¿Qué es el marxismo? (III)

Introducción al materialismo histórico

Alan Woods y Rob Sewell

 

El estudio del marxismo se centra en tres puntos principales que corresponden a la filosofía, la historia de la sociedad y la economía, o usando sus nombres correctos, Materialismo Dialéctico, Materialismo Histórico y la Teoría del Valor Trabajo. Estas son las tres partes integrantes del marxismo sobre las que escribió́ Lenin.

Este folleto es una introducción a la Teoría de Economía Marxista.

INDICE

Introducción a la teoría económica marxista
     Las condiciones para la existencia del capitalismo     Valor y mercancías
     El trabajo
     El dinero
     Los precios de las mercancías
     El beneficio
     La fuerza de trabajo
     ¿Una estafa?
     La plusvalía
     La jornada de trabajo
     El capital constante
     El capital variable
     Trabajo necesario y plustrabajo
     La tasa de ganancia
     La tendencia a la caída de la tasa de ganancia
     La exportación del capital

 

Introducción a la teoría económica marxista

Bajo el impacto de la crisis del capitalismo, muchos trabajadores han empezado a interesarse por la economía, tratando de entender las fuerzas que gobiernan su existencia. El objetivo de este trabajo consiste en ofrecer, no una exposición completa de la teoría económica, sino una introducción a las reglas básicas de funcionamiento del sistema capitalista.

La superficialidad de los economistas procapitalistas se revela por su incapacidad para entender la crisis de su sistema. Su función es esconder la explotación de la clase obrera y «demostrar» la superioridad del sistema capitalista. Sin embargo, sus «teorías» y «soluciones» no pueden hacer nada para remediar la decadencia del capitalismo. Sólo la transformación socialista de la sociedad y la introducción de una economía planificada puede acabar con el infierno del desempleo, la recesión y el caos.

El ala derecha de la dirección del movimiento obrero ha sustituido a Keynes, su viejo ídolo, por soluciones económicas «ortodoxas»: recortes presupuestarios, moderación salarial y deflación monetaria. Por su parte, la izquierda reformista todavía se aferra a las políticas capitalistas del pasado, de estímulo a través del consumo, restricciones a las importaciones, etc. – que ya han demostrado su total ineficacia.

Sólo un análisis marxista del capitalismo les permite a los trabajadores conscientes refutar las mentiras de los economistas burgueses y luchar contra su influencia dentro del movimiento obrero.

La producción moderna se concentra en manos de grandes empresas. Unilever, ICI, Ford, British Petroleum… Estas grandes empresas dominan nuestras vidas. Es cierto que hay empresas pequeñas, pero representan el modo de producción del pasado, no el del presente. La producción moderna es esencialmente masiva, a gran escala.

Hoy en día, 200 empresas y 35 bancos (o empresas financieras) controlan la economía británica, representando el 85% de la producción nacional. Este desarrollo se llevó a cabo durante los últimos siglos a través de la competencia despiadada, las crisis y las guerras. En el momento en que los economistas clásicos predecían el surgimiento del «libre comercio», Marx explicaba que la competencia conduciría al monopolio, al quedar eliminadas las empresas más débiles.

A primera vista, podría parecer que la producción de bienes está destinada principalmente a satisfacer las necesidades de la población. Esto es obviamente una necesidad que ha de ser respondida por cualquier forma de sociedad. Pero bajo el capitalismo, las mercancías no sólo se producen para satisfacer las necesidades de la gente sino principalmente para la venta. Esta es la función esencial de la industria capitalista. En palabras del Señor Stokes, ex presidente de British Leyland: «Estoy en el negocio para ganar dinero, no para hacer coches». Esta es una perfecta expresión de las aspiraciones de la clase capitalista en su conjunto.

El modo de producción capitalista implica la existencia de una serie de condiciones. En primer lugar, debe existir una gran clase de trabajadores desprovistos de propiedad que, por lo tanto, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para vivir. Esto significa que, bajo el capitalismo, el concepto conservador de una «democracia de propietarios» es un absurdo, porque si la masa de la población poseyera la propiedad suficiente para satisfacer sus propias necesidades, los capitalistas no encontrarían trabajadores para generar sus ganancias.

En segundo lugar, los medios de producción deben estar concentrados en manos de los capitalistas. Durante muchos siglos, los pequeños agricultores y los que eran dueños de sus propios medios de subsistencia fueron eliminados sin piedad. Los capitalistas y los terratenientes se apropiaron de sus medios de vida, y contrataron asalariados para trabajar y producir plusvalía.

 

Valor y mercancías

 

¿Cómo funciona el capitalismo? ¿Cómo se explota a los trabajadores? ¿De dónde viene el beneficio? ¿Qué causa las recesiones?

 

Para responder a estas preguntas, primero debemos descubrir el problema clave, es decir, responder a la pregunta: ¿Qué es el valor? Una vez que este misterio esté resuelto, todo lo demás quedará dilucidado. La comprensión de lo que es el valor es esencial para la comprensión de la economía capitalista.

Para empezar, todas las empresas capitalistas producen bienes o servicios – o más correctamente, producen mercancías, es decir, bienes o servicios que sólo se producen para la venta. Por supuesto, uno puede producir algo para su propio uso personal. Antes del advenimiento del capitalismo, es lo que mucha gente hacía. Pero estos productos no eran mercancías. El capitalismo se caracteriza en primer lugar, en palabras de Marx, por «una inmensa acumulación de mercancías». Es por esta razón que Marx comenzó su investigación sobre el capitalismo analizando el carácter de la propia mercancía.

Toda mercancía tiene un valor de uso: es útil, al menos para algunas personas (de lo contrario no se podría vender). El valor de uso de una mercancía se limita a sus propiedades físicas.

Pero además de este valor de uso, cada mercancía tiene también un valor de cambio. ¿Cuál es este valor, y cómo se determina?

Si, por el momento, dejamos de lado la cuestión del dinero, nos encontramos con que las mercancías se intercambian de acuerdo a ciertas proporciones. Por ejemplo:

Un par de zapatos o un reloj o 3 botellas de whisky o 1 un neumático de automóvil = 10 metros de tela

Cada uno de los distintos objetos mencionados pueden ser intercambiados por 10 metros de tela. En las mismas proporciones, también pueden intercambiarse entre sí.

Este simple ejemplo muestra que el valor de cambio de estos diferentes productos básicos expresa una equivalencia de algo que está contenido en ellos. Pero ¿Qué es lo que hace que un par de zapatos = 10 metros de tela? ¿O un reloj = 3 botellas de whisky – y así sucesivamente?

Está claro que debe haber algo común a estos productos diferentes. Es evidente que no es su peso, su color o consistencia. Y tampoco tiene algo que ver con su utilidad. Después de todo, el pan (requisito indispensable) tiene mucho menos valor que un Rolls Royce (que es un artículo de lujo). Por lo tanto, ¿cuál es su cualidad común? Lo único que tienen en común es que son productos del trabajo humano.

La cantidad de trabajo humano contenido en una mercancía se expresa en tiempo: semanas, días, horas, minutos. En otras palabras, todos los productos mencionados en nuestro ejemplo se pueden expresar en términos de lo que tienen en común: el tiempo de trabajo. Es el siguiente:

5 horas (de trabajo) ....... para zapatos
5 horas (de trabajo) ....... para neumático
5 horas (de trabajo) ....... para reloj
5 horas (de trabajo) ....... para whisky

 

El trabajo

 

Si consideramos las mercancías como valores de uso (dado que son útiles), las vemos como productos de un determinado tipo de trabajo – el trabajo del zapatero, relojero, etc. Pero en el intercambio, las mercancías se consideran de manera diferente. Su carácter especial se pone a un lado y aparecen  .............. [...........]

  

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