Pero habremos desaparecido por no haber tenido el indispensable realismo político; por haber sido víctimas conscientes de una incalificable ingenuidad política (ingenuidad que algunos persisten en llamar «nobleza» y «rectitud»); en fin, por no haber tenido la hombría y las agallas de reconquistar nuestro Derecho, nuestra libertad, nuestra «Legalidad» por los únicos medios eficaces disponibles.

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