INDICE

Cant contra Kant

I.  Bernstein y la dialéctica .

II.  El abstraccionismo bernsteiniano

III.  El ¡regresemos a Kant! de Bernstein .

IV.  Los "horrores de la revolución violenta"

VI.  Fuerza y violencia

VI.  La teoría de la renta de Bernstein

VII.  Sobre la teoría del aumento de la renta media

VIII.  La parodia burguesa del marxismo.

 

El artículo Cant contra Kant constituye la respuesta al libro de Bernstein Die Voraussetzungen des Sozialismus und die Aufgaben der Sozial-Democratie (Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia), Stuttgart, 1899.

Plejánov empieza por tratar el problema de la dialéctica (Bernstein achacaba a la dialéctica la culpa por los supuestos errores de Marx y Engels en sus pronósticos históricos). Pero la respuesta de Plejánov no llegó a ser publicada ni en Die Nene Zeit ni en el órgano del partido socialista, Mouvement Socialiste.

Plejánov preparaba el terreno para lanzar un ataque contra las teorías de Bernstein en las publicaciones rusas. Esto era muy necesario, dado que el revisionismo de Bernstein había encontrado partidarios entre los “marxistas legales” y especialmente entre los “economistas” rusos, y tal cosa representaba un serio peligro para la socialdemocracia revolucionaria.

Plejánov consideraba que “la lucha contra Bernstein es la tarea más imprescindible en Rusia en estos momentos”. “Debemos oponer nuestra influencia de marxistas-revolucionarios a la influencia de los marxistas de cátedra —escribía a Axelrold el 21 de abril de 1899—.

¿Lograremos algo? Creo que sí, pero aun si no logramos nada, la lucha es imperativa” (Correspondencia entre G. V. Plejánov y P. B. Axelrod, t. II, pág. 81).

La necesidad de esta lucha se hizo aún más urgente cuando en 1900 apareció el folleto de Bernstein en Londres, en una traducción al ruso.

Plejánov escribió de nuevo en ruso su artículo sobre la dialéctica, traduciendo las citas en alemán y haciendo referencia a las páginas de la edición de Londres. Pero tampoco este artículo vio la luz. Tan sólo en 1901, al editarse en San Petersburgo una nueva traducción del libro de Bernstein El Materialismo Histórico, Plejánov por tercera vez volvió a redactar su artículo. La primera parte, de carácter filosófico, repite en lo esencial, a las dos primeras versiones; en la segunda parte se hace un examen de las opiniones políticas y sociales de Bernstein. Este artículo, al cual Plejánov tituló Cant contra Kant, apareció en el nº 2/3 de la edición de Zariá en el extranjero (1901).

El texto que transcribimos es el del tomo XI de las Obras de Plejánov, y ha sido tomado, por su parte, de la revista Zariá, n9 2/3 de la recopilación Crítica de Nuestros Críticos, de 1906. Las considerables divergencias entre estas dos primeras versiones, corregidas por el mismo Plejánov, se explican por el hecho de que la publicación legal exigía una serie de atenuaciones y cortes. Estas partes, incluidas en 'el texto de Zariá y omitidas en Crítica de Nuestros Críticos, van entre corchetes en nuestro texto. Las variantes menores no están indicadas.

 

  

 

(E. Bernstein, “El materialismo histórico", traducción de L. Kantsel, segunda edición, San Petersburgo, 1901.)

Los muertos son veloces jinetes [1]

C. A. Bürguer

 

El señor Bernstein ha muerto para la escuela de Marx, a la cual perteneció en un tiempo. Ya no es posible ahora enojarse con él: no debemos enojarnos con los muertos. De nada vale, por otra parte, compadecerlo : la compasión no arregla nada en este caso. Pero, de todos modos, debemos rendir un tributo póstumo a nuestro difunto: debemos dedicar algunas páginas a esclarecer su libro, un libro que ha suscitado mucho ruido en los círculos socialistas de todo el mundo civilizado, que ha sido traducido al raso y del cual acaba de salir la segunda edición en San Petersburgo.[2]

Es sabido que este libro del señor Bernstein aplica una “revisión crítica” a la teoría de Marx y de Engels. Por nuestra parte, nosotros hacemos aquí algunas apreciaciones críticas sobre los resultados de esta “revisión”.

 

I. Bernstein y la dialéctica

 

El señor Bernstein observa que “el elemento más importante en la fundamentación del marxismo (es decir, el elemento más importante del marxismo: la señora Kantzel ha traducido muy mal el libro del señor Bernstein. N. del A.), lo que podría llamarse su ley fundamental, que atraviesa todo el sistema, es la teoría específica sobre la historia que lleva el nombre de materialismo histórico”. Esto no es cierto. La explicación materialista de la historia, en verdad, es uno de los rasgos distintivos y principales del marxismo. Esta explicación constituye, de todos modos, tan sólo una parte de la concepción materialista del mundo de Marx y Engels. Una investigación crítica de este sistema debe, por lo tanto, empezar por la crítica de las basesfilosóficas de esta concepción del mundo. Y como el método, sin duda alguna, constituye el alma de todo sistema filosófico, la crítica del método dialéctico de Marx y Engels debe anteceder a la “revisión” de la teoría de la historia.

Fiel a su erróneo punto de vista sobre la “ley fundamental del marxismo”, el señor Bernstein empieza con una crítica de la concepción materialista de la historia y tan sólo en el segundo capítulo de su libro pasa a formular una apreciación del método dialéctico. Nosotros, por nuestra parte, seguiremos fieles a nuestro punto de vista sobre la importancia decisiva del método en todo sistema serio, y comenzaremos por la dialéctica.

¿Qué dice el señor Bernstein de la dialéctica?

Bernstein no deja de reconocer a ésta ciertos méritos. Más aún: reconoce que ha tenido una influencia benéfica sobre la ciencia histórica. Según nos dice, F. A. Lange estaba completamente en lo cierto al afirmar en El problema obrero que la filosofía hegeliana de la historia, con su tesis fundamental —el desarrollo por medio de las contradicciones y su conciliación— puede calificarse casi como un descubrimiento antropológico. Pero Bernstein piensa —junto con el mismo Lange— que “del mismo modo que en la vida del individuo, en la historia el desarrollo por medio de las contradicciones no se realiza con tanta facilidad y tan radicalmente, con tanta exactitud y simetría, como en las construcciones especulativas”[3]. Marx y Engels no se dieron cuenta de esto y, por tal motivo, la dialéctica ejerció una influencia perjudicial sobre sus puntos de vista sociales y políticos. Verdad es que los fundadores del socialismo científico no eran aficionados a las construcciones abstractas. Materialistas convencidos, se esforzaban por “poner a la dialéctica sobre los pies”, la dialéctica que Hegel había puesto “de cabeza”, es decir, patas arriba. Pero el señor Bernstein piensa que no es tan fácil resolver este problema. “Como siempre ocurre en la realidad, apenas abandonamos el terreno de los hechos establecidos empíricamente y nos ponemos a pensar aparte de ellos, caemos en el mundo de los conceptos derivados; sí en tal caso nos ponemos a seguir las leyes de la dialéctica, en la forma establecida por Hegel, nos encontramos, antes de darnos cuenta, atrapados nuevamente entre las tenazas del “auto-desarrollo de los conceptos”. En esto radica el gran peligro para la lógica hegeliana de las contradicciones (es decir, en esto radica el peligro de la lógica de las contradicciones' —como hemos dicho, la señora Kantzel no ha sabido traducir al señor Bernstein). Al no advertir este peligro, Marx y Engels no tomaron precauciones contra él y por ello, más de una vez, fueron llevados a extravíos provocados por BU propio método. Así, por ejemplo, en el Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels declaran que en Alemania la revolución burguesa puede ser un prólogo de la revolución obrera[4]. Esta suposición (“puede” ser) ha revelado ser errónea. La revolución burguesa de 1848 no constituyó un prólogo de la revolución obrera. ¿Por qué se equivocaron Marx y Engels? Porque aplicaron aquí la dialéctica. Por lo menos, así lo dice el señor Bernstein. Otro ejemplo: si en 1885, en ocasión de la nueva edición del folleto de Marx, “ Enthülungen über den Komunistenprozess” (“Revelaciones sobre el proceso de los comunistas”), y en 1887, en el prólogo de su folleto “Zur Wohnungsfrage” (“Sobre el problema de la vivienda’'), Engels expuso ideas que, en opinión de Bernstein, concuerdan difícil mente con su actitud francamente negativa hacia determinada rebelión de los jóvenes de la social-democracia alemana, producida hace algunos años[5]; la culpa de ello la tiene la dialéctica. ¿El lector no me cree? Pues vea por mismo: “Esta duplicidad, tan ajena al carácter de Engels, al fin de cuentas provenía de la dialéctica tomada de Hegel”. En esta frase no hay, desgraciadamente, ni sombra de “duplicidad”. Y si, convencidos de ello, le preguntamos al señor Bernstein por qué motivo, en cambio, la dialéctica inclina a la duplicidad, recibiremos de él la siguiente explicación: “el sí es no y el no es sí”, en vez del “sí es sí y el no es no”; el traspaso recíproco de las contradicciones, la transformación de la cantidad en calidad y otras bellezas dialécticas siempre han constituido un obstáculo para tener una idea clara sobre el alcance de los cambios ocurridos”.

Si “las bellezas dialécticas” siempre han obstaculizado una concepción clara de los cambios que se producen en la realidad, entonces es evidente que el método dialéctico es erróneo en sí mismo y que deben apartarse resueltamente de él todos los que estiman la verdad y se esfuerzan por alcanzar una idea exacta de la naturaleza y de la vida social. En tal caso sólo queda por resolver un problema: ¿de qué modo estas “bellezas dialécticas” —por cierto nada bellas— llevaron a Hegel, en su Filosofía de la Historia, a eso que el señor Bernstein, siguiendo a Lange, reconoce como “un descubrimiento casi antropológico"? La palabreja “casi”, con la cual se resguarda el señor Bernstein, no explica nada en este caso, y acaso sólo sirva como una nueva prueba de la antigua verdad: las palabras siempre se presentan cuando faltan las ideas[6]. Por otra parte, sería posible endilgarle al señor Bernstein esta “duplicidad” si, por lo menos, intentara de algún modo demostrar la exactitud de su opinión sobre el carácter dañino de “las bellezas dialécticas”. Pero él no lo intenta en modo alguno. Y, por otra parte, no tiene de donde tomar las pruebas: el mismo no se ha decidido a afirmar que ha estudiado a Hegel en algún momento. Y s» llegara a afirmarlo, sería muy fácil demostrar... que desvaría. Esta es la razón por la cual el señor Bernstein no intenta siquiera dar pruebas de su opinión. Él se limita a enunciarla, contando, con sobrada razón, que habrá de encontrar lectores ingenuos que no sólo habrán de creer su palabra, sino que inclusive le atribuirán hondura de pensamiento.

 

II. El abstraccionismo bernsteiniano

Habent sua fata libelli (los libros tienen su destino), decían los romanos. Y también lo tienen los escritores. A veces, un destino muy extraño. Pensemos en Hegel, por ejemplo. ¡Cuán pocas personas en nuestros días se toman el trabajo de estudiar su filosofía y cuán numerosos son los “críticos” que se permiten juzgarla sin ningún discernimiento! Y son estas mismas personas frívolas las que se indignan profundamente cuando alguien se atreve a condenar un libro del señor Bernstein, un libro que ni siquiera han leído. ¿Por qué se aplica al problema dos medidas! ¿Por qué se permite tal frivolidad en relación al gran Hegel y se habla de libertades inaceptables cuanto se trata del pequeño señor Bernstein! That is the question. (Este es el problema).

Si el señor Bernstein conociera el tema por el cual................

 

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