista vasca. Estos eran partidarios del sistema social que ha desarrollado la burguesía y el Capitalismo... por lo tanto, consecuentemente tenían que estar ideológicamente muy cerca del reformismo nacional. Cuando eran partidarios de la creación de un Estado, vasco, éste debía ser de tipo burgués, y en él evidentemente tenían que perpetuarse todas las injusticias sociales que se padecían bajo el sistema burgués, español... Pero este estado vasco burgués, nunca tendría que oponerse a los intereses de la Burguesía vasca... que iba más y más interesándose en el mercado español.,. de aquí, que pronto se pasase a la idea de conservar los lazos de unión con el Estado español, donde., la burguesía vasca tiene intereses materiales. Su sentimiento nacionalista entonces se conforma con una «libertad cultural», pero que tampoco sea excesiva. Debe ser flexible, para garantizar una fortaleza a la burguesía vasca, pero igualmente flexible para no desprenderse del cuerpo del Estado español.
Por otra parte... también los anti-vascos, iban poso a poco pasando a las filas de la burguesía, pues a cuenta de su enemistad a la revolución vasca, se convertían en enemigos de las reformas de estructuras sociales igualmente.
FRANCISCO XAVIER DE LANDABURU
El Sr. Landaburu, ex-diputado alavés, se ha hecho merecedor de ser considerado entre los ideólogos del nacionalismo vasco, por su obra «La Causa del Pueblo Vasco». Representa este libro, en efecto una aportación positiva a lo que pudiéramos llamar el ala progresista de la democracia cristiana vasca. Frente a las teorías un tanto racistas de ciertos inmediatos discípulos de Sabino de Arana, como frente a las ideas reaccionarias de la «Comunión Nacionalista Vasca», el Sr Landaburu es el representante de un nacionalismo democrático cristiano inteligente. Su obra quiere ser una explicación de la participación vasca junto a las fuerzas progresista del Frente Popular contra la sublevación militar del General Franco y sus secuaces. Examina el Sr. Landaburu asimismo, el desarrollo político que condujo al Estatuto Vasco de donde saliera el gobierno de Aguirre.
Para comprender adecuadamente la cuestión vasca: merece destacarse la afirmación que con tanta justeza hace el Sr. Landaburu de que el nacionalismo vasco siempre fue en Euskadi, un movimiento popular, de que así ha seguido siéndolo siempre. Esta base popular del nacionalismo vasco, que está formada por aldeanos y obreros de fábricas, pequeños burgueses y miembros de la mediana burguesía, es lo que ha impedido que el nacionalismo vasco pasase a ser un defensor de los intereses de la burguesía financiera, a pesar que en el movimiento vasco se hubiesen incrustado, más de una vez, fuerzas que pretendían desviarlo en tal sentido.
El Sr. Landaburu expone las características del pueblo vasco, empezando por la raza, aunque bien es verdad, afirmando que él no es racista. Pasa a hablar de otros factores como «Lengua», «Historia», «Concepciones Jurídicas», «Cultura», factores que podríamos llamar asimismo características étnicas. En cuanto a los factores «concepciones jurídicas» y «cultura», se pudiera suponer que cree que se presentan separadamente, sin darse cuenta de que estos factores tan sólo representan un reflejo de la mentalidad nacional, la cual a su vez, está ampliamente determinada por la lengua.
Aunque francisco X. de Landaburu, destaca la importancia de la lengua, evidentemente, no llega a comprender su completo valor, de suerte que sea ella tanto por sí sola, como por ser el árbol del que salen las demás características como ramas, el factor discriminante de la nacionalidad.
Después de haber enumerado los factores étnicos dice F. X. de Landaburu:
«Somos, a nuestro juicio, una nación indudable, pero ello no sería bastante, si no tuviéramos otra característica que también parece fundamental después ya además de las expuestas: la voluntad de serlo, el afán de ser nación».
Pasa luego Francisco X. de Landaburu a ennumerar y comentar las diferentes ocasiones y formas en que el pueblo vasco ha demostrado su ansia de independencia, sus pruebas fehacientes de anhelo y voluntad de ser libre e independiente.
En su tratado expone algunas aspiraciones y proyecciones sobre el futuro.
«Creo que hay que distinguir entre pueblo, masa y plebe. Los vascos presumimos de tener un pueblo, es decir, una colectividad actuante en provecho propio y con sentido de responsabilidad. El pueblo tiene vida y tiene alma, como tiene exigencias materiales y espirituales. La masa es amorfa, sus reacciones son extrañas y muchas veces contradictoria; es pasiva porque carece de iniciativa, aunque sea sagaz de secundar los mejores y peores designios, le plebe es infra-masa, es carencia de todo y es incapacidad en todos sus aspectos. Creo que los vascos estamos libres de esta calamidad, que no debiera existir en nuestro siglo en ningún rincón de la tierra».
Con conciencia de la participación del Partido Nacionalista Vasco católico junto a las fuerza progresistas, irá Francisco X. de Landaburu:
Era la primera vez que un pueblo católico, ante el dilema de defender la democracia o sumarse a católicos sublevados, se ponía del lado de la democracia.
Francisco Xavier de Landaburu, quiere que, en la futura Euskadi independiente, la justicia social sea obtenida por cambios evolutivo y a este respecto escribe:
«El drama de esos burgueses patriotas es que desean una Euskadi en libertad, pero sin huelgas, sin emociones, sin quebraderos de cabeza, con un orden social como el de ahora, que recuerde la paz de los cementerios, con tal que sean el campesino el trabajador quienes tengan que hacer el difunto. De ese círculo infernal, de ese conflicto de conciencia, los patronos vascos no puede liberarse, pase lo que pase, más que a fuerza de coraje, de audacia progresista y de justicia social. Si tienen miedo que con un régimen de libertad los trabajadores redimidos de la miseria y de las coacciones actuales tengan ideas de venganza, esos patronos deben tratar desde ahora a sus obrero de tal modo que éstos adquieran la convicción profunda de que no trabajan para el enriquecimiento del amo —todavía se emplea esta ominosa palabra— sino por el beneficio de la comunidad, que tengan noción de que la fábrica es un bien propio, común al patrono y al trabajador, con consecuencias en el bienestar de la comunidad social... Derecho electoral sin pan suficiente y sin otras cosas tan necesarias como el pan, es falsificación de la libertad, de la religión y de la patria. Para lograr uno y otro hay que reformar el País quirúrgicamente; pónganse a régimen desde ahora para evitar la operación cruenta los que creen que todo va bien... hasta que deje de ir.
El patrono vasco, yo lo espero, no será sorprendido por el cambio profundo e irremediable de nuestra estructura económica.
Salarios decentes, seguridad social efectiva, acceso a la cultura, vivienda higiénica son condiciones mínimas de una vida social decorosa que ya están disfrutando en el mundo muchos millones de obreros, es base mínima del bienestar en la ciudad y, en el campo, puede y debe ser extendida en el sentido horizontal y vertical. Hay que hacerla llegar en lo extenso a los trabajadores que suelen carecer de este título en el concepto de muchas gentes: a esos industriales de que antes hablábamos, a los comerciantes, a los hombres de profesiones liberales, a los labradores, fuente de la raza, a quienes un pre-tendido enriquecimiento súbito en tiempos de «estraperlo» no les compensará eternamente de las amarguras de una profesión durísima y de una vida incómoda. En este sentido de profundidad hay que elevar el nivel de vida de todos los vascos, que si presumen siempre, aunque no siempre con razón, de poseerlo por encima de otros grupos humanos, lo conservan todavía más muy por bajo del de las naciones que les son más fácilmente comparables en otros aspectos de la vida.
Todo esto podría realizarse en Euskadi sin grandes conmociones y en un plazo relativamente corto, si en el mundo hay unos años de paz y si hay en nuestra casa la libertad suficiente. Existen vascos que, aferrados a lo patriarcal, estiman que para llegar a aquella meta es mejor seguir pacientemente un ritmo lento y aplicar poco a poco fórmulas paternalistas de moderado proceso social. Hay otros, sobre todo jóvenes, que sueñan con revoluciones profundas y no desdeñan «a priori» el camino de la violencia. Es natural que así ocurra. La injusticia social, siendo tan patente como lo es, no afecta por igual a todos los hombres, pero es consolador, por lo que vamos viendo, que, entre los jóvenes, no sean los más necesitados solamente los que sienten con más viveza estas inquietudes y propugnan las soluciones mas enérgicas.. De entre esos jóvenes, los hay que se sienten tentados oír las doctrinas más extremistas y que, desconfiados de fórmulas intermedias, gracias a la supervivencia de las injusticias social y política que el franquismo entraña, ponen ilusión en comunismo».
Después de expone Francisco Xabier de Landaburu su posición católica que dice estar fundamentada, especialmente, en opciones de ultratumba, de las que él, como todo los cristianos, pretenden conocer la razón, pasa a tratar del derecho de autodeterminación.
«Conllevar esta persecución de la manera que se ha llevado y se lleva, no creemos que se haya aumentado en un milímetro la grandeza de España, ni reforzado su trompetearla unidad. Las reacciones que se perciben, bien elocuentes, bien repetidas y bien diversas son prueba de lo contrario, y el comentario general se resume en la frase de que el régimen actual o quien lo encarna es el mejor propagandista de nuestro nacionalismo.
Felicitémonos de ello, sin agradecérselo, pero tratemos de reconocer que el País está hoy, desde el punto de vista vasco, a menos de cero y que nos es necesario partir de tan bajo nivel para preparar el porvenir de nuestro pueblo.
Atribuyo al idioma el carácter de cualidad distintiva eminente, no sólo en su aspecto externo, como manifestación diferente del modo de expresarse, sino como reflejo de un alma, de una mentalidad característica de un grupo humano. Creo que la salvación del euzkera y de la cultura vasca, en general, deben llevarse a efecto porque constituyen, además. un monumento de civilización humana que es patrimonio v definición de los vascos y patrimonio también del Mundo entero. No se entienda por otro lado, que el interés de esa conservación está en su valor documental para la investigación de épocas y de civilizaciones pretéritas, sino como vehículo de educación de un pueblo en el porvenir inmediato y en el más remoto.
... No nos interesa que lo que queda de manifestaciones del espíritu vasco sea guarda lo con un criterio de conservador de museo o de empresario de turismo.
... La cultura vasca es un algo vivo que responde a la mentalidad de un pueblo que no está muerto que tiene ansias de prosperar.
.. En prime lugar, estamos convencidos de que la autonomía cultural y la autonomía administrativa no pueden desarrollarse sin una autonomía, sin una libertad política.
... Decidido el pueblo vasco a romper con los lazos que le unen al Estado, él ha de buscarse, como se les han buscado otros pueblos en la vida moderna, los medios y los modos de organizarse en Estado nacional. ¿Quién se lo podría impedir a la larga? No hay Estado en el mundo que pueda hacer frente eternamente a un pueblo que no quiere integrarse en él, por muy fuerte que sea el Estado y por muy pequeñín que se el pueblo. La convivencia no se impone, se busca, y un día llega en que al propio Estado le es más cómodo. de una vez o por etapas, soltar las amarras del pueblo rebelde.
MARC LEGASSE
Después de los grandes ideólogos que a la causa vasca ha dado la tierra de Euskadi situada al Norte de la frontera, vino casi un siglo en que esta parte de la patria vasca iba de día en día cada vez más desnacionalizándose, afrancesándose. La guerra de 1914-1918 fue una gran fecha de luto para euskalherria. Unidos con sus enemigos combatieron los vascos en el frente contra los alemanes. Hubo una sangría... y lo que es peor una pretendida «fraternidad» de desgracia. Un afrancesamiento invadió Euskalherria.
Sólo con la aparición de Marc Legasse, sin duda alguna el más destacado ideólogo del nacionalismo vasco al Norte de la frontera, se puede hablar de un renacimiento de la llama patriótica. Como a todo precursor le ha pasado que la semilla por él sembrada con sus palabras, sólo ha dado fruto después de cierto tiempo. Además como partidario de Bakunin y Krapotkin, resultó que en su acción política no supo estructurar. Hay que decir en favor de él, que su labor tuvo lugar bajo condiciones muy difíciles.
Su obra teórica se encuentra muy diseminada. Es autor de varias conferencias sobre el tema vasco tales como «La Question Rasque» (Paris 1938), «Jaungoikoa eta Lege-Zaharra» (conferencia dada en Biarritz el 25-11-1942), de opúsculos como: «Euzkadi ma patrie» (1944), «L'Oombre d'Axular» (1944), «Ainsi parlait Nekhatua» (1945), «Paroles d'un anarchiste basque», «Le Séparatisme est-il un existencilisme?». Además ha expuesto sus idea separatista —que es como a él le gusta llamarlas— en ensayos como «De la contrebande considérée comete une obligacion de conscience», etc. Marc Legasse es el autor de Proyecto de Estatuto Vasco presentado por el diputado J. Etcheverry-Ainchiarte, en 1945, a la Asamblea Constituyente de París, así como de la «Proclamation de Santoña (1937-1962)» Edita además, sin periodicidad alguna, una hoja llamada «Hordago», cuya aparición es un acontecimiento, cada vez, en el mundillo labortano.
La posición de Marc Legasse es quizá la más consecuentemente separatista de todos los ideólogos vascos. Como tema adoptó el de «J. e L.», pero dándole un significado diferente al sabiniano. Mientras éstos lo intepretan como «Jaungoikoa eta Lagi-Zarra» (Dios y Fueros), Marc Legasse le da el significado de: «Jaun-gabe eta Legerik-ez» (Ni dios, ni ley). Este mismo lema demuestra el abismo que separa ideológicamente a Marc Legasse del partido clerical fundado por los hermanos Arana-Goiri. Marc Legasse no cree ni en Dios, ni en el Estado, y casi pudiera decir con Bakunin, que se considera «defensor de la humanidad y enemigo personal del Dios».
Las obras de Marc Legasse destacan por la ingeniosidad de su autor. Se parecen a las de los poetas persas quienes como si estuvieran engarzando perlas unen uno tras otro relatos y pensamientos. Con perspicacia se ha dado cuenta de cuánto y cuan grande ha sido el mal que la Religión cristiana ha traído al País Vasco, los males que le han llegado al pueblo vasco por la invasión burguesa y como estos dos venenos reunidos, burguesía capitalista y vaticanismo, han sido la causa de que la propia llama patriótica fuese mancillada por los discípulos de Arana Goiri. En efecto escribe:
«Todos los tropezones (faux-pas), pseudo-habilidas, yerros que han conducido a la causa vasca al callejón sin salida, en donde ahora se encuentra, son debidos ante todo a los capitalistas bilbaínos vascófilos».
«En realidad, les es tan difícil ser pura y simplemente idealistas, como a un camello pasar por el ojo de un aguja o a un elefante bailar en la calle Somera».
«Los burgueses de todos los países son siempre los mismos. Son unos animales muy semejantes al hombre por su cabeza, su estómago y los órganos de reproducción, pero que no tienen corazón. La circulación del oro, que suplanta a la de la sangre, en estos mamíferos se efectúa con cheques».
En su obra teatral «Les Séparatistes» hablando el autor por boca del personaje Etienne dice:
«Señor comisario, ir a la prisión es una de las condiciones de existencia esenciales de nuestro pueblo. Forma parte del peligro de ser hijo de este país. Puesto que Vds. nos prohíben la circulación por la ruta nacional, nuestra conciencia se ve obligada a avanzar por los caminos del contrabando».
«Nosotros estamos condenado a ser —a serlo libremente— o unos renegados o unos separatistas. Condenados, puesto que no hemos elegido el ser hijos de nuestro pueblo, privado de independencia: Ser el autor de una tragedia nacional, jugar el papel de un vil traidor».
«Un pueblo que se resigna a desaparecer, aunque sólo fuese en alguna de sus características, es un pueblo en dimisión. Le he dicho que no quiero ser un canalla, No quiero ser hijo de un pueblo del que se pudiera tener vergüenza de pertenecer».
Ante las iniquidades que las maquinarias estatales forasteras cometen contra el pueblo Vasco, preguntará Mac Legasse por boca de la «sombra» de Axular:
«¿De qué derecho, en nombre de qué autoridad, un gobierno puede decidir la proscripción de una lengua?
En todos los países está prohibido matar y el crimen es severamente castigado. ¿Como puede Francia, madre de la idea de libertad, ayudar al francés a que mate al vasco?
La lengua vasca no ha muerto a causa de los golpes que le han sido dados y no morirá por ello... para defender su tierra y sus libertades, millares de jóvenes vascos se levantan y dan su vida voluntariamente».
Frente a la posición masoquista que adoptan los nacionalistas burgueses, Marc Legasse bien sabe que la religión es un opio para los pueblos y que es el brazo del imperialismo y del colonialismo, tanto en África como en Eukalherria. Así lo dice:
«El papel jugado por el Vaticano en el mundo está perfectamente ilustrado por los misioneros.
Precedidos por algún explorador, que generalmente es comido, el misionero se instala, a su vez en el país salvaje.
Si, como dice Mark Twain, la raza indígena ha podido soportar sin morirse la Biblia, el jabón y los calzones, un militar, dispuesto a morir heroicamente por su patria, pero que llamará «sinvergüenza» a aquéllos que le imitan, vendrá a «pacificar» la región.
Como los habitantes de este país no tienen ningún interés mayor en cambiar de patria que de religión, el militar, entonces, hará asesinar a un cuarto o un tercio de esos «sinvergüenzas».
Una vez así convertidos y nacionalizados, en fin, los mercaderes reciben el encargo de civilizar a los que lograron salvarse; lo que harán con alcohol y enfermedades venéreas.
Pero cuando vayan a morirse los ex-salvajes, tendrán como último consuelo, el de poder ser enterrados en un cementerio cristiano a la sombra de una cruz».
Luego pasará a tratar de la lucha de la Iglesia contra el pueblo vasco. Marc Legasse no cree que la lucha de liberación nacional sea perfecta si el pueblo vasco continuara dejándose latinizar por una religión que le es tan nefasta.
«Algunos vascos han luchado denodadamente para salvar sus tradiciones, su cultura, su espíritu: en una palabra tener personalidad ante la influencia excesiva de los franceses y españoles.
En cambio, encuentran muy natural que la interpretación y dirección de su religión sean desde hace siglos monopolio italiano.
Parece ser que el destino quiere que de alguna forma, a la fuerza, el país vasco deba ser latinizado»
Volviendo al inveterado odio de la Iglesia Católica contra todo los vasco dirá:
«Nuestro señor hubo enviado a sus apóstoles a predicar a todos los pueblos el Evangelio: en sus respectivas lenguas. bien entendido (de esto se trata en el milagro de Pentecostés). Pero los obispos que los Papas nombran para el País Vasco ¿saben, por causalidad, una palabra de vascuence? Curiosos Pastores cuyos rebaños no les comprenden».
Y ridiculizando a los emisarios de Roma, repetirá la fábula del diablo que no pudo aprender vascuence, como sigue:
«Una fábula cuenta que el diablo no llegó nunca a poder hablar en vascuence. De ello no se puede afirmar nada. Nunca se le oyó hablar. Al Obispo de Bayona, éste sí que ha hablado. Y siempre lo hizo en francés».
De la repugnante conducta adoptada por la Iglesia Romana durante su «santa Cruzada» en la que con su bendición se asesinó a un millón de españoles, en la que el Papa Pío XII, se hizo cómplice de todos los crímenes, tanto por incitación como por tácita aprobación, escribirá Marc Legasse:
Durante la Guerra de España
Al canónico Onaindía
«Moralmente, tienen Vds. razón — dijo el Cardenal romano al cura vasco — pero políticamente están Vds. en el error... ;Váyase ya de aquil! (sic¡).
...Y el gallo cantó por tercera vez.
Una actuación tan clara y libre de cambalaches, encontró una indignante resistencia entre los nacionalistas degenerados, a cuya cabeza se encontraba José Antonio de Aguirre y Lecube. Por componendas y pasteleos que había aprendido en su industria chocolatera, resultó este «presidente» provisional ser un personaje nefasto para la causa vasca. Ante la dejación de nacionalismo de él y su Gobierno. Marc Legasse le dirigió una carta abierta en la que le reprochaba su conducta anti-vasca. Sacamos los siguiente párrafos.
«Precisamente en una época en que el País Vasco Continental, después de cuatro años de ocupación alemana, bajo la que las autoridades francesas hubiéronse degradado a gusto, existe un desconcierto espiritual, moral, político e incluso patriótico, el movimiento vasco se abría paso en todos los dominios. Lo uno era consecuencia de lo otro.
En una tal situación interviene la actividad traidora del Gubiernillo de Euskadi, por lo que Marc Legasse dirá:
«Las condiciones parecían estar reunidas para dar a nuestro movimiento un carácter oficial de forma que se integrase abierta y legalmente en la vida política vasca.
Entonces es cuando nos hemos dado cuenta que mientras resistíamos a las presiones francesas y que defendíamos y precisábamos nuestras posiciones frente a los ataques de nuestros enemigos y a las injurias de nuestro adversarios, algunos miembros influyentes del Partido Nacionalista Vasco seguían a espaldas de nosotros un trabajo de sabotaje, que parecía extrañamente coincidir con las maniobras de la Sub-prefectura de Bayona.
Después, esta acción, siempre permaneciendo verbal, se ha continuado v ampliado, causando en nuestra rala tropa graves defecciones y paralizando frecuentemente la recluta de nuevos adherentes.
El doctor Ziaurritz, y varios miembros del E.B.B., tales como Bereziartua, Zarrazeitia, etc., diversos funcionarios del Gobierno Vasco, y en fin, Vd. mismo, aún recientemente, en varias ocasiones, ha condenado la política seguida por los nacionalistas vascos continentales».
Después de varias consideraciones sobre la índole traidora de la conducta anti-vasca seguida por el llamado «Gobierno Vasco» le añade:
«Le ha acontecido al Partido Nacionalista Vasco, lo mismo que a la Iglesia Católica, que en el tiempo de las catacumbas era intransigente en sus principios revolucionario, en su actividad, a medida que ha ido creciendo, se ha convertido en muchísimo más acomodaticia en sus principio, conservadora en sus acciones, y ante todo, extremamente preocupada por no perder su clientela.
El partido de Sabino, que también él fue decididamente separatista y «Zazpiak-Bat» violentamente opuesto al partido carlista —el partido estatutista a la sazón— ha perdido, en creciendo y aumentando y ha olvidado un tanto en marchando y envejeciendo, los propios fundamentos de su doctrina.
El separatismo se cayó al agua, y con él el Lazpiak-Bat ha sido echado al Nervión. El programa del Partido Carlista ha sido pura y simplemente apropiado. Y hoy asistimos al indignante y doloroso espectáculo de ver a los discípulos de Arana-Goiri colaborar con los peores de entre todos sus enemigos españoles...
Es una verdad que cuando se comienza a trampear con los principios, se acaba traicionándolo».
Estos son los puntos memorables de la carta que el patriota vasco Marc Legasse dirigió al pretensioso presidente del mal llamado Gobierno Vasco. Desde entonces (25 de marzo de 1946) han pasado veinte años, en los cuales la conducta del Gobierno y de sus seguidores en nada ha cambiado. No han tenido tiempo a corregir su traidora actuación. El cambio sólo ha sido en sentido peyorativo. Al igual que entonces colaboran con los peores enemigos de la causa vasca, denuncian y delatan a los patriotas vascos a las autoridades francesas, como demuestran los hechos confirmados varias veces, por las propias autoridades francesas de que el «Gobierno de Euzkadi» ha sido el delator de patriotas vascos que no estaban de acuerdo con su sucia política de traición a la patria.
Si entonces el Gobierno Vasco y el E.B.B. torpedeaban la actividad de los vascos ciudadanos franceses hoy hacen lo mismo con los jóvenes de Enbata. La degeneración de los dirigentes del Partido Nacionalista Vasca ha llegado hasta a los más bajos y sucios procedimientos.
Marc Legasse era para los «estatutistas» un peligro. La conducta de Marc Legasse era demasiado limpia y ellos resultaban demasiado sucios a la luz de un nacionalismo claro como el de Legasse. Acabaremos la exposición de la ideología nacionalista de Marc Legasse citando los finales de dos de sus obras:
«... Sí, despertad vascos, vosotros que sois los más prudentes y los más locos entre todos los hombres; tan orgullosos y desdeñosos del fasto de vuestro pasado. Despierta, Euskadi, toma conciencia de tu misión en el mundo, reúne en torno de ti a tus hijos y preséntate decidida entre las naciones. Esta noche, nació Dios. La esperanza debe invadir nuestros corazones. La libertad nos tiende sus brazos. Euzkaldunak! Atzar gaiten! Atzar gaiten!
(L'Ombre d'Axular).
...Sabed en conclusión, que si bien es verdad que todo soldado lleva en su mochila un bastón de mariscal, es aun muchísimo más verdad, que todo vasco lleva bajo su «chamarra» la dinamita de anarquista». («Paroles d'un anarchiste basque»)
ENBATA
A Marc Legasse no le ha seguido ningún destacado ideólogo en el País norteño, puesto que el movimiento Enbata, posteriormente fundado, aun cuando haya cosechado los frutos de la siembra de Marc Legasse, no ofrece ninguna aportación ideológica en ningún sentido. Este movimiento, gemelo de ETA del otro lado de la frontera, reúne en sí a muchas tendencias. Tiene seguidores más bien emparentados con el PNV y hasta de extrema derecha. No podemos negar que también encontramos en Enbata a algunos progresistas, pero todo ello en nada obsta para que el movimiento Enbata, en sí, no tenga ninguna ideología, ni en lo social, ni en lo nacional. En ésto es de una tal pobreza que unas veces se proclama nacionalista y otras se proclama europeísta, bastante centralizante. Así pudo suceder que uno de sus fundadores, Michel Labeguerie, llegase a ser diputado, creyendo los electores que se trataba de un separatista vasco, pero, en habiendo conquistado la silla de diputado, se halla apartado del movimiento y demostrado ser de un arribismo descarado.
La producción ideológica de Enbata es nula. Como además las nuevas generaciones aún no han irrumpido con sus aportaciones, el mensual «Enbata» se ha degradado a ojos vista.
Lo único que ha tenido una cierta resonancia ha sido la proclamación de la llamada «Carta de Itsasu», que a continuación damos en traducción castellana:
«Hoy día de la Patria, 15 de abril de 1963, reunidos en torno al retoño del Roble de Guernika, que plantamos en Itsasu, provincia del Labort, nosotros los Vascos declamaros que somos "Un pueblo, por la tierra, la raza, la lengua y las instituciones - Una nación por nuestra voluntad pasada y presente - Una democracia por la Naturaleza y nuestra Historia". Como, Pueblo, Nación y Democracia afirmamos "nuestro derecho a la unidad - a la libre disposición individual y colectiva". En tal sentido, conscientes de estas realidades y derechos y del derecho universalmente reconocido de autodeterminación" proclamamos "nuestra determinación de organizar nuestra nación como una democracia libre y de imponer su reconocimiento, así como a asegurar la continuidad del Pueblo Vasco reunificado"».
Gillermo UITZINLARRE
Entre los ideólogos del nacionalismo que se han destacado después de la contienda hemos vista a F. X. Landaburu, como representante del ala progresista de la Democracia Cristiana nacionalista vasca. Pero todo ello está basado en el fondo primitivo del aranismo. En cambio con Gillermo Uitzinlarre tenemos ya un nacionalismo vasco que se basa en otros principios. Bien es verdad que Acción Nacionalista Vasca también quiso presentar su nacionalismo sobre otras bases, pero todo ello quedó en un proyecto, grado de impotencia, como lógicamente la aportación ideológica de Gillermo Uitzinlarre al nacionalismo vasco empieza con la publicación del «Manifiesto de Caracas» del que él es el principal autor. Este Manifiesto tiene una enorme importancia en la Historia del Nacionalismo vasco, puesto que marca un cambio decisivo de posición ideológica. Hasta este momento había diferentes grupos que ya desconfiaban de la utilidad y efectividad de, la labor del llamado «Gobierno de Euzkadi», entre los que conviene destacar al «Frente Nacional Vasco», en el que se encontraban integrados, a parte de algunos miembros del P.N.V., mayormente antiguos militantes del Mendigoizale-Batza. Las criticas de los partidarios del P.N.V., por muy justas que pudiesen ser, no entraban en realidad a abordar el mal del problema desde su raíz. Y no podían atacar el fondo del problema por la simple razón de que los «merdigoizales» eran al igual que la gente del P.N.V. por su formación aranistas convencidos y el mal nacionalismo vasco estaba en la propia raíz del aranismo, que presenta en sus rasgos principales un nacionalismo conservador o reaccionario, lo que es inadmisible para un pueblo explotado.
Cosa diferente pasa con el Manifiesto de Caracas cuyo principal autor es, como decimos, Guillermo Uitzinlarre. Aquí se ataca el problema desde otra óptica, su forma y su contenido son algo nuevo, su prosa es diferente de la romántica de los sabinianos. Este corto Manifiesto representa en sí un entero programa de actuación nacionalista para sacar el carro del nacionalismo vasco del lugar en que atascado se encontraba. Muchas de las formulaciones del Manifiesto de Caracas nos recuerdan a las de la A.I.T, Así Uitzinlarre nos habla de que «la libertad de Euzkadi, solamente es posible como resultado del esfuerzo de los vascos». Esta frase nos recuerda aquella que reza: «la liberación de la clase obrera ha de ser obra de la clase trabajadora». Estas formulaciones como otras, y especialmente el folleto «Gero» hace que tengamos que considerar a Gillermo Uitzinlarre como un anunciador del nacionalismo revolucionario.
Uitzinlarre sabe poner el dedo en la llaga. El tercer «considerando» del Manifiesto exprime, claramente, la opinión sentida por todos los vascos amantes de la libertad patria, de que de un «gobierno» en que se encuentran enquistados enemigos del pueblo vasco, como son los representantes del P.S.O.E., poco o nada se ruede esperar. Pero pasa ya en este escrito como posteriormente demostrará Uitzinlarre en profusión en «Gero», que no es meramente la intención del auto el criticar, sino que a cada paso da consejos concretos para hacer avanzar la lucha de liberación nacional. En esta riqueza y variedad de consejos y proposiciones es el «Gero» Uitzinlarre una verdadera cantera. Tanto de los consejos expuestos en el Manifiesto como en el Gero, se han servido varios movimiento nacionalistas vascos, aunque evidentemente ahora callen todo cuanto le deben a Uitzinlarre. En este respecto es Uitzinlarre hermano de Marc Legasse quien profusamente ha sembrado y de quienes profusamente otros han recolectado.
El «Gobierno de Euzkadi», evidentemente, sólo haríase eco de las medidas simples que, solas, separadas del conjunto, poco pueden hacer. Uitzinlarre propone la extensión de cartas de ciudadanía para todos los vasco. Esta medida que en el Manifiesto de Caracas es de orden psicológico, intentará, en su día, el Gobierno Vasco trastocarla para obtener, a través de ella, una fuente de ingresos, mientras que se olvidará de la otra medida propuesta en el mismo «Manifiesto», de decretar la contribución obligatoria de los vascos del exterior e interior, por la simple razón de que esta medida atacaba al bolsillo de los «nacionalistas» burgueses pro-gubernamentales.
Hasta en pormenores, han seguido algunos movimientos posteriormente los consejos de Uitzinlarre, tales como el punto 5°) de que se haga la reunión para rendir cuentas el día de «Aberri-Eguna». Así «Enbata» que para dicha fecha ha fijado su congreso anual.
El sentido práctico que caracteriza al «Manifiesto de Caracas» será extensamente desarrollado por Gillermo Uitzinlarre en su obra «Gero», que en este sentido marca otro nuevo hito. Frente al estilo ampuloso y vallisoletano que suele caracterizar a la prosa nacionalista, Uitzinlarre se limita a exponer en forma escueta opiniones fundamentales, a sas que siempre siguen consejos prácticos. Como buen socialista, sabe que la teoría sin la práctica es nula; por ello que intenta hacer llegar al pueblo de una forma clara y sin lugar a dudas aquellos puntos que él ha podido elucidar. El cuaderno «Gero» es, en este sentido, un ejemplar único en la formulación ideológica del nacionalismo vasco. Sólo nos cabe lamentar que, con posterioridad a esta clara exposición, Uitzinlarre no haya publicado nada más, con lo qué el nacionalismo vasco ha quedado empobrecido por tal ausencia.
Con anterioridad a la publicación del «Gero» de Uitzinlarre ya quiso Acción Nacionalista Vasca ser un movimiento «a-confesional», pero esta «aconfesionalidad» era meramente negativa. Una formulación progresista como la de Uitzinlarre, por primera vez aparece con la publicación de «Gero».
Evidentemente, Gillermo Uitzinlarre se ha dejado asesorar por algún colaborador en la composición de su obra «Gero», por lo que en la formulación de algunas partes se nota cierta incongruencia. La gran tarea del autor será siempre, el que ha sabido amalgamar en un todo diferentes puntos de vista, que el autor los ofrece al lector unidos, con valor dinámico y pragmático.
El folleto de Uitzinlarre tiene, además, una destacable particularidad que por norma general acostumbra a faltar entre los autores meridionales a saber, la de que Uitzinlarre ofrece por primera vez en el problema vasco una visión de conjunto. Mientras que los ideólogos nacionalistas vascos al Sur de la frontera parecen establecer una Estrategia nacionalista, olvidándose de que al Norte de los Pirineos existe un País Vasco. La base ideológica de Uitzinlarre es justamente la ignorancia deliberada de esta desgracia nacional, la frontera anti-vasca.
Además Uitzinlarre ofrece un programa para el futuro. En su formulación se encuentran dialécticamente unidos el pasado y el futuro, con lo que su examen tiende a conservar el movimiento que es lo que caracteriza a la vida.
Este interés de no quedarse entonando cantos al pasado, lo demostró al dar a su obra el título de «Gero». que en vascuence significa tanto luego corno futuro. Expone Uitzinlarre.
GERO quiere una nación vasca con su vida propia, con su idioma, en la calle, en la familia y en la administración.
GERO concibe la Nación Vasca con sus ciudadanos cómo deben gobernar su Patria.
GERO siente indignación ante la situación actual de división de nuestro territorio por dos Estados poderosos, y rechaza los motes de vasco-españoles y vasco-franceses, considerándolos un insulto a Euzkadi:
El Estado español prohíbe el vasco en las escuelas y en la administración, por la fuerza, destruyendo la lengua nacional y lo mismo hace el Estado francés.
Son miles y miles de vascos que, ya españolizados o afrancesados, por la fuerza de las escuelas, liceos y universidades, van a engrosar las filas de sus opresores y dar su esfuerzo a favor de la opresión en Madrid y Paris.
Son miles y miles de vascos que, aventados de su territorio, se pierden para la Nación Vasca.
Miles y miles de vascos que tienen que salir de su Patria a las Universidades extranjeras a desnaturalizar su alma vasca, y dejar de ser vascos lejos de sus familias y amigos.
Miles de vascos que tienen que ir al servicio militar a embrutecerse en un ambiente extraño.
¿Por qué no tenemos conciencia nacional? Porque no tenemos conciencia individual.
GERO empieza a actuar para crear la conciencia individual que nos llevará a la conciencia nacional.
GERO considera necesario, por otra parte, que se establezca el diálogo entre la Nación Vasca y los estados español y francés.
Este diálogo debe llegar a establecer las bases firmes de convivencia y respeto entre estos tres pueblos.
Estas bases firmes, garantía de paz y solidaridad humana, son:
- Libertad cultural
- Libertad personal
- Libertad política.
La libertad cultural obliga a considerar en el mismo plano, cada una en su territorio, a las tres lenguas.
La libertad personal permite las libertades de pensamiento, expresión y agrupación.
La libertad política permite al pueblo vasco organizarse en forma que determine su voluntad libremente expresada.
Esta exposición de una tesis nacionalista vasca, partiendo de otras bases que las sabinianas, hecha por Guillermo Uitzinlarre en «Gero» segura en todo lo largo de esta obra siempre con esa doble característica de claridad y de poner junto a los principios teóricos la forma práctica de llevarlos a cabo.
Uitzinlarre se aparta de la tendencia historicista de los aranistas, cuya argumentación se basaba preferentemente en el hecho de que Vasconia hubiera sido independiente con anterioridad a la abolición de los Fueros.
Para Uitzinlarre en cambio :
«Es erróneo basar el derecho a la independencia en hechos históricos pretéritos y, recíprocamente, negarlo sobre la misma base»
El autor de «Gero» cree en la libertad como algo subjetivo, quizá recordando aquellas palabras de Epicteto de que el filósofo puede ser libre aunque esté encadenado, y escribe:
«La Nación Vasca puede ser libre sin gozar de independencia política y puede ser esclava gozando de independencia».
y da la causa:
«Toda nación culturalmente inferior es esclava de otra».
De aquí que Gillermo Uitzinlarre quiera encauzar el nacionalismo vasco por las vías de la lucha cultural, por la resistencia revolucionaria en el frente cultural, como con tanto éxito se lleva la lucha en este frente en el Vietnam.
En lo social proclama Gillermo Uitzinlarre:
«El principio básico de la Nación Vasca es la igualdad de todos los vascos. El hombre es la base de la nación Vasca. La libertad es la forma de vivir del hombre vasco».
Y después de exponer la condiciones contrarias a una sociedad igualitaria y que deben ser eliminadas, tales como el monopolio, añade unos principios ideológicos en los que se mezclan puntos de vista socialistas con otros neo-liberales.
La oposición de «Gero» al militarismo y al ejército como brazo de la opresión es inequívoca.
En la exposición de los factores básicos nacionales Uitzinlarre se separa del racismo aranista para exponer:
«Los hombres son esencialmente iguales, salvo diferencias físicas de color, pelo y otros detalles que no alteran la unidad de la raza humana.
Los hombres son esencialmente diferentes en sus modo de expresión o idiomas, formando grupos que se identifican por su modo peculiar de hablar».
Concluye, por lo tanto sobre la importancia decisivo del idioma en la nacionalidad, con lo que se separa de los ideólogos aranistas, que siempre insisten en que la primera condición sea la raza. Esto es pues una dile renda esencial entre Uitzinlarre y los aranistas.
De la importancia del idioma nos dice el autor de «Gero»:
«El idioma determina la esencia del pensamiento propio que forma la base de su expresión cultura y la forma de sus relaciones humana.
La lengua es la piedra angular de las características nacionales.
Si se priva a un pueblo de su lengua el resto de las características se desmorona.
Pues faltando la base lingüística se pierde el catalizador máximo del alma nacional.
En torno al idioma se agrupa todos los demás factores nacionales».
Esta forma de ver el problema nacional por parte de Uitzinlarre está de acuerdo con el punto de vista de Marx, Lenin y Lenin en la cuestión nacional. En política, no ve Uitzinlarre otra forma de actuar que, como yo dijera en el Manifiesto de Caracas, estableciendo una política vasca propia. Para Uitzinlarre, pues, lo primero sería la independencia nacional. Dice a este efecto:
«Los pactos con partidos extranjeros constituyen la introducción de quintas columnas en nuestras filas.
El problema vasco sólo lo podemos resolver los vascos, si estamos dispuestos a trabajar en firme. Esperar que una fórmula extranjera lo haga es insensato.
Para plantear el problema vasco de libertad nacional es preciso que el Gobierno que lo haga esté desligado de compromisos con sus opresores. Hacerlo en la situación actual es teatro y farsa, engaño y fraude.
Actualmente estamos todos los vascos esperando soluciones mágicas, sin objetivo, sin una tarea a realizar desde hace 25 años.
Los vascos sólo serán una potencia ante sus enemigos, si previamente han conseguido su propia conciencia nacional. Siendo mucho más importante ser vasco que ser independiente nuestra tarea es el vasquizarnos a un ritmo mayor posible.
Se ve pues que Guillermo Uitzinlarre, al igual que todos los técnicos de la guerrilla, plantea ya en estos puntos las bases previas para la liberación nacional y para la lucha de liberación nacional:
- a) conciencia política y nacional;
- b) línea clara de política nacional;
- c) fijación de tarea y rechazo de espera en soluciones mágicas, como son las del «Gobierno de Euzkadi»;
- d) unidad de Frente Nacional, previa conquista de la conciencia nacional.
Estos principios se verán apoyados en una serie de consejos destinados a preparar el terreno de la guerrilla de liberación, consejos que posteriormente ''han sido aceptados y puestos en práctica por las agrupaciones políticas.
Al sacerdote le dice:
Cuando te enfrentas con la injusticia, te niegan lo necesario, te destierran, te quitan los puestos, te matan de hambre.
No desfallezcas y sigue luchando sin descanso. La Patria te necesita. Los vascos negarán sus limosnas a los sacerdotes malos.
Los echarán de la Nación vasca.
Y le dará aun consejos más concretos:
Obedece a tus superiores pero ruega a Dios que sean removidos de sus cargos todos los que ayudan a exterminar la Nación Vasca.
Y trabaja firmemente para que sea pronto.
También a los obreros da consejos, y ante todo los previene contra sindicatos que so pretexto de internacionalismo hacen españolismo.
Tú organízate en sindicatos vascos sin intromisiones extrañas.
Se puede decir que es Uitzinlarre el primero en introducir principios marxistas-leninistas en la problemática vasca. No obstante, como este trabajo de Uitzinlarre está destinado a la primera fase de la lucha de liberación nacional, ofrece desde el principio de ideología consecuente, cierta falta de unidad. Si por una parte ofrece claramente principios progresistas de acuerdo con la teoría marxista-leninista, por otra parte introduce, para esta fase de la lucha nacional, una serie de concepciones neo-capitalistas que contrastan fuertemente con el resto.
Cree Uitzinlarre evidentemente como táctica para la primera fase de la lucha de liberación, en algo que llama «Capitalismo Universal». No obstante esta concesión, admite que:
«Dicho más claro las cosas tienen que cambiar mucho, para llegar a una situación aceptable.
Esa masa obrera sin forma definida, montón de hombres, sin esperanza y con sed de justicia, tiene que desaparecer».
En tal sentido Uitzinlarre ve en la tarea social, un quehacer que incumbe a toda la nación, y dice:
«El problema del bienestar de un grupo de ciudadanos incumbe al resto de la comunidad. El cuerpo social no puede permanecer impasible ante el sufrimiento de uno de sus miembros».
Para Uitzinlarre se debe llegar a una especie de control obrero, por evolución, y dice al efecto :
«La fuerza de trabajo obtendrá una representación real y efectiva en la dirección responsable de la empresa.
No por una concesión graciosa de una ley contemporizadora, sino por derecho propio de las fuerzas de trabajo en su carácter de propietarios de acciones de la empresa».
A nuestro entender se trata de un error el creer que por concesión de unas acciones a los obreros se puede solucionar un problema que exige un cambio revolucionario de las estructuras sociales. Seguirá, predicando a los patronos:
«Los patronos deben comprender que su concepto de propiedad sin función social está fuera de la filosofía actual».
Uitzinlarre intenta compaginar estas afirmaciones con las siguientes, que dirige a los obreros :
«¿Tú no has visto cómo entre tú y muchos otros habéis levantado empresas de las cuales hoy, después de 20 años o más, ni tenéis parte en absoluto?». Si pues Uitzinlarre se plantea en este punto el problema de la apropiación de la plusvalía del trabajo producido por el obrero, es difícil que pueda concebir un fin de la explotación del hombre por el hombre con medidas como las que viene aconsejando, a no ser que lo comprenda, como medida previa en la época de lucha de liberación nacional, en la que evite hacer un izquierdismo pseudo-revolucionario que no conduce a ningún fin. Estas proposiciones de Uitzinlarre, incluidas como ratón en un opúsculo, que es en sí revolucionario, deberán ser comprendidas de la forma que Mao Tsetung se expresa en su obra: «La independencia y la Autonomía en el Seno del Frente Unido»:
«En una nación en lucha contra un enemigo extranjero, la lucha de clases toma la forma de la lucha nacional, y bajo esta forma se manifestará su unidad. De una parte, las reivindicaciones políticas y económicas de las clases durante un cierto periodo, como el de la lucha nacional, deben ser subordinadas al mantenimiento de la cooperación; de otra parte, todas la reivindicaciones de la lucha de clases deben derivarse de las exigencias de la lucha nacional».
Frente a esta parte que, superficialmente considerada, pudiera parecer defectuosa, pero en las que se nota una vez más la fuerte inspiración para que para Uitzinlarre ha sido el pensamiento de Mao Tsetung, veremos otras partes en que el autor del Gero sabe dar consejos para la lucha revolucionaria, para el comienzo y puesta en marcha de la lucha de liberación nacional y la insurrección contra el dominante extranjero.
Bajo el Capitulo VIII expone Uitzinlarre la gran distinción que existe entre la «Fuerza Bruta y la Fuerza Mental». Este capítulo es uno de los más notables de Gero. Por una parte parece estar hablándonos de métodos de resistencia gandhianos, como si quisiera seguir los pasos de Elías de Gallastegui, proponiéndonos una especie de «ahimsa» vasca. Pero, al mismo tiempo, se descubre al teórico de la guerra revolucionaria. Comienza diciendo:
«El hombre y los pueblos pueden luchar usando la fuerza bruta, la fuerza de la razón y ambas combinadas. La fuerza bruta conduce al derramamiento de sangre, y, a veces, al extermino. La fuerza mental conduce al robustecimiento de la mente y del espíritu, creando centros de resistencia psíquica, contra los cuales nada pueden los explosivos. La fuerza bruta conduce al sacrificio de la vida en un instante de lucha. La fuerza mental conduce a la consagración de toda la vida a un ideal. La fuerza bruta necesita número de combatientes y armas adecuadas. El avance es una consecuencia de la superioridad de fuego; . quien tenga esta superioridad en un punto será victorioso independientemente de si tiene razón o no. La fuera mental se basa en la adhesión de las masas a la elite, intelectual y los grandes ejemplo de la vida».
Como se ve aquí Uitzinlarre, sobre quien la influencia del pensamiento de Mao Tsetung es evidente, expone las contradicciones de los principios de la simple fuerza bruta y de la fuerza mental. Como es sabido justamente en el desarrollo de esta contradicción esencial residen la gran fuerza de las guerrillas, cuyo ejemplo tenemos claramente en el Vietnam, donde la fuerza bruta de los aviones yankis, del napalm y de los productos químicos y tóxicos, son vencidos por la fuerza mental superior de los guerrilleros del F.N.L.
La fuerza mental, encarnada en las masas, se convierte en fuerza física Uitzinlarre lo proclama, como hemos visto, diciéndonos que es esencial la «adhesión de las masas». Es de esta forma que, con la adhesión de las masas, esa fuerza mental, convertida en fuerza material, hace invencible al ejército popular en la guerra revolucionaria. Mao Tsetung nos dice:
«La guerra revolucionaria es un asunto de todo el pueblo».
(Problemas de Estrategia en la Guerra Revolucionarias, Obras Militares, pág. 95).
«Para vencer a un enemigo potente, un ejército débil no puede desinteresarse de la elección de sus posiciones. Pero esta condición sola es insuficiente, debe estar acompañada de otras condiciones. La más importante es el apoyo de las masas».
(Mao Tsetung, ibdem. pág. 126).
En el párrafo IX pasa Uitzinlarre a tratar de la «Resistencia Pasiva». Es, quizá, en la táctica nacionalista vasca la primera vez en que se exponen normas concretas para la acción civil contra la opresión. Así no es de extrañar que muchos de los consejos de Uitzinlarre ya hayan sido seguidos y puestos en practica por la resistencia vasca. Dice el autor:
«Teniendo que luchar con opresores brutales que no titubean en el uso de la fuerza, se deben emplear tácticas que pueden desarrollarse por los resistentes sin perjuicios personales inadecuados a los objetivos».
Este es justamente uno de los principios básicos de la guerrilla, el saber no exponerse ante un enemigo que es mucho más fuerte. Esto es lo que llama Che Guevara la «Táctica del muerde y huye», lo que hace del guerrillero un «jesuita de la guerra»,
Conviene destacar entre las formas le acción, que Uitzinlarre propone en «Gero) y que luego han sido puestas en practica con un gran éxito como en las concentraciones de Guernika, las siguientes:
Fijar fechas determinadas en las cuales todo resistente suspenda parcial o totalmente sus actividades. Hacer concentraciones masivas pacíficas en determinados lugares.
Establecer el boicot de personas, firmas sociales, entidades sociales y religiosas y de sus representantes.
Producir la ausencia masiva a espectáculos públicos.
Hacerlo en silencio e impersonalmente».
En cambio el párrafo X de la obra de Uitzinlarre es de nuevo un párrafo inspirado en teorías neocapitalistas. Uitzinlarre define la «Nación» como sigue :
«La ración es una comunidad humana o sea el grupo humano que tiene la misma base de civilización, tradición familiar, herencia histórica, formación jurídica y social, cultural, conceptos y costumbres comunes y las mismas esperanzas, sueños, prejudicios y resentimientos, enraizada en un suelo patrio y con una lengua propia».
Esta definición tiene comunes muchos puntos con la expuesta por Stalin, aunque en esta parte el autor de «Gero» la haya adornado con algunos tópicos burgueses. En cambio la definición que Uitzinlarre nos da del Estado es contraria a la teoría marxista-leninista. Dice el autor de «Gero»:
«El Estado es un instrumento al servicio del hombre».
Lamentablemente, en la realidad ese hombre, ese pueblo, a cuyo servicio debiera estar el Estado, se ve suplantado por una clase social que se apodera del poder es, en realidad, justamente con esta usurpación del poder por una clase social que nace el Estado.
El punto final de «Gero» son unas palabras de Stalin, que reproduce Uitzinlarre, mostrando que todo la obra ha estado guiada por ellas:
«El mayor capital de un pueblo son sus hombres».
ACCION NACIONALISTA VASCA
Hasta aquí hemos tratado de ideólogos, de teorías y programas elaborados por diferentes pensadores del nacionalismo vasco. Junto a estas individualidades aún pudiéramos añadir ideologías más o menos completas, elaboradas por un grupo de personas sin que se les pueda atribuir un autor individual.
El programa de Acción Nacionalista Vasca (1936) ofrece la contradicción interna de un movimiento que quiso ser mucho y no llegó a nada. En la actualidad se puede decir que A.N.V. ha dejado de existir. Como en este partido se reúnen elementos contradictorias, su programa resultó inocuo. Le pasó, como al sodio, que es un veneno, que combinado con el cloro, que asimismo es otro veneno, da un producto tan inofensivo como es la sal de cocina. Individualmente ha contado A.N.V., con elementos de valía. Pero no sabiéndose si A.N.V. era y es un partido pro-socialista o pro-liberal, resultó que se quedó en cero. Su programa no ofrece más que las generalidades que se encuentran en todo programa, desde el fascismo hasta la extrema izquierda, pasando por los partidos clericales en la actualidad, es decir, en el fondo: nada.
Lo que le diferencia a A.N.V. de las demás organizaciones nacionalistas vascas es que ella es la única organización que reclama un Estado vasco unitario, mientras que cualquier otra agrupación vasca se declara unánimemente federalista. Además A.N.V. se expresa taxativamente en favor de la forma republicana del gobierno. Con esta problemática lo que se puede decir de A.N.V. es que ofrece un carácter liberaloide. Convendría destacar que ya en su programa de 1936, A.N.V. se declaraba partidaria de una Federación de Pueblos Europeos, en una época en que nadie soñaba con tales proyectos que hoy se están convirtiendo realidad, o al menos, son tema de discusión.
EUSKADI TA ASKATASUNA
Al llegar a tratar de Euskadi ta Askatasuna (E.T.A.), nos pasa como con Acción Nacionalista Vasca, nos hallamos ante una despersonalización del movimiento. ETA tiene diferentes colaboradores, aunque hasta ahora no ha destacado ninguno de ellos como el ideólogo de la organización. Esto hace que la concepción política de ETA aparezca en cierto grado «deslavazada» y no pueda, evidentemente, ofrecer una consecuencia de pensamiento político, como en el caso de una persona que desarrolla sus puntos de vista y sus pensamientos. Los escritos de ETA, por lo mismo, ofrecen en muchos casos la marca del pacto de tendencias dispares.
He creído que para exponer la ideología de lo que resulta de los escritos eclécticos de ETA, tenía que observar un orden de prelación. Así me parece que son los principios la base ideológica de este grupo. En cambio, los artículos publicados en ZUTIK no creo que se pueden tomar por base de una conducta ideológica ya que sus autores ofrecen tantos y tan diferentes puntos de vista que no se puede sacar de ellos un hilo común. En cambio, me parece que el cuaderno de ETA sobre la «Insurrección en Euzkadi» es una aportación al nacionalismo vasco. ETA ha publicado, además de este cuaderno, una serie de cuadernitos, entre los que, sin que nadie pueda darse razón de ello, se ha incluido al mencionado sobre la «Insurrección», que son simplemente cortos resúmenes, hechos con más o menos prisas y profundidad de obras de iniciación. Su interés práctico consiste en dar una formación política general a los militantes, instruyéndolos en temas que bajo la opresión actual no llegan a conocer. Así pues, considerando que estos cuadernitos cumplen únicamente con un fin didáctico evidente, no representan ninguna aportación ideológica.
Habiendo rogado a algunos de los jefes de ETA me proporcionaran una ampliación sobre la ideología actual de este movimiento (que como movimiento espero que evolucione con la dialéctica de la revolución) se me ha dicho que la «Carta a los Intelectuales», últimamente publicada por ETA, representaba la evolución natural de los puntos de los «principios» y que, en caso de discrepancias, se debe considerar a la «carta» como la formulación exacta.
Euskadi ta Askatasuna se define a sí mismo en sus principios como sigue:
Euskadi ta Askatasuna (ETA) es un Movimiento Revolucionario Vasco de Liberación Nacional, creado en la Resistencia patriótica, e independientemente de todo otro partido ,organización u organismo.
ETA proclama que el Pueblo Vasco tiene los mismos derechos que asisten a cualquiera otro pueblo a su autogobierno y afirma que, para la consecución de éste, se deberán emplear los medios más adecuados que cada circunstancia histórica dicte.
La libertad de Euskadi no constituye para ETA el interés supremo, sino el único medio realista de desarrollo y vigorización de la Nación Vasca en todos los ámbitos.
ETA sostiene que si Euskadi con entera libertad estima como más conveniente a sus fines y existencia, la cesión de diversos derechos a organismos u organizaciones supranacionales, así lo hará.
ETA considera que Euskadi está integrada por las regiones históricas de Álava, Guipúzcoa, Laburdi, Navarra y Vizcaya.
ETA dentro del marco político propugna para Euskadi:
El establecimiento de un régimen democrático e inequívocamente representativo, tanto en el sentido político como en el social-económico y en el cultural, en orden a actualizar, en todo momento, los valores positivos del Pueblo Vasco.
ETA, al igual que todos los movimientos e ideólogos vascos —a excepción de ANV—, es partidario de un sistema federal, y expone:
La máxima descentralización en la estructuración de la sociedad política vasca, junto con el reconocimiento político-administrativo de los organismos de orden natural corno son el Municipio y la Región.
ETA recoge de «Gero» la idea de la organización de un movimiento ITZUL y dice:
La organización de una campaña universal de retorno a la Patria de los vascos diseminados por el mundo entero.
En contra de la posición racista del P.N.V. se afirmará ETA diciendo:
La repulsa del racismo y, por lo tanto, de los principios de superioridad legal de unos pueblos o razas sobre otros. No apoya, consecuentemente. la segregación o expulsión de los elementos extraños al País, en tanto que éstos no se opongan 'o atenten contra los intereses nacionales de Euzkadi:
También condena ETA el militarismo y propugna la aconfesionalidad para Euskadi. En el área social preconiza:
La desaparición del liberalismo económico como sistema base de la futura economía vasca, por considerar. ilusoria cualquier pretensión de democracia si ésta se limita exclusivamente al campo político, sin que, asimismo, se establezca una efectiva democracia en el orden económico.
La profunda modificación del status de la propiedad. Por ello se habrá de legislar de manera a destacar y proteger su primordial dimensión social, tanto en la industria como en el agro, pesca y demás ámbitos económicos y sociales.
La socialización de los recursos e industrias de los sectores básicos de la economía y de los sectores de alcance general, así como el fomento, mediante pertinentes disposiciones, de estímulo de las cooperativas.
La planificación de la Economía Nacional, democráticamente realizada, con intervención principal de los Sindicatos, Comités de Empresas, Organismos Regionales del Plan Ayuntamientos etc. y -excluida toda interferencia o influencia de defensa de los intereses de clase.
Todas estas normas evidentemente socialistas de ETA quedan, en cambio, en gran parte desvirtuadas por los siguientes puntos:
El reconocimiento de la primacía del Trabajo sobre el Capital como norma rectora.
La calificación del Trabajo y del Capital —tanto privado como público— como elementos. integrantes de la Empresa en cuya cogestión y, beneficios participarán proporcional y correspondientemente.
Estas dos frases de índole e inspiración neo-capitalista demuestran claramente que; en el momento de confeccionarse estos Principios, existían en el seno de ETA corrientes antagónicas.
Admito como buena y aceptable la aclaración que me ha hecho uno de los jefes de ETA en el sentido de que después de la publicación de estos principios, la dialéctica de la lucha revolucionaria ha llevado a ETA a un decantado de sus opciones políticas y sociales y que en este sentido la carta a los intelectuales, publicada en ZUTIK, n. 30, representa hoy más adecuadamente la posición de ETA.
En esta carta ETA reconoce la posición anti-nacional, enemiga del pueblo vasco, encarnada hoy por la alta burguesía vasca, nuestra burguesía «compradora», diciendo:
«La alta burguesía vasca, desarraigada de su pueblo por servir sus intereses egoístas, integrada en el sistema monopolista español, hace tiempo que pasó la edad de su dinamismo, de su espíritu de empresa, de progreso. Hace tiempo que su principal preocupación pasó a ser el defender a todo trance sus privilegios adquiridos».
Es de destacar este hecho de que ETA reconozca esta posición anti-vasca de la alta burguesía (y de todos sus lacayos) la cual con el único fin de consolidar su posición económica, se identifica con los ideales de opresión nacional de Vasconia, en cual está encarnado por los intereses imperialistas del Feudalismo y la Burguesía del Estado español. Consecuentemente esa casta social, pasada al enemigo de su pueblo, para defender sus intereses defiende los del Estado opresor y considera como un atentado a sus fines toda expresión del sentimiento nacional y popular vasco. ETA así lo expresará:
«Desde que la alta burguesía vasca se ha integrado en el sistema monopolista español, el españolismo ha sido impuesto al pueblo vasco como medio de consolidar el sistema. En estas condiciones, los acordes del txistu, los colores del país, el sonido de la lengua vasca pueden ser tomados como atentatorios a los intereses del sistema y ser reprimidos violentamente. La opresión nacional es así una realidad».
Para ETA esta opresión burguesa reviste en Euzkalherria, además de su carácter específicamente burgués otro que le es parte integrante, a saber, el del españolismo. Es decir que la opresión burguesa en Vasconia tiene un carácter compuesto a base de dos elementos, pues es: burguesa/española. Con ello el carácter de opresión burguesa (es decir: meramente de clase social) adquiere en EusKalherria un sentido más amplio, pues se trata de una opresión nacional realizada por una burguesía extranjera o extranjerizada, contra todo un pueblo.
Dice ETA:
«Bajo el actual sistema no se puede hablar honradamente de cultura; en todo caso habría que hablar de cultura española burguesas Desde que el niño entra en la escuela ha de tomar contacto con este instrumente de alienación permanente».
En este sentido la lengua vasca se halla emplazada, por la fuerza de los hechos, en el bando de los enemigos de la burguesía española. La lengua vasca resulta por ello, aunque sólo sea por la oposición a los enemigos, la expresión de la rebelión anti-burguesa. Adquiere un carácter político-social. Como el enemigo de Vasconia representa la opresión reaccionaria de la burguesía, por la misma razón la lengua vasca, en tanto que símbolo de oposición a la opresión, adquiere un carácter plenamente progresista.
ETA constata que la lengua vasca está perseguida y sometida a regresión. En esto debería tener presente ETA, lo que Gillermo Uitzinlarre, con tanta justeza, declara:
«El estudio de la lengua es el mejor termómetro del sentimiento nacional», («Gero», III, 15).
Sería falso querer considerar la lucha de idiomas únicamente desde un plano abstracto, sin examinar el fondo social de lucha de clases que encierra la lucha de idiomas
El euskara es una de las barreras que naturalmente protegen al pueblo vasco contra la alienación. Las clases explotadoras, forzosamente, tienen que atacar las barreras que les cierran el camino de la explotación del hombre por el hombre. Como una lengua de un pueblo perseguido siempre es un baluarte contra la penetración de la expoliación extranjera, es lógico que los explotadores tropezasen con él. Ya Humboldt hubo señalado que la lengua vasca unía a los que la dominaban en una especie de fraternidad. De aquí que, igualmente, la lucha de defensa y la estrategia revolucionaria de un pueblo oprimido varía de la estrategia revolucionaria de una clase social oprimida. Por ése la justeza de la apreciación de Mao Tse tung que hemos mencionado, de que en una nación en lucha contra un enemigo extranjero, la lucha de clases toma la forma de lucha nacional.
ETA en este sentido expone claramente que la lucha del pueblo oprimido en Vasconia, es del tipo que Mao Tse Tung nos ha señalado, y expone las razones de la lucha vasca:
«Luchamos por la autodeterminación nacional por tres razones, cuyo orden de prioridad dejamos a elección de cada uno.
Porque formarnos un pueblo, vivimos separados como extranjeros y tenemos el mismo derecho que cualquier otro pueblo al autogobierno y a la unión.
Porque con unas estructuras vascas tendemos más posibilidades de desarrollarnos integralmente y participar en el progreso del mundo, que como españoles, franceses o lapones.
Porque vemos en ello la única posibilidad de que el socialismo por que luchamos se implante en Euzkadi y lo sea además adaptado a las condiciones específicas (tanto objetivas como subjetivas) del mismo».
Y afirmará poco después:
«Concluyendo, exigimos para Euskadi la autodeterminación y la reunificación política nacional; por eso luchamos con todas nuestras fuerzas».
Así ETA ve la primera fase de la lucha nacional vasca, como lucha de liberación nacional, aunque postula como una segunda fase la de implantación del socialismo. En este sentido ETA se hace intérprete de la palabras de Stalin, quien en una controversia contra los nacionalistas yugoslavos afirmaba:
«Ya en octubre de 1916 en su artículo «Balance de las discusiones sobre el derecho de los pueblos a disponer de si mismos» decía Lenin, que el punto esencial de la cuestión nacional relativo al derecho de los pueblos a disponer de sí mismos había cesado de ser una parte del movimiento democrático general, que se había ya convertido en una parte integrante de la revolución proletaria general socialista.
Por ello consecuentemente viendo la fuerte ligazón que existen entre la lucha de liberación nacional de los pueblos oprimidos y la lucha del proletariado, ETA propugna para Euskadi un sistema socialista, como único medio eficaz para garantizar la independencia nacional y la prosperidad del pueblo euzkaldun. En este sentido, la afirmación de ETA de que es partidario del respeto de la propiedad de los medios de producción propia, quizá, deba entenderse restringidamente, como los medios de producción individuales del artista o artesano, lo que incluso en la Constitución de la Unión Soviética está garantizado.
La oposición anti-capitalista de ETA será claramente expuesta en los siguientes párrafos:
«Nosotros como Movimiento revolucionario nos limitamos a afirmar:
Que en todo sistema capitalista se da una explotación del hombre por el hombre.
Que de esa explotación y de los medios empleados para su mantenimiento se derivan graves consecuencias para todos los sectores de la vida social y, a veces, incluso individual.
Que la Revolución debe pretender la socialización justamente de tantas empresas como necesario para prevenir la vuelta a una situación en que el sector privado llevase el peso de la economía.
Evidentemente que estos puntos significan un avance sobre los principios. Lo que no se comprende tan bien, es cómo ETA quiere eliminar la «explotación del hombre por el hombre» si afirma que es solamente partidario de la «socialización de las empresas que sean necesarias para prevenir la vuelta a una situación en que el sector privado llevase el peso de la economía».
¿Cómo comprender este punto de vista de ETA? ¿Se trata de conservar un sistema mixto de economía, en que sólo estén nacionalizadas las industrias básicas, o aquellos que, al igual que en los países capitalistas, lo están porque ya no son rentables, aunque son imprescindibles? En este caso resulta que el conjunto de la nación debe soportar la no-rentabilidad de las industrias imprescindibles, mientras que los capitalistas, que ya no las desean explotar, sacan sus beneficios de otras partes. O ¿se trata únicamente de una nacionalización progresiva? Este punto resulta un poco obscuro puesto que afirma:
«Reaccionando contra todo tipo de capitalismo, llegamos a la necesidad de implantar en Euzkadi unas estructuras socialistas y entonces surge la cuestión de cuáles son las empresas que deben o pueden ser socializadas. El mayor problema, no hay duda de que es el de qué empresas deben ser socializadas en el momento de llegar a la culminación del proceso revolucionario».
Es de esperar que la dialéctica de la Revolución llevará a ETA a posiciones más justas, ya que el socialismo, como fase inferior que debe dar paso a un sistema libre de la explotación del hombre por el hombre (si el socialismo es únicamente un sistema de tránsito hacia la sociedad sin clases, libre de explotaciones) la exposición de ETA sería correcta, en tanto que se trate de un socialismo «en progresión».
La perduración de unos sistemas capitalistas dentro de una sociedad socialista encierra el gran riesgo de un retorno a la explotación del hombre por el hombre. Esta perduración puede ser «provisionalmente» necesaria lo que no debiera nunca olvidarse es que el fin de una sociedad de tipo socialista es la supresión de la propiedad privada, lisa y llanamente, de tos medíos de producción.
Marx decía refiriéndose al socialismo:
«...tenemos que tratar con una sociedad que se ha desarrollado no sobre bases que le son propias, sino por et contrario, tenemos que tratar con una sociedad que acaba de salir de la sociedad capitalista; una sociedad, por lo tanto, que bajo todas las relaciones económica, moral, intelectual, lleva aun los estigmas de la vieja sociedad de cuyo vientre salió».
Así pues, para borrar esos estigmas se hace necesario lo que en términos marxistas se llama la «dictadura del proletariado», a saber, un sistema transitorio que eduque a la nueva generación libre de los estigmas del capitalismo y que, en caso dado, reprima los intentos de restauración de un sistema de explotación del hombre por el hombre. Que la clase burguesa, acostumbrada a dar al término «dictadura» la equivalencia de «tiranía», quiera ver en la supresión de las expoliaciones burguesas un sistema de tiranía, es evidente, Este fue su camino. Para los burgueses la supresión del sistema burgués equivale igualmente a la supresión de toda sociedad, de todo sistema de convivencia humana.
Dado, en cambio, las necesarias dos fases de la lucha vasca, a saber (a) liberación nacional y (b) liberación social, se deriva de ello que, ya en sí, la primera fase de la lucha tiende en un pueblo oprimido a la eliminación del Estado, que es el medio de explotación. En tales situaciones, un partido revolucionario tiene que aspirar a dar paso ininterrumpidamente a la revolución social, estableciendo el socialismo como sistema que conduzca a la liberación del hombre.
La liberación del hombre implica la supresión de la cultura imperialista, importadas por España y Francia. ETA como todo movimiento nacionalista inspirado en principios europeos se declara, por lo mismo, por la misma razón revolucionaria, partidario de una cultura humana progresista, que en Euskadi, forzosamente ha de ser euskalduna.
Pero lo que caracteriza a ETA no es su ideología más avanzada socialmente que la del PNV o ANV, sino su dinámica revolucionaria. ETA se declara partidario de la guerra revolucionaria para Euzkadi, evidentemente aplicando en concreto en Euzkadi los métodos que de su propia situación se derivan.
En este sentido ETA está de acuerdo con lo que el PC de China dice en el 9° punto de los treinta puntos de marzo de 1963:
«El partido proletario y el pueblo revolucionario deben dominar todas las formas de lucha incluida la lucha armada».
En general esta posición de ETA se halla expuesto en su folleto publicado bajo el título «La Insurrección en Euzkadi» que el Gobierno francés se creyó obligado de prohibir, su venta y difusión en el territorio del Estado francés. Muchas de las frases de este libro están copiadas textualmente de las obras militares y políticas de Mao Tse Tung, como ejemplo citaré.
No solamente hemos de estudiar las leyes generales de la guerra en general, sino igualmente las específicas de la guerra revolucionaria y más particularmente las leyes concretas de la G.R. en Euzkalherria.
Nosotros somos partidarios de la guerra justa de liberación nacional y social, de la misma manera que estamos contra las guerra injustas (de conquista y opresión).
Todas las guerras contrarrevolucionarias son injustas y todas las guerras revolucionarias son justas. (ETA, «La Insurrección en Euzkadi», pág. 8).
Por eso debemos estudiar no solamente las leyes de la guerra en general, sino igualmente las leyes específicas y las leyes particulares de la guerra revolucionaria en China.
(Mao Tsetung, «Obras Militares», pág. 83).
Nosotros somos partidarios de todas las guerras justas y estamos contra todas las guerrar injustas.
Todas las guerras contrarrevolucionarias son injustas y todas las guerras revolucionarias son justas.
(Mao Tsetung, «Obra Militares», pág. 87).
Estos lugares copiados de Mao Tsetung y aplicados al caso vasco en concreto abundan en este libro de ETA. Se trata, pues, de un estudio de aplicación concreta de las enseñanzas de Mao Tsetung al país vasco.
EUSKO GAZTEDI
Frente a la ideología revolucionaria de ETA, se halla la de Euzko Gaztedi (del Frente Nacional). (No se confunda con EGI, que es del P.N.V.). Su más destacado representante es Ikher Gallastegui. En una conferencia pronunciada en París expone Gallastegui la ideología de Eusko Gaztedi, que está ampliamente influenciada por las luchas de los patriotas irlandeses:
«Pretendemos una Euzkadi libre y para nosotros la libertad no tiene más que una definición.
...Esta falsedad que pretende que la nacionalidad es una cosa material, una cosa definida por estatutos y garantizada por intereses mutuos, es la raíz de la falsedad que pretende que la libertad es un estado que se concede, en vez de una gloria que se conquista y también es origen de la otra falsedad que pretende que pueda ser lícito, por intereses de imperios, por conveniencia económicas o por una vida tranquila, el renunciar al derecho de la libertad completa.
...Queremos la separación completa de Euzkadi y España. No volver a 1839, sino el actuar de acuerdo con 1961, no el restaurar los llamados Fueros o la Ley Vieja, sino fundar una nueva nación, el crear un pueblo libre y seguro de sí mismo, además de fuerte.
...Limitarse a utilizar únicamente medios legales, termina siempre por convertirse en obediencia pasiva.
...Y hay momentos en que únicamente las armas satisfacen la necesidad. Los policías y los soldados son argumentos inexpugnables contra el razonamiento, pero no lo son contra las balas. Con quien quiere razonar, razonaremos; pero, únicamente, el brazo patriota que empuña un arma puede prevalecer contra el despotismo armado.
...La Nación que considere el derramamiento de sangre como el último de los horrores es porque ha perdido su hombría. Hay muchas cosas más horribles. La esclavitud es una de ellas. Y la muerte no es necesariamente una tragedia ni una derrota.
...Si logramos hacer que estos funcionarios no se atrevan a llevar a cabo las órdenes que reciben de Madrid: si conseguimos que las fuerzas armadas de represión se vean imposibilitadas, para proteger, a todos y cada uno de estos funcionarios; si el pueblo vasco, una vez perdido el temor que hoy le domina, se decide, respaldado por nuestras armas, a desobedecer a las autoridades españolas en Euzkadi ¿qué pasaría entonces?
Como se ve las normas expuestas por Ikher Gallastegui en este discurso, digno de ser leído en su integridad, son justas, pero les falta un complemento ideológico para poder ser aplicada en la lucha revolucionaria moderna. Sin este complemento que hace superior a la fuerza mental del guerrillero sobre la mera fuerza bruta de la represión, la insurrección puede ser aplastada con cierta facilidad por un enemigo muy superior.
CUARTA PARTE. La cuestión vasca y la revolución socialista
Existe un fetiche entre gentes, que incluso se reclaman del materialismo dialéctico, que consiste en no querer reconocer la condición de «colonia» a los pueblos anexionados y expoliados, tan pronto como se los ha declarado oficialmente parte integrante de la metrópolis. Este prejudicio, digno de una mentalidad metafísica, es evidentemente un residuo de la forma de pensar amañada por el sistema burgués en que vivimos. Quienes por el simple hecho de una afirmación legal no quieren reconocer a los pueblos frustrados en las metrópolis la real condición de pueblos colonialmente explotados, están muy cerca de aquel ateniense a quien un filósofo le proponía que, en adelante, se decretase que todos los asnos fuesen caballos, para así poseer más caballos. En efecto el ropaje legal en que se trastoca una expoliación en nada puede cambiar la naturaleza de la misma. Por eso, con más sentido, y con el fin de evitar malintencionadas distinciones, Lenin, siempre hablaba de los pueblos colonizados y dependientes, puesto que en realidad son posiciones iguales. El hecho de que sean expoliados por el vecino inmediato o por un vecino (o nación) del que están separados por un mar, un río o un océano, en nada altera su condición de colonizados. También deberíase siempre, en tratando estos problemas, evitar otras malintencionadas alegaciones, que con frecuencia parten de las filas de la social-democracia, que consisten en querer negar la calidad de colonizado a un pueblo anexionado, aludiendo para ello la existencia de minorías económicamente bien situadas entre los propios miembros de la etnia explotada. Esto es tan falso y malintencionado como el querer negar la calidad de explotado a un pueblo africano, porque más de un jefe o cacique haya hecho fortuna bajo el régimen colonial. La condición de pueblo sometido al colonialismo, no puede ser únicamente juzgada por el bienestar o malestar de las clases explotadoras salidas del proprio seno del pueblo explotado, aún en casos en que estas mismas clases explotadoras (salidas del seno de las etnias colonizadas), a su vez, por alianzas con las clases explotadoras de las naciones explotadoras, lleguen hasta explotar a miembros de la etnia explotadora.
Conviene pues distinguir claramente estos problemas, aunque posteriormente se vaya a examinar, en una síntesis dialéctica, los profundos lazos que los unen. Existe a saber:
(a) un problema nacional (es decir de naciones en su conjunto opresoras u oprimidas);
(b) un problema social (de individuos o clases sociales explotadas dentro de cada nación).
Si pues vemos que el problema nacional ofrece, desde un principio, la relación de antagonismo entre dos grupos humanos, no debemos en cambio perder de vista que los que se benefician de este antagonismo son, en general, no los pueblos así enemistados, sino las clases dirigente en el seno de la nación explotadora. Estas clases, salidas del seno de la nación explotadora, suelen unir, a veces, a miembros socialmente explotados a la tarea de explotar a otros pueblos con el fin de que engañados por las migalas que reciben de la mesa del imperialismo, sirvan de brazos ejecutores del mismo. De aquí, que con tanta razón dijera Marx que el pueblo que encadena a otros pueblo, no llega nunca a ser libre.
En tal situación se ve desde un principio que el pueblo explotado, nacionalmente frustrado, en SU CONJUNTO se sitúa de lado de los explotados, por más que pueda tener en su seno a miembros explotadores, mientras que el pueblo imperialista EN CONJUNTO se sitúa del lado de los opresores, por más que la inmensa mayoría de sus miembros estén, a su vez, explotados por la clase que detiene el poder nacional. Esto mismo nos hace comprender que los explotados socialmente en los pueblos nacionalmente explotados sufren una expoliación inicua y por otra parte por qué los explotadores sociales se sitúan, en principio, del bando de los explotadores nacionales.
Agravándose las contradicciones de estas situaciones resulta que tendremos que en el polo explotador estará la casta explotadora de la nación explotadora, y en el polo opuesto la clase social explotada de la nación explotada; mientras que tanto la burguesía, o clase explotadora de la nación explotada, así como la clase socialmente explotada en la nación explotadora, son grupos humanos que llevan en sí principios contradictorios. De ello mismo que al igual que burguesía de la nación explotada pueda pasarse al bando de los explotadores nacional, y, socialmente, puedan, a su vez, de idéntica forma, muchos miembros del proletariado de la nación explotadora hacer causa común con los miembros de la casta nacional y socialmente explotadora.
Es evidente, empero, que el verdadero interés del proletariado de la nación explotadora está junto con el interés de los proletarios y de los pueblos nacionalmente explotados. El aliado natural, de los pueblos nacionalmente explotados es el proletariado consciente en las etnias explotadoras, y a su vez, los pueblos nacionalmente explotados son los aliados del proletariado en las naciones mayoritarias.
Por otra .parte es probable, y en la práctica ha sido ampliamente confirmado, que miembros de la burguesía de la nación explotada, hacen causa común con los pueblos explotados. En ellos en este caso vence el sentimiento patriótico sobre los intereses de case. En estos casos la ayuda que pueden aportar estas minorías preparadas dará una mayor fuerza a la insurrección de los explotados.
MOVIMIENTOS DE LIBERACION NACIONAL
Estos movimientos siempre llevan en sí un gran contenido democrático, progresista y en muchos casos, socialistas. Por ello A. Azizian en su obra: «Lenin y el Internacionalismo Proletario» dice:
«Lenin enseñaba a hacer una neta distinción entre las naciones oprimidas, dependientes y que no poseían iguales derechos y, por otra parte, las naciones opresoras, explotadoras e igual en derechos. Esta división — escribía Lenin — constituye la esencia del imperialismo». Por ello justamente de esta división se deriva la exigencia revolucionaria y democrática del derecho de las naciones a disponer de sí mismas.
Esta división ayuda a establecer una distinción entre el nacionalismo de una nación, opresora y el nacionalismo de una nación oprimida. Lenin escribía que el nacionalismo de una nación oprimida está casi siempre condicionado por las acciones imperialistas, las humillaciones y los actos de violencia por parte de la nación opresora. (A. Azizian, «Lenin y el Internacionalismo proletario», pág. 30).
Por otra parte es una calumnia la que contra los pueblos oprimidos echan los miembros de partidos «revolucionarios» (¿?) de los pueblos opresores, aludiendo que entre los luchadores, de la liberación nacional, se hallen, miembros de la burguesías nacionales. Estos miembros, evidentemente que sufren también de la expoliación .y del colonialismo. En cambio con una simpleza muy mal intencionada parece ser que esos «proletarios», miembros de naciones explotadoras, se olvidan de la propia condición de explotados, para pasar ante todo a ser hijos de naciones que vienen explotando a pueblos enteros, pasando así a defender los intereses de sus propios explotadores. El P.C. de Corea dice con razón contra tales pseudo-comunistas:
«En sus numerosas publicaciones y en sus discursos, aprovechándose de las conferencias de las organizaciones democráticas internacionales, así como en toda otra ocasión, los revisionistas modernos lanzan calumnias e injurias contra el movimiento de liberación nacional y predican una capitulación delante del imperialismo y el compromiso con él».
Estos pseudo-comunistas, de esta forma, no sólo no luchan contra la injusticia y el imperialismo, sino que de hecho, se convierten en su aliado. Además se visten de la arrogancia pues:
«Considerando el movimiento de liberación nacional corno un movimiento burgués subestiman su significación revolucionaria y pretenden que los puebles oprimidos no pueden llevar a cabo, por sí mismos, la revolución».
Esto es lo que nos está pasando en Euzkadi, igualmente con los revisionistas que están al servicio más o menos descarado de la burguesía hispana. De aquí que con justeza siga diciendo el P.C. de Corea:
«Estimamos que es el deber sagrado de todos los comunistas el de llevar a buen fin la liberación nacional, llevando en alto la bandera del marxismo-leninismo, y uniendo estrechamente a todas las fuerzas progresistas contra el imperialismo y e! revisionismo».
Al igual que en Asia y África diremos que:
«El derrumbamiento del sistema de la esclavitud colonial bajo el avance del movimiento de liberación nacional es un fenómeno que por su importancia histórica viene inmediatamente después del de la formación del socialismo». (Declaración de los Partidos comunistas del 1960).
Esta tarea histórica podrá ser asimismo llevada a cabo en Europa a través del movimiento de liberación nacional para la supresión del colonialismo interno existente en este continente y al que están sometidos los pueblos frustrados, las llamadas minorías nacionales. También para los pueblos minoritarios de Europa son enemigos mortales el imperialismo y el colonialismo. Estos pueblos oprimidos guardan una gran fuerza revolucionaria. En los «Principios del Leninismo» Stalin opinaba:
«La pregunta queda formulada así: ¿Las posibilidades revolucionarias del movimiento de liberación revolucionario de los pueblos oprimidos, se han agotado ya?...
... A esta pregunta, el Leninismo responde afirmativamente, es decir, que reconoce que existen aptitudes revolucionarias en los movimientos de liberación nacional de los pueblos oprimidos y juzga que se pueden emplearlas con el fin de derribar al enemigo común, derribar al imperialismo. (Capítulo 6°).
LUCHA
Es evidente que tampoco los pueblos sometidos al colonialismo en Europa pueden esperar ninguna obra de caridad por parte de los expoliadores colonialistas. De aquí que también estos pueblos tengan que prepararse para derrocar por la violencia el sistema de opresión colonial que los oprime. La Historia no nos cuenta de ningún caso en que una nación (o casta dirigente) haya abandonado una presa por las buenas. No se les llega nunca a convencer empleando buenas palabras. Solamente concederá la independencia cuando se convenzan de que «no vale la pena» explotar directamente.
De aquí que es absurdo hablar de la «coexistencia pacifica» o su equivalente de «reconciliación nacional» entre una nación opresora y un pueblo oprimido. Predicar tales teorías es peor que administrar opio a los oprimidos. Los pueblos oprimidos en Europa también están siendo expoliados por el imperialismo.
Las naciones opresoras, además, se mofan de cuantas declaraciones de los derechos del hombre y de autodeterminación han hecho públicas. Todas esas monsergas no sirven para otra cosa que para engañar a los más pusilánimes, para hacer perder la combatividad a los partidarios de la libertad nacional. Creyendo en que puede haber miembros que, de buena voluntad, estarían dispuestos a reconocer el derecho de autodeterminación, no se dan cuenta, de que tanto en las «Naciones Unidas» como en cualquier otra organización, los explotadores, siempre encuentran medios para desfigurar y trastocar sus declaraciones.
Stalin ya decía que:
«Es imposible obtener la liberación de los países coloniales y dependientes del yugo imperialista sin una revolución violenta. La independencia no se obtiene a título gratuito.»
Si no nos queremos cegar, a nosotros mismos debemos, pues, establecer una estrategia revolucionaría, que en el caso europeo, tiene que ser una lucha por la liberación nacional y el socialismo. En este sentido aun será más favorable la coyuntura en los países minoritarios industrializados, puesto que en ellos el proletariado, no está drogado por el opio, ni las migajas que se le caen de, la Mesa del imperialismo. Este proletariado sufre al igual que en las colonias, la doble o triple acción, expoliación económica, expoliación cultural expoliación social. Así, pues, en el plan estratégico figurarán estos tres frentes junto al propiamente dicho militar.
Por esta múltiple naturaleza de la expoliación, que sufren los países nacionalmente oprimidos, se establecen otros tantos frentes que ayudan y multiplican la eficacia del frente militar cuando el conflicto armado se desencadena. Contra tales frentes nada pueden las armas y son justamente las fuerzas, que vienen de tales frentes las que hacen que los guerrilleros de la liberación nacional sean un verdadero David contra el Goliath de la opresión. Los intelectuales, concretamente, asumen en esta lucha un papel importante, elevando la conciencia nacional y el espíritu de lucha antiimperialista.
Un pueblo nacionalmente y socialmente expoliado y oprimido no puede esperar nunca que su suerte sea mejorada o decidida por un «tránsito pacífico», como creen los comunistas revisionistas. Los pueblos oprimidos. nunca podrán liberarse si no oponen su violencia y su resistencia a la violencia de las fuerza imperialistas y reaccionarias.
De aquí que un movimiento de liberación nacional en un país europeo tenga que ser al mismo tiempo un movimiento revolucionario igualmente en lo social. Este movimiento deberá estar dispuesto a aceptar cualquier tipo de lucha, incluso la violenta. Toda dominación colonial e imperialista, también el imperialismo sobre los pueblos minoritarios, se mantiene en pie a través de un aparato de violencia.
La forma en que ese combate se desarrolle dependerá, no tanto de las buenas intenciones del movimiento de liberación nacional, sino de la estrategia que adopte el opresor para hacer perdurar su sistema de expoliación. En caso del empleo de la violencia por los opresores, los oprimidos deberán oponer decididamente la violencia revolucionaría. Si tal no hicieren están cavando la fosa su proprio movimiento.
En tal sentido vemos que la lucha de liberación nacional de las etnias frustradas en Europa es el aliado natural de los proletarios explotados. Pero éstos a su vez deben ayudar a los pueblos nacionalmente explotados a liberarse, a obtener su derecho de separación, y a respetar tal derecho.
La verdadera, liberación no estará garantizada para un pueblo que luche contra una nación explotadora, más que cuando haya hecho añicos el aparato de opresión.
LA INDEPENDENCIA VASCA Y EL SOCIALISMO
En el prólogo de la edición polaca del «Manifiesto del Partido Comunista» dice Engels: «Una colaboración internacional de buena fe entre los pueblos de Europa no es posible más que a condición de que cada pueblo sea dueño y señor de su propia casa», («Manifiesto del Partido Comunista», pág. 9).
Es evidente que este precepto mismo sirve hoy para el pueblo vasco, cuya patria se halla sometida a una ocupación extraña, como en aquella época se hallaba Polonia, igualmente repartida y ocupada por potencias extranjeras.
Polonia ocupada por Prusia, Austria y Rusia no estaba capacitada para encaminarse hacia el socialismo, como difícil era hablarle a un polaco de «internacionalismo» mientras su patria estuviese ocupada. Esto pasa igualmente con todos los pueblos que tienen que sufrir igual destino que entonces Polonia. Y no es en ello una excepción el pueblo vasco. La primera tarea en su marcha hacia la supresión de la explotación de. hombre por el hombre, es, para un pueblo privado de su soberanía nacional, el obtenerla. Sólo entonces puede, encaminarse hacia el socialismo.
Pero sería quedarse a mitad de camino el creer que con la obtención de la liberación nacional ya se ha alcanzado la liberación del oprimido. La liberación nacional puede llevar al poder a una burguesía explotadora. La revolución nacional debe dar paso ininterrumpidamente a la revolución social. La lucha de liberación nacional es una potente fuerza que conduce a los oprimidos hacia el socialismo.
- Podosetnik dice en «La filosofía marxista-leninista. Teoría de la revolucion»:
«El movimiento de liberación nacional juega actualmente un gran papel en la lucha general contra el imperialismo. Las revoluciones de liberación nacional han liberado del yugo colonial a más de mil quinientos millones de hombres». (pág. 29).
Ahora bien esta lucha de liberación nacional tiene sus caracteres específicos en cada parte del mundo. Leonidas Minaiev escribe a este respecto:
«Cada país se distingue por su nivel de desarrollo económico, la relación de las clases presentes, sus tradiciones históricas. El desarrollo del movimiento revolucionario, la aparición de una situación revolucionaria adoptan en cada caso una forma específica. Cada país refleja a su manera la influencia de la situación internacional del movimiento de liberación nacional. Asimismo la teoría del socialismo científico no propone un esquema general obligatorio para todos. El partido revolucionario debe tener en cuenta las particularidades de su país, de su economía, de su política y de su cultura de las tradiciones de su movimiento obrero y de liberación, de las costumbres y de la mentalidad de su pueblo, etc».
(Leonidas Minaiev, «El Socialismo Científico. Génesis y Principios», Moscú. Pág. 50).
Por ello Lê Duân dice, a su vez:
«Lenin siempre se ha opuesto contra los hábitos librescos que consisten en grabarse para siempre en la memoria unas formulas rígidas. Nos ha enseñado que es necesario saber adaptar nuestros programas a las diferentes circunstancia de tiempo y lugar en función del proceso de desarrollo de las cosas». (Lê Duân «La Revolución Socialista en el Viet Nam», Hanoi 1965, pág. 48).
Todas estas condiciones específicas de cada caso obligan a una estrategia particular. Cuando un pueblo está sometido a un Gobierno que no es el suyo, que representa los intereses de una burguesía extraña, tal y como es el caso del pueblo vasco, las reacciones de este pueblo son diferentes frente a la ocupación extraña, que la que se da en un pueblo en el que la expoliación social es llevada a cabo por un Gobierno salido del seno de la propia etnia.
De aquí que Victor Podosetnik y Antonio Sprikin digan:
«Paralelamente a las revoluciones socialistas y democráticas populares, las revoluciones de liberación nacional adquieren una importancia enorme en el período del imperialismo. Estas revoluciones nacionales tienen como fin aniquilar la dominación extranjera, y conquistar la independencia nacional, liquidar la opresión y la explotación de la nación por los colonialistas y la creación por los colonialistas y la creación de un Estado nacional propio.
El mundo vive en una época de revoluciones. El movimiento de liberación nacional es ya parte integrante del proceso de la revolución mundial. Es una fuerza potente que se alza contra el imperialismo» Ed. Progreso, Moscú, pág. 50).
Y continúa:
«Lenin ha subrayado especialmente el lazo indisoluble entre la revolución socialista y el movimiento de liberación nacional. "Proletarios de todos los países uníos!" sigue siendo el lema de lucha principal para alcanzar la victoria de la revolución mundial, pero su contenido se ha ensanchado. Lenin aprueba el lema de: "¡Proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, uníos!". En este lema se encuentra subrayado el papel dirigente del proletariado y la importancia acrecentada del movimiento de liberación nacional». (Ibidem, pág. 51).
«El carácter y el contenido del proceso revolucionario mundial en la época actual se definen por una corriente única de lucha contra el imperialismo, que reúne a los pueblos que construyen el socialismo y el comunismo, conjugando el movimiento revolucionario de la clase obrera en los países capitalistas con el combate de los pueblos oprimidos». (Ibidem. pág. 51).
Kuusinen en los «Principio del Marxismo-Leninismo» dice:
«Como internacionalistas proletarios, los comunistas son de hecho irreductiblemente hostiles a ese nacionalismo reaccionario, colonialista.
El nacionalismo de los pueblos coloniales y dependientes es bien diferente. En regla general, refleja las sanas aspiraciones democráticas de los movimientos de liberación nacional, la protesta de las masas contra el yugo imperialista, el deseo de independencia nacional y de transformaciones sociales. Lenin pensaba a ello cuando decía: "En todo nacionalismo burgués de una nación oprimida existe un contenido democrático general dirigido contra la opresión; y este contenido nosotros lo apoyamos sin restricciones». (Pág. 398).
Este contenido democrático y esa aspiración de libertad de las que Lenin decía que los socialistas y los comunistas tienen que apoyar SIN CONDICIONES, estuvieron siempre presentes en el movimiento de liberación nacional vasco. Así que el propio Sabino de Arana Goiri, quien por su catolicismo integrista combatía al socialismo de su época, se ve que era opuesto en cierto modo al régimen de la opresión burguesa. Dice en efecto («De su alma y de su pluma», n. 358):
«Lo que es extraño es que haya un solo obrero euskadiano entre los socialistas. Porque si realmente aspira a destruir la tiranía burguesa y a reconquistar sus derechos de hombre y de ciudadano, que hoy se le niegan. o, cuando menos, se les merman notablemente, ¿dónde mejor que en la realización del nacionalismo, que es la doctrina de sus antepasados, la doctrina de su sangre, podrá conseguirlo? Y, si aún del Partido Nacionalista receta y teme que haya en su seno diferencias entre burgueses y proletarios entre capitalistas y obreros, ¿por qué los obreros euskadianos no se asocian entre sí, separándose completamente de los maketos y excluyéndolos en absoluto; para combatir contra esa despótica opresión burguesa de que tan justamente se quejan? —No comprenden tal vez que si odiosa es la dominación burguesa, es más odiosa la dominación maketa?— ¿No ven que, rechazada la dominación burguesa, quedaríamos los euskarianos con el socialismo, aun sujetos a la dominación maketa mientras que, salvados de ésta, Euskeria, o al menos Bizkaya, sería también salvada de la dominación burguesa, que está esencialmente reñida con la constitución social de los siglos de libertad?.
Sepárense de los maketos, asóciense entre sí enfrente al despotismo maketo y así trabajarán a su tiempo para derrocar una y otra dominación».
Estas frases de Sabino de Arana Goiri plantean el problema vasco en su doble aspecto de liberación nacional y liberación social. A pesar de su contenido racista, si en estas palabras hay algo que reprochárseles, la culpa mayor era en efecto, del socialismo hispanizante, con aires de imperialismo hispano, que llegó a Vasconia.
Dolores Ibarruri escribe en efecto en sus memorias:
«En este período, el movimiento nacionalista vasco adquiría un vuelo que no había tenido antes. El viejo fuerismo cambiaba de piel y se vestía de nacionalismo, tratando de jugar un papel dirigente en la política del País Vasco.
Frente a el se levantaba el Partido Socialista que no comprendía la importancia del problema nacional, que defendía a tiros la influencia política de que gozaba en Vizcaya y que el nacionalismo le disputaba.
.....
La violencia en la lucha política que el Partido Socialista impuso en Vizcaya contra el nacionalismo, hizo escuela y llevó más tarde a choques sangrientos entre socialistas y comunistas, tanto más lamentables cuanto que se trataba de luchas que levantaban barreras de odio entre la clase obrera». (Dolores lbarruri, «El Único Camino». Ed. Moscú; páges 98, 99)
Así es pues la propia Dolores Ibarruri quien con esto nos confirma que si, en las palabras de Sabino de Arana pudo haber algún error, de ello la mayor culpa la tenían los socialistas, quienes, con un odio anti-vasco, se olvidaban de los derechos inalienables democrático del pueblo vasco. Para los socialistas y los revisionistas de hoy lo único que existía y sigue existiendo' era un nacionalismo vasco a combatir, pero del nacionalismo hispano, del nacionalismo de gran potencia y de nación colonizadora, de ese nacionalismo de olvidan. Así veremos que eran los socialistas los representantes de la opresión nacional del pueblo vasco. Por más que ahora incrustados en el «Gobierno de Euzkadi» quieren servirse de éste para sacar un poco adelante su malparado carro del revisionismo, su índole anti-vasca tampoco hoy decreció. Son tan nacionalistas hispanos, representantes de los designios imperialistas, como en el siglo pasado 1.
Igualmente Lenin le echaba en cara a Rosa Luxemburgo, que queriendo combatir el nacionalismo polaco, se olvidaba de combatir el nacionalismo ruso que era mucho peor.
«Arrastrada por su lucha contra el nacionalismo en Polonia, Rosa Luxemburg se ha olvidado del nacionalismo de los granrusos, aunque este nacionalismo es mucho más temible en la actualidad, aunque sea menos burgués y mucho más feudal, aunque es el principal freno puesto a la democracia y a la lucha proletaria». (Lenin Obras completas, Tomo XX, pág. 435).
La pena es que las justas palabras que Dolores Ibarruri pone en su libro autobiográfico, parece que el Propio PC. también las olvidaba. De ello nos cuenta Koltsov, cuando escribe:
«Los obreros vascos tienen en mucha estima a su nacionalidad y esto ha hecho religiosos a muchos de ellos, pues en su modo de ver las cosas, la iglesia vasca se halla estrechamente vinculada a la cultura nacional, a las particularidades étnicas, a los usos y costumbres del país. Los obreros católicos ingresan ahora en el Partido Comunista porque éste. RECTIFICADO SUS ANTIGUOS ERRORES, APOYA EL SENTIMIENTO NACIONAL de los vascos contra el españolismo de gran potencia de la altanera nobleza». (Koltsov, «Diario de la Guerra de España», pag. 140).
Pero todo ello parece que era mero oportunismo, ya que la pág., 397, dirá!
«La lucha de intereses y de influencias nacionales, políticas, territoriales. Discuten entre sí vascos y españoles, nacionalistas y miembros de otro partidos, los otros partidos entre sí y en su propio seno. Adopta una actitud muy rara Juan Astigarrabía, secretario del Partido Comunista de los Vascos. Obra en dictador, además sin talento alguno, adopta las resoluciones más importantes personalmente, eliminando, de hecho, el buró político de la localidad. Lo peor es que, en esencia, tales resoluciones casi siempre son erróneas y reflejan la posición vacilante, indecisa, poco firme del gobierno vasco, por el que Astigarrabia se ha dejado llevar. Se mantiene arrogante e inaccesible respecto el Comité Central de Valencia. Ha salido con la teoría de que el Partido de los vascos no es una parte del Partido Comunista español, sino que mantiene con él «fraternales» relaciones, es decir, posee frente a él derechos iguales e independiente. Alarmado por tales hechos y por la situación, el Comité Central ha mandado aquí a un delegado con plenos poderes, quien ha llegado venciendo enormes dificultades y corriendo un gran riesgo. Astigarrabia le ha recibido con manifiesta hostilidad, mejor dicho, casi se ha negado a recibirle y no le ha facilitado alimentos, declarando que en Bilbao no hay comida».
¿Quién en esta ocasión era el verdadero defensor de los principios leninistas y marxistas? ¿Quien era el revolucionario? Lo era Astigarrabia que cumplía con el deber primordial de todo revolucionario de estar junto a su pueblo. El oportunismo y la actitud anti-marxista del PC. español tuvo posteriormente nefastas consecuencias para el progreso de la causa socialista en Vasconia. Esto defectos, esas aspiraciones nacionalistas de gran potencia, esa defensa de los intereses del centralismo colonizador no se le despegaron posteriormente. Desde un punto de vista estrictamente marxista-leninista, el párrafo de Sabino de Arana refleja, teniendo presente la política anti-vasca e imperialista del partido socialista español, la justa posición de un partido que quiere ser el representante de las masas populares en un problema tan entrañablemente ligado al alma de cada pueblo, como es el de la cuestión nacional.
A pesar de su origen católico y patronal, el fundador del Partido Nacionalista Vasco califica a la burguesía con duras palabras, La llama «odiosa dominación burguesa»... y ve muy bien que la liberación de la exploración del hombre por el hombre tiene que pasar en un pueblo nacionalmente oprimido por lucha de liberación nacional. Mao Tstetung, posteriormente, también lo comprendió de esta forma, formando el frente único contra los japoneses. Por ello el PC. de Corea en su declaración del 27 de enero de 1964, escribirá:
«No se puede llevar a cabo la revolución mundial menospreciando al movimiento de liberación nacional y sin tener fe en su fuerza». (Pág. 49).
La índole imperialista del Partido Socialista Español y del P.C. revisionista menospreció, atacó y se ensució en los inalienables derechos del pueblo vasco. Lo que en aquella ocasión debiera haber hecho Juan Astigarrabia, no era sólo haber dejado sin comida, a un entrometido forastero, sino haberlo devuelto a su origen. Con quienes so pretexto de internacionalismo, de hecho, son unos imperialistas, no hay que emplear otro lenguaje que el que ellos entienden
Si lo principal es, como Lenin decía, que todos los pueblos lleguen al socialismo y la liberación, en el caso vasco, no habrá partido del proletariado que llegue a alcanzar tales fines, sino empieza por reconocer que un partido del proletariado en Vasconia, ha de ser vasco y autocéfalo; y sólo mantener fraternales relaciones con el partido del proletariado español o el proletariado francés.
¿QUE HACER?
La justeza de la estrategia decide ante todo la victoria. Los errores tácticos no son capaces de decidir el fin de una guerra si la estrategia es justa. Sólo en el caso de que se halle ante un cúmulo de errores tácticos, podrá darse un «salto» que influya en la estrategia. De aquí que el establecimiento de un plano estratégico es de la máxima importancia. Pero cuando las condiciones objetivas están dadas par plantear u obligar a aceptar un plano revolucionario, es obligación de los revolucionarios el presentarlo.
Fidel Castro en un discurso pronunciado del 15 de enero de 1963 decía, dirigiéndose a las mujeres de América:
«Las condiciones subjetivas hace falta crearle, Ellas no nacen por lo demás más que con la verdad histórica y no falsificando la historia. Estas condiciones no se crean diciendo que en Cuba ha existido una beatífica transición pacífica.
No se trata de cobardes, sino de gentes que tienen confusión en sus ideas, se trata de puntos de vista erróneos. Nosotros no negamos la posibilidad de un paso pacífico; aunque aún estamos por esperar que se dé el primero caso. El cualquier caso. corro no somos dogmáticos, no lo negamos».
También nosotros creemos que las condiciones de la lucha son en parte obra de los revolucionarios que saben son en parte obra de los revolucionarios que saben darse cuenta de que el momento ha llegado. Y entonces es una obligación hacer la revolución. Fidel Castro Añadía:
«Solamente los teóricos del Imperialismo intentan que no existan revoluciones; ello es lógico».
De aquí que para plantearse la pregunta ¿qué hacer? ante la revolución se deban considerar además de las condiciones objetivas, las que son subjetivas.
Lê Duân, tratando del caso del Viet-nam dice:
La revolución no puede ser exportada, ni importada. Si estalla y triufa en un país es a consecuencia de causas objetivas y subjetivas no se puede hacer estallar por medio de una orden dada en un momento deseado. Este principio marxista-leninista no significa, como algunos quisieran hacer creer, que la revolución depende enteramente de condiciones objetivas, ni que el partido dirigente pueda cruzarse de brazos y esperar. Este principio marxista-leninista, al contrario, significa que fuera de las causas objetivas, independientes de la voluntad del partido dirigente, existen unas causas subjetivas en conexión estrecha con la dirección del partido revolucionario, que hacen que la revolución estalle tarde o temprano, que triunfe o fracase». (Lê Duân, «Sur quelques problemes internationaux actuels», pág. 189) 1.
Y seguirá un poco más adelante:
«Aun cuando una situación revolucionaria existiere, si el partido dirigente no adoptare una línea justa, no es de todo exacto que se de entonces un movimiento revolucionario». (Ibidem, pág. 190).
El pueblo Vasco debe luchar por una causa sagrada, la de conquistar la independencia v defender la tierra de sus antepasados. Estos fines le son negados hoy por el imperialismo franco-español, al igual que estas potencias mantenían y mantienen su dominación por la fuerza en África, hoy siguen negado también los derechos naturales a los pueblos por ellas sometidos en Europa.
Si el pueblo vasco lucha contra los colonialistas españoles y franceses, en cambio, se deberá decir muy alto que el Pueblo Vasco NO lucha contra las fuer zas democráticas y progresistas que en estos países sufren una tiranía y explotación. Las clases trabajadoras de España y de Francia no son enemigas de Vasconia. Si por lo tanto «personalizamos» al enemigo bajo el concepto ESPAÑA o el concepto FRANCIA, extendemos por ello a las clases explotadoras que hoy son las que representan las ideologías que encarnan los Estados español y francés.
En cuanto a los brazos que ejecutan o ejecuten la represión, el Pueblo Vasco debe distinguir entre los que son asesinos de profesión, como los «guardias civiles» y otras fuerza armadas de tipo pretoriano y lo que son soldados, movilizados contra su voluntad.
TIPO DE LUCHA
Es evidente que todo patriota desea evitar a su pueblo dolores y lágrimas inútiles, pero querer evitar esas nefastas cosas, significa igualmente querer evitarle los males que se derivan de un colonialismo interno. Como la liberación nacional nunca ha podido ser alcanzada hasta hoy por vías pacificas, igualmente tenemos que tener presente que la lucha armada es la única vía que poseen los oprimidos para derribar a los opresor. La Justicia es lo que sirve para fortalecer el orden de Quienes dominan.
En este tipo de lucha — dado que la situación y el
reparto de fuerzas de los que después aquí hablaremos —, las fuerzas en presencia se sitúan de tal forma que, al empezar un conflicto justo, no pueden más que evolucionar favorablemente para la causa vasca, de ello se deduce que la lucha del pueblo vasco ha de ser una «guerra de larga duración y desgaste».
Las características de esta guerra son pues las del desgaste lento, su actividad es como la de la gota de agua que perfora las defensas de los enemigo, aunque sean del granito más duro.
La relación de potencial bélico entre las fuerzas vascas y las del enemigo es en la actualidad muy desfavorable para las fuerzas vascas; empero, las fuerzas vascas podrán incrementarse, mientras que el enemigo actualmente bien instalado sólo puede empeorar su posición con el mínimo desequilibrio del sistema actual,
El enemigo posee en la actualidad muchas fuerzas y bien armadas; las fuerzas que la resistencia le puede oponer son pocas, mal armada y peor aguerridas. Estas fuerzas no pueden ser empleadas en el momento actual en ningún caso para dirimir una batalla decisiva. El ejército de liberación tiene que desarrollarse en el combate, aumentar sus fuerzas y aprender combatiendo. Necesita además «adoctrinar» al pueblo y hacerle ver la realidad de la guerrilla, cosa que, aun habiéndola oído, no le es evidente. La población civil solamente se irá convenciendo, paso a paso: Si en una batalla decisiva tal fuerzas vascas, fueren destruidas, el mal que con ello se causaría a la causa vasca sería inmenso. Como el querer oponer en la actualidad una fuerza organizada al enemigo es imposible, y lo que, a guisa de ejército regular, se le pudiese oponer, sería fácilmente destruido, hay que evitar que el enemigo pueda destruir el germen del futuro ejército de liberación.
Debemos pues tener presente:
- a) que la fuerza del enemigo no puede incrementarse y que alcanza en la actualidad su máximo;
- b) que la fuerza vasca PUEDE incrementarse si se sabe esquivar su destrucción al principio.
En tal situación el tiempo es un aliado de las fuerzas vascas.
Como las fuerzas efectivas de que la causa vasca puede dispones al principio son pocas el quehacer de estas fuerza debe ser:
1) Conservar su actual potencia;
2) Incrementar su potencial, creando nuevas unidades. Como estas unidades han de salir del seno de pueblo, las acciones primeras de las fuerzas vascas están pues destinadas tanto a más que a eliminar enemigos, a crear futuros combatientes.
La actuación de estas fuerzas ha de ser, pues, al principio, de tal forma que su actividad sirva para elevar el espíritu del pueblo. Si esto se logra en una zona con cierta profundidad, desde esta zona del «reducto espiritual» se irá extendiendo la zona preparada espiritualmente para recoger la actividad guerrillera.
DESARROLLO DIALECTICO DE LA INSURRECCION
Una insurrección del tipo que estamos tratando, es decir de una causa justa, que tiene que combatir, al principio, con medios escasos contra un enemigo casi todopoderoso, lleva en sí inherente varíes fases, y pasos de una fases a otras; así como un entretejimiento de los ritmos básicos.
Distinguiremos tres ritmos que se entrelazarán y cuyo desarrollo será diferente, aun cuando tienen que ir mezclándose en su desarrollo.
- a) Hirurkos urbanos;
- b) Hirurkos de montaña;
- c) Compañías de montaña. Ejército semi-regular.
- a) Hirurkos de asfalto o urbanos
La actuación de estos hirurkos, es decir grupos de guerrilleros urbanos compuestos de tres personas, es lo que primeramente se notará, aunque no tiene que ser lo que primeramente se organiza. Estos grupos irán posteriormente disminuyendo en su actividad, para entrar de nuevo, en la última fase, en acción.
- b) Hirurkos de montaña
Estos hirurkos son los que primeramente se organizan, aunque su actuación no debe empezar hasta que ya se haya creado un cierto clima de inseguridad por medio de la actuación de los hirurkos de asfalto. Los hirurkos de montaña podrán ser al principio de 3 á 5 personas. Deberán ir entrenándose, desde un principio, tanto militarmente como en el dominio del terreno. Los hirurkos de montaña, posteriormente, pasarán a formar una especie de «milicia» popular (herri-zaintza) que servirá de ayuda y apoyo a las compañías de montaña y al ejército semi-regular.
Al principio, los primeros hirurkos de montaña serán profesionales de la guerrilla; con el paso a la organización de compañías de montaña, estos hirurkos de montaña reducirán su actividad en fases posteriores, limitándose entonces a servir de apoyo y guía a las compañías de montaña; de aquí que, en la fase posterior, su actividad sea mixta: combatir y trabajar. A partid de estos hirurkos de montaña, se deberán ir creando las compañía de montaña, como éstas, a su vez, engrosarán el ejército semi-regular.
- c) Compañías de montaña
Estas compañías, de unos 100 á 125 hombres, aturarán al principio únicamente por secciones de 15 hombres. Se verá de situar, en la primera fase, en regiones a ellas asignadas, una cantidad que varíe de sección a la compañía. Estas compañías ya deberán ir armadas de ametralladoras (de pie), bazookas y morteros.
TACTICA DE LA GUERRA
Como en un país como Vasconia no se podrán tomar posiciones estables, se estará obligado a una guerra de movimiento. Por otra parte se debe tener presente que una tropa que debe atacar a un ejército de ocupación deberá poseer bases operacionales y depósitos. El problema logístico a resolver por un ejército de este tipo es de primer orden, y de su justa resolución dependerá la posibilidad de éxito.
Hay pues que tener Presente que el ataque enemigo se concentrará más en la logística que en la polémica propiamente dicha.
La resistencia que, desde el punto de vista militar, puede oponer un ejército vasco de liberación nacional es ínfima, si se considera la fuerza que el principio cuenta el enemigo. Empero, las potencias enemigas, al igual que en Indochina, Argelia o China, solamente pueden establecer una estrategia meramente militar.
Frente a esta estrategia así limitada, los patriotas vascos pueden desarrollar una «guerra» en otros frentes, en los que los imperialistas están incapacitados para luchar. Y son justamente la victorias en estos campos de batalla (no militares) las que dan la victoria a la resistencia militar.
Junto a la lucha en el «frente militar», un Frente de Liberación Nacional Vasco, puede establecer una estrategia global en los campos de batalla de las «Economía», «Política» y «Cultura». En estos campos de batalla es tan superior un Frente de Liberación Nacional que las victorias en ellas alcanzadas contrarrestan a las fuerzas del imperialismo en los campos pura y simplemente militares. La victorias en los campos de batalla de la «economía», «política» y «cultura» dan la victoria militar a la Resistencia Nacional.
Truong Chinh, en su profundo estudio para decidir si las fuerzas vietminhes debían o no empezar la guerra de liberación nacional contra el imperialismo francés, establece esos cuatro frentes. La forma de combatir en el campo de batalla en forma de guerrilla no es otra cosa que una «táctica» que permite el desarrollo de las fuerzas militares, basándose en la superioridad de las fuerzas de liberación en los otros campos de batalla de la guerra de liberación nacional. De aquí que, evidentemente, la guerrilla tenga que revestir el tipo de guerra prolongada. El fin de esta guerrilla no es otra que el provocar el desarrollo dialéctico de un ejército que, socavando las bases de las fuerzas de ocupación, someta a éstas al desgaste, al mismo tiempo que, en el lado de la guerrilla, no solamente se conservan las fuerzas iniciales, que eran muy pequeñas y débiles, sino que se provoca un incremento tal de las fuerzas de liberación que pronto sea el ocupante impotente ante ellas.
De aquí que Troung Chinh, reclame, en primer lugar, una alianza nacional de las fuerzas anti-imperialistas. El Frente de Liberación Nacional debe traer consigo las libertades democrática, libertad personal, política y cultural. La formulación más inteligente de estos puntos de vista revolucionarios asiáticos es la de Guillermo Uitzinlarrre en su obra «Gero», en la que hace un traslado de tales premisas de la guerra revolucionaria de liberación del país vasco. No se trata de una simple copia, sino de una adaptación sesuda a las condiciones de Vasconia, vasquizándolas,
Al igual que Truong Chinli, no establece Uitzinlarre las condiciones previas para una unidad nacional. En tal sentido cumple Uitzinlarre con las premisas establecidas en el Vietminh. Dice como primera norma de actuación en Gero: «Fomentar la unidad vasca, en todas las partes, considerando connacionales a todos los vascos».
Para que la guerra de liberación sea victoriosa, la resistencia debe extenderse al campo económico. Truong Chinh dirá:
«Nuestra resistencia en el plano económico reviste dos aspectos: el negativo: el sabotaje de la economía del enemigo; el positivo: la edificación de nuestra propia economía». (Truong Chinh, «La Resistence Vaincra», Hanoi, pág. 46) 1.
Uitzinlarre proponía como primera condición la del boicot económico de los enemigos. ETA, en cambio, en su estudio sobre «La Insurrección en Euskadi» se olvida por completo de esta tan importante parte de la lucha guerrillera. Otto Heilbrunn, considerado como el mayor historiador de la guerra no-convencional, desde su punto de vista anti-guerrillero nos contará:
«En Kenya y en Chipre, la revuelta organizó el boicot de las mercancías británicas; en Malasia y en Kenya, los insurrectos se esforzaban por alcanzar la retirada de los trabajadores de las plantaciones, de las minas y de los cortijos, y los trabajadores fieles eran intimidados; en Grecia, los guerrilleros intentaron crear una penuria de alimentos efectuando raids sobre los pueblos y llevándose consigo el ganado. En general la propiedad privada es destruida; los vestigios de utilidad pública, en especial las comunicaciones, son saboteados y la vida pública es desorganizada por el asesinato de los funcionarios. En fin, y no es éste el menor de los factores, los defensores son llevados a gastos excesivos.
Las guerrillas esperan matar dos pájaros de un tiro atacando la economía del país; en efecto, las consecuencias de las contra-medidas, tales como el aumento de las contribuciones, la reducción de las ventajas consentidas a los trabajadores, las medidas de seguridad, etc. no pueden más que aumentar el número de sus simpatizantes, y el Gobierno puede, de esta forma, ser obligado a no poder llevar adelante la lucha ni militarmente, ni políticamente,
Naturalmente este tipo de guerra tiene igualmente sus peligros para las guerrillas, como se ha visto en Malasia, cuando el Comité Político del Partido Comunista de Malasia, cambiando su estrategia, decidió en 1951: «Con el fin de sanar a las masas, el Partido debe cesar de quemar los pueblos... de atacar las represas, las centrales eléctricas y otros servicios públicos. Los árboles de caucho, las minas de estaño y las fábricas no deben ser destruidas, a causa del resentimiento que producen tales acciones entre los obreros que pierden sus empleos». Pero en su conjunto la guerra económica puede infringir daños considerable a los enemigos de los guerrilleros, quienes sin la ayuda de la Gran Bretaña, al principio, y luego de los Estados Unidos al Gobierno griego, pudieron dudar de no haber sido capaces de ir hasta el fin».
(Otto Heilbrunn, «La Guerre de Partisans», págs. 46, 47)2.
RESISTENCIA CULTURAL
Si importante son los tres tipos de resistencia de que venimos hablando, la resistencia cultural, en cambio, es la primera en una guerra de liberación nacional. Ella es el verdadero catalizador de la victoria. Truong Chinh nos dirá:
Desde este punto de vista se imponen dos quehaceres :
1) Liquidar la cultura obscurantista, la cultura introducida por los colonialistas.
2) Edificar para el Viet Nam una cultura de democracia nueva.
(Truong Chinh, «La Resistence Vaincra», Hanoi, Pág. 53).
De la cultura Mao Tsetung ha dicho en su obra «La Nueva Democracia»:
«Una cultura dada es, en el plano ideológico, el reflejo del sistema político y de la economía de una sociedad dada. En China existe una cultura imperialista que refleja una China dominada, entera o parcialmente, en el plano político y económico por el Imperialismo. Esta forma de cultura es igualmente preconizada, fuera de las organizaciones culturales administradas directamente por los imperialistas en China, por un gran numero de chinos sin pudor».
(Mao Tse tung, «Democratia Nueva», pag. 60.)
Igualmente en el País Vasco sufrimos la cultura importada por nuestros enemigos por sus fuerzas que Intentan matar al pueblo vasco, por quienes practican en nuestra patria el genocidio cultural. Una resistencia vasca debe luchar contra esas culturas francesa y española importadas por la ocupación. No hay duda de que las fuerzas imperialistas que entre los vascos apoyan la expoliación de la patria, están al servicio de la cultura de opresión. Ello se patentiza además por la continua sumisión de Euskalherria a las normas culturales extrañas, así como por la mal intencionada carencia de una Universidad Vasca, negada y saboteada, por todos los medios, por los ocupantes. La lucha cultural debe pues igualmente en Vasconia ser una lucha por una cultura de Nueva Democracia.
Mao Tse-tung dira :
«Las nuevas fuerzas políticas, económicas y culturales son todas ellas fuerzas revolucionarias de China que se oponen al antiguo régimen, a la antigua economía, a la antigua cultura.
(Ibídem. pag. 6.)
De aquí que igualmente el «Gero» de Uitzinlarre sea en su mayor parte un llamamiento a esa resistencia cultural, alma y bastión de la resistencia vasca, ya que ella es el verdadero artífice de la victoria.
La resistencia cultural guiada por una clara política es la simiente que engendra la resistencia armada y que trae la victoria de los pueblos nacionalmente oprimidos.
POLITICA Y RESISTENCIA
Ante los peligros que a China le acosan a causa de los ataques cada vez mas descarados del imperialismo yanqui, Siao Houa, Director del Departamento Político del Ejército Chino, ha presentado el 24 de enero de 1966 un informe sobre la importancia de la política para obtener la victoria. En su informe repite la famosa frase de Von Clausewitz de que la guerra debe estar sometida a la política :
Dice Slao Houa :
«Hay que comprender plenamente la gran significación estratégica del principio según el cual la primacía hay que darle a la política».
En su obra «De la Guerra» (Capitulo Sexto/B, que Lenin juzgaba ser el párrafo clave de la obra entera) el general prusiano, Carl von Clausewitz nos dice :
«Esta unidad es el concepto de que la guerra es una parte de las relaciones políticas y, por lo tanto, no es nada que sea independiente».
(Carl von Clausewitz, a Vom Kriege ), pág. 727.)
Y sigue :
«...La guerra no es otra cosa que prosecución de las relaciones políticas con introducción de otros medios. Decimos con introducción de otros medios para afirmar al mismo tiempo que esta relaciones políticas no se interrumpen por causa de la guerra, que no se cambian en algo que sea completamente diferente, sino que continúan en su esencia, como quiera que los medios de los que se sirve estén configurados.
«La guerra no puede ser separada de las relaciones políticas.
(Ibidim, pág. 728.)
«Si la guerra corresponde a la política, tomara su carácter.»
(Ibídem; pag. 729.)
Siao Houa añadirá :
«Cuando la consciencia política se eleva, su fuerza moral se trasforma en fuerza material. Si tornamos el camino del trabajo político, cuya vía consiste en el desarrollo del espíritu revolucionario de un pueblo, dando primacía a la política, nuestra sociedad se desarrollara y progresará.»
Uitzinlarre por lo tanto llamó en su obra a «Gero»: «Un movimiento de conciencia individual proyectada hacia la reconstrucción nacional de la Nación Vasca... Y después de enumerar los males que acuitan al pueblo vasco decía «Por que ocurre todo esto ? — Porque los vascos no tenemos conciencia nacional.».Y así propone, para el desarrollo de la verdadera insurrección, un plan por bases seguras, más seguras que simples hechos de armas. A saber nos dirá Uitzinlarre.
«Con hombres como tu, GERO, lo que es promesa de esperanza patria, rumor de libertad escuela de individuos, formación de consciencia, se convertirá en estallido de indignación, fuerza de trabajo constante, de lucha permanente, de revalorización de todo lo vasco.
Estas mismas ideas así expuestas per Uitzinlarre, como condición previa de toda liberación nacional, desarrollará igualmente Siao Houa, en situaciones como las actuales para China :
«La política es el comandante supremo y el alma de nuestro trabajo, ella es la base común de todos los campos de la actividad del ejército. Dar primacía a la política es la base sobre la que nuestro ejército desarrolla su espíritu revolucionario y refuerza su modernización.»
«... Debemos hacer del trabajo ideológico y de la política la base autentica de todo nuestro trabajo. Sin política no hay alma, no hay orientación en nuestro trabajo y, aún menos, iniciativa y espíritu creador en nuestro trabajo.»
«... Las relaciones de los asuntos militares con la política son relaciones de una parte con respecto al todo. Los asuntos militares forman parte de las tareas políticas que hay que cumplir y no el conjunto de la política. La política tiene un contenido mucho mas rico y es de una envergadura mucho mas amplia. Las relaciones entre los asuntos políticos con los militares son del tipo del que manda con respecto del que obedece. La política manda a los asuntos militares, y estos obedecen a la política. Dar primacía a la política queda siempre como fundamento de la edificación de nuestro ejército. Solamente dando primacía a la política y elevando a cabo bien el trabajo político es la forma en que se puede cumplir bien con los demás trabajos y el entrenamiento militar es eficaz. La más pequeña relajación en el trabajo político o ideológico conduciría por una vía falsa».
Y refiriéndose a la importancia que ello tiene para la guerra dice:
«Es el hombre y la política quienes deciden la guerra. La guerra es la forma suprema de la lucha de clases y una continuación de la política. Es política con efusión de sangre. La victoria es imposible sin la política, sin el factor humano. La victoria es imposible si se adopta la teoría de que las armas deciden todo. Contando sobre la política y el factor humano hemos alcanzado siempre las victorias. Esta es la bomba atómica moral que posee nuestro campo».
Hemos citado estas palabras del informe de Siao Houa, para que también en el caso vasco nos demos cuenta de que lo principal en una revolución son los hombres y su fuerza intelectual, ideológica y moral. Como en la lucha de liberación nacional es primero el factor cultural, podremos decir que, en el caso vasco, sólo será verdadero revolucionario quien adopte la posición de la Cultura de Nueva Democracia, la cual intenta substituir a la importada por los imperialistas; mientras que quien esté imbuido de cultura imperialista que en nuestro caso es la erdaldun (extranjera), está luchando con armas carcomidas. Esta lucha por la independencia nacional tiene que estar inspirada del soplo de la euskaldunidad revolucionaria, para alcanzar la euskaldunización completa de Vasconia. Quien no comprenda que la revolución en Euskadi ha de ser justamente euskaldun, será incapaz de llevar victoriosamente a cabo una lucha para la dignificación de la persona humana en Vasconia, para la justicia social y la abolición de la explotación del hombre por el hombre.
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