ÍNDICE Tomo 2

Capítulo I.  De Elnia a Leningrado
Capítulo II. La batalla por Moscú
Capítulo III. Las rigurosas pruebas continúan (1942)
Capítulo IV. Derrota de las tropas fascistas en la zona de Stalingrado
Capítulo V. La derrota de las tropas fascistas en el área de Kursk, Oriol, Jarkov
Capítulo VI.  En las batallas por Ucrania
Capítulo VIl. La derrota de las tropas fascistas en Bielorrusia y su expulsión definitiva de Ucrania
Capítulo VIII. Hacia Berlín
Capítulo IX. La operación Berlín
Capítulo X. Capitulación incondicional de la Alemania fascista
Capítulo XI. Los primeros pasos del consejo de control para la administración de Alemania. La Conferencia de Potsdam
Conclusión. Sin esto no hubiera sido posible la victoria

 

MARISCAL DE LA UNION SOVIETICA

G. K. ZHUKOV

Tomo II

 

CAPÍTULO I. De Elnia a Leningrado

  

En el EM del Frente me detuve muy poco. Luego de conocer los últimos sucesos en los diferentes sectores, me dirigí acompañado del jefe de la artillería, general L. A. Govorov, a la región de Elnia, donde estaba el EM del 24 ejército. Llegamos allí ya avanzada la noche. Por el camino vimos grandes resplandores de incendios en las cercanías de Yartsevo y Elnia.

No sabíamos de fijo qué ardía, pero el espectáculo de las hogueras producía una impresión de angustia. Ardía el patrimonio del pueblo, fruto de largos años de trabajo de los soviéticos. Yo me preguntaba: ¿Cómo y con qué debe replicar al invasor el pueblo soviético por las calamidades que los fascistas siembran en su marcha sangrienta? Con la espada y sólo con la espada, destruyendo implacablemente al malvado enemigo: era la única respuesta...

En el EM del 24 ejército nos recibieron su jefe, K. I. Rakutin y los comandantes de las distintas armas. Yo no conocía a Rakutin. Al informarnos de la dislocación de las fuerzas, me produjo grata impresión, si bien veíase que su preparación táctico-operativa era a todas luces insuficiente. Adolecía de ese mismo defecto propio de los oficiales y generales que habían servido con anterioridad en las tropas guardafronteras adscritas al Comisariado del Pueblo del Interior, donde apenas pudieron perfeccionarse en las cuestiones del arte operativo.

Al día siguiente salimos de madrugada con Rakutin a la zona de Elnia para practicar un reconocimiento personal. En esos momentos nuestras fuerzas cruzaban fuego con el enemigo. Después de examinar la situación con los comandantes de las unidades, nos persuadimos de que los alemanes habían organizado ahí su defensa y, al parecer, iban a pelear en firme. En la primera línea y en profundidad tenían enterrados carros blindados y piezas de artillería, autopropulsada inclusive, habiendo convertido el saliente de Elnia en una especie de región fortificada.

Al estudiar el panorama, nos apercibimos de que el sistema de fuego del enemigo no había sido aún revelado por completo. Por eso nuestra artillería no disparaba contra los emplazamientos reales, sino contra los presuntos.

Las fuerzas del 24 ejército eran sin duda alguna insuficientes para llevar a efecto el contragolpe.

Después de calcular todo lo necesario para el contragolpe y aconsejarnos con el jefe del ejército y los comandantes de las armas, llegamos a la conclusión de que para concentrar complementariamente de dos a tres divisiones y unidades artilleras, estudiar más a fondo todo el sistema de la defensa del enemigo y allegar los recursos necesarios se precisarían de 10 a 12 días. Por tanto, la ofensiva general podía ser emprendida no antes de la segunda quincena de agosto. Hasta ese momento, no interrumpir las operaciones activas, extenuar al enemigo, escrutar su sistema de defensa y concentrar las fuerzas y los medios para emprender acciones contundentes.

Hacia mediados de agosto disponíamos ya de datos completos acerca del enemigo, de sus sistemas de fuego y de fortificación.

El 12 de agosto interrogué yo al prisionero Mittermann, capturado durante un contrataque alemán.

Mittermann contaba 19 años. Su padre era miembro del partido nazi y él mismo pertenecía a la Jugendvolk. Con su división había combatido en Francia, Bélgica, Holanda y Yugoslavia.

En el interrogatorio declaró:

—La mayoría de los soldados de la división tienen de diecinueve a veinte años. Fue completada por especial selección personal. Esta división SS había llegado a Elnia tras de la 10a. de tanques.

Mittermann caracterizó la zona de Elnia como línea avanzada para ulterior penetración a la profundidad del país. La detención de tres semanas y el paso a la defensiva aquí los conceptuaba como medida para ganar tiempo y permitir al mando alemán acercar las reservas y los refuerzos.

«Nosotros hemos avanzado mucho, hay que allegar las reservas y sólo entonces seguir adelante», ha dicho en una orden expresa el jefe del ejército general Guderian (curiosa muestra de labor esclarecedora entre los soldados alemanes; así explicaba el atasco y el paso a la defensiva: lo que se dice, presentar la necesidad como virtud...).

—Nuestro regimiento, Deutschland, cubría posiciones en la zona de Elnia —continuó Mittermann—. Fue retirado a descansar y traído después a la primera línea en vista de las muchas bajas sufridas por las unidades divisionarias y las desafortunadas operaciones defensivas. Las pérdidas del regimiento son tan crecidas, que las pequeñas unidades de infantería han sido nutridas con soldados de los servicios logísticos. Las mayores bajas son causadas por la artillería soviética. La artillería rusa pega fuerte y hace impacto también en la moral del soldado alemán.

En cuanto a la orden aclaratoria de sus jefes respecto al movimiento guerrillero en las áreas ocupadas, Mittermann sabe que en los bosques hay no pocas unidades militares soviéticas que atacan a las tropas alemanas...

Sabido es que a mediados de julio de 1941 él CC del PC (b) de la URSS adoptó la decisión especial Sobre la organización de la lucha en la retaguardia de las tropas alemanas. El Partido tomó medidas enérgicas para formar grupos y destacamentos guerrilleros. En las zonas de presunta ocupación enemiga, constituíanse con anticipación células clandestinas del Partido y del Komsomol para dirigir el movimiento guerrillero. En las regiones de Leningrado Kalinin, Smolensk, Oriol y Kursk así como en las repúblicas de Ucrania, Bielorrusia y Moldavia comenzaron a actuar contra el enemigo en 1941 más de 800 comités urbanos, distritales y centros comarcales clandestinos del Partido y por encima de 300 comités urbanos y distritales del Komsomol. Alzábanse a la lucha también las guerrillas en Letonia, Lituania y Estonia. Los grupos y destacamentos guerrilleros se ensamblaban en grandes agrupaciones al mando de figuras relevantes del partido y del estado, causando al enemigo sensibles pérdidas.

Por último, Mittermann aseguró saber que los mandos de la división SS, comprendidos los comandantes de los regimientos, habían sido remplazados en vista de las bajas sufridas y de los reveses de las últimas semanas en la zona de Elnia.

Estos datos, como las declaraciones de otros muchos prisioneros, nos permitieron eslabonar minuciosamente, en todos sus pormenores, el plan de fuego artillero y del golpe aéreo y plantear objetivos concretos a las unidades. Una labor muy meritoria en este orden de cosas realizó el general mayor L. A. Govorov, excelente artillero.

El 24 ejército inició el contragolpe fundamental después del veinte de agosto. La batalla era violentísima en todos los sectores y muy dura para ambas partes. El enemigo opuso a nuestras divisiones atacantes una compacta barrera de fuego de artillería y morteros. Nosotros pusimos en juego toda la aviación, tanques, artillería y morteros lanzacohetes disponibles. Las operaciones no cesaban ni de día ni de noche. El cuello del saliente de Elnia iba paulatinamente estrechándose entre las férreas tenazas de nuestras tropas. Percibíase que las fuerzas del enemigo se iban agotando.

Batallaron con admirable arrojo, en particular, nuestras 19, 100 y 107 divisiones. Yo vi desde el puesto de observación del jefe de esta última, P. V. Mironov, el inolvidable cuadro del denodado combate sostenido por el regimiento de infantería a las órdenes de I. N. Nekrasov.

Se apoderó impetuosamente de la aldea de Voloskovo, pero fue rodeado por el enemigo. Tres días con sus noches peleó sin respiro. Apoyado por otras unidades de la 107 división, por la artillería y la aviación, el regimiento de Nekrasov no sólo rompió el cerco, sino que arrolló al adversario, ocupando la estación ferroviaria, importante punto de apoyo.

¡Cuántos ejemplos similares de valor y heroísmo masivos, se derrochaban, por doquier, día y noche!

Amparados en la oscuridad de la noche, los restos de las tropas enemigas se retiraron por la garganta, aún no cerrada del todo, del saliente de Elnia, dejando en el campo multitud de cadáveres, cañones de gran calibre y tanques. El 6 de setiembre entraron nuestras tropas en Elnia.

La peligrosa plaza de armas había sido liquidada. Los alemanes pagaron caro su deseo de mantener la cuña de Elnia. Informé brevemente a I. V. Stalin del resultado de la operación.

Durante los combates de Elnia trituramos hasta cinco divisiones alemanas. El enemigo perdió entre muertos y heridos de 45 a 47 mil hombres, más una cantidad muy elevada de ametralladoras, morteros y cañones destruidos por nuestra artillería y aviación. Los prisioneros decían que algunas unidades habían quedado en absoluto sin morteros y artillería. Últimamente el enemigo empleaba los tanques y la aviación por grupos sueltos y sólo para rechazar nuestros ataques en los sectores más importantes. Por lo visto, había lanzado esos medios en otras direcciones.

No conseguimos consumar el cerco y capturar a la agrupación de Elnia, para ellos nos faltaron fuerzas y, en primer término, tanques.

Actuó muy bien nuestra artillería incluso en las divisiones de reciente formación. Los proyectiles-cohete (RS) causaban verdaderos estragos. Observé las áreas castigadas por ellos y vi totalmente devastadas las obras de la defensa. Ushakovo, principal centro de resistencia enemigo, a resultas de las salvas de los RS había sido arrasado por completo, quedando hundidos y destrozados los refugios.

Persiguiendo al enemigo, el 7 de setiembre alcanzaron nuestras unidades el río Striana, hiciéronse fuertes ahí y la mañana del 8 recibieron la tarea de desarrollar la ofensiva en cooperación con el grupo del general P. P. Sobennikov.

Esta operación tuvo la virtud de elevar la moral de nuestras tropas y robustecer su fe en la victoria. Ahora afrontaban con mayor seguridad los contrataques del enemigo, lo hostigaban con el fuego y contratacaban con ardor.

Pese a toda la tensión de los acontecimientos militares y el éxito de esta operación, no podía......................

 

Ver el libro completo en