Introducción
Otsagabia
Los textos que aquí se presentan no son otra cosa que una reflexión a partir de una experiencia militantes abertzale y revolucionaria.
Los dos primeros, los más extensos, se inscriben dentro del debate que se ha desarrollado durante los últimos meses en ETA, y que ha desembocado en las resoluciones de su séptimo Biltzar Nagusi, ya conocidas. Los dos restantes, que tienen más bien un carácter de anexos, tratan algunos aspectos parciales de lo que hoy es la problemática central de la izquierda abertzale: como hacer que Euskadi, que ha sido durante estos últimos años el lugar donde más mayoritaria y radicalmente se ha luchado contra el fascismo, lucha pagada a un alto precio y de la que —es hora de proclamarlo a los cuatro vientos— todos los pueblos y fuerzas políticas del Estado han sacado un indudable provecho, obtenga, en un próximo régimen que parece anunciarse como democrático, lo que con esa lucha pretendió: su libertad; cómo hacer que de esa lucha queden algo más que unas lápidas a los heroicos combatientes por el Pueblo Vasco, lápidas colocadas y anualmente visitadas por quienes en los peores momentos, en la hora de la más dura represión, supieron muchas veces mantenerse a cubierto, esperando tiempos mejores que otros se encargarían de conseguir,
Y si la experiencia de lucha de Euskadi durante estos últimos años ha sido extraordinariamente rica en espontaneidad y combatividad, espontaneidad y combatividad de un pueblo resuelto a no dejarse arrebatar, una vez más, su libertad, le ha faltado muchas veces la reflexión, el conocimiento profundo de los problemas, la teoría, cosas necesarias para llevar a buen término toda lucha, pero que son difíciles de encontrar en el fragor de los combates. Y nos encontramos hoy con pue Euskadi es un país lleno de luchadores, pero más bien falto de cuadros, y sobre todo de cuadros luchadores.
Lo que estos trabajos pretenden, por encima de los problemas concretos que en ellos se tratan, y quo creemos son de gran importancia este momento, es ser una aportación en ese sentido, despertar el interés por el debate, por la polémica, por el estudio de nuestra propia realidad, de nuestra historia, y de la historia de otros pueblos que también han luchado por su liberación. Aportación parcial e incompleta, y que intenta más el plantear problemas que el dejarlos resueltos.
Los cuadros, los teóricos, los intelectuales, son necesarios para la marcha de la sociedad. Lo son también para una sociedad socialista y revolucionaria, Y si no queremos que nuestros luchadores, que Euskadi, se encuentren vendidos a unos intelectuales ajenos a nuestra lucha, debemos preocuparnos nosotros mismos por conseguirlo: unos intelectuales que no se conciban a sí mismos como los portadores exclusivos de la verdad, poseedores de una llave maestra y dispuestos a sacar provecho personal de sus habilidades, unos intelectuales que no se conciben fuera del pueblo que saben que sus conocimientos son completamente vacíos e inoperantes si el Pueblo no los hace suyos, si con si lucha no los convierte en una realidad, unos intelectuales dispuestos a tomar partido por Euskadi, por los trabajadores, por la revolución, allí donde lo situación se lo exija, y sin reparar en riesgos
Y como uno de ellos, como un verdadero intelectual revolucionario, entregado sin descanso y hasta las últimas consecuencias a la lucha de su Pueblo, desaparecido y casi con certeza muerto por ello, no podemos menos que recordar en este momento la figura y el trabajo de Pertur, Quienes hemos convivido con él en la lucha, quienes hemos compartido con él nuestra preocupación por el futuro de Euskadi y de la revolución, quienes hemos discutido y elaborado con él, pocas semanas antes de su desaparición, las ideas y los trabajos que aquí se exponen, lo testimoniamos. No nos interesa crear nuevas mitologías, pero queremos dejar bien claro, ante quienes nos han oprimido y nos siguen oprimiendo, ante quienes siguen haciendo correr sangre de nuestro Pueblo, que Pertur, que Txabi, que Txiki, no están liquidados; que mientras Euskadi siga luchando lo que ellos y lo que todos los muertos por Euskadi nos han entregado sigue y seguirá estando vivo, sigue y seguirá dando su fruto. Y no lo podrán impedir.
Euskadi 20 de octubre de 1976
EN TORNO AL PODER POPULAR
Otsagabia
La fase actual de transición del fascismo a la democracia burguesa en la que nos encontramos en Euskadi nos plantea como una de las más importantes cuestiones políticas del momento el fijar cual ha de ser la estrategia a llevar a cabo, dentro de una perspectiva revolucionaria, en ese próximo sistema al que nos acercamos.
Es importante recordar que la meta hacia la que va dirigida esa estrategia —en tanto que sea o pretenda ser revolucionaria— no es otra que la plena toma del poder político por las clases populares vascos, bajo la dirección de la clase obrera. No es cuestión pues, de repartirse el poder con el capital, ni mucho menos de llegar a dirigir, en nombre de una política "popular" o "socialista", una sociedad basada en el capitalismo sin poner en cuestión este.
El fijarse tal meta no es sin embargo sino una primera parte: lo verdaderamente importante es ver que camino nos puede llevar hacia ahí. En una sociedad como la vasca, plenamente inmersa en el marcoeconómico y político europeo, pretender llegar al poder —a instaurar un poder revolucionario— simplemente a través de un golpe de Estado o de una insurrección releva de la más pura utopía. La complejidad y organización de los Estados modernos, la conciencia que las masas obreras y populares tienen de su situación en la sociedad, y el especifico carácter nacional de Euskadi como pueblo oprimido, plantean ese problema de la toma del poder en términos de un proceso a largo plazo, que habrá de pasar por diversas etapas; en términos militares, como una guerra prolongada.
Definir pues la estrategia revolucionaria hoy es ante todo definir la estrategia a adoptar frente a la democracia burguesa. Es evidente por una parte que ese cambio, con ser una derrota del fascismo, no suprime en absoluto la dominación de la oligarquía. sino que la mantiene. Es evidente también que pone en manos de la clase obrera y de las clases populares unos formidables instrumentos de organización e intervención políticas, como son las libertades públicas. Pero ninguno de los análisis simplistas derivados de tomar uno u otro de dichos aspectos, y que nos llevarían a rechazar de plano o a aceptar sin reservas el marco institucional democrático-burgués, nos puede ayudar mucho en nuestros propósitos.
Es necesario matizar mucho más. Y el primer punto a considerar es precisamente el de las limitaciones que para un proceso revolucionario, para la intervención directa de las masas en la resolución de sus problemas y el logro de sus aspiraciones, presenta la democracia burguesa.
La primera y sin duda la más importante de tales limitaciones es el hecho de que el poder económico (propiedad de los medios de producción y administración de la economía) se concentra en manos de un sector minoritario de la sociedad, la oligarquía capitalista. Esto altera de plano los sacrosantos principios de la democracia» los ciudadanos ya no son iguales ante la ley o la sociedad» son proporcionales a los medios económicos que poseen y a la influencia que de ellos resulta.
La segunda de tales limitaciones es el hecho de que la ideología de esas clases poseedoras, merced al potencial económico y político de estas y a través de una serie de instituciones destinadas a mantenerla y reproducirla (escuela, familia, aparatos del Estado, etc. ...), extiende su influencia a la mayoría de la población, convirtiéndose en la ideología dominante.
La tercera de dichas limitaciones, consecuencia de las anteriores, son los ...............................................
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